Inteligencia artificial (de)generativa y jornada 6×1

Traducido del portugués al español por Víctor Artavia

«La síntesis es clara: eliminación del trabajo vivo, en una amplia gama de actividades, sustituido por el trabajo muerto, como se ve en la ciberindustria».

En la era de la expansión de los algoritmos y la inteligencia artificial (IA), cualquier predicción sobre el futuro del trabajo corre el riesgo de ser otra estafa. Impulsada por la financiarización del capital, la IA es explícita en su objetivo: transferir a las máquinas inteligentes todo lo que hoy se realiza mediante el trabajo humano. Alguien podría decir: ¿pero eso no es bueno? ¿No tendremos trabajos más calificados, más «creativos», viviendo un mundo laboral más humano y con más tiempo de vida?

La respuesta está en las actividades que se expanden a la sombra de la IA, con sus microtrabajos ultraprecarizados, especialmente (pero no solo) en el Sur Global. Realizando jornadas ilimitadas, excluidos de todos los derechos laborales, recibiendo niveles de remuneración indigentes, con el fin de generar información para la IA. Y quienes encuentran trabajo en las startups están experimentando una «invención» china (el S-996): jornadas de 9 de la mañana a 9 de la noche, 6 días de trabajo, lo que suma un total de 72 horas semanales. Estos son los nuevos experimentos que se expanden en este admirable mundo laboral en la era de la IA.

La síntesis es clara: eliminación del trabajo vivo, en una amplia gama de actividades, sustituido por el trabajo muerto, como se ve en la ciberindustria. Pero, atención, hay luz al final del túnel para los desechables y los superfluos: sobrevivir mediante el trabajo uberizado, que se expande globalmente en las plataformas digitales. Plataformas que utilizan el mito del «emprendedurismo» con el objetivo de proletarizar al máximo, pero negándose a reconocer la condición de asalariado; imponiendo, a través del «mando invisible de los algoritmos», jornadas prolongadas, además de prohibir perentoriamente cualquier forma de protección laboral. Una tendencia que definí, en O Privilégio da Servidão (El privilegio de la servidumbre), como una nueva era de esclavitud digital (Boitempo, 2020). Y que los directores ejecutivos, esos nuevos depredadores digitales, consideran «moderna».

Surge una aparente paradoja y se avecina un nuevo espectro: con la rápida expansión de la IA generativa, sin control ni regulación, estamos asistiendo, en plena era digital, al resurgimiento de modalidades de trabajo pasadas, basadas en el trípode de la explotación, la expropiación y la expoliación, vigente al comienzo de la Revolución Industrial. El crowdsourcing, hoy en día, es una variante digital y algorítmica del antiguo outsourcing, en el que hombres, mujeres y niños trabajaban al margen de la legislación protectora del trabajo, con jornadas ilimitadas y condiciones laborales inhumanas.[1]

¿Estamos, entonces, ante la IA generativa? ¿O estamos entrando peligrosamente en la fase de la IA degenerativa, concebida y plasmada por el sistema de metabolismo antisocial del capital?

Sabemos que la tecnología fue, desde su génesis, resultado de la inventiva humana, que nació con el primer microcosmos familiar. Con la llegada del capitalismo, la tecnología se fue transformando y adaptando al modus operandi del capital. Toda «innovación» tiene como objetivo, en realidad, valorizar más y, así, acumular mucho más.

Podemos, por tanto, predecir el resultado en relación con el trabajo: un nuevo espectro acecha al mundo laboral, el espectro de la uberización. Pero se equivoca quien piensa que no hay resistencia.

6X1: 6 puntos en contra y ninguno a favor[2]

Fue durante la campaña electoral de 2024 cuando nació el movimiento VAT/Vida Além do Trabalho (Vida más allá del trabajo), contra la jornada 6X1, que contemplaba aspectos fundamentales de la vida cotidiana,  que resumo a continuación: 1) la reducción de la jornada laboral se configura como una acción fundamental de la clase trabajadora para minimizar la lógica destructiva del capital, ya que conlleva, de forma inmediata, la reducción del desempleo; 2) constituye un antídoto real contra la explotación, tanto absoluta como relativa, del trabajo, como al inicio de la Revolución Industrial (con el ludismo); 3) se opone, en cierta medida, al despotismo fabril de las épocas taylorista/fordista y toyotista y, hoy en día, al trabajo uberizado. Vale la pena recordar el excepcional breque (paro) de los repartidores de las aplicaciones, del 31 de marzo y 1 de abril (día de los inocentes) de 2025, contra el despotismo algorítmico, más invisible, más interiorizado, que invade sigilosamente nuestra vida y nuestro trabajo; 4) luchar contra el 6×1 también permite vislumbrar otro punto crucial: una vida sin sentido en el trabajo es incompatible con una vida llena de sentido fuera del trabajo[3]; 5) lo que nos lleva a soñar con el fin de las barreras entre el tiempo de trabajo y el tiempo libre y, anclados en otra forma radicalmente distinta de IA, vislumbrar una nueva sociabilidad emancipada, autodeterminada, con individuos libremente asociados, fuera de las limitaciones del capital; 6) por último, al luchar por la reducción de la jornada laboral, podremos preguntarnos: ¿producir qué? ¿Y para quién?

Así, el mundo laboral se entrelaza de manera decisiva con otro imperativo crucial de nuestro tiempo: impedir la destrucción de la naturaleza, tal como nos enseñaron nuestros pueblos originarios.


[1] Ver Icebergs à Deriva: o trabalho nas plataformas digitais (Antunes, R., Organizador, Boitempo, 2023) e Uberização, Trabalho Digital e Indústria 4.0 (Antunes, R., Organizador Boitempo).

[2] En Brasil se denomina como “6×1” a la escala de seis de trabajo y uno de descanso.

[3] Ver Os Sentidos do Trabalho, edição especial de 25 anos (Boitempo, 2025), particularmente o capítulo X.

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