
No obstante la experiencia de la clase obrera es también más fuerte y se reconoce en su poder. La guerra civil y la masacre de Siglo XX le darán una connotación a este período de luchas muy fuertes y también represiones violentas.
Los combates que se desatarían entre el proletariado minero y el ejército tendrían epicentro en Potosí y algunos centros mineros como el que comprende la zona de Uncía, Siglo XX, Llallagua y Catavi: “
Los mineros de Potosí hicieron una emboscada eficaz sobre el ejército que marchaba sobre ellos y le ocasionaron un número descomunal de bajas. Reforzado, el ejército los obligó a resistir en la propia ciudad de Potosí, donde el combate fue encarnizado en un grado increíble” (Zavaleta Mercado, 50 años de historia). El ejército terminó saliendo victorioso fusilando gran número de trabajadores.
Estas experiencias estarán marcadas para lo que vendría tres años después; el proceso revolucionario ya estaba pautado por grandes confrontaciones. Como señala Zavaleta Mercado, “en lo subjetivo, la situación revolucionaria consiste en eso: en que se está dispuesto a arriesgar la vida por el poder” (ídem).
Es en este periodo que el POR comienza a tener influencia de masas en el movimiento obrero minero y fabril. Por eso mismo, no cabe la respuesta que dio el POR de que “no tuvo el suficiente tiempo de conformar el partido revolucionario”. Este partido dio la excusa de que “no tenía condiciones de dirigir la revolución por falta de cuadros”. Pero en cualquier caso eso no explica por qué dio apoyo al gobierno burgués que estaba trabajando por disolver las expresiones de doble poder.
Su falta de organización lo llevó a disolverse en el movimiento de masas sin tener una política concreta y perdiendo la oportunidad histórica de encaminar la revolución hacia el socialismo cuando la revolución explotó en 1952.
Pero no nos adelantemos. A finales de la década del 40, el gobierno de la oligarquía termina triunfando porque la guerra civil no puede lograr el poder en los centros urbanos de importancia como La Paz y Oruro. Pero la crisis está planteada con un vacío de poder.
Luego de esto vendrá la insurrección del barrio Villa Victoria en la ciudad de La Paz por parte de los fabriles cuando el gobierno prohibió la conmemoración del 1º de mayo de 1950. Esta insurrección terminó derivando en una huelga general. El gobierno militar tuvo que masacrar a los fabriles con bombardeos sobre el propio barrio para desarmar la resistencia. Este mismo barrio dos años después cobrará la cuenta al ejército.
Por otro lado, la convocatoria a elecciones en 1951 será un claro síntoma de que el régimen militar no estaba en condiciones de mantenerse por mucho tiempo. La cuestión es que esas elecciones fueron totalmente antidemocráticas porque no votaban ni los trabajadores ni los campesinos; aun así, le terminan dando el triunfo a Paz Estensoro. El gobierno de Urriolagoitia se niega a entregar el poder a la pequeña burguesía, y eso será el fin de la oligarquía.
Vale la pena haberse detenido en el surgimiento de la clase obrera y sus experiencias iniciales, porque es fundamental tenerlas en cuenta para entrar en la revolución del 52. Entender el porqué de esta revolución y el papel que tuvo el proletariado es fundamental. Las lecciones que se desprenden de esta revolución pueden ser puestas a la orden del día como enseñanzas para las nuevas revoluciones socialistas que están en el porvenir en el siglo XXI.