
Desde hace algunos días, la secretaria general del ATSA Río Negro (Asociación de Trabajadores de la Sanidad Argentina), Gloria Ovejero había declarado estar en: “un panorama triste, porque a esta altura tenemos 14 compañeros infectados. No queremos que sigan habiendo compañeros de la salud en riesgo,” y agregó que “venimos exigiendo las garantías de salubridad y que cuando un trabajador tenga los síntomas, hay que hacerle el testeo”
Una postal que muestra las malas condiciones de salubridad e higiene a la que son expuestos los trabajadores de salud, situación que pone a la Argentina entre los países con mayor tasa de contagio entre el personal de salud.
El gobierno rio negrino sólo destacó: “tenemos conocimiento de lo que está ocurriendo y que se están tomando los recaudos con el aislamiento de los infectados y sus entornos. El sanatorio está cerrado y Salud hizo intervención para la desinfección, pero en sí, todo lo que hacen desde la institución es así porque corresponde a un lugar privado”.
Una verdadera negligencia, ya que en lugar de mantener funcionando el sanatorio tomando personal para el mismo y aislando al personal infectado, se cierra el mismo, achicando así la asistencia a posibles infectados, un déficit que produce la no universalizacion de la salud, permitiendo que el sector privado ponga en riesgo a la población por falta de atención.
Otro rasgo a destacar es la falta de testeos y elementos de seguridad e higiene para todo el personal del sanatorio, todo esto con la excusa de que no hay suficientes insumos, dejando a los trabajadores expuestos a infectarse de covid-19. La falta de inversión en este sentido por parte de los gobiernos deja en evidencia que hay otros intereses de por medio como garantizar el pago de la deuda con los acreedores privados.
Hay que seguir el ejemplo del hospital Belgrano de Buenos Aires que, tomando decisiones en asamblea y medidas concretas como corte de calle, lograron que se realicen tests masivos a todo el personal.






