«Yo sabía, yo sabía, que Julito era policía»

Apocos días de conmemorarse otro aniversario del golpe genocida del 76 perpetrado por los militares y que abrió paso al genocidio de nuestros 30.000 compañeros detenidos-desaparecidos, los que peleamos y militamos bajo la dictadura rendimos homenaje a los caídos, manteniendo la memoria y marcando a fuego a los siniestros personajes que se infiltraron entre los trabajadores para buchonear a los opositores,para que las nuevas generaciones los conozcan y se acabe la impunidad de los “civiles” que participaron de la represión. Por eso una vez más decimos: ¡No olvidamos! ¡No perdonamos! ¡No nos reconciliamos!

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Publicada originalmente en Socialismo o Barbarie N°208, 15/09/2011.

A pocos días de conmemorarse otro aniversario del golpe genocida del 76 perpetrado por los militares y que abrió paso al genocidio de nuestros 30.000 compañeros detenidos-desaparecidos, los que peleamos y militamos bajo la dictadura rendimos homenaje a los caídos, manteniendo la memoria y marcando a fuego a los siniestros personajes que se infiltraron entre los trabajadores para buchonear a los opositores, para que las nuevas generaciones los conozcan y se acabe la impunidad de los «civiles» que participaron de la represión. Por eso una vez más decimos: No olvidamos! No perdonamos! No nos reconciliamos!

Bajo el título “Pasado oscuro” la Revista Veintitrés publicó el pasado 1° de septiembre del 2011 una nota donde revela que el actual Secretario Gremial y de Interior del gremio La Fraternidad, y también representante en la Federación Internacional del Transorte Julio Adolfo Sosa, perteneció a los servicios de inteligencia de la Fuerza Aérea en plena dictadura militar.

Esta investigación llevada adelante por los periodistas Tomás Eliaschev y Franco Mizrahi tiene como base la desclasificación de los archivos reservados de la última dictadura producida en enero del 2010, donde en los archivos del Personal Civil de Inteligencia (PCI) de la Fuerza Aérea, correspondientes al período entre el 1° de enero de 1976 y el 31 de diciembre del 1983 se encuentra con el Nº de Orden 1144 a “Sosa Julio Adolfo, DNI 12.205.023” con dos cruces en los casilleros de los años 79 y 80.

Pasaron 32 años para que este secreto tan bien guardado saliera a la luz, para muchos será una novedad, pero para otros que lo conocimos es la confirmación de una sospecha que nunca pudimos concretarla.

Los viejos compañeros recuerdan que “Julito” entró al Ferrocarril Gral. Roca en el año 79, justamente el año en que figura como “PCI de la Fuerza Aérea”; más claro echale agua, fue un “buchón de la dictadura”.

La historia dice que los planes de los milicos para el ferrocarril eran el achicamiento y el cierre de ramales y talleres en las distintas líneas, así fue que en poco tiempo varios miles de ferroviarios quedaron cesantes, los que quedaron sufrieron salarios de miseria, para los que protestaron la receta fue la represión, la tortura y la cárcel: alrededor de 90 ferroviarios desaparecieron durante los años de plomo.

Para Octubre de 1977 se produjo el primer paro ferroviario, aunque el gremio mayoritario, la Unión Ferroviaria, se encontraba intervenido por los militares, las bases se organizaron clandestinamente y lanzaron la medida de fuerza que tomó de sorpresa a la dictadura; finalmente se consiguió un aumento de salarios.

Ese fue el comienzo, pese a la represión que desataron los milicos, la organización sobrevivió y largó un paro en el año 78 y también otro muy importante hacia fines de Noviembre del año 79. Ayudaba que los otros gremios, como La Fraternidad y Señaleros, no se encontraban intervenidos, cuestión que permitía cierta libertad de movimientos para sus afiliados, donde se podían realizar asambleas y reuniones que eran aprovechadas por el activismo para extender la organización.

Con las características propias de cada línea, de cada gremio y de cada especialidad, los ferroviarios en esos años se destacaron como uno de los sectores más combativos del movimiento obrero contra la dictadura y sus planes.

En el Ferrocarril Gral. Roca, en especial en la Estación Constitución, se organizó una “Coordinadora” que agrupaba a los activistas de los distintos gremios y especialidades.

Y justamente para esa época aterriza “Julito” en la dotación de personal de conducción de la Estación Constitución que estaba organizada en la Seccional Kilómetro 1 de La Fraternidad, en cuyo local se desarrollaron numerosas reuniones.

Está clara la tarea que le encomendaron “al agente Julito”: infiltrarse entre sus compañeros como “uno más” para recoger y pasar información a los servicios de inteligencia de la dictadura de las reuniones, de asambleas, de quiénes hablaban, de quiénes eran activistas, de las opiniones políticas, de los planes de lucha. En fin, este deleznable personaje se encargaba de delatar a sus propios compañeros a los asesinos de la dictadura militar.

Varios compañeros de esos tiempos recuerdan que “Julito” participaba de la actividad sindical, y que siempre hubo sospechas sobre la manera que tenía de actuar, pero nunca se pudo comprobar nada. Desde un primer momento siempre su actitud era la de “respetar las decisión de la Directiva” en contra de los que empujaban la lucha. Eso le sirvió para congraciarse con el oficialismo dirigente, que a la luz de la revelación de sus verdaderas actividades seguramente también sufrieron las tareas de inteligencia.

Recién lo traté más seguido cuando para el año 1985 fuimos a los cursos para rendir los exámenes para ser maquinistas de la tracción eléctrica que se iba a poner en funcionamiento a fines de ese año.

Transformado en “un hombre de la Directiva”, Julito ya maquinista pasa a Remedios de Escalada, la seccional más importante donde tendrá su asiento la dotación mayoritaria de la tracción eléctrica. El objetivo que tenía en su cabeza era “escalar” en el gremio, para ese entonces las decenas de jóvenes que habían ingresado en los últimos años ya tenían cierta experiencia sindical y estaban influenciados por la izquierda, especialmente por los militantes del MAS: varios de ellos ya participaban de las Comisiones Ejecutivas en distintas seccionales, y los choques con Julito que se decía “radical” fueron moneda corriente de esos días, ya que defendía al gobierno de Alfonsín de esa época. Cuando vino Menem y su Plan de Privatizaciones se destacó por ser uno de los que más lo defendió, atacando siempre con virulencia “a estos zurdos que se oponen siempre a todo”, era la hilacha de su pensamiento derechista que afloraba a cada paso.

La huelga de diciembre del 89 contra Menem desata un cambio profundo y las comisiones ejecutivas de varias seccionales son copadas por la nueva generación. Son estos compañeros los que van a organizar y encabezar la histórica huelga de los 45 días dirigida por el Plenario de Seccionales integrado por los delegados elegidos en las asambleas de las seccionales en lucha de La Fraternidad, Señaleros y Unión Ferroviaria.

“La Fraternidad rebelde” fue el nombre que la burocracia nos puso. Esa conducción fue un verdadero ejemplo de democracia de las bases, totalmente opuesta a las órdenes que solían bajar desde la cúpula sindical.

Julio Adolfo Sosa como parte de esa repodrida burocracia sindical que vendió a todos los ferroviarios y se enriqueció a costa de ellos, saca a relucir su faceta más oculta. Pasado el tiempo, se ve la mano de este nefasto personaje en la provocación montada por la SIDE, la empresa  y la burocracia en los acontecimientos del 12 de Marzo de 1992, donde la Policía Federal mete presos a 14 compañeros fraternales, los que luego son echados, pasados a disponibilidad y acusados judicialmente. Este ataque es respondido con un paro que luego se transforma en huelga por tiempo indeterminado, ya que el gobierno se juega a descabezar a esa nueva dirección combativa.

La historia dice que el gobierno menemista logró derrotar a los compañeros fraternales y eso dejó la vía libre para la privatización salvaje del ferrocarril que produjo el levantamiento de casi todos los trenes de pasajeros al interior del país, el cierre de ramales, de talleres, dejando en la calle a más de 50.000 ferroviarios.

Su profundo odio contra la lucha de los trabajadores y el activismo de izquierda lo llevó primero a ser “servicio de inteligencia” y luego, cuando los milicos ya no cotizaban, siguió su camino derechista combatiendo  a los zurdos “al servicio del menemismo y los patrones privatizadores”. Visto en perspectiva, no asombra para nada que este nefasto personaje haya podido hacer “carrera sindical”, ya que sus pares como Maturano y el asesino Pedraza son parte de la misma lacra antiobrera.

Lo interesante de todo esto es que se acaba el bonito discurso “progre” kirchnerista que venía teniendo la directiva, ¿sacrificará Maturano a Julito para salvar a los otros tránsfugas de la directiva? En todo caso lo que ocurra depende que las bases fraternales se rebelen y echen a patadas del sindicato a este buchón y junto a los organismos de derechos humanos y compañeros cesanteados en los 90 denunciarlo y luchar hasta llevarlo a la Justicia para que diga qué rol cumplió como “PCI de la Fuerza Aérea” y si se demuestra su responsabilidad, que vaya preso todo el tiempo que corresponda.

Héctor «Chino» Heberling fue maquinista despedidoFC Gral Roca, protagonista de las huelgas de los rebeldes fraternales del 91 y 92

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