La publicación de Villarruel arremete contra el libro Cometierra de Dolores Reyes, aunque también cita -incorrectamente- Las Aventuras de la China Iron, de Gabriela Cabezón Cámara. En ambos relatos las protagonistas son sobrevivientes de violencia de género, pero lo que horroriza a la vicepresidenta son las escenas de sexo donde ambas disfrutan de su sexualidad, en contraposición con toda la violencia patriarcal que reciben.
Villarruel ataca la ESI
«Existen límites que nunca deben pasarse. ¡Dejen de sexualizar a nuestros chicos, saquen de las aulas a los que promueven estas agendas nefastas y respeten la inocencia de los niños! ¡¡Con los chicos NO!!»
Desinformando como está acostumbrado este gobierno que miente sin pudor, la vicepresidenta dice que estos libros «sexualizan a «nuestros» chicos» – cuando el plan de lectura que ataca está pensado para adolescentes – y exige «sacar de las aulas a quienes promueven estas agendas». La visión de las infancias como objeto de tutela se combina con el ataque a las y les docentes que llevamos adelante la ESI: Villarruel reproduce así lo más reaccionario del discurso sobre las infancias donde se niega la autonomía progresiva y la capacidad crítica de les adolescentes, dos cuestiones que la ESI desarrolla al abordar la reflexión sobre le propio cuerpo, las prácticas de cuidado, el goce en contraposición con la violencia.
Es sabido que el 80% de les niñes que denuncian abusos sexuales lo hacen luego de haber tenido ESI en las escuelas. ¿Será esto lo que molesta a Villarruel?
Los contenidos de la Educación Sexual Integral están adaptados a las diferentes edades, partiendo del reconocimiento y cuidado del propio cuerpo, hasta contenidos más complejos en adolescentes, y no se limita a una visión biologicista o meramente de prevención de enfermedades de transmisión sexual o embarazos no deseados – algo que este gobierno también quisiera eliminar. El abordaje Integral de la ESI incluye la reflexión sobre las prácticas sociales, económicas y culturales alrededor de la sexualidad y el cuerpo: esto incluye desarmar imposiciones que vienen del sistema capitalista y patriarcal donde la sexualidad es una mercancía y las relaciones están atravesadas por la dominación, la desigualdad y la violencia. Todo esto se aborda en Cometierra, un libro dedicado a la memoria de Melina Romero y Araceli Ramos, donde la protagonista es sobreviviente del femicidio de su mamá.
Lo que a Villarruel le gustaría «sacar de las aulas» es todo el avance del movimiento feminista y LGBTTINB, desde la conquista del Ni Una Menos de que la violencia machista es un problema político, la difusión del Derecho al aborto legal, seguro y gratuito, la ESI, la posibilidad de nombrarse y vivir sus identidades a las personas No Binarias a través del lenguaje inclusivo. Al gobierno de Milei le gustaría que la educación sea una mera reproducción de la lógica del mercado que atraviesa la vida de estudiantes y docentes, frente a la cual la escuela puede ser un lugar de reflexión crítica y cuestionamiento. Se trata del gobierno que quiere eliminar la Universidad Pública, sin ir más lejos.
El sueño de la razón produce monstruos
El ataque a la educación y el conocimiento que hace el gobierno de Milei y Villarruel es característico de toda la extrema derecha que recorre el mundo en las caras de monstruos como Donald Trump, Bolsonaro, etc. A pesar de que enarbolen la idea de la «libertad», fomentan la opresión a través del oscurantismo y la censura, queriendo retrotraer todas las conquistas que hacen a la libertad sexual, identitaria, y más ampliamente, al desarrollo de la subjetividad de las personas.
En Estados Unidos, la política ultrarreaccionaria de Trump y personajes como Ron DeSantis elaboraron una lista de más de 350 libros prohibidos de las escuelas de Florida, donde crearon una ley para censurar los libros que “representen o describan una conducta sexual”. La ofensiva va especialmente dirigida contra las personas LGBTINB ya que existe una ley conocida como «Don´t say gay», que prohíbe enseñar sobre orientaciones sexuales e identidad de género en las escuelas.
Esto es una muestra del peligro que constituyen estos discursos de odio hacia la ESI y los derechos conquistados: luego del ataque por Twitter, la vicepresidenta argentina encabezó un acto en el Senado contra la ESI calificándola de «corrupción de menores».
El propio instrumento desde donde Villarruel lanza su ataque es la red social «X» manejada por Elon Musk, aliado de los monstruos de derecha antes mencionados. Estas redes en manos de personajes reaccionarios fomentan la desinformación, los discursos de odio y la censura a las voces disidentes que los cuestionan.
No sorprende que Villarruel elija lanzar una cruzada contra una serie de libros justamente a través de estas redes. Mientras gobiernos como el de Macri en CABA se llenan la boca hablando de la prohibición de los celulares en las escuelas, es obvio que les niñes y adolescentes están expuestos a una cantidad descomunal de contenido virtual en redes como Tik Tok, X, videojuegos, esto fomentado por la pandemia y las políticas que despreciaron la educación presencial y abandonaron a la juventud como ocurrió durante el gobierno de Alberto Fernández en Argentina.
El contenido predominante en estas redes está marcado por las reglas del mercado e incluye la representación de cuerpos a través de imágenes y videos, como productos. Recordemos que Milei fomentaba la venta de órganos y niñes, no hay que ser muy avispado para darse cuenta que este sector ultracapitalista defiende la mercantilización de los cuerpos y las personas, así como el medioambiente.
En contraposición, todos los libros que Villarruel ataca ponen en las voces de las protagonistas un relato de la experiencia del cuerpo en primera persona, marcados por el placer y el dolor, gracias a lo cual se puede dar en las aulas una reflexión sobre las experiencias de les estudiantes con la sexualidad. Los libros abren un espacio de reflexión crítica sobre la sexualidad mientras las redes reproducen una cantidad de imágenes abismal frente a las cuales les usuaries están expuestes como consumidores pasivos. En las aulas, la lectura de libros como Cometierra abren debates entre les estudiantes: es la única manera de poder hablar del cuerpo y dejar de considerar a la sexualidad como un tabú cuando es una parte fundamental de las relaciones entre las personas y de la construcción de la personalidad.
La intención de los monstruos oscurantistas es clara: que la sexualidad siga siendo una mercancía al servicio de las empresas capitalistas, del patriarcado y de la opresión, pero que por ningún motivo se hable de sexo en las escuelas, «para proteger a los niños».
Sin embargo, la reacción en amplios sectores por fuera de estos dinosaurios fue la inversa a la censura: cientos de publicaciones de docentes que leen en sus cursos Cometierra salieron a bancar este libro y a su autora, Dolores Reyes, que es egresada de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Las experiencias que relatan hablan de la importancia de la ESI en las escuelas, de las puertas que abre Cometierra, un libro que entusiasma a les estudiantes a leer. Y por supuesto como toda censura también genera ganas de leer el libro en personas que aún no lo hicieron.
De forma similar a la prohibición del lenguaje inclusivo, el intento de censurar libros puede producir el efecto contrario en amplísimos sectores que nos negamos a volver al medioevo. Para pesar de Villarruel, la vida es mucho más dinámica que Twitter, como se expresó en las calles en la última Marcha del Orgullo LGBTINB, donde hubo un claro repudio a las políticas de Milei.