Vientos de rebelión, sangre combativa

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Por Facundo M.

“Universidad de los trabajadores, y al que no le gusta, se jode, se jode”… el cántico se escuchó por cientos, por miles, quizás por decenas de miles. Es la voz de una marea inmensa de jóvenes que, inundando las calles, acompañaron la huelga de los docentes universitarios y exigieron presupuesto para la educación pública. Muchos de estos jóvenes fueron parte de la marea verde que inundó las calles por el aborto legal. Ahora confluyeron con los sectores de trabajadores en lucha (Astillero Río Santiago, PIAP, Ceramistas, MAM, Télam, Hospital Posadas) poniendo en pie comités de enlace obrero-estudiantil, repudiando el amedrentamiento de la docente torturada en moreno, organizando asambleas conjuntas con trabajadores y participando de las acciones de lucha de cada sector en lucha.

En las facultades, impulsaron asambleas masivas allí donde el activismo desbordó a las conducciones K o centristas que intentaron echar paños fríos al proceso, o donde la izquierda y el activismo dirige los centros de estudiantes. “Se va a acabar, se va a morir, la burocracia estudiantil” fue otro de los emblemas del proceso. Al calor de la lucha, las tomas y ocupaciones de edificios se expandieron a lo largo y ancho del país a pesar de las conducciones centristas y burocráticas y de las corrientes vacilantes. La irrupción de un nuevo activismo fue clave para garantizar todas las actividades y comisiones desarrolladas en el proceso de lucha.

En Córdoba, la gestión de la UCR intentó desalojar a los estudiantes con la fuerza policial, no sólo no lo logró, sino que se precipitó un repudio generalizado y la expansión del proceso de tomas al conjunto de la UNC. En Mar del Plata casi todas las sedes universitarias fueron ocupadas, además se sumaron a la lucha los institutos de formación docente y terciarios. En la UBA asambleas masivas ocuparon Psicología, Exactas, Sociales, y Filosofía y letras. En la universidad de Río Negro, los estudiantes enfrentaron las denuncias penales del rector de la franja morada. En COMAHUE realizaron un espaldazo e interrumpieron el discurso del rector Crisafulli durante la marcha educativa, impulsaron las tomas en Humanidades, FADECS y Ciencias de la Educación, y por miles cortaron el puente carretero que une las ciudades de Neuquén y Cipolletti. Además, en todas las facultades del país hubo vigilias, clases públicas, y actividades de lucha.

Las tomas y ocupaciones expresaron una tendencia a la organización independiente del movimiento estudiantil. Desbordaron las gestiones universitarias que, intentando encauzar el proceso, impulsaban medidas tibias o institucionales como abrazos simbólicos o consejos directivos abiertos. Los estudiantes rompieron todos los diques de contención, crearon puntos de apoyo allí donde parecía no haber ninguno y pusieron de pie un movimiento estudiantil como hace años no se veía. La irrupción masiva de un nuevo activismo juvenil es un hecho con el que contar para los próximos procesos de lucha.

 

Cuando el fuego crezca quiero estar allí

Este movimiento de la juventud universitaria no se da en cualquier contexto. El gobierno de Macri, tras el acuerdo con el FMI, ha lanzado una ofensiva en toda la línea contra la juventud, los trabajadores y el pueblo en general. El anuncio del cierre de 10 ministerios (entre ellos Salud, Trabajo y Ciencia y Tecnología) implica un ataque en regla a los trabajadores del estado, además de la ya anunciada reducción del presupuesto de salud y educación, y el desfinanciamiento de áreas imprescindibles para el bienestar de la población.

La escalada inflacionaria de los precios, el tarifazo a los servicios y la devaluación de la moneda, rasgos inequívocos de un desgobierno en materia económica, generan una situación de incertidumbre total frente al futuro económico del país. En los hogares obreros crece la preocupación por la imposibilidad de cubrir necesidades básicas. En las barriadas populares se expande el hambre y la pauperización estallando ocasionalmente en saqueos. Los estudiantes tienen que enfrentar cada vez más dificultades para continuar sus estudios, en especial quienes vienen del interior, por el aumento de los alquileres y el transporte. Entre los sectores populares, no queda casi nadie que no esté enojado con este gobierno.

Comienza a generalizarse la comprensión de que Macri no tiene nada bueno para ofrecer a los de abajo, y empieza a ser más claro que representa sólo los intereses del capital financiero internacional, los exportadores de soja y agro que se benefician con la devaluación, y los grupos concentrados del empresariado argentino. Cae la ficha de que la continuidad de su gobierno sólo puede traer más sufrimiento, y que las contrarreformas estructurales que intenta aplicar perjudicarán a la población durante largas décadas.

Mientras los K y la burocracia sindical le hacen el juego al gobierno y no pierden ocasión para expresar que el gobierno “tiene que terminar su mandato”, por abajo la bronca sigue creciendo… la clase trabajadora y el pueblo no pueden esperar a 2019 porque cada día se juega su plato de comida. Los trabajadores no tienen nada que perder echando a Macri, tienen por el contrario, un futuro digno por ganar.

 

El pibe de los astilleros nunca se rendía

“Que se vayan todos, que no quede ni uno solo”. El canto no provenía esta vez de jóvenes rebeldes tomando su facultad. Tampoco de las heroicas luchadoras del movimiento de mujeres y sus pañuelos verdes. Esta vez provenía de corpulentos y decididos obreros en la ocupación del astillero Río Santiago. Ellos dieron un paso más en la radicalización de sus métodos de lucha. Enfrentaron la represión de la policía hace semanas, y luego respondieron a la provocación de los medios y la derecha con la ocupación de su lugar de trabajo agregando un importante elemento de radicalización, al impedir salir a los gerentes y el personal jerárquico hasta tener una respuesta favorable. Gracias a esta contundente medida consiguieron un compromiso firmado contra el desfinanciamiento que no debe hacerlos bajar la guardia, pero que es un primer triunfo.

En el techo de la ocupación una bandera decía “estudiantes en toma de la facultad” señalando la presencia de los jóvenes que acudieron al resguardo de los trabajadores para defenderlos y asegurar su triunfo, o enfrentar juntos la represión del gobierno. Las características radicalizadas de este conflicto, los incipientes elementos de unidad obrero-estudiantil, marcan un camino sumamente progresivo a imitar y tener en cuenta en todos los conflictos presentes y futuros. El de la unidad de los que luchan para derrotar al gobierno de Macri, el de la recuperación de los métodos históricos de la clase trabajadora en el camino de defender sus reivindicaciones.

 

El tiempo no para

Los trabajadores del astillero marcan el camino. El gobierno de Macri no se aguanta más. El presupuesto que está intentando acordar con los gobernadores es de hambre y miseria. La crisis económica es el combustible que alimenta el masivo descontento social y la caída en las encuestas de la imagen de Macri. La rebelión educativa y las luchas obreras marcan una perspectiva estratégica, la de darle una salida desde los luchadores y la clase trabajadora a la crisis en curso, los astilleros marcan el camino. Tenemos una tarea de honor garantizando un carácter activo al próximo paro general convocado para el 24 y 25 de septiembre, donde nuevamente estudiantes y trabajadores confluirán para hacer oír el descontento popular.

Macri se tiene que ir, no se puede esperar a 2019, echarlo es imprescindible para asegurar el triunfo de todas las luchas y la conquista de nuestras reivindicaciones. Es nuestro futuro lo que está en juego, ellos nos lo quieren robar. El fururo ya llegó.

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