El PIT-CNT (central sindical única de Uruguay) organizó y llevó a cabo el más importante paro general de los últimos quince años. Es el tercero en contra del gobierno blanco ultra liberal de Lacalle Pou pero es el primero que consigue superar la fuerza propia del movimiento sindical.
El gobierno ha sido la vanguardia de la rebaja salarial generalizada en el sector público, además de plantear toda una agenda de reducción de derechos para los asalariados estatales mediante el proyecto llamado de Rendición de cuentas. En el curso del presente año, las patronales privadas, escudándose en la pandemia y en la señal dada por el gobierno, están discutiendo convenios a la baja en cifras que en promedio son del 30% en términos reales.
Los trabajadores uruguayos están obligados a salir a la pelea. Es una lucha que va a ser difícil y que necesariamente debe superar el plano corporativo, porque la decisión de ajuste y austeridad por parte del gobierno y la burguesía uruguaya es muy firme.
En un tiempo histórico en el que los más elementales derechos a la protesta están siendo cuestionados por las usinas del pensamiento conservador en nombre de supuestos “servicios esenciales”, el paro fue totalmente exitoso en todos los niveles de la enseñanza y en la actividad bancaria, lugares difíciles para conseguir una adhesión tan mayoritaria[1].
También hay que señalar que el paro no se limitó a Montevideo y otros centros urbanos sino que alcanzó extensión nacional. Esa adhesión no fue pasiva sino que una parte destacada de ella participó de la movilización. Vinieron 190 colectivos desde el interior y participaron más de diez mil trabajadoras/es en el acto del PIT-CNT. El acto tuvo una concurrencia que superó las cien mil personas movilizadas, una cifra contundente a escala de Uruguay[2]. Además de los actores sindicales destacados como la construcción o los de la industria química concurrieron a la movilización los agricultores aspirantes a colonos que protestan contra las intenciones de liquidar el Instituto de Colonización[3] que se vislumbra en los proyectos planteados por el gobierno.
Hay que aclarar que el gobierno resultante es un gobierno de la mayoría ultra liberal del Partido Nacional (los blancos) apoyado por los colorados, un partido militar llamado Cabildo Abierto[4] y un conjunto de pequeños y heterogéneos partidos que rondan entre los tres y el uno por ciento de los votos (incluyen a autopercibidos progresistas que odian al FA, a ecoderechistas y un supermercadista negrero que buscó emular a Macri). No es un gobierno de coalición: es un gobierno blanco con el apoyo y algunos puestos gerenciales en el estado para esos otros partidos.
El otro elemento que está en juego es el referéndum para derogar los artículos más reaccionarios de la Ley de Urgente Consideración (LUC), un engendro legislativo de más de seiscientos artículos que implementa disposiciones sobre los más variados temas y cuestiones. Desde las asuntos que verdaderamente le importan a la burguesía y a la derecha, como la represión legalizada a la protesta obrera y popular y la liquidación de los ámbitos estatales en los que perduran conquistas sociales y democráticas del pueblo, que remiten a décadas pasadas pero que han logrado sobrevivir a pesar de su vaciamiento. La LUC busca ser algo así como un blindaje legal al neoliberalismo, darle fuerza de ley a las contrarreformas reaccionarias.
La existencia del referéndum se debió a una dura lucha política con el ala más social liberal del ya social liberal Frente Amplio. Éstos trataron de no apoyar ninguna clase de referéndum[5] y promover el diálogo con el gobierno, con la esperanza de que una actitud prudente más el deterioro previsible de la coalición por los costos socio-políticos de su programa, termine llevando al FA de nuevo al gobierno. Esta perspectiva fue claramente derrotada en el corto y en el mediano plazo. El éxito del paro general ha significado un punto de apoyo en la lucha por ganar el referéndum; el cual implica una lucha compleja, que no está ganada ni perdida de antemano. Pero que seguramente no va a poder ganarse con una estrategia en frío, sin lucha en la calle.
[1]El movimiento sindical tiene la política de garantizar guardias médicas mínimas así como no retirar de la calle todo el transporte público, lo cual permite ver más objetivamente la adhesión al paro.
[2]Solamente superada por actos como el del 1º de mayo de 1983 (150.000 participantes) en el momento en el que existía una leve apertura política pero que la dictadura no se había retirado y cualquier tránsito hacia la democracia burguesa estaba todavía en ciernes.
[3]El Instituto de Colonización es el organismo público que se ocupa de comprar tierras y repartirlas entre los aspirantes a colonos. Fue creado en 1948 durante el segundo batllismo aunque había importantes antecedentes de esta política en gobiernos anteriores.
[4]Parecido al fenómeno del MODIN de Rico en los años 90. También fue un resultado de la política militar de Mujica y Fernández Huidobro durante el segundo y el tercer gobierno del FA quienes promovieron al general Manini Ríos, facilitándole el camino para aparecer como político opositor emergente cuando, debido a sus frecuentes insolencias, fue echado de la conducción del Ejército por Tabaré Vázquez.
[5]Con todos los límites y peligros que implica el instrumento referéndum.