
La convocatoria fue en defensa de la educación pública y en exigencia del pronunciamiento de las autoridades por la liberación de las patentes de las vacunas contra el COVID-19. La iniciativa fue la primera actividad política de denuncia y exigencia de los estudiantes ante el abandono de la Universidad en un contexto de educación virtual.
El 2021 nos encuentra en un nuevo año de una pandemia que trastoca todas las variables de la sociedad y frente a la cual los gobiernos del mundo vienen demostrando no saber ni querer realizar políticas de fondo que tiendan a darle una solución, al menos tentativa, a este problema que ya es histórico.
Hacia el último trimestre del año 2020, cuando bajó el pico de contagios, Alberto Fernández decidió abrir todo presionado por los empresarios: fábricas, lugares de comida, recreativos, viajes, etc. Y cuando apareció la vacuna, no aprovechó para realizar un plan masivo y rápido de vacunación y así generar inmunidad de rebaño. Mientras tanto, las universidades fueron lo único que permaneció cerrado durante ese tiempo, y al día de hoy nos encontramos no sólo con una profunda crisis sanitaria bajo una segunda ola, sino también con un crisis educativa como producto de una educación virtual excluyente y elitista que parece no importarle al gobierno, ni a la oposición de derecha, y lamentablemente tampoco al FIT, quienes de conjunto se oponen a toda acción de lucha por los derechos estudiantiles.
Sin embargo, desde el ¡Ya Basta! entendemos que cuando todo eso sucede, la acción de los movimientos de abajo por sus derechos se imponen como una necesidad de primer orden. Es precisamente por eso que desde nuestra agrupación estudiantil impulsamos lo que fue la primera acción en las calles en defensa de la educación pública y porque la UNLP exija la liberalización de las patentes de las vacunas.
Hasta hace poco tiempo, todo se encontraba en funcionamiento menos las universidades y en La Plata el rector Tauber osaba culminar el 2020 diciendo que la virtualidad había sido un éxito. Olvidaba decir un pequeño detalle de ese éxito: ¡que esa modalidad tuvo como resultado la expulsión de alrededor de 45.000 estudiantes! Estudiantes a los que tampoco se les daba voz ni parte para opinar y/o decidir cómo enfrentar esta situación en que la Universidad ya no estaría siendo ni tan pública ni tan gratuita ni tan democrática.
Desde el ¡Ya Basta! denunciamos desde el primer momento esta situación y es por eso que desde hace varias semanas montamos una campaña contra la deserción estudiantil, con publicaciones en redes y agitaciones en las calles, dentro de la cual la concentración en el Rectorado fue una expresión de ella. En esta campaña nos encontramos con cientos y cientos de compañeros que nos expusieron sus problemas y en tan sólo tres jornadas de agitación, juntamos alrededor de 600 firmas de estudiantes adhiriendo al reclamo contra la deserción. Finalmente decidimos hacer un corte frente al Rectorado, dándole voz a esta demanda tan sentida y en la que los estudiantes se encuentran totalmente desamparados, ya que ni la Universidad ni la Federación Universitaria deciden escucharlos ni salir a pelear por sus derechos.
Pero ningún reclamo de ningún sector puede darse de manera aislada de otros problemas de la sociedad y mucho menos en un contexto de pandemia histórica como la que hoy atravesamos y que abrió Abril con una segunda ola que pone al límite un sistema de salud hiper-limitado, como subproducto de la falta de soluciones de fondo por parte del gobierno nacional. Es por eso que al reclamo contra la deserción estudiantil, le sumamos el pedido de que la UNLP exija la liberación de las patentes de las vacunas. Este es un debate que se desarrolla en el mundo y nosotros, como parte de la comunidad educativa, entendemos que las universidades públicas con sus científicos y legitimidad, pueden dar una pelea porque el conocimiento científico (que por ejemplo desarrolló las vacunas) sea puesto al servicio del pueblo y no de la especulación empresarial. La disputa por una ciencia, conocimiento y desarrollo técnico como bien social, verdaderamente público, seguro y gratuito, debe y puede colocarse en la agenda de la UNLP.
Luego decidimos incorporar a nuestra campaña otras demandas estudiantiles, ya que la deserción es acompañada por un conjunto de derechos que al día de hoy son avasallados: el cierre del albergue, el boleto y el comedor, las restricciones que suponen las correlatividades de las materias, la quita de mesas de finales, la falta de prácticas esenciales presenciales y el aumento de salario y planta docente.
Finalmente, pusimos esta acción a disposición de todas estas demandas en una jornada repleta de pinceles, carteles, rafias, pintadas callejeras, redoblantes y una radio abierta al servicio de darle voz a las diversas luchas juveniles, contra los femicidios y por la aparición de Tehuel De la Torre, contra la megaminería en Andalgalá, etc. Pintamos “Presupuesto para salud y educación. Fuera el FMI” en la calle, dejamos colgada una rafia en las puertas del Rectorado exclamando que la UNLP exija la liberación de las patentes para vacunar a toda la población, pegamos carteles con diversas consignas en defensa de la educación pública y nos solidarizamos con la lucha de los trabajadores de salud en Neuquén, expresada tanto en las intervenciones como en una campaña fotográfica para las redes sociales.
Desde el ¡Ya Basta! entendemos que ni la salud ni la educación pueden ser un privilegio y que el movimiento estudiantil y la Universidad pueden cumplir un rol en esta pandemia. Un movimiento como el estudiantil que, pese a que aún hoy se encuentra pasivizado y atomizado como parte de una política de Estado, puede ponerse en pie retomando sus históricos métodos de lucha, siguiendo el ejemplo de los trabajadores de salud de Neuquén, de las mujeres que salieron a luchar por el aborto legal y del movimiento ecologista contra las quemas y la megaminería. En esta perspectiva es que logramos algo muy importante: realizar la primera acción política de estudiantes universitarios en La Plata en defensa de una Universidad pública y de la salud atacada por el gobierno y cuya defensa sólo puede venir de la lucha y organización de los de abajo.