
El pasado jueves 15, la Universidad Nacional de las Artes realizó el último Consejo Superior del año. En esta sesión, participaron representantes estudiantiles de los distintos departamentos que conforman la UNA: entre ellos, Matías Brito, Consejero Superior de Artes Audiovisuales por ArteInsurrección.
La discusión giró en torno al presupuesto asignado para la UNA de cara al 2023 en un contexto donde el gobierno nacional con el aval del Congreso ha aprobado un recorte en el presupuesto para las universidades públicas del 10% en términos reales. El ajuste aplicado a nivel nacional para pagarle al FMI se siente en cada lugar de estudio y de trabajo, el arte y la cultura no son una excepción: en la UNA, son las autoridades quienes vienen aplicando el ajuste. En ese sentido, la gestión de la decana Sandra Torlucci propuso al Consejo Superior acompañar el presupuesto propuesto por el Congreso Nacional para el próximo año por un monto de 7.400 millones de pesos para la UNA. La cifra representa tan solo un 40% de aumento respecto del presupuesto ejecutado en 2022, lo que nos delata un recorte real del 10% si nos basamos en la inflación del 60% proyectada por el gobierno para el año que viene (el recorte sube mucho más si consideramos que la inflación anual puede superar por varias decenas ese número).
Este presupuesto de recorte sobre nuestra educación viene en sintonía con el ajuste que está llevando adelante el gobierno del Frente de Todos con Alberto Fernández, Sergio Massa y el FMI a la cabeza. En este sentido intervino el Consejero Superior por Artes Audiovisuales, Matías Brito, señalando que el presupuesto resulta totalmente insuficiente para resolver los problemas que atravesamos les estudiantes de la UNA todos los días; desde la oferta horaria, que es pésima, a la situación edilicia decadente, existe todo un abanico de problemas que nos imposibilitan avanzar con nuestras carreras. Un ejemplo claro es la falta de cupos que hay en distintos departamentos de la UNA: en Artes Visuales hubo un importante conflicto a principios de cuatrimestre cuando decenas de estudiantes se quedaron sin poder cursar. A su vez, en Artes Audiovisuales la escasez de equipos impide que les estudiantes tengamos un contacto real con el oficio, afectando nuestra formación. A todo esto se suman las pésimas condiciones edilicias en las que les estudiantes de la UNA llevamos adelante la cursada: es ilustrativa la situación de Artes Visuales donde, en lugar de mesas, les estudiantes deben realizar sus trabajos sobre puertas apoyadas en caballetes (o sillas).
La precariedad de nuestras condiciones de cursada se ve por donde se mire, por lo que desde ArteInsurrección en esta sesión del Consejo Superior exigimos la triplicación del presupuesto educativo para acceder a una educación de calidad y que nadie se quede sin poder estudiar. Frente a este reclamo, las autoridades tomaron la postura vergonzante de defender el mismo presupuesto de ajuste que votó el Congreso para las universidades. La decana Sandra Torlucci expresó una posición conformista, alegando que, aunque decía no estar contenta con este presupuesto, había hecho «todas las gestiones posibles» y que el presupuesto alcanzaba para sostener la UNA «tal cual es hoy» y su funcionamiento. Ante esto, el Consejero Superior Matías Brito objetó que esta sería una meta sumamente precaria, claro está, considerando que la UNA tal cual es hoy implica la deserción de cientos de estudiantes, las dificultades para avanzar con la carrera cuatrimestre a cuatrimestre y una formación que se empobrece de la mano de los constantes recortes. Frente a esta discusión, la decana continuó su intervención con un ataque por derecha hacia les estudiantes, utilizando un argumento meritocrático que buscó cuestionar a les estudiantes de la UNA por terminar la carrera en 9 años, como si fuese posible cursar 55 materias en 4 años como dice el plan de estudios de Artes Audiovisuales en las actuales condiciones de la universidad y del país. La realidad que expresa la experiencia estudiantil, señaló el Consejero Matías Brito, es que muchos estudiantes de los primeros años se anotan a cinco materias, pero se ven forzados a dejar un par y terminan cursando tres. Así, las autoridades de la UNA responsabilizan a los propios estudiantes por tardar más tiempo en cursar la carrera, desconociendo completamente que la gran mayoría nos vemos obligados a tener que trabajar para sostener nuestros estudios y las exigencias de la vida diaria y que nos faltan horarios y herramientas para sostener una cursada en condiciones.
A su vez, la decana Torlucci aprovechó para poner en tela de juicio los históricos métodos de lucha del movimiento estudiantil como la asamblea y la movilización, arguyendo que son motivo de que muchos estudiantes dejen de cursar. Sin embargo, la experiencia ha demostrado ya que a través de estos métodos se llegó a grandes conquistas como la partida extra-presupuestaria conquistada en 2010, producto de la lucha estudiantil y de ocupaciones pacíficas que duraron semanas. La lógica correcta es, por lo tanto, la opuesta a la de la decana: mientras las autoridades se encuadran con la política de ajuste del gobierno nacional y se conforman con la miseria presupuestaria actual, nosotros damos la pelea por mayor presupuesto y por el conjunto de las exigencias estudiantiles. Por si faltaba dejarlo más claro, Torlucci reafirmó cuáles son sus prioridades al decir que no va cuestionar el presupuesto del gobierno porque es “su gobierno”, es decir, pone por encima de las necesidades de toda la comunidad educativa sus preferencias políticas que son de ajuste al pueblo trabajador.
Sin embargo, desde Arteinsurrección reclamamos la triplicación del presupuesto para la UNA porque entendemos que es lo necesario para poder garantizar una educación pública de calidad y que sea accesible para todes y que eso es lo que debe ordenar nuestra intervención como representantes estudiantiles. Sabemos que para conseguirlo el camino es la organización estudiantil, las asambleas, copar la calle y la universidad con nuestros reclamos para arrancarle a las autoridades y al gobierno el presupuesto que necesitamos para poder estudiar.
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