Un voto de desconfianza

Rafael Salinas

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CHILE: Bachelet electa… pero el 57% no fue a votar

Como era de prever, Michelle Bachelet se impuso por un amplio margen en el segundo turno de las presidenciales. Pero, en verdad, la noticia fue que el 56% de los electores no votó. Se superó así el récord de abstención de la primera vuelta, cuando el no-voto llegó al 44%.

Algunos comentaristas tratan de minimizar los significados políticos de este cachetazo, explicando que sería “natural” o “comprensible” porque hoy en Chile el voto no es obligatorio.

Por supuesto, la no obligatoriedad facilita no votar. Y seguramente existe una cuota de atraso político que se suma a otros factores, como la difusión del idiotismo posmoderno de “no meterse en política”, una treta con que la burguesía en todos los países ha logrado que amplios sectores se automarginen de la cosa pública.

Sin embargo, la abstención es demasiado alta como para atribuir todo a eso. Es muy probable que también, como señalábamos en un artículo anterior sobre la primera vuelta, “El alto porcentaje que no fue a votar no sólo expresa a sectores ‘atrasados’, indiferentes a la política, sino también a franjas que con toda razón desconfían ‘por la izquierda’ de esa ‘Nueva
Mayoría’… que tiene muy poco de ‘nuevo’. Efectivamente, la ‘Nueva Mayoría’ de Bachelet no es más que la continuidad (con otro nombre más el agregado del PCCh) de la vieja ‘Concertación’, que ya gobernó Chile… la última vez, con la misma Bachelet de presidenta del 2006 al 2010” (“Nuevo mandato de Bachelet, en un escenario de fuertes reclamos políticos y sociales”, SoB, Nº 272).

Como sea, Bachelet enfrentará seguramente un escenario de fuertes reclamos obreros, juveniles y populares. Las masas que tuvieron contra las cuerdas al gobierno de derecha de Piñera, seguramente van a presentarle a Bachelet su pliego de reclamos.

Desde el gobierno –en primer lugar con la ayuda del PCCh y la burocracia de la CUT– van a tratar de desmovilizar, pidiendo paciencia y esperar que todo se solucione por vía de las instituciones. Pero el “voto de desconfianza” que se refleja parcialmente en esta segunda vuelta, indicaría que la paciencia puede acabarse pronto.

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