Túnez ¿Cómo en la Primavera Árabe?

Una nueva ola de movilizaciones conmueve el país que fue vanguardia de la Primavera Árabe. En la prensa internacional ya se habla de los "chalecos rojos" tunecinos. Un nuevo país se incorpora a la ola de movilizaciones que atraviesan la zona mediterránea.

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Por Fernando Klaus

 

“Hoy voy a comenzar una revolución. Voy a inmolarme y si al menos una persona consigue un trabajo gracias a mí, estaré contento. Estoy harto de las promesas incumplidas. Hay mucho desempleo, la gente no tiene nada para comer. Muchos están muertos aunque estén vivos. Reclamen sus derechos, protesten, quemen neumáticos. El Estado no quiere movimientos pacíficos” (Abderrazak Rezgui)

Abderrazak Rezgui, periodista de 32 años, se prendió fuego a sí mismo en la ciudad de Kasserine, Túnez en señal de protesta por las pobres condiciones económico – sociales de dicho país, tratando de emular los inicios de la Primavera Árabe a 8 años de su estallido.

Sus últimas palabras las grabó y las subió rápidamente a las redes sociales. En el video denunció las condiciones de vida actuales del país africano y criticó lo poco que cambi{o la realidad tunecina desde finales de 2010, cuando decenas de miles tiraron abajo la dictadura represiva de Ben Ali. El suicidio tuvo lugar en La Plaza de los Mártires, en Kasserine, capital de la gobernación que del mismo nombre, una de las provincias más pobres del país  y muy cercana a Sidi Buzid, sede inicial de la oleada revolucionaria del mundo árabe.

La muerte de Rezgui desencadenó grandes protestas que derivaron en un enfrentamiento de varios días con la policía. Decenas de ellos fueron detenidos tras ser reprimidos. Esto obligó a la Unión General Tunecina de Trabajo (UGTT) a llamar a un paro general para el próximo 17 de enero. El desempleo juvenil alcanzó un 35% y el deterioro en materia económica y social como producto de la continuada crisis de 2008 son solo un parte de la base material de este nuevo ascenso de la lucha de clases tunecina.

El descontento se canaliza en las calles contra del gobierno de Beji Caid Essebbi: “Nada ha cambiado en ocho años. Nos engañaron, tenemos que volver a exigir nuestros derechos. El de la protesta es el único lenguaje que conocen los políticos”, expresó una de las personas a la agencia de noticias EFE. La polarización callejera se ha extendido a lo largo de los días, la represión se ha llevado ya decenas de detenidos y heridos.

 

La transición democrática, ¿un éxito?

Gran parte de la prensa capitalista caracteriza que, en Túnez, la Primavera Árabe se cerró porque fue seguida de una “transición exitosa” a la democracia. La nueva ola de movilizaciones que conmocionan el país es para ellos como rayo en cielo sereno, algo incomprensible en la medida en que ya no habría motivos a la vista para el explosivo descontento popular. El decreto ideológico del “cierre exitoso” de la rebelión popular pretende esconder las raíces profundas de la rabia que explota ahora de nuevo, casi 7 años después de la caída de Ben Alí. Su régimen autoritario de más de dos décadas y media de existencia fue, sin duda, un buen motivo para movilizarse. Pero el motivo de fondo del estallido árabe del 2011 fueron las consecuencias de los coletazos largos de la crisis abierta con la caída de las bolsas en 2008, el amplio deterioro de las condiciones de vida de las masas populares, la desocupación estructural de la juventud, etc. En suma, el caldo de cultivo de la rebelión fue el capitalismo atrasado del país africano, que hace insoportable el día a día para la mayoría trabajadora. Y los nuevos gobiernos “democráticos” – encabezados por islamistas ultra reaccionarios- están muy lejos de haber cambiado algo de la herencia neoliberal de Ben Alí.

Veamos algunos datos del Banco Mundial (que no es exactamente una institución defensora de los de abajo, crítica de las políticas de corte neoliberal). El PBI bajó entre 2014 y 2017 aproximadamente un 15%, pasó de US$47,588 (en miles de millones) a US$40,257. Desde 2010 la inflación anual subió de 3.8 a 5.7 y las exportaciones bajaron de 50% a 44% en relación al PBI. La deuda externa total trepó de US$22,472 millones a US$32,152. Este agravamiento económico suscitó el pedido de US$2 millones al FMI, monto pagado en su totalidad en 2013 y que no mejoró ninguno de los índices económicos. Otro índice que creció es el del gasto militar, de 1,3% del PBI a 2,1%, el cual demuestra el continuo carácter represivo del Estado tunecino. Un elemento adicional es que la percepción de corrupción se mantuvo prácticamente igual entre 2012 y 2017 con un índice de 42, lo que ubica a Túnez en el puesto 74º del ranking mundial. Según el Foro Tunecino por los Derechos Económicos y Sociales (FTDES) hubo hasta 434 suicidios e intentos de suicidio hasta noviembre de este año siendo los hombres entre 26 y 35 años del centro del país los que constituyen la mayoría de los casos. Los datos clarifican que la transición democrática burguesa sólo vino a apagar un fuego. Fue la manera que encontró la clase capitalista para contener a las millones de personas que salieron a las calles.

 

2011-2018

Mohamed Bouazizi se inmoló el 4 de enero de 2011 en repudio a las terribles condiciones de vida de Túnez, compartidas también en gran parte de la región. Era un arquitecto de apenas 27 años que con su muerte desató el comienzo de la rebelión popular tunecina y marcó el comienzo de lo que luego se denominaría la Primavera Árabe. Este proceso tuvo su epicentro en Egipto, donde la gente en la calle logró derrotar al dictador Hansi Mubarak a 30 años de gobierno ininterrumpido y continuó en Libia, país en el cual el pueblo tiró abajo a Gadaffi, quien estuvo al mando durante más de 4 décadas hasta su asesinato.

Hasta este mes que termina, las rebeliones de hace menos de una década parecían definitivamente enterradas, luego de dejar paso en general a gobiernos islamistas reaccionarios y neoliberales (Túnez, Egipto), a títeres del imperialismo (Libia) y a una cruenta guerra civil que apartó de la escena a las masas y las convirtió en víctimas de una catástrofe. La derrota de la Primavera Árabe fue una de las máquinas que dieron locomoción al ascenso de la derecha. El recomienzo de la lucha en Túnez nos dice claramente que nada está aún cerrado. Los nuevos gobiernos surgidos hace tan poco podrían demostrar ser mucho más efímeros que sus antecesores.

Pero con la incorporación a sus movilizaciones del símbolo de los «chalecos rojos», el carácter internacional de las motivaciones para movilizarse se pone en evidencia, y el movimiento actual parece tener una posible proyección y amplitud similares a las rebeliones del 2011. Como de las plazas árabes se fue a los Indignados europeos, hoy los chalecos amarillos parecen estar llegando a suelo africano.

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