Desde el comienzo mismo del brote, de manera nacional-imperialista, intentĂł descargar la responsabilidad de las consecuencias de la enfermedad sobre otros paĂses. Lo hizo luego de negar en primer lugar su gravedad, negĂĄndose a tomar medida alguna de prevenciĂłn de la expansiĂłn del virus.
AtentĂł tambiĂ©n de manera sistemĂĄtica contra la salud pĂșblica, defendiendo de manera incondicional los negocios capitalistas.
RenegĂł tambiĂ©n de todas las evidencias cientĂficas, de todas las advertencias de los profesionales, y sistemĂĄticamente alentĂł el desconocimiento de toda medida sanitaria. PresentĂĄndose en actos pĂșblicos no respetando el distanciamiento social, presentando curas fĂĄciles no avaladas por la medicina. Hizo gala de un oscurantismo medieval irresponsable que agravĂł la expansiĂłn del Coronavirus en Estados Unidos, que es hace meses el paĂs mĂĄs golpeado por la pandemia. Ya son mĂĄs de 200 mil los muertos en el paĂs del norte.
Su gobierno es del arco de la extrema derecha de la situaciĂłn actual. No sĂłlo negĂł a la ciencia y sus advertencias sobre la pandemia, tambiĂ©n se ubicĂł como enemigo descarado de la lucha antirracista, alentĂł el crecimiento por abajo de los grupos neo fascistas y supremacistas blancos. Su contagio lo recibe como un boomerang de su propia polĂtica, su negacionismo reaccionario. La movilizaciĂłn popular iniciada a fines de mayo pasado deberĂa poder echarlo para lograr imponer otro curso, hacer valer sus intereses.