Triple A: 46 años de la Masacre de Pacheco

Oscar Meza “Hijitus”, Antonio Moses “Toni”, Mario Zidda “Tano” ¡Presentes!

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“ ‘La responsabilidad por estos asesinatos tiene nombre y apellido: Juan Domingo Perón’
Diputado Rodolfo Ortega Peña*, 30 de mayo 1974, durante el acto de repudio por la muerte de tres militantes del PST [Partido Socialista de los Trabajadores] secuestrados y asesinados en General Pacheco y llevado a cabo enfrente del local central del PST en la calle 24 de Noviembre, barrio de Once.

‘A ustedes los mandó a matar Perón, no le quepa la menor duda. Yo sé que si pudieran, también me matarían. Acá no va a haber tregua para nadie.’ Diputado Rodolfo Ortega Peña, Julio de 1974, dirigiéndose a militantes gráficos del PST en una charla con dirigentes y activistas, días antes de su asesinato.»

IzquierdaPuntoInfo. La Masacre de Pacheco, el verdadero Ortega Peña, la Triple A y Perón, Carlos Petroni, 12/3/12

En aquel año 1974, las masacres a los luchadores que defendían los derechos y las conquistas de los trabajadores, de todo el arco político que repudiaba los crímenes y atentados de la Triple A, fueron moneda corriente. Las palabras de este histórico referente del peronismo revolucionario con el que iniciamos la nota, ponen blanco sobre negro una situación que atravesaba a la sociedad toda. El 31 de julio de ese mismo año, él caía asesinado por esta banda parapolicial.

Fue el año también en que la clase obrera y la juventud tuvieron defensas para resistir, aunque cada vez en condiciones más difíciles, los ataques permanentes.

El PST sufrió su primer ataque mortal con el asesinato del compañero Inocencio “Indio” Fernández, delegado de sus compañeros de la fábrica metalúrgica Cormasa de la Zona Norte del Gran Buenos Aires, cuando se dirigía hacia su trabajo el 8 de mayo del 74. Había organizado con sus compañeros una lista antiburocrática a la “sagrada” conducción de la seccional local que respondía al secretario general nacional Lorenzo Miguel.

A la semana, después de su entierro, la hipócrita dirigencia de la UOM, presionada por la base que repudió masivamente el crimen, acompañó un paro surgido desde la bronca por abajo. “Cormasa ante el asesinato. Al día siguiente del entierro, el martes 14 de mayo, se inició una huelga, exigiendo justicia por el Indio y la renuncia inmediata de los ‘delegados’ fraudulentos.

El jueves 16, cínicamente, la burocracia de la UOM Vicente López, publicó una solicitada ‘condenando’ el crimen y exigiendo ‘justicia’. El viernes 17 la huelga se transformó en paro de fábrica ante la intransigencia de la UOM y sus delegados que pretendían mantenerse en sus cargos pese al repudio generalizado de la base. Finalmente, luego de un día agitado, con amenazas policiales y una intimación ministerial, hubo un triunfo y se levantó la medida. La patronal firmó un acta comprometiéndose a reconocer la gestión de una comisión obrera, elegida democráticamente por asamblea, como representante del personal. Los compañeros del Indio hacían honor a su muerte con la movilización y la unidad contra los burócratas.” (Id)

En la Masacre de Pacheco, en el mismo mes de mayo, el 29, cayeron víctimas 3 compañeros secuestrados tras el ataque al local de la localidad de General Pacheco**. Fue repudiada por un acto unitario de toda la vanguardia, multitudinario, en el cual se expresaron todas las corrientes allí representadas, con oradores o con adhesiones. En ese mismo año, el 3 de noviembre, fue abatido en la calle el dirigente nacional César Robles.

Al asesinato del diputado electo del Frente Justicialista de Liberación, que había formado un bloque unipersonal en el Congreso, Rodolfo Ortega Peña, se respondió con un multitudinario repudio en las calles. Al terminar la manifestación, la redada policial encarceló a cerca de 400 participantes. A los días de que fueran liberados, la organización parapolicial arrojó volantes con nombres y domicilios de los detenidos. La amenaza fue cumplida y lamentablemente algunos de ellos fueron abatidos por la Triple A. No fue una acción al azar, fue crimen organizado contra la vanguardia desde el Estado capitalista y sus aliados.

Los aliados con que contaban creemos que quedaron claramente al descubierto. Vienen de la misma calaña que hoy firman pactos antiobreros con los “miserables” empresarios, de dirigentes que están al frente de gremios como Sanidad, cuyos/as trabajadores/as están poniendo el cuerpo en primera línea contra la pandemia y por los que ellos no piden ni garantías de protección a su salud ni un peso más para sus magros bolsillos.

A los ataques del capitalismo en sus formas más cruentas, sólo se combaten efectivamente con la perspectiva obrera y socialista

No fueron trágicas sumas de víctimas aisladas. Fue producto de un plan orquestado desde lo más alto del poder político y económico. Un momento bisagra, dramático, donde se definía si avanzábamos o nos hacían retroceder en todo, entregándonos a los planes reaccionarios y contrarrevolucionarios a presente y a futuro próximo.

Es historia conocida que a menos de dos años el plan dictatorial triunfó con el apoyo del amo yanqui y sus sirvientes patronales nacionales. Pero ese hecho no quita el valor heroico de esas resistencias que, aun a costa de perder vidas valiosísimas, de lo mejor de la vanguardia obrera, no dudó en seguir hasta el final: en este caso, lamentablemente, hasta que triunfaron ellos con su plan.

Por eso nuestra honra y recuerdo a los mártires no es sólo humano y emocional, aunque desde ya también lo es, porque son de nuestra propia sangre, sudor y lágrimas. También lo es en relación a la perspectiva política revolucionaria hacia la cual se jugaron la vida en la fábrica, en la escuela, en la defensa incondicional de sus hermanos/as de clase, con profunda convicción socialista revolucionaria. Por esa razón también están presentes hoy en nuestra memoria y en nuestra lucha cotidiana y lo estarán siempre.

Así como muchos otros honestos luchadores que, aunque eran clasistas y antiburocráticos y criticaban a Perón, nunca terminaron de romper con su tutela defensora del capitalismo y siguieron engrillados a su doctrina, aunque contradictoriamente decían “combatir al capital”.

Estaba en la mira nada más y nada menos que la posibilidad de una perspectiva revolucionaria de los explotados y oprimidos. Con todas sus contradicciones, con todas sus diferencias, con los profundos “matices” de lo que significaba “la revolución” dentro de la numerosa vanguardia de masas, era una pelea real, un enfrentamiento de clase contra clase.

La pandemia nos abre un nuevo panorama y perspectivas, aunque no sean inmediatas. O sí, no lo sabemos aún. Lo que sí estamos convencidos es que nada va a ser como fue hasta su inicio. En este “primer tiempo” nos vienen ganando con chicotazos por derecha: restricciones a las libertades democráticas, repugnantes acuerdos UIA-CGT propatronales, suspensiones, despidos, incremento de femicidios.

Pero la pelea está abierta y recién empieza. Un sector de trabajadores y jóvenes atacados por las medidas de ajuste ya están mostrando un camino contrario: el de la lucha en las calles. Otros sectores acompañan con aportes a la solidaridad para mantener la subsistencia o para ayudar a proteger a los/as trabajadores/as que atienden el sistema de salud y sus pacientes.

Estos dos son nuestros puntos de apoyo: la lucha y la solidaridad. Puntos de apoyo fundamentales, de vida o muerte para el presente y para enfrentar los desafíos que se vienen. Porque junto con nuestra clase y sus aliados, estamos decididos a dar la pelea hasta el final, compartiendo sus sufrimientos y sus avances.

 

*Director de la revista Militancia, abogado defensor de detenidos políticos y sociales.

**Ellos fueron los compañeros asesinados: Oscar Meza “Hijitus”, 26 años, obrero de Astilleros Astarsa, Antonio Moses “Toni”, 24 años, obrero metalúrgico de Wobron y Mario Zidda “Tano”, 22 años, estudiante, dirigente estudiantil de la Técnica N°1 de Tigre y también trabajador de la zona.

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