Trece años de la desaparición y muerte de Luciano Arruga

Digan lo que digan, mientan lo que mientan, #FueLaPolicía

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Tuvieron que pasar 5 años y 8 meses para que apareciera el cuerpo de Luciano Arruga y nos quisieron vender que su muerte fue un accidente de tránsito.

Luciano Arruga era víctima de la policía  antes de su desaparición. En el 2008, con 15 años, empezaron a detenerlo sistemáticamente por negarse a robar para la Bonaerense. Lo llevaron varias veces  a la comisaría, lo golpearon y amenazaron: “Te vamos a llevar a la octava para que te violen, o terminás en un zanjón”.

La noche del 2009 en que Luciano desapareció, dos testigos aseguraron ver que un chico de campera blanca era golpeado y metido a la fuerza en un vehículo policial. En el destacamento, otro testigo lo vio golpeado y ensangrentado. Los peritajes certificaron que Luciano había estado en la comisaría 8ª de Lomas del Mirador y en uno de los patrulleros, que esa noche no había cumplido con su recorrido programado y según el registro electrónico de su desplazamiento circuló por descampados. Los peritajes señalan que Luciano estuvo en el descampado esa noche. Pero ninguno de estos datos fueron suficientes como para que el gobierno se comprometiera en una campaña nacional por la aparición de Luciano.

Tuvieron que pasar 5 años para que, mediante la lucha de su familia y las organizaciones que acompañamos se reconozca el caso como “Desaparición forzosa de persona” y se obligara a todas las instituciones a buscar seriamente. Fue la lucha lo que permitió su aparición y no otra cosa.

Hoy se sabe que Luciano ingresó como N.N en el Hospital Santojanni el día en que desapareció y que ese  mismo día su madre fue al  hospital y le dijeron que no había ningún dato sobre su hijo. Finalmente fue enterrado de modo express como N.N. en el cementerio de Chacarita.

Según el relato que nos quieren vender, Luciano habría muerto en un accidente de tránsito, intentando cruzar por el medio de la General Paz a las 3:20 de la mañana.

 

Joven, pobre y laburante

Luciano no vivía en el mundo imaginado por el oficialismo de la “década ganada”. Trabajaba hasta 12 horas por día en una fundidora de metal para hacer hebillas de zapatos y ganar algo de plata. Así fue como tuvo que dejar de estudiar.

Pero este caso se puede contar por cientos. Los jóvenes somos rehenes de la política de ajuste, de la falta de trabajo, los despidos y las suspensiones. Todo para los empresarios, nada para los laburantes, salvo desesperación y acoso policial.

Esta situación es la realidad que se vive cotidianamente en los barrios de trabajadores. Allí el gatillo fácil, la detención por “portación de cara”,  las redes de trata amparadas por la policía, son moneda cotidiana. Todo esto no podría existir sin la complicidad política del gobierno de turno.

Declaraciones de Cristina como esta: “Hoy afortunadamente nadie puede desaparecer de ningún lado, al contrario, estamos todos vivitos y coleando, diciendo lo que pensamos, aceptando hasta la injuria de los que dicen que nos tienen miedo. Dios mío, son bastante ridículos algunos” (2013), mientras exigíamos aparición con vida de Luciano y de Julio López, dejan claro que la única manera de conseguir justicia para los jóvenes cuando son trabajadores y pobres es luchando.

Todo lo que se ha avanzado ha sido por la lucha de su hermana Vanesa, de su mamá Mónica y de las organizaciones que hemos acompañado. Ha sido una pelea ardua contra el encubrimiento, y no puede terminar acá.

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