«Trasladar la capital al norte del país»: una propuesta reaccionaria

“Todos los días pienso si la capital de la Argentina no tendría que estar en un lugar distinto a Buenos Aires” declaró el presidente en Tucumán. Más allá de que es casi imposible hacerlo, sus consecuencias serían reaccionarias.

2
571

“Todos los días pienso si la capital de la Argentina no tendría que estar en un lugar distinto a Buenos Aires” declaró el presidente en el marco de la reunión del gabinete federal en Tucumán, donde Alberto Fernández se reunió con Juan Manzur y otros 11 ministros. Se trata de la pseudo propuesta de un gobierno vacío de toda propuesta, que lo único que tiene para orecer es ajuste y sometimiento al FMI durante décadas.

Bajo el gobierno de Alfonsín ya hubo un intento de hacer algo así. En 1986 se envió una propuesta de proyecto de ley para dar forma al «Distrito Federal Viedma-Carmen de Patagones». Incluso quienes no conocían este plan, llamado «Proyecto Patagonia», sabrán que fracasó miserablemente. Buenos Aires siguió siendo la capital del país.

Según Fernández, el traslado de la capital al interior del país tendría como objetivo:  “terminar con la estructura de una Argentina central y una periférica” y “poner en valor el norte argentino, porque tiene un monto de riqueza no explotada”.

La desigualdad regional de un país como Argentina está muy lejos de ser consecuencia de la ubicación de la capital nacional. Más bien, la historia es la contraria: por tratarse del centro económico del país es que Buenos Aires se convirtió en la capital política.

Y si bien esto fue en un principio un triunfo de la oligarquía porteña y su usufructo del puerto, el desarrollo posterior hizo las cosas más complejas. Ya para fines del siglo XIX y principios del XX, por concentrar casi toda la industria, la migración se concentraba en la Capital y el Gran Buenos Aires. Fue allí que hizo su aparición el primer movimiento obrero. Solo otra ciudad podía hacerle sombra por su movilización política: la Córdoba de la Reforma del 18.

A priori, trasladar la capital implicaría la creación (o más bien, el traslado) de todo el aparato de organización estatal nacional. Su «desarrollo» sería apenas, con suerte, el de el comercio para el consumo de los trabajadores estatales. Ese ha sido el destino de casi todas las capitales construidas para tal fin, y no otro.

Un ejemplo: la creación de Brasilia por parte de la dictadura militar brasilera. Sí, hoy la ciudad es una de las más grandes del país. Pero lo es solo por la cantidad de empleados estatales que allí residen (y antes lo hacían en Río de Janeiro) y su consumo. No ha habido ningún nuevo desarrollo ni integración económica nacional del país vecino. Sao Paulo y Río siguen siendo los principales polos económicos de Brasil. El contraste entre regiones sigue siendo inmenso: el norte del país vive y vegeta en la miseria extrema, con poco y nulo desarrollo.

Alejar el poder político de la mayor concentración poblacional, obrera y popular, es quitarle peso a la protesta. ¿No fueron los barrios porteños y bonaerenses los grandes protagonistas del Argentinazo de 20 años atrás? ¿No fueron los trabajadores del conurbano los que paralizaron al gobierno de Macri y al país en las jornadas de diciembre de 2017?

Es evidente que para los capitalistas de nuestro país representa un obstáculo la gran tradición de movilización y lucha de los trabajadores y sectores populares de nuestro país.

Tasladar la capital sería poco más que darle un asiento más tranquilo a los funcionarios de la gestión capitalista del país. Pues la molesta concentración de realidad que es el centro económico del país estaría a unos cómodos miles de kilómetros de distancia.

Si quieren «desarrollo» en el interior lo que se necesita es más integración, vías férreas, tendidos eléctricos, industria. Habría que terminar con el país en el que unos pocos hacen dinero fácil sin invertir nada nuevo, apenas sosteniendo lo que ya está (y a veces ni eso). Se debería acabar con la Argentina cuyo grueso de entramado económico existe por y para los exportadores de soja.

Trasladar las oficinas centrales del Estado no resuelve nada de todo esto. Más bien lo hace más difícil, porque haría de la vida de la gestión del capitalismo dependiente argentino una más fácil y cómoda.

Grabois: una actitud desclasada 

Párrafo aparte merece la actitud de Grabois, quien de manera demagógica y oportunista salió a apoyar la propuesta e Alberto, pidiendo que se realice una «consulta popular» para impulsar la medida.

Este representante de la iglesia opera como administrador de la pobreza en lugar de exigir reformas estructurales de base para terminar con la desigualdad en la argentina y mejorar la calidad de vida de los trabajadores.

 

Una vez más, el asistencialismo termina siendo funcional al capitalismo al ignorar un fundamento básico para mejorar la situación de vida de los sectores populares: sus condiciones de lucha para imponer sus intereses.

Apoyar el traslado de la capital es, ni más ni menos, alejar el poder político de los centros más movilizados y reivindicativos del país. Por ende, es ser funcional al ajuste del gobierno y el FMI, que de imponerse, empeorará gravemente las condiciones de vida de los trabajadores y sectores populares argentinos.

2 COMENTARIOS

  1. yo como ciudadano de Buenos Aires deseo que lo mas pronto se lleven la Capital y salgan de esta ciudad toda la tropa de politicos ladrones, inutiles y pelotudos que hemos tenido en los ultimos 70 anos y que la han convertido en un n menos poloiticos verdadero basural . Con menos politicos esta ciudad seria brillante.

Sumate a la discusión dejando un comentario:

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí