Por José Luis Rojo, revista SoB 21, noviembre 2007
Populismo y estrategia socialista en Latinoamérica
“La definición de Chávez por el socialismo, teniendo en cuenta la historia política de Venezuela y la coyuntura internacional, no puede ser considerada bajo ningún punto de vista como una apuesta demagógica, sino como una manifestación de intenciones (…) La definición por el socialismo del presidente Chávez implica un desafío, cuyo único juez será la historia”.1
La izquierda latinoamericana ha venido cruzada en los últimos años por un debate fundamental. Se trata de la querella acerca de qué ubicación tener frente al surgimiento de fenómenos políticos como los de Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa, Ollanta Humala y otros en la región. Esta polémica se pone ahora rojo vivo acerca de qué posición adoptar frente a los movimientos que éstos encabezan, muy en particular respecto del PSUV en Venezuela.2
Aunque ya hemos tratado estas cuestiones, nos interesa volver sobre ellas desde un ángulo más general, identificando el vínculo orgánico que tiene esta temática respecto de los problemas de la revolución socialista en nuestra región. Esto es, la orientación a darse respecto del PSUV no es, ni puede ser, un factor independiente del resto de la estrategia revolucionaria.
Esto es así porque, característicamente, estos debates han actualizado –en las nuevas condiciones del siglo XXI- algunos temas clásicos de la izquierda en el siglo pasado frente a fenómenos como los de Perón, Vargas, Cárdenas y otros líderes populistas de nuestro continente.
Pero lo paradójico del caso es el hecho que a pesar del balance en última instancia desastroso de estas experiencias, al que se llegó a expensas de graves derrotas en cada país3, hay una porción de esta misma izquierda –incluso de aquella que se reivindica “trotskista”– que parece sufrir un fenómeno de “amnesia” histórica.
Su tesis más general, bajo la presión del fenómeno “nacionalista” emergente, es la siguiente: en nuestro continente, el nuevo ciclo de luchas habría vuelto a “confirmar” que no hay cómo poner en pie una tradición socialista independiente si no se lo hace desde el terreno mismo del populismo. Sería un “paso obligado”, incluso inevitable y aconsejadopor los clásicos del marxismo revolucionario.
Así, se afirma que “entendemos que hoy no es posible colocarse fuera del proceso y del sentimiento bolivariano que embarga a las masas, a condición, como lo hacen sectores de la izquierda doctrinaria y sectaria, de considerar a millones de venezolanos sólo como gente engañada y aturdida por el «nacionalismo burgués»4, al que se debería desenmascarar desde afuera (…). Sólo desde el mismo corazón del proceso bolivariano, abandonando toda externalidad y elitismo (…) es posible pensar un proceso de radicalización socialista, anticapitalista y de auto-organización democrática de masas, que supere los límites actuales del capitalismo de Estado en Venezuela” (“Populismo y estrategia socialista en América Latina”, Jorge Sanmartino, www.corrientepraxis.org.ar, 10-06-07). Como corolario, se agrega: “es recomendable abandonar cierta política de la externalidad, en la que se espera que un movimiento de masas confundido y cautivo «despierte de su encantamiento» y rompa políticamente con el populismo” (ídem).
Pero estas tesis que hoy se “renuevan” no hacen más que remitir a viejas –o, más bien, viejísimas– discusiones, que fueron bien conocidas por las generaciones socialistas anteriores y que tuvieron exponentes tanto en la región y el mundo colonial y semicolonial. En Argentina, quizá el más conocido de los provenientes de la tradición “trotskista” fue Jorge Abelardo Ramos, pero se mencionar también a Rodolfo Puiggrós, Jorge Enea Spilinbergo, Norberto Galasso, Victorio Codovilla y tantos otros.
Se trata, ni más ni menos, que de las tesis del “socialismo nacional”5, que tenían y tienen una serie de premisas, nuevamente explicitadas, que nunca han demostrado que desde “adentro” del populismo podría haber un camino más “eficaz” y “convincente” de progreso socialista que una orientación de independencia política y de clase, de ruptura por izquierda con él.
Impulsar esa ruptura política con el populismo en tanto movimiento o partido político estructurado no puede significar estar por “fuera” del proceso de la lucha de estas mismas masas, desentendernos de la evolución real de su conciencia, ni que los trabajadores que desborden por izquierda a estos gobiernos no vengan con sus propias tradiciones culturales y políticas a ser valoradas y/o resignificadas desde una identidad socialista.
En lo que sigue, dedicaremos nuestros esfuerzos a este debate que reemerge. Nos centraremos en la polémica con las corrientes que defienden el camino del socialismo nacional como “vía regia” para que la izquierda política logre “fuerza de masas”, rescatando la tradición del socialismo revolucionario como aporte en la lucha concreta por la defensa de la independencia de la UNT del Estado chavista y por la formación de un partido obrero independiente en Venezuela.
Populismo y socialismo nacional
Economía política del populismo
La naturaleza del gobierno de Chávez
Fetichismo, conciencia y transformación social
¿Un partido sin “alma social”?