El parazo nacional del 10 de abril dejó al gobierno al límite de una crisis política. Todo el país estuvo paralizado. Las calles, avenidas y rutas estuvieron desiertas, y en los lugares de trabajo –con desigualdades en la industria y el comercio, no había un alma. Y la izquierda mostró capacidad de movilización realizando piquetes en toda la geografía nacional que le dieron el carácter activo a la jornada. Así las cosas, la clase obrera demostró por una jornada (no de conjunto activamente todavía) quien tiene la “batuta” colocando sobre la palestra nacional sus propias reivindicaciones. Es que si la clase obrera se niega a trabajar se paraliza el país; se traba el mecanismo económico tanto como el político (el funcionamiento del estado), abriéndose potencialmente una crisis de gobernabilidad.
“¿De qué piquetes me hablan?”
Tan contundente fue el paro que, como está dicho, dejó al gobierno al borde de una crisis política; de ahí que a estas horas arrecien los trascendidos de una posible renuncia de Capitanich. Se habla un recambio que podría proceder después del Mundial de manera de no “gastar” ahora esta posible carta.
Pero al borde de una crisis política no quiere decir que esa crisis ya se haya abierto. El paro general mostró al gobierno más débil de lo que se podía observar a simple vista. No fue capaz de polarizar realmente contra el paro; y no se quiso arriesgar a reprimir los piquetes de la izquierda; una represión que seguramente hubiese desatado un hondo repudio popular dada la masividad que mostró la medida de fuerza. También la extendida bronca que existe contra el gobierno entre los trabajadores, que mayoritariamente vieron con simpatía a los piquetes. Además, sus adláteres sindicales, Caló y Yasky, fueron pasados como alambre caído por sus bases, quedando en ridículo. En definitiva, el paro mostró que el fin de ciclo k es una realidad y no una mera definición en un papel.
Pero si no abrió una crisis política en regla –el menos, no aun- esto se debe a como el moyanismo le bajó los decibeles a toda posible continuidad. Moyano (y también Micheli) ha dicho que “por ahora no habrá una nueva convocatoria” y que aunque la presidenta no lo reciba, da igual, mientras que le haga alguna concesión a quien sea (por ejemplo, a Caló), le alcanzará para bajarse de la lucha…
Esto responde a dos problemas de fondo. Uno, que Moyano no solamente es el principal dirigente sindical peronista del país, sino uno de los principales garantes de la gobernabilidad capitalista de la Argentina, tal cual lo viene siendo desde el comienzo del kirchnerismo; siempre ha trabajado para algún sector político patronal. Dos, y de no menor importancia, es la ya señalada importancia que tuvo la participación de la izquierda en la jornada del 10. Su presencia en los piquetes tuvo alto impacto; piquetes que colaboraron con la contundencia del paro dándole argumentos a los trabajadores para no asistir a los lugares de trabajo. No es menor que la prensa escrita haya titulado que el paro general más fuerte sufrido por el kirchnerismo haya sido “garantizado por el sindicalismo opositor y la izquierda” (como tituló La Nación el 11 de abril). De ahí la mueca de fastidio de Moyano ante la pregunta por los “piquetes de la izquierda” hecha por el periodismo.
Este impacto refleja un problema más de fondo. Es verdad que el sindicalismo tradicional (ambas CGT’s y ambas CTA’s) sigue controlando los principales sindicatos nacionales. Pero no es menos cierto que la izquierda clasista crece entre las comisiones internas como la misma prensa informa. De convocar a una nueva medida de fuerza de ninguna manera tendrían garantizada (Moyano, Barrionuevo y Micheli) la pasividad de la base; el carácter dominguero de la misma. Lo más probable sería lo contrario: que se impusieran los elementos activos, desbordándolos. De ahí que prefiera curarse en salud y darle largas al asunto tal cual hacen todos los burócratas que en el mundo hay, que cuando convocan a medidas generales las “administran” para que las mismas no despierten la conciencia y organización independiente de los trabajadores.
En síntesis: la mayoría de la clase trabajadora realizó el paro en sus casas; pero de convocarse a un nuevo paro general, seguramente a muchos de ellos se les presentaría el interrogante de porque no hacerlo activo, ir a los piquetes, para qué volver a quedarse en sus casas “aburriéndose”. Además, se generalizaría el debate alrededor de la lucha, arrancando a cada trabajador del “sopor” de la realidad cotidiana dando lugar a un debate y reflexión general. Una sola medida de fuerza por lo general no alcanza para estos objetivos; pero dos paros generales uno tras del otro, pueden abrir este proceso general, y eso sería muy peligroso para el control burocrático de la medida. Ese desborde abriría una perspectiva completamente distinta colocando elementos de radicalización.
El ajuste continúa
Moyano y Micheli piden “algo” para justificar no realizar nuevas medidas. Calo y Yasky quedaron en ridículo siendo pasados por arriba por sus afiliados; también necesitan algún “hueso” para recompensar un comportamiento tan arrastrado. De ahí que el gobierno esté pensando algún anuncio como respuesta por elevación ante el paro general.
Atención: no es que el ajuste económico de Cristina esté “derrotado”. Esta es la posición de organizaciones que como el Partido Obrero parecen pensar las definiciones políticas cual la “prensa amarilla”: ¡poner títulos para impactar a los lectores que no les sirven a los trabajadores como herramientas para llevar adelante sus luchas!
Sí es verdad que el ajuste viene siendo seriamente golpeado por esta coyuntura de luchas. Ya el parazo docente de la provincia de Buenos Aires se alzó con un triunfo que elevó el techo salarial (que el gobierno pretendía algo en torno al 22%) hasta el 30%. Ahora la contundencia de la jornada del 10 amenaza llevarlo todavía más allá; aunque todavía no tan lejos como la inflación anual que se especula algo en torno al 40%.
Mientras tanto, el gobierno continúa adelante con sus medidas. Finalmente Cavalieri, eterno burócrata mercantil, firmó su paritaria por algo en torno al 30%, y el gobierno apura a otros gremios a hacer lo propio bajo la divisa de que “se vienen algunas medidas” para paliar la caída salarial. También continúa el parate en franjas de la industria automotriz y autopartista inducidas por la caída del crédito y el consumo, que el mismo ajuste económico está provocando. Parte de este cuadro de situación es como las suspensiones y los despidos comienzan a ponerse a la orden del día en algunas ramas productivas. Además, se espera ahora el aumento de las tarifas de electricidad.
Pero más allá de la continuidad del ajuste, el gobierno necesita dar algún “paliativo” en respuesta al paro. De ahí que se esté hablando que elevaría en algo el mínimo no imponible a la cuarta categoría (de ninguna manera lo eliminaría, como debería ser la exigencia de mínima de estos dirigentes), así como aumentar el piso de las asignaciones familiares. Se tratan estas, sin embargo, de medidas elementales. Más teniendo en cuenta que el mínimo de “ganancias” no se eleva desde enero del 2013 (aunque subsiste el “paliativo” otorgado en septiembre de ese mismo año) y que de no ajustarse los mínimos, los aumentos en paritarias serían ya una provocación que alimentaría la caldera del descontento: sacarían por un lado lo que otorgan por el otro.
Empujar la lucha por un paro de 36 horas con movilización
Sobre la dinámica política del país están colocadas dos tendencias opuestas; tendencias que están “metiendo la cola” en la estrategia general de la izquierda y la crisis abierta en el FIT. Una orientación pasa por hacer como si nada hubiese pasado: que el paro general no hubiese existido, que el ajuste del gobierno sigue normalmente adelante, que la gobernabilidad de aquí al 2015 no es cuestionada, que no se hubiese presentado en el congreso la “ley antipiquete”; pasado el Mundial de futbol se abre la campaña electoral y la burguesía festeja la segura llegada de un nuevo gobierno “más amigable a los mercados”. El PO en la izquierda es la organización que cree que esta es la perspectiva ineluctable de las cosas, más allá de lo que diga o escriba.
Pero es falso que la historia ya esté escrita. El paro reveló la debilidad enorme en la que está sumido el oficialismo. También es un hecho que se ha visto obligado a convalidar aumentos mayores a los que pretendía. El inducir despidos y suspensiones puede alentar, además, luchas obreras de importancia, incluso contra las pretensiones de los dirigentes sindicales de “administrarlas” en conjunto a los empresarios ofreciendo el dulce de los “retiros voluntarios” y mecanismos tramposos por el estilo.
Cualquier nuevo salto inflacionario o medida de ajuste del gobierno podría escalar aun más la bronca popular. Por otra parte, y en la medida que las cuentas no terminen cerrando, podría imponerse una nueva devaluación que de lugar a un tembladeral mayor que el de comienzos de año. Esto pondría nuevamente sobre la mesa no solamente la continuidad del ajuste k, sino del mismísimo gobierno de Cristina.
De ahí que el centro de esta pelea (contra lo que pretenden tanto Moyano como Micheli), sea empujar las cosas para el lado de un paro activo de 36 horas de manera tal de quebrar realmente el ajuste antiobrero. Parte de esta tarea, además, es solidarizarse y apoyar todas las luchas que están comenzando a dar los trabajadores por lugar de trabajo.
Luego de los exitosos piquetes organizados el 10 por el Encuentro Sindical Combativo, los que integramos la mesa provisoria del mismo debemos reunirnos para debatir el balance del paro general y la “visibilidad” que logramos las organizaciones que integramos el encuentro en el mismo (sólo basta ver las fotos y los videos de la jornada) y resolver para luego del 1ª de mayo la realización de un Segundo Encuentro Nacional más importante aun que el del 15 de marzo, que tenga como centro avanzar en sumar a otros sectores en el mismo (el SUTNA San Fernando, en primer lugar), apoyar las luchas en curso, así como largar una pelea en regla por el paro activo de 36 horas.
Superar el electoralismo. Por 1ª de Mayo convocado por el encuentro sindical combativo, el plenario del SUTNA, el FIT y el Nuevo MAS
La coyuntura de luchas contra el ajuste marcada por la histórica huelga docentes en Buenos Aires y el paro general ha colocado sobre la mesa un debate estratégico en la izquierda. Un enfoque sólo electoralista como el que levanta el PO (el centro de su actividad colocada en la candidatura de Altamira presidente) significaría renguear de manera oportunista por detrás de los desarrollos de la realidad. Este partido hace política bajo las veleidades de las encuestas en la mano y no en función del desarrollo de una izquierda que participando electoralmente (sería infantil desatender las oportunidades que están colocadas para la izquierda en ese terreno en el próximo período), tenga su centro en el impulso de las luchas de los trabajadores que haga estallar por los aires el ajuste y coloque la eventualidad de la salida anticipada del gobierno.
Es al servicio de estos objetivos que se debe colocar la jornada del 1ª de Mayo en Plaza de Mayo. Se impone realizar un acto multitudinario contra el ajuste y el gobierno k, contra la “ley antipiquete” presentada por Kunkel y en apoyo a las luchas en curso y el clasismo que emerge desde abajo. Y no un acto electoralista como nos tiene acostumbrado el FIT. El acto que defendemos desde el nuevo MAS lo concebimos como uno que trace una perspectiva de lucha y política independiente para nuestra clase.
Parte de esto mismo será también abordar abierta pero fraternalmente la crisis del FIT por su orientación electoral estrecha; crisis frente a la cual desde nuestro partido no planteamos su “ruptura” sino una suerte de “rediscusión global”, “refundación” o como se la quiera llamar del “frentismo de izquierda” que apunte a superar los límites electoralistas que vienen marcando desde el origen al FIT y lo han llevado a su actual y aguda crisis.
Fortalecer el nuevo MAS a partir de sus aciertos políticos. Sumate a militar en nuestro partido.
Nuestro partido viene planteando desde comienzos del año que el centro de la pelea en la coyuntura es por derrotar el ajuste k (cosa que no vieron ni el PO con su discurso acerca del “golpe de Estado” que se avecinaría, ni por el PTS que centró toda su actividad en la campaña por los petroleros de Las Heras). A partir del 15 de marzo le sumamos a esta política la pelea por un 1ª de Mayo unitario y de lucha al servicio del desarrollo del clasismo y de la independencia de clase. Ambas banderas se han ratificado completamente a lo largo de las últimas semanas; de ahí la exitosa participación de nuestro partido en los piquetes del 10 de abril.
Con este balance en la mano nuestra militancia se jugará en todo el país en una intensa actividad para que el acto unitario y de lucha en Plaza de Mayo se haga realidad; por la realización de un nuevo encuentro como el de Atlanta en mayo; así como también en cada lucha que se plantee entre los trabajadores por el salario, contra las suspensiones y los despidos, contra la criminalización de las luchas; así como por poner sobre la mesa un profundo debate sobre la correcta estrategia que la izquierda revolucionaria debe tener en nuestro país. Sumate al Nuevo MAS para dar juntos estas peleas.