
Los burócratas no se salen del libreto declamatorio, no se habló de ningún plan de lucha ni ningún llamado a paro general.
Las CTAs marcharon y hablaron contra la represión de Morales. Yasky por ejemplo declaró que “la única manera de cerrarle paso a la violencia y a la derecha es con la unidad del campo popular, en eso no podemos dar ni un paso atrás”. Pero no dijo nada de que un paro general es necesario para poder frenar a la derecha y el avance contra las libertades democráticas. Parece que esas «unidad del campo popular» es votar al peronismo, que no quiso hacer nada frent a la represión y la avanzada antidemocrática en Jujuy.
También un sector de la CGT marchó contra la represión, la Corriente Federal, dirigida por Pablo Moyano. Sus declaraciones fueron en la misma sintonía, así como sus no medidas de fuerza. Otro sector se dedicó pura y exclusivamente a hablar, como es caso de Daer.
Otros varios dirigentes se llenaron la boca de palabras en favor de las libertades democráticas, la soberanía sobre los recursos naturales, los pueblos originarios, y un largo etcétera. Todas palabras que estarían bien si salen de la boca de un trabajador, pero que no sirven para nada si solo se quedan en la retórica de los dirigentes.
Estas acciones de la burocracia llegan tarde y son totalmente insuficientes. A la burocracia sindical le sobra el ruido, pero le faltan nueces, o no tiene ninguna. Del otro lado está la derecha, que no está dispuesta a retroceder. Larreta mismo respaldó a Morales y lo llevará como vicepresidente en su fórmula. Sin una radicalización de la lucha, sin una convocatoria a paro general, los dirigentes sindicales están condenando a los trabajadores a una nueva derrota. Derrota que puede tener un altísimo coste para los tiempos que se vienen.