Un giro al centro en la coyuntura internacional
La coyuntura internacional está determinada por un triple proceso: la crisis pandémica, la crisis económica mundial y la rebelión o semi-rebelión antirracista en curso en los Estados Unidos, que replica en el gran país del Norte la tercera oleada de la rebelión popular que surca el mundo desde el 2019[1]. Una tercera oleada que tuvo una suspensión en el apogeo de la pandemia, pero que ha retornado en los últimos meses, por ejemplo, con expresión en estos momentos en Perú y otros países. Subproducto distorsionado de este triple proceso es la derrota electoral que acaba de sufrir Donald Trump. Aunque dicha derrota está caracterizada por lo fragmentado y polarizado que está el país, polarización y fragmentación que se ha expresado en las proporciones electorales relativamente parejas entre Biden y Trump[2], con el resultado puesto, así como la composición territorial del voto: las urbes de Biden y el país rural de Trump, configura un giro al centro político de los Estados Unidos que tiene impacto internacional.
La realidad del voto en los Estados Unidos es, incluso, más rica que esta definición. Detrás del voto a Trump se alinean tres matices políticos: entre la derecha tradicional del establishment republicano, la derecha extrema del propio Trump y la extrema derecha supremacista que también lo apoya. Pero, por otra parte, también es verdad que detrás de Biden, grosso modo, hay dos votos muy distintos: el voto a favor de Biden, más social-liberal clásico demócrata por así decirlo, y el voto anti Trump que, presumiblemente, y en una gran proporción, está a la izquierda de Biden, configurando así una “paleta de colores” política que puede ir desde un reformismo light a posiciones más radicalizadas. Lo que se aprecia es un escenario de polarización político-electoral que se traduce electoralmente en la coyuntura de polarización política internacional que estamos viviendo y que, como subproducto de los tres procesos en curso, parece estar expresándose, en estos momentos, en un cierto corrimiento al centro político de la coyuntura internacional.
Hay que señalar, también, que si con Biden retornará probablemente una política más clásica de consenso entre las potencias imperialistas tradicionales, la creciente conflictividad con China seguirá su curso porque hace a un elemento estructural del cual hay consenso bipartidario: el creciente desafío que significa China para la hegemonía norteamericana, hegemonía que vive un creciente declive relativo. Por último, podemos señalar que la elección de Biden difícilmente resuelva ninguno de los problemas estructurales que vive Estados Unidos,cuyas líneas de falla transforman al país más potente del mundo en un polvorín social potencial: una potencia imperialista en creciente declive relativo, una pandemia que está fuera de control, un deterioro económico cuyas raíces de fondo se encuentran en la dinámica misma de la globalización económica, financiera y productiva, y que deteriora en determinada medida el entramado productivo-industrial-tecnológico del país, su multiracialidad creciente, la emergencia de las nuevas generaciones que se encuentran sin perspectiva, etcétera. Todos elementos que apuntan a una lucha de clases más aguda y radicalizada en el próximo período, y no en cualquier lugar,sino en el país que sigue siendo todavía la primera potencia mundial con un peso cultural y político inmenso en todo el mundo.
Si es una realidad que no en todas las regiones del planeta se vive un proceso político similar, ni similares relaciones de fuerzas, las tensiones geopolíticas, económicas, ecológicas, pandémicas y de clase son tan profundas, que apuntan a una creciente radicalización de la lucha de clases con más choques directos entre las mismas y con desarrollos a extrema derecha pero también a izquierda, como muestra la rebelión popular antirracista en el propio seno del imperialismo yanqui[3], lo que abre nuevas posibilidades para la construcción de nuestros partidos revolucionarios y nuestra corriente.
Cambio de coyuntura y rebeliones en Latinoamérica
Latinoamérica es parte de la dinámica internacional que estamos señalando. Se trata del segundo continente en cantidad de contagios luego de Norteamérica, además de ser una región muy golpeada por la crisis económica internacional, crisis económica que en el mundo y en la región también ha producido una caída por algo en torno al 10% del producto durante 2020. En la medida que no se puede independizar la economía de la marcha de la pandemia, es todavía apresurado hacer pronósticos económicos en relación al 2021. Pero lo que sí es claro es que al tener la región evidentemente menos “espalda” económica que los Estados Unidos o los países de la Unión Europea, las tendencias a la crisis económica, social y política, y a las rebeliones, se incrementan.
Bolivia vivió hacia el final del año pasado un golpe de Estado atravesado por una enorme resistencia popular a pesar de la traición de Evo Morales y García Linera, que huyeron del país y dejaron desguarnecidas a las masas. Sin embargo, la gestión de la pandemia de la golpista Áñezfue tan brutal, y brutal también el racismo expresado por figuras como el “macho” Camacho y otras, que ya en agosto pasado hubo más de 200 cortes de ruta en todo el país que obligaron a ponerle fecha definitiva a las elecciones y marcaron que las masas estaban de vuelta. Finalmente, en las elecciones de octubre pasado la fórmula del MAS boliviano, Arce y Choquenahua, se impuso sin atenuantes por más de 10% de diferencia.Así las cosas, el golpismo debió ceder a la asunción de un nuevo gobierno del MAS, un gobierno que será la versión boliviana del social-liberalismo que campea en las formaciones ex progresistas de la región, cuestión que retomaremos más abajo.
También se acaba de votar en el referéndum chileno a favor de la reforma constitucional. Si la idea del gobierno y de todas las formaciones políticas del sistema, incluido el Partido Comunista, es una reforma amañada que no toca las bases del capitalismo neoliberal del país trasandino, y no una verdadera Asamblea Constituyente Soberana, de cualquier manera el primer aniversario así como el plebiscito mismo, muestran que la rebelión popular está viva. Y resulta ser que al momento que redactamos estas tesis ha estallado Perú, que acaba de derribar a un “presidente” autoproclamado con una movilización de masas del país andino como hace años no se veía y que augura un proceso de rebelión popular también en dicho país, que podría proyectarse a Colombia también, que viene muy movilizado. Por delante están las elecciones en Ecuador y a finales del año pasado salió derrotado el gobierno reaccionario de Macri en la Argentina, lo que sumado al reciente triunfo de Biden en EEUU y, sobre todo, a la reemergencia de la rebelión popular en la región, parece ponerle límites al giro reaccionario que la dominó en los últimos años. De ahí el aislamiento relativo en el cual ha quedado Jair Bolsonaro. En realidad, el proceso en Brasil es bastante específico.
La gestión neoliberal y corrupta del PT parecen haber dejado fuertes elementos de desmoralización entre la clase trabajadora. De ahí que a pesar del “vértigo” en los primeros meses de la pandemia social darwinista de su gobierno, en estos momentos aparece estabilizado. Sin embargo, el fin de semana pasado se realizaron elecciones municipales donde el bolsonarismo salió derrotado en las ciudades capitales con un giro al centro-derecha tradicional y una performance en San Pablo muy significativa del PSOL, que parece estar prefigurando una suerte de recambio a izquierda electoral del PT –digamos que el PSOL es una suerte de “izquierda de centro” más o menos independiente-. De cualquier manera hay que dejar anotado que, internacional y regionalmente, este giro al centro opera en condiciones muy determinadas: el signo del período es la polarización, no la tendencia a que el centro político burgués pueda atenuar las contradicciones.
Si en la “estadística electoral” se tiende a imponer el centro, las condiciones de la crisis económica y las condiciones políticas con la burguesía aferrada a sus derechos adquiridos en las últimas décadas de capitalismo neoliberal rampante, alimentan las tendencias a una polarización social y política como hace décadas no se ven. La emergencia de estos gobiernos social-liberales o liberales-sociales (en cada caso hay que ver la fórmula específica) no parece expresar una dinámica a la atenuación de las contradicciones de clase, sino lo contrario: si el giro reaccionario en la región no llegó a estabilizarse del todo es porque, quizás, intentó ir demasiado lejos en materia de las relaciones de fuerzas. Y, también, por la convicción de determinados sectores del imperialismo y la burguesía, así como políticos y de los medios de comunicación que, por el momento, es quizás menos peligroso mantener los marcos de la democracia burguesa que ir a gobierno autoritarios lisos y llanos.Sin embargo, y por otro lado, la contradicción es que las condiciones económico-sociales concretas en el mundo y la región no parecen sentar las bases para una estabilización socio-política y, sobre todo y además, incipientes sectores de la burguesía–que podrían ser crecientes, habrá que ver-,no parecen estar convencidos de que sea mejor “ceder” y darle “aire” a la democracia burguesa en vez de cortar por lo sano de manera autoritaria… Siendo así las cosas, muchas de las tendencias agregadas apuntan a la radicalización de sectores de los de abajo.
La conciencia puramente reivindicativa, sindicalista, posibilista y “progresista” de distintas franjas de clase de los de abajo se verán desafiadas en el próximo período, lo que augura elementos de polarización y una lucha de clases más dura y pone en el centro de la pelea a la juventud[4], a las nuevas generaciones, a la juventud trabajadora en particular, a los sectores más precarizados, al movimiento de mujeres, al movimiento contra el cambio climático, al movimiento antirracista y a la clase obrera como tal. Cada segmento con sus propios ritmos (más dinámica la juventud en general; más “lenta” la clase obrera propiamente dicha), así como plantea una dura pelea por la dirección con el reformismo y las burocracias que prefieren entregar las luchas que ir a los duros enfrentamientos que se imponen[5].
Un gobierno social-liberal de bases endebles
En este contexto se debe analizar el atípico primer año de Alberto Fernández. El año fue especial universalmente para todos los gobiernos y todas las clases sociales, aunque más difícil obviamente para los explotados y oprimidos. Una atípica crisis pandémica y global que no ha terminado-como se está viendo ahora en Europa-.Ocurre que la disrupción de la dinámica humana y económica, social y política que supone la pandemia se puede “relajar” en los meses de verano, pero hasta que no exista vacuna efectiva no dará muestras de irse; no se terminarácomo por arte de magia. El virus podría incluso hacerse mas virulento, aumentando la mortandad. De ahí que haya que seguir con atención la experiencia de lo que vaya pasando en Europa y los Estados Unidos, además de otros rincones del mundo, con la idea de que la vacuna no llegará tan pronto como anuncian los medios. El año transcurrido, y la “normalización relativa” de los desarrollos en estos momentos en AMBA (¡atención que esto ocurre mientras el contagio continúa!), permite precisar ya algunos de los rasgos salientes del gobierno. Desde el vamos estaba claro que este era un “proyecto político”que busca trazar una suerte de “diagonal” entre el gobierno de Macri y el de Cristina; no ser ni uno ni el otro.
El gobierno de Macri fue agente directo de los empresarios y reaccionario. Pretendió presentarse como una suerte de gobierno “tecnocrático” (a-político), que festejaba con globos de colores y filosofía new age, pero rápidamente se desnudó como lo que era: un gobierno empresarial directo, quedando herido de muerte en las jornadas de diciembre del 2017-donde nuestro partido y la izquierda tuvimos un fuerte protagonismo[6]-. Atención! que esto no quiere decir que carezcan de apoyo social, así como de elementos de crisis e indefinición y desbordes por derecha. Apoyo social en la medida que han logrado conservar el favor de las clases medias reaccionarias; indefinición en la medida que no está saldado un balance por el fracaso de su gestión y acerca del perfil con Macri y Bullrich con un perfil más reaccionario, y Larreta y Vidal con uno más centrista. Además, existe una renovada disputa en el sector con la emergencia de Espert y Milei como personajes mediáticos de extrema derecha, lo que configura un elemento nuevo en el país y sin duda un peligro también[7]. Por otra parte, desde el vamos estaba claro que la vuelta de Cristina y el kirchnerismo no iban a encontrar consenso en la patronal, razón por la cual el peronismo terminó unificándose detrás de Alberto Fernández. Su gobierno, es así,un gobierno de coalición de las diferentes tendencias peronistas.
Un gobierno que viene para demostrarle a la burguesía mayor capacidad de gobernabilidad que los intentos mayormente fallidos encabezados por los radicales y el PRO. Y un gobierno que, por lo demás, busca un rumbo político y social definido: no se trata de la reedición de un gobierno “progresista” como el que encarnó Cristina Kirchner luego de su “radicalización” subproducto de la crisis con las patronales del campo, sino un gobierno social-liberal que viene –en el fondo- a continuar la agenda económica esbozada por Macri pero con un perfil más centrista. Es decir: al no expresar ningún programa distinto y siquiera pasársele por la cabeza afectar los intereses de algún sector empresario o tomar medida alguna de tipo nacionalista-burgués -¡Dios no lo permita!-, lo que queda es un programa liberal-social de inserción de la Argentina en la economía mundial, según los términos actuales de dicha economía mundial, que es el libre mercado. Un social-liberalismo aggiornado, en todo caso, por las relaciones de fuerzas[8].
Por eso cuando Alberto llamó semanas atrás a “reconstruir Latinoamérica”, su llamado es más bien vacío, más allá de cierto cambio en las formas políticas (no es lo mismo gobernar con el apoyo de las direcciones sindicales y sociales que hacerlo sin éstas, por ejemplo. Volveremos sobre esto). Desde ya que ni en sueños se pretende reeditar gestos como el de Néstor Kirhncher juntándose con Chávez -y de manera algo más renuente Lula- para “imaginar una Patria Grande Latinoamericana” y rechazar el ALCA de George W. Bush… Lejísimos de esas veleidades, la vuelta de los “gobiernos progresistas” sólo expresa la búsqueda de un espacio mayor para cierto falso “arbitraje” para el cual no hay bases económicas reales. Este tipo de partidos como el peronismo en la Argentina, el MAS boliviano o el PT si volviera en Brasil –lo que en estos momentos es bastante dudoso dada su cobardía política extrema-, dirigen a las organizaciones de masas y dan cierto lugar a determinadas “mediaciones” y “arbitrajes”, pero su programa no se diferencia en nada sustancial respecto del credo social liberal capitalista que retorna encarnado en un Biden desde el centro del mundo, por ejemplo.
Represión en Guernica
Las pruebas del carácter social-liberal del gobierno han sido numerosas. En el fondo, la única medida “progresista” que tomóa lo largo del año fue la declaración de la cuarentena a finales de marzo y los mínimos programas de asistencia que la acompañaron; cuarentena que, sin dejar de ser una medida medieval, fue la única que quedaba a mano frente a los desastres capitalistas del sistema sanitario tanto en nuestro país como en el mundo. Desde ya que sieste tratamiento configuró un matiz respecto de las gestiones asesinas de un Trump o un Bolsonaro, gestiones social-darwinistas por las cuales han pagado alto costo electoral, también es verdad que muy rápidamente se les cedió a las presiones aperturistas de los empresarios y la derecha, así como la asistencia social fue bastante miserable y una de las situaciones más injustas se produjeron –y se producen- con el personal de la salud expuesto al contagio sin mayor reconocimiento material. A partir de ahí lo que se ha visto ha sido una sucesión de medidas de capitulación frente a la presión de las clases capitalistas y la derecha más rancia: el bochorno de Vicentin, que no solamente deja correr una estafa vergonzosa bajo el discurso de que “lo resuelva la justicia”, sino que, prontamente, mostró que no había ninguna posibilidad para veleidades nacionalistas del tipo “que el Estado intervenga en el mercado de granos”.
Mercado que, efectivamente, es uno de los más estratégicos para el país, y ni hablar en medio de la sequía total de divisas que se vive. Anteriormente estuvo, también, el escándalo que armó la derecha por el tímido intento de atajar un posible contagio masivo en las cárceles super pobladas, mostrando los estrechos límites de las convicciones“humanitarias” del oficialismo… Inmediatamente después de Vicentin vino la desaparición seguida de muerte de Facundo Castro, un escándalo en materia de los derechos humanos no sólo para Alberto sino, centralmente, para el protegido de Cristina Kirchner, Axel Kicillof, que al no soltarle la mano a Berni y consagrar la impunidad, muestra que lo quieren a éste al frente de la Bonaerense como figura que tiene el “estómago”suficiente para reprimir y pasar por encima de los sectores más desguarnecidos como en Guernica, así como para tomar las medidas más reaccionarias de control social autoritario en una provincia que es, potencialmente, un polvorín: la Provincia de Buenos Aires. Inmediatamente después del caso Facundo estalló el planteo policial de la Bonaerense, que se llevó de estos meses pandémicos un premio doble: la impunidad por la desaparición y asesinato de Facundo, y una equiparación salarial con la Policía Federal sin que se aprecie de manera visible sanción alguna a los que llegaron con sus patrulleros hasta la Quinta de Olivos[9]…
Nuestro partido fue una de las organizaciones de la izquierda que más reflejos tuvo en ambos procesos: defendimos la consigna de la aparición con vida (el PTS hizo un bochorno oportunistay tacticista con su “dónde está Facundo”), así como nos plantamos de manera decidida contra el reaccionario levantamiento policial (algo que también mostró al resto de la izquierda con reflejos oportunistas cuando no pro-policiales). Pero la “frutilla del postre” del carácter del gobierno, su “test ácido” por así decirlo, ha sido su desalojo represivo,topadora en mano, de la recuperación de terrenos en Guernica. Es una expresión novedosa de la crisis y polarización del país que, a esta escala, se haya puesto sobre el tapete el debate sobre la propiedad privada (una expresión por sí misma de la polarización potencial de los desarrollos[10]). Nuestro partido fue protagonista de la discusión de que las necesidades sociales están por encima de la propiedad privada, así como puso el cuerpo militantemente en el acampe y contra la represión,con nuestra compañera Manuela Castañeira pasando la noche y siendo la única figura de la izquierda en el lugar cuando la represión (¡fue una vergüenza mayúscula que el PTS y todas las fuerzas del FIT-U, que se habían comprometido reiteradas veces a hacer un “cordón de figuras” cuando avanzara la policía, se hayan borrado olímpicamente el día de la represión![11]). El fenómeno de la ocupación de las tierras –que traduce la profunda crisis social en curso y se ha extendido nacionalmente- parece haber llegado para quedarse; un proceso más avanzado que el de los movimientos de desocupados 20 años atrás.
Si en aquella oportunidad la crisis que atenazaba al sector más pobre de los trabajadores era el hambre y se satisfizo malamente con los planes sociales y las cooperativas (salvo el FTC, ninguno de los movimientos piqueteros levantó el programa de trabajo genuino), en esta oportunidad la composición social de los sectores en lucha es generacionalmente más joven, expresando en parte un sector atomizado pero real de la juventud trabajadora. Por lo demás, el reclamo de la tierra, el cuestionamiento -en los hechos- al monopolio de la misma por los grandes propietarios y desarrolladores inmobiliarios, el cuestionamiento a la propiedad privada capitalista como un derecho incondicional, pone a esta lucha por las tierras en un nivel más alto,independientemente de que la coyuntura inmediata pos desalojo en Guernica, configura un golpe transitorio a este reclamo.
Polarización a derecha y a izquierda también
En la dinámica política de nuestro país no se expresa solamente el gobierno, evidentemente. Los elementos de polarización y “polarización asimétrica” entre clases y fracciones de clases, se hacen presentes también. ¿Por qué hablamos de “polarización asimétrica”? Porque a lo largo del año el cuestionamiento al gobierno se ha expresado más por la derecha -banderazos y afines mediante-, que por la izquierda -sobre todo Guernica-.Con la excusa de la pandemia y la cuarentena las grandes organizaciones sindicales, piqueteras e, incluso, del movimiento de mujeres y estudiantiles, han jugado a la contención y a la pasividad. De esta manera, se ha dejado el campo expedito para que la derecha más rancia, la burguesía y la pequeño burguesía más reaccionaria (el otro ala de las clases medias es la “progre” pro K), se expresara en 8 banderazos nacionales que dan una imagen distorsionada de la realidad, como si sólo existiera el gobierno albertista-kirchnerista y la derecha. En un punto, esto le viene como anillo al dedo al albertismo y al kirchnerismo, que son maestros en jugar el juego de “no le hagas el juego a la derecha” cerrando el flanco izquierdo, mientras le ceden en todos los puntos principales y gobiernan de la mano del empresariado, los acreedores externos y el FMI.
La movilización de la derecha es la refracción nacional de un fenómeno internacional, además de tener bases propias en nuestro país. Internacional y regionalmente expresan un fenómeno variado que aquí sólo podemos señalar sumariamente, de rechazo-reacción en condiciones de vacas flacas a cualquier concesión a los sectores populares y de trabajadores;el rechazo cerrado a cualquier cuestionamiento a sus derechos adquiridos en las últimas décadas de imperio capitalista neoliberal universal[12]. Las raíces nacionales de este fenómeno están vinculadas sobre todo al movimiento campestre emergido en 2007/2008,movimiento que nunca salió de escena del todo siendo, por lo demás, base fundamental para el triunfo de Cambiemos en 2015. Lo criminal del caso, repetimos, es que al gobierno le gusta jugar el juego de la polarización con la derecha, y esto por dos razones: una, para cerrar cualquier desplazamiento por la izquierda y dos, por razones de disciplinamiento social: a lo largo de todo el año de lo más bochornoso ha sido el comportamiento de la burocracia sindical, piquetera y estudiantil, que no han movido un dedo para mantener abiertos los sindicatos –o para reclamar cualquier reclamo obrero y popular-dejándole la iniciativa ante la pandemia al gobierno y al Estado (¡esto amén de dejarles la calle libre a la derecha para sus reiteradas manifestaciones!). Sectores de la izquierda, incluso, han cedido al abordaje corporativo del “quédate en casa” y que los demás exploten, contribuyendo así a la desmovilización popular.
Vienen haciendo lo opuesto a lo que corresponde en casos de catástrofe sanitaria como esta, que es una orientación solidaria de ayuda mutua entre los de abajo, mostrándose que los trabajadores y trabajadoras son mucho más solidarios y eficientes para enfrentar una situación así que el Estado burgués. Pero también es cierto que el desborde por la izquierda amenazó y se concretó en cierta medida, con la ocupación en Guernica. Si lo de Facundo quedó como una inicial preocupación entre sectores kirchneristas y de la izquierda, y el caso Vicentin abochornó a más de un votante de Alberto, lo de Guernica fue un salto en calidad. La polarización fue creciendo y la divisa del gobierno terminó siendo muy clara: uno, no podían ni querían dejar pasar un cuestionamiento a la propiedad privada en pleno proceso de reafirmación-definición social-liberal del gobierno. Dos, les desagradaba y les desagrada que sectores de los de abajo tomen en sus manos la solución a los asuntos: para ellos la clase trabajadora es casi un objeto de caridad; no puede tener voluntad propia, ninguna iniciativa independiente.
En todo caso, sólo puede moverse encuadrada por las direcciones sindicales o piqueteras cooptadas por el Estado. De ahí que, en el límite, nunca se propusieran dar una respuesta real al reclamo de vivienda. Y no querían darla, simplemente, porque hubiera significado ofrecer un predio del tamaño del de Guernica, y para eso ya estaba la recuperación de Guernica. Esto amén del “efecto imitación” para otras ocupaciones que podía tener triunfo allí. De ahí que, finalmente, se impusiera represivamente la que fue la posición oficialista desde el primera día: Guernica debía ser desalojado a como dé. Y el “a cómo dé” fue con un operativo inmenso de 4000 efectivos que,además de tirar gases a mansalva y detener decenas de personas, entre ellas un joven compañero de nuestro partido, se encargó de pasar con topadoras por encima de las casillas y los sueños de muchísimas familias de poder tener una vivienda propia. Una imagen fuerte -que llegó a millones-que el de Alberto, Kicillof, Cristina y Massa no es un gobierno muy “progresista” que digamos; un inicio de la experiencia con el gobierno que si bien requerirá seguramente de nuevos capítulos para terminar decantando, podría haber marcado un antes y un después para amplios sectores populares.
Demás está decir, por otra parte, que nuestro partido se jugó entero por la recuperación del predio para los vecinos, que defendimos el rechazo a ese acta tramposa que pretendía vender su lucha por migajas y que, por lo demás, la militancia de nuestro partido sostuvo un acampe solidario permanente día y noche de casi un mes para acompañar la experiencia comunitaria y asamblearia-democrática de los vecinos y puso el cuerpo en los cortes de rutas y contra la represión –con nuestra compañera Manuela Castañeira a la cabeza, como ya hemos señalado y reflejaron los medios- cuando ésta finalmente se descargó contra los vecinos. Ahora mismo seguimos opinando que aunque sea difícil, hay que estar atentos a la posibilidad de recuperar parte del terreno desalojado.
Una aguda crisis de divisas
La coyuntura pos Guernica nos ofrece, quizás, una imagen distorsionada de la realidad del gobierno. Frenado transitoriamente el desborde por la izquierda, y con el respaldo de la visita del FMI, es probable se difumine en algo en estos días la contradicción básica que posiblemente marque toda su gestión: si desde el punto de vista de las relaciones de fuerzas el reaccionarismo de Macri se encontró con el golpe mortal (como lo reconoció él mismo en declaraciones semanas atrás) de diciembre 2017, desde el punto de vista económico no existen bases reales para una mediación de los asuntos: la dinámica parece estar condenada a episodios repetidos de polarización a derecha e izquierda y a crisis reiteradas que pueden socavar la gestión de Alberto como gobierno social-liberal, esto más allá de una u otra coyuntura.Al menos para países dependientes como el nuestro, la característica social-liberal parece una contradicción en los términos: si se es de libre mercado es difícil ser “social”; y si se es realmente social es muy difícil ser de libre mercado…
Esto nos lleva a la situación económica del país. Aquí tenemos dos o tres definiciones centrales para señalar. La primera es que difícilmente la economía pueda recuperarse incluso a los flacos niveles anteriores a la pandemia hasta que ésta no termine: este es un dato universal. La caída del producto será este año del orden del 11 o 12%, el desempleo ha alcanzado el 13%, la pobreza atañe al 40% de la población en la Argentina. Al mismo tiempo, como para “compensar” malamente esta realidad, el gobierno imprimió 1 millón de millones de pesos, algo así como 10.000 millones de dólares o, lo que es lo mismo, llevó el déficit fiscal a 8% del producto y, todo esto en un año que se pagó menos deuda que lo habitual (si se hubiera pagado más deuda los datos serían peores). El gobierno promete ahora reducir el déficit al 4.5% del PBI el año que viene y ha comenzado un ajuste económico que arranca, entre otras cosas, no solamente por eliminar los planes sociales de emergencia que había decretado sino, por lo demás -entre otras cosas además de reventar el salario real de estatales, docentes y sectores de salud y certificar paritarias a la baja en los sectores privados-por un cálculo jubilatorio a la baja, todo para beneplácito del Fondo[13].
Ahora bien: ¿qué ocurrirá si, de todos modos, la pandemia sigue y la multiplicidad de vacunas que hay en danza no funcionan o llegan tarde o no llegan a toda la población? El “veranito” actual está condenado a terminar en marzo y ahí habrá que ver realmente qué margen tiene el gobierno. Pero esta es sólo una cara de la crisis económica, crisis que remite a un problema de fondo: la carencia de divisas para funcionar. Más allá de los tecnicismos, lo concreto es que la moneda nacional, el peso, no tiene peso alguno, no tiene valor alguno fuera de los límites del país, y sólo sirve para las transacciones corrientes. Ya para el ahorro, el atesoramiento, las compras inmobiliarias, el giro de dividendos, el pago de importaciones y de deudas con el exterior, la fuga de divisas, etcétera, hacen falta dólares. Por lo demás, el país es bi-monetario, porque hasta los trabajadores y trabajadoras que quieren ahorrarse unos pesos saben que tienen que hacerlo en dólares, y por esto la compra de dólares ha sido bloqueada por el gobierno con un cepo al dólar ahorro que afecta exclusivamente a los de abajo[14].
Por otra parte, tan dolarizado está el país, y tal es la crisis de divisas, que el gobierno achicó en algo la brecha entre el oficial y las cotizaciones “paralelas” como el CCL y otras ofreciendo, precisamente, bonos en dólares atados a una determinada cotización del mismo que, si se efectivizara la devaluación que amenazaba semanas atrás (¡y podría volver a amenazar en cualquier momento!), significarían una pérdida millonaria para el Estado. Por lo demás, el factor estructural y recurrente es que el país no genera las divisas suficientes para funcionar y pagar las deudas. Hemos escrito en otras partes que el entramado industrial y productivo de la Argentina no es integral: todas las ramas de la producción y componentes que el país no produce, deben ser importados. Además, el creciente monopolio de las multinacionales en muchas ramas productivas del país, y el servicio recurrente de deuda externa sea a acreedores privados, sea al FMI o a otros organismos internacionales, también demanda divisas, y el problema es que sacando al agro que es superavitario en divisas, la industria y los servicios son deficitarios. Es decir: el problema remite, en definitiva, a la falta de mayor industrialización relativa del país y al bajo nivel de productividad relativa,dada la baja inversión capitalista privada y pública, y esto a pesar de una mano de obra que es bastante calificada y educada para el promedio mundial. Clase trabajadora que, por lo demás, más allá de las constantes devaluaciones y depreciaciones salariales y de la fragmentación y heterogeinización del mercado laboral, sigue teniendo un componente de importancia sindicalizado y una consistente tradición de lucha reivindicativa.
Si a esto le sumamos, repetimos, una clase capitalista que sólo piensa en las ganancias inmediatas, que no tiene visión estratégica, que no está dispuesta a ceder parte del plusvalor para aumentar la inversión productiva y la inversión en infraestructura (las condiciones generales de la acumulación capitalista las definiría Marx), el problema sólo puede expresarse como una crisis económica recurrente, a la cual hay que agregarle hoy el masivo endeudamiento dejado por el gobierno de Macri tanto con los acreedores-buitres privados, como con el FMI: 60.000 millones de dólares con los primeros, y algo en torno a los 44.000 millones de dólares con los segundos -a lo cual hay que sumarles intereses en ambos casos[15]-.
- Cuando la crisis económica se transforma en crisis social
Es esta crisis de divisas la que amenaza con agravar sustancialmente la crisis económica y social. De momento, el único punto de apoyo que parece haber encontrado el gobierno para estabilizar la economía es el Fondo Monetario Internacional. Los anuncios de un plazo de gracia por 4 años y medio son un engaño porque el Acuerdo de Facilidades Extendidas en el que entraría el país establece estatutariamente precisamente eso: es un acuerdo a diez años que compromete a la Argentina a reformas estructurales –contrarreformas como la jubilatoria y la laboral dejadas pendientes por Macri, entre otras-; a “crecer para pagar” y no para acumular o aumentar la inversión (de ahí el verso de Alberto de “crecer primero”) y que, por lo demás, ata duraderamente al país, una vez más, a los organismos financieros internacionales. Porque de eso se trata, en definitiva, el acuerdo con el Fondo: de un régimen de sumisión colonial; de un gobierno que queda tutelado por el organismo internacional[16].
En lo inmediato, claro está, es la única tabla de salvación que posee el gobierno en la medida que los mercados internacionales de crédito están clausurados. Se acordó con los bonistas un canje que no le trae un dólar al país(bonistas que incluso están pataleando que el valor de sus nuevos bonos cae porque crece el riesgo país…).Y, por lo demás, el nuevo acuerdo tampoco incluirá“fondos frescos” para fortalecer las reservas. En todo caso, les otorga a los inversores una determinada garantía de que el país no va a sacar los pies del plato, que las deudas se van a pagar, lo que podría hacer caer el riesgo país y facilitar en algo el crédito privado. Sin embargo, ninguna de estas medidas apuntan a resolver la carencia de divisas, cuestión que, en el fondo, remite al grado de industrialización relativa y a la baja productividad del país y, como está visto, a crisis recurrentes de divisas, endeudamiento y ajuste para afrontar los endeudamientos recurrentes como subproducto de la carencia de divisas genuinas.
La suma de la pandemia, la crisis económica y la falta de divisas han generado una situación que no es automático que se dé: una crisis social de proporciones crecientes. ¿Qué significa una crisis social? La traducción al plano de la vida de los explotados y oprimidos, de un sector variable y eventualmente creciente de ellos, no simplemente de una crisis por salarios bajos y súper explotación laboral, sino de una suerte de “crisis de exclusión”: una proporción sobre todo de la juventud trabajadora y de los sectores que han caído en la pobreza, que están laboralmente precarios, en negro, una parte de las familias obreras que carecen de vivienda, una circunstancia pandémica de exclusión del sistema educativo por no tener los elementos mínimos electrónicos de acceso a la educación virtual, una fracción creciente de la población económicamente activa que cae en la desocupación estructural. Una crisis social de este tipo se vivió a comienzos de los años 2000 y hoy, sin ser tan grave como aquella vez ni tener las mismas características, en cierto modo comienza a “reeditarse”, configurando una señal de alerta para los tiempos por venir[17].
Es en estas circunstancias que el FMI aparece como un “salvavidas de plomo” para el gobierno. En realidad, para el gobierno de Alberto aparece como un salvavidas tout court; como el único punto de apoyo tangible para evitar el marasmo económico. Sin embargo, su contenido para el país es lo opuesto: es, efectivamente, un “salvavidas” de plomo. Porque al dejar a la Argentina hipotecada y atada al Fondo por diez años, significa que lo sustancial del crecimiento económico y de la acumulación de divisas devengadas las ganancias empresarias no irán a ninguna perspectiva de acumulación y/o inversión en la formación de capital del país, sino a pagarla deuda externa. Un dato importante aquí es que la formación de capital no depende solamente de la inversión privada. La inversión en infraestructura, en rutas, en vías férreas, en educación, en salud, en puentes, en tendido eléctrico, de gas y agua potable, en cloacas, en 5G, internet, etcétera, etcétera, etcétera, depende de una inversión del Estado que queda, nuevamente, hipotecada. Quizás haya inversión en algunos nichos ya privatizados o mediantes lo que se llama “inversión público-privada” como en Vaca Muerta, yacimientos de gas, minería (en la mayoría de los casos “extractivista”; es decir, sin los cuidados ecológicos del caso), etcétera, pero eso redunda, en general, en súper ganancias para las multinacionales y no inversión estratégica para el país. Para nosotros es una verdad de Perogrullo. Pero subrayemos igualmente que ni la burguesía con sede en la Argentina, multinacional y “nacional”, ni tampoco este Estado capitalista dependiente,pueden desarrollar el país; una tarea que sólo podrán encarar los trabajadores y trabajadoras[18].
¿Qué significa esta caracterización en la coyuntura inmediata y mediata?Lo que señalamos más arriba: una base económica y social endeble para el ensayo centrista, social liberal de Alberto; bases endebles que pueden generar una dinámica a crisis recurrentes e impedir uno de los objetivos políticos postulados por el propio Alberto: garantizar la gobernabilidad y “cerrar la grieta”. Porque en condiciones económicas frágiles como las actuales, y en el actual contexto internacional y regional pandémico, de recesión económica y crisis geopolíticas, la dinámica es a la polarización de las contradicciones de clases y no a su atenuación.
¿Comienza la experiencia con el gobierno?
Vayamos ahora a la situación del movimiento de masas. Aquí se cruzan dos evaluaciones: una vinculada a las relaciones de fuerzas y otra más política. El grueso de la clase trabajadora está todavía como en “espera”. Ha crecido la bronca sobre todo por el salario y ahora crece la preocupación por el empleo y las jubilaciones. Además, como ya hemos señalado, la crisis económica y social se ha descargado con más dureza sobre los sectores más precarizados y generacionalmente jóvenes.
La conciencia sigue dominada por elementos reivindicativos y no se puede decir que se atraviese por un gran proceso de politización. Sin embargo, es probable que entre determinados sectores esté comenzando la experiencia con el gobierno. Obviamente, las direcciones sindicales –todas ellas adscriptas al oficialismo- se han jugado a la contención, a no movilizar, a que no se desarrolle ninguna experiencia. Se ha justificado todo con la pandemia y la preocupación dominante entre los sectores en blanco no ha sidotanto el salario o el empleo,sino la enfermedad. Sin embargo, la propia pandemia destacó un sector dinámico, que fue el que siguió en las calles durante las cuarentenas y llegó para quedarse:todo un sector de la juventud trabajadora que siguió trabajando para garantizarle a la sociedad ciertos servicios esenciales.Un sector que, a pesar de las condiciones precarias de contratación, de que muchas veces no visualizan “patronal” alguna, que las empresas no tienen sede física donde reclamar, que son pasto de ideologías de que “no serían trabajadores sino personal independiente”,etcétera, ha tenido creciente presencia y dinamismo.
Un lugar en el cual podríamos incluir a los jóvenes trabajadores y trabajadoras de reparto, de los call centers, de comidas rápidas, etcétera. Una derivación de esto, pero que configura otro sector, son los vecinos y vecinas que han estado en Guernica y demás ocupaciones de tierras. A diferencia de los movimientos de desocupados tradicionales,sus participantes son generacionalmente más jóvenes y muchos de ellos, a pesar de no tener vivienda, no expresan un desempleo “estructural” sino, más bien, los despidos en el primer cordón de la precariedad subproducto de la pandemia y la crisis. De ahí, por ejemplo, que en Guernica hayamos apreciado integrantes del sector gastronómico.
Nada de esto hace fácil hacer pie en este sector en la medida que está extendido territorialmente y expresa una gran atomización; menos aún para una organización incipiente de vanguardia como es nuestro partido. De cualquier manera, y yendo al terreno sindical, algunas provincias vienen expresando un mayor nivel de actividad, como es el caso de Córdoba con el fuerte conflicto de los municipales, de los sectores de la salud, anteriormente de los colectiveros, etcétera, y es de esperar que entre los trabajadores sindicalizados se vayan dinamizando las cosas en el próximo período, al hacerse más cuesta arriba el deterioro salarial y del empleo que se viene.
A esto hay que sumarle la juventud en general, que sin bien no ha sido actor como movimiento estudiantil porque los lugares de estudio han estado cerrados, se expresa no solamente como juventud precarizada como ya hemos visto y es estratégico –la capa más dinámica entre todos los sectores de trabajadores-, sino las pibas que integran la marea verde, así como la juventud que se expresa por el clima en defensa de los humedales en Rosario, la sensibilidad ecológica que tiene varios años ya en Córdoba y una creciente dinámica nacional contra el acuerdo porcino con China, etcétera.
Claro que, de cualquier manera, los trabajadores industriales siguen siendo lo más estratégico, en lo que más hay que vigilar la construcción del partido y nuestra corriente sindical, un sector donde, por lo demás, por ejemplo en el caso del SUTNA Córdoba, ha habido determinados procesos reivindicativos aun en plena pandemia. Y podría dinamizarse si es que comienzan los despidos –una dinámica contradictoria asociada al salario y el empleo que muchas veces se anulan, pero otras explotan[19]-. Ya desde el punto de vista político hay que ver hasta dónde llega el repudio por la represión en Guernica. Es factible que para un sector de los trabajadores y la juventud,sea el comienzo de una experiencia con el gobierno. En un sector de la base kirchnerista “compiten” dos sentimientos encontrados: por un lado, la sensibilidad democrática que lleva a repudiar semejante represión sobre los sectores más desamparados. Y por el otro, el posibilismo ambiente que no ha sido superado y le justifica todo al gobierno.Por ejemplo, a estas horas y mientras se somete a la tutela del FMI, larga una campaña por el falso “impuesto a la riqueza” que no es más que una operación mediática y tramposa. En total, el balance del año ha venido horadandolentamente una parte de la base electoral del oficialismo, pero no sabemos hasta qué punto. El año aún no termina tampoco y no se sabe todavía los alcances reales que tendrá la presentación oficialista por el derecho al aborto; hasta qué punto podrá polarizarse callejeramente la cosa y cuán fiel –o no- será el Proyecto “de Alberto” en relación al de la Campaña discutido en el 2018.
Por lo demás, y este es un punto clave, ninguna experiencia con el gobierno se procesará realmente en un terreno “frío”, puramente electoral. Hacen falta acontecimientos “calientes” de la lucha de clases para que se procese una ruptura por la izquierda con el peronismo, el reformismo y el régimen en general. En estas condiciones, podría procesarse una ruptura de un sector de las masas hacia la izquierda, ruptura que se amenaza con las broncas contra este tipo de gobiernos pero que requiere de un ascenso de la lucha de clases para terminar de decantar. Esta cuestión es central por dos aspectos: primero, ningún proceso en la conciencia de las masas se procesará en el aire, “gaseosamente”, sin algún vínculo con un salto en la lucha de clases[20]. Y, segundo, incluso con una lucha de clases más dinámica,tampoco es tan sencillo procesar una radicalización: la izquierda revolucionaria tiene que aparecer como polo político y militante independiente y construir sus partidos. La izquierda trotskista es la única oposición política por izquierda en nuestro país. Pero también es cierto que no conforma ningún frente común para la lucha, lo que es un grave déficit.
El desafío de pelear por la ruptura de una franja de masas
Antes de pasar a la situación de la izquierda, detengámonos en una reflexión general sobre la dinámica. La Argentina vive una etapa única que unifica los desarrollos desde la rebelión popular del Argentinazo –esto más allá de todas las desigualdades-. En ella se sentaron relaciones de fuerzas y una serie de experiencias de lucha independientes que,continuándose con algunos mojones en las últimas dos décadas configuran, en total, una gran experiencia de lucha y política de amplios sectores.
Es verdad que el grueso de la clase trabajadora y de las masas populares no rompieron su encuadramiento en las organizaciones tradicionales sindicales y políticas (burocracia y peronismo, para decirlo someramente); no se ha logrado romper con la conciencia reivindicativa general ni avanzar en una perspectiva anticapitalista. Pero también es cierto que la izquierda ha logrado cierta “visibilización” y presencia en una capa minoritaria pero real de los explotados y oprimidos, así como se han llevado adelante una serie de experiencias de lucha y organización independientes de la cual hemos sido protagonistas. Experiencias que constituyen una acumulación que no ha sido cortada,sencillamente porque las relaciones de fuerzas conquistadas veinte años atrás, en términos generales,siguen presentes.
Experiencias de la recomposición obrera como las de FATE y el SUTNA, Gestamp, Lear, Kraft, varias de ellas con el protagonismo de nuestro partido, no han vuelto en los últimos tiempos pero siguen latentes sin que haya una derrota general en el proletariado industrial más allá de cierta pasividad[21]. Por su parte, la pandemia ha traído a primer plano la necesidad de organizar a los sectores de la juventud precarizada una experiencia riquísima que estamos encarando desde nuestra agrupación “Jóvenes Trabajadores Precarizados”, que reúne tanto trabajadores y trabajadoras de reparto, como de call centers, etcétera. La cuestión de la organización del sector desde abajo, de la puesta en pie de las “paradas”, de ir a la formación de sindicatos simplemente inscriptos como paso inicial organizador, etcétera, está puesta a la orden del día.
Por otra parte, Guernica también expresó un cierto “retorno” del movimiento de desocupados pero en un nivel superior, con un programa superior, el programa de la tierra, con una composición social joven, con protagonismo de las mujeres y el método de la asamblea de base que cuestiona en cierto modo el rutinarismo y conservadurismo de los grandes movimientos piqueteros, movimientos donde impera el dictatum de la administración de los planes y una relación permanente con el Estado alrededor de un programa ultra mínimo: los planes sociales; programa que los pasiviza, los coopta y les quita carácter disruptivo. La recuperación de fábricas tiene expresiones hoy como la fábrica de alfajores La Nirva en La Matanza (donde el partido está acompañando la experiencia), o Ansabo y Gotán en la Zona Sur del Gran Buenos Aires. En general, en estas experiencias ha sido difícil pasar del reclamo de la cooperativa, visto como más factible, a la estatización bajo control obrero. Además, dado su aislamiento, las cooperativas terminan muchas veces agotándose como se puede ver, lamentablemente, en el cierre del Hotel Bauen. De todos modos, estamos en contra de abordar estas experiencias con esquematismos. Nuestro programa es la estatización bajo control o gestión obrera. Pero debemos acompañar las experiencias de las cooperativas aunque siendo claros de cuál es el rumbo programático que creemos deberían tomar.
Sumándole a esto, tenemos los grandes movimientos de masas del movimiento de mujeres como el #NiUnaMenos y la marea verde por el derecho al aborto, este último amenazando con volver a partir de la reapertura del debate por el derecho al aborto y donde contamos con una organización muy prestigiada en el sector como Las Rojas. Lógicamente por la pandemia, y también por la acción encuadradora de las direcciones sindicales afines al gobierno, la movilización en los grandes gremios nacionales se ha encontrado más mediatizada, aunque han habido variados procesos en el sector de la salud incluso con algunos desbordes (por elementos sanitarios de trabajo, protocolos, reconocimiento profesional y salarios), caravanas entre los docentes, conatos de rebeldía en los choferes de la UTA (particularmente en el interior del país), lo ya señalado de los municipales de Córdoba y también Luz y Fuerza contra la privatización, la dura pelea de los mineros de Andacollo en Neuquén (que acompañamos día y noche con nuestro partido), reclamos por protocolo sanitario en fábricas como FATE y Kraft, paros parciales en hipermercados (atentos que se ha abierto un proceso en Comercio), el frigorífico Penta en Quilmes,cierto desborde también entre los petroleros en La Plata (otro sector estratégico, el de la energía), etcétera, aunque mayormente el núcleo de la clase trabajadora ocupada, sus “batallones pesados”, son los que vienen más atrás en su maduración sindical y política[22].
De todos modos, la izquierda tiene posiciones en los más variados gremios públicos y privados, y nuestro partido viene dando avances en su trabajo sindical a partir de la constitución de nuestra Corriente Sindical 18 de Diciembre terreno en el cual, por lo demás, tenemos una disputa con la orientación electoralista del PTS-MST, que intentan transformar el Plenario Sindical Combativo que integramos todos en una colateral del FIT-U y, por otra parte, la orientación sindicalista del PO-IS, que no da una pelea revolucionaria en los sindicatos que controla (SUTNA, Unión Ferroviaria, SUTEBA La Matanza, fundamentalmente) para sacarlos de una lógica puramente reivindicativa. En el terreno político y electoral la izquierda ha logrado cierta representación política minoritaria y, con sumas y restas, tiene cierta acumulación orgánica entre sectores de vanguardia de los trabajadores, las mujeres y la juventud, como acabamos de ver, acumulación que es una conquista de importancia para la eventualidad que se abra una crisis general. El millón de votos promedio entre el FIT-U y el Nuevo MAS, los cargos parlamentarios de los primeros pero también las figuras que hemos ido conquistando extra parlamentariamente desde nuestro partido, sumados a la inserción orgánica, configuran una acumulación real para poder disputar en caso de que se agudice la lucha de clases; lucha de clases agudizada sin la cual no puede haber ruptura orgánica de masas con el peronismo.
Las condiciones internacionales, regionales y nacionales, que tienden a una polarización de los desarrollos, y también eventualmente a elementos de radicalidad anticapitalistas, sumado a la vigencia de las relaciones de fuerzas del Argentinazo, abren grandes posibilidades para la transformación de nuestros partidos en sólidos partidos de vanguardia; en nuestro caso para redoblar los esfuerzos en pasar de una amplia organización todavía de propaganda a una incipiente organización de vanguardia. Y esto en las condiciones donde la “tabla de posiciones” en la izquierda está en movimiento por la crisis histórica del Partido Obrero, pero no existe ninguna hegemonía consolidada y es muy difícil que se repita un escenario como fue el del Viejo MAS en los años 1980, cuando dicho partido sí había saldado la hegemonía y tenía una base real entre los trabajadores que hoy todavía ninguna fuerza de la izquierda posee. Haciéndonos fuertes entre la juventud y la juventud estudiantil, la juventud trabajadora, los trabajadores y trabajadoras más concentrados, el movimiento de mujeres, etcétera, además de la territorialidad y legalidades crecientes, y el desarrollo de nuestras figuras políticas, la participación en los medios masivos de comunicación, las redes sociales, nuestro portal izquierda web -que viene creciendo en audiencia con mucho esfuerzo- y en el trabajo persona a persona en la vanguardia con nuestro periódico, tenemos la posibilidad de concretar organizativamente lo que ya se está viendo en materia política: que el Nuevo MAS es una organización que está en ascenso, como reconocen muchos sectores[23].
La crisisdel Partido Obrero y la deriva oportunista del FIT-U
Está claro que el desarrollo de la izquierda va a estar vinculado a dos vectores: a) los sectores que vayan procesando una ruptura por la izquierda con el gobierno entre los trabajadores, la juventud y los sectores progresistas con un momento de la experiencia alrededor del desalojo represivo en Guernica y que ahora el gobierno quiere contrapesar con el hipócrita y macartista show del “impuesto a la riqueza” y b) un segundo vector vinculado a la lucha de clases directa que se vaya desarrollando y que, hasta ahora, como ya hemos dicho, tuvo su pico en la experiencia de Guernica y algunos otros procesos, pero que ahora con el levantamiento de la ASPO podrían comenzar a desarrollarse.
Por lo demás, nos interesa hacer ahora una caracterización de la situación de la izquierda,sobre todo de las enseñanzas universales que está dejando la profunda crisis del Partido Obrero[24]. Sintetizando aspectos que hemos señalado anteriormente, se trata de una crisis doble. Primero, una crisis más general vinculada a la falta de balance histórico de las revoluciones del siglo XX.A una tradición de abordaje objetivista de los desarrollos heredado de una suerte de trotskismo economicista vulgar,donde los factores subjetivos estratégicos de la lucha de clases, programa y partido, tienen en definitiva un peso puramente decorativo; una pérdida de vista del carácter marginal que ha tenido nuestro movimiento a lo largo de muchas décadas, lo que ha dado lugar a criterios de dirección caprichosos y “personalistas”, es decir, donde la política y la autoridad libremente ganada quedan en cierto modo soslayados, todos aspectos vinculados a la falta de balance más estratégico.Es decir: un conservadurismo teórico que ha llevado a la crisis de dos grandes corrientes latinoamericanas como el PSTU y el PO en la última etapa, amén de caracterizar también a formaciones como el PTS en nuestro país. Pero aquí queremos detenernos en la otra cara de la moneda: el carácter de crisis del oportunismo que tiene la crisis del PO.
¿Qué es una crisis del oportunismo? Una crisis que se sigue de todo un conjunto de elementos de adaptación al régimen político y el Estado que se hacen valer de manera no abierta sino insensiblemente y van mellando el carácter combativo de nuestros partidos. El problema general aquí es que los logros inmediatos, la aspiración a conquistas inmediatas, se hace a expensas de las perspectivas generales. Dar la batalla por dirigir organizaciones de masas como los sindicatos e, incluso, lograr influencia política entre las masas, es decisivo si se quiere pelear por la revolución; lo opuesto sería una vocación de marginalidad. Sin dirigir a una fracción de la clase obrera, de los trabajadores en general, sin hacer pie en las organizaciones sindicales, sin ser una potencia en la juventud, en el movimiento de mujeres, sin lograr una representación parlamentaria real, es muy difícil estar en condiciones de ser un punto de referencia dirigente cuando estallan las grandes crisis revolucionarias. Pero el problema es que cada paso que damos hacia influenciar más amplios sectores –un desafío frente al cual no hay atajos sectarios, repetimos-, hay que vigilar que no se transforme en un fin en sí mismo; conservar siempre las líneas de tensión de la perspectiva revolucionaria.
El PO se ha adaptado demasiado a una práctica reivindicativa de bajo vuelo desligada de revolucionar las organizaciones sindicales, acumuló rentados a mansalva en la FUBA considerando la manutención de dicho aparato a como dé como una tabla de salvación, está atado al carro del FIT-U y los cargos parlamentarios como una cuestión de vida o muerte, hizo demasiados pronósticos auto-proclamatorios que sólo terminaron posteriormente en la desmoralización de la militancia(recordemos el auto bombo de “Salta la troska”), se adaptó crudamente a la administración burocrática del movimiento piqueteros con sus integrantes atados a la obligación de marchar por un plan, etcétera, etcétera, etcétera, todos aspectos que mellaron el perfil combativo de su organización, cargándose de rutinarismo y administración[25].
Desde ya que la falta de cualquier balance en las dos fracciones en las cuales se dividió el PO, sólo puede agravar la crisis y el vaciamiento de ambas. Pero esto mismo nos lleva a la evaluación del FIT-U. Las relaciones de fuerzas en su interior se han modificado con una prevalencia actualmente del PTSen frente único con el MST… la organización más oportunista del trotskismo argentino.Sin embargo, ninguna corriente es hegemónica dentro de la izquierda o siquiera dominante; la crisis del PO ha abierto, más bien, una suerte de “lucha de todos contra todos”[26]. En cualquier caso, siempre sostuvimos que en la medida que el FIT es un frente electoral de independencia de clases, desde ese punto de vista no deja de ser progresivo. Sin embargo, desde su fundación –excluyéndonos- 10 años atrás, ha involucionado de manera oportunista.
Ha ido transformándose en una cooperativa electoral cada vez más cristalizada y desbalanceada hacia la derecha, incapaz orgánicamente de hacer cualquier otra cosa que no sea intervenir en la campaña electoral para repartirse los cargos que eventualmente se pudieran obtener. Lo que ocurre aquí es que lo que no avanza, retrocede; nada es estático en la vida política, social o natural. Y el FIT-U no ha avanzado hacia ningún lado salvo, por ejemplo, hacer falsas “conferencias internacionales” desde las pampas para discutir los problemas del mundo sin que se llegue, realmente, a ninguna parte, ni se atraiga, por lo tanto, a ningún sector real de la vanguardia internacional. En el fondo, el FIT-U no es mucho más que la vía de proyección política en su momento del PO y hoy del PTS. Esto en sí mismo no está mal (el pretender ser hegemónico en la izquierda), pero no significa ningún grado de objetividad ni justificación que no sea la pelea por un voto de independencia de clase, algo que también hacemos desde nuestro partido. Por nuestra parte, aunque la eventual subsistencia del FIT-U sea un elemento mediador para nuestro desarrollo -razón por la cual el PTS ha buscado siempre obstaculizar nuestro ingreso-, amplios sectores de vanguardia se han resignado frente al mismo;han perdido confianza en que pueda significar algo más que una cooperativa electoral de ocasión.
Y el hecho es que desde el terreno concreto de la lucha de clases y también desde la propia palestra electoral y los medios, nuestro partido está apareciendo como una alternativa frente a sectores crecientes de la vanguardia que ven la acumulación de elementos de oportunismo y adaptación en las fuerzas que integran el FIT-U; en todas. La respuesta mayormente corporativa a la pandemia, o sólo por las redes sociales, por oposición al carácter activo que intentó mantener nuestro partido, la presencialidad de nuestras actividades contra toda la izquierda que llamaba a “quedarse en casa” de manera incondicional; es decir, no por razones sanitarias sino más allá, por razones de pasividad, la amplia campaña de solidaridad que pusimos en marcha en los primeros meses de la misma, nos prestigiaron frente a importantes sectores que reivindican nuestra actividad[27].
Dentro de este contexto, como hemos dicho, la experiencia de Guernica fue la más importante de la lucha de clases en el año. Acampamos un mes con los vecinos, nos jugamos en cada corte y en el desalojo, estuvimos con Manuela Castañeira en persona en el lugar de los hechos para rechazar y denunciar la represión, y sostuvimos una política revolucionaria cuestionando la propiedad privada con nuestra principal figura, una de las figuras principales de la izquierda hoy a pesar de no tener cargo alguno. Y metimos presión por la izquierda para que se rechace lo que era una entregada: el retiro del barrio La Unión por donde iba a entrar y entró finalmente la represión, dejando al resto de los vecinos merced a Berni, Larroque y Kicillof[28].
Si bien la represión se impuso finalmente, esto ocurrió no sin resistencia y haciéndole pagar un alto costo político a un gobierno que tomó la experiencia de Guernica no para dar cualquier satisfacción al reclamo popular de vivienda, sino para demostrarle a la patronal que defiende incondicionalmente la propiedad privada. En todo caso, todavía es prematuro para discutir acerca de cuestiones tácticas hacia las elecciones del 2021. Siquiera está claro si regirán las PASO o no, aunque lo más probable es que se mantengan las internas proscriptivas. Dentro del FIT-U la pelea por los cargos ya guía el desarrollo de todos sus integrantes pero, en todo caso, una campaña electoral se puede largar -cuando corresponda- con nuestros ejes políticos para la coyuntura, dejando las cuestiones tácticas abiertas para resolverlas cuando corresponda.
Abajo la tutela del FMI. No al pago de la deuda externa y el ajuste. Tierras para la vivienda y no para los capitalistas inmobiliarios. Aborto legal ya sin objeción de conciencia. Castigo a los responsables del asesinato de Facundo Castro. El capitalismo no va más
Veamos ahora las cuestiones de programa y política para el próximo período. Sin duda alguna el primer elemento en estos momentos y que va a teñir los próximos meses con un nuevo ajuste económico,es el acuerdo con el FMI. Como ya señalamos,significa un tutelaje por los próximos 10 años que subraya el carácter dependiente del país. Es decir: no está resuelta una tarea pendiente heredada de los límites de la “revolución burguesa” en la Argentina,que debería haber hecho delpaís una nación independiente que resuelve su política económica de manera soberana.
Esto no lo garantizó en su momento el nacionalismo burgués peronista, y menos lo va a hacer ahora cuando hace décadas que se ha transformado en un partido burgués sin ninguna veleidad real antiimperialista. Parte de esto mismo es la enseñanza acumulada por casi 40 años de pelea por el no pago de la deuda externa, de que ésta no es una mera tarea “reivindicativa” o sencilla,sino una tarea revolucionaria cuyo carácter radical ha crecido con el paso de los años.Esto es así dada la interconexión que significa hoy la economía y las finanzas internacionales y el agravamiento de la subordinación de los países dependientes a los mercados de crédito internacionales. La cuestión aquí es que el no pago de la deuda es un no pago soberano en el sentido que, para no pagar, hace falta una ruptura con la continuidad del Estado. Ruptura que en las condiciones de este siglo XXI, sólo puede ser revolucionaria y encabezada por la clase obrera (y no por ninguna inexistente “burguesía nacional”). La demostración de esto es, por lo demás, el hecho subrayado por los medios más serios de que más allá de cualquier otro matiz en el Frente de Todos, entre Alberto, Cristina y Massa, en lo que tiene que ver con el pago de la deuda externa y las relaciones con el FMI, existe un consenso total. Una cuestión que no hace más que seguir la huella de lo actuado por Néstor Kirchner, que en su momento le pagó dólar por dólar de la deuda pendiente con el Fondo[29].
El acuerdo de facilidades extendidas con el Fondo significará una tutela incrementada.De ahí que nuestra posición sea muy clara: el rechazo liso y llano a un arreglo que el gobierno va a intentar legitimar en el Congreso Nacional con la votación unánime del oficialismo y la oposición de derecha que, lógicamente, va a votar el sometimiento a dos manos y al cual le van a agregar como maniobra el famoso “impuesto a la fortuna”, que no es más que una estafa porque lo poco que le “sacarían” con una mano a algunos sectores pudientes, se lo devuelven y con creces con la otra. En segundo lugar, viene todo el programa de rechazo a las condicionalidades de este acuerdo que tienen que ver con el congelamiento salarial en el Estado, la reducción presupuestaria para la salud y la educación, las contrarreformas laboral y jubilatoria, también la contrarreforma tributaria que busca eliminar más impuestos directos a las patronales y el capital y aumentar los impuestos indirectos, como el IVA, que ya son altísimos en nuestro país. El no pago de la deuda externa y el rechazo al ajuste que el nuevo acuerdo significa son como un “paquete” unificado que va a guiar nuestra política en el próximo período, asociado también al rechazo al cepo al “dólar ahorro”, la lucha por verdaderos impuestos progresivos a los capitalistas y el impulso de la nacionalización de la banca y el comercio exterior incluyendo en esto el monopolio estatal del comercio de granos y aceites.
Pero esto se vincula a una cuestión más de fondo que es el cuestionamiento a aspectos centrales del capitalismo. Dicho así, tout court, puede parecer abstracto… hasta que aparecen reclamos como el de la vivienda y la propiedad de la tierra, que ponen sobre la mesa el cuestionamiento a la propiedad privada, como hemos visto en Guernica y demás ocupaciones. En las condiciones de la crisis económica y social pandémica, de la polarización de los desarrollos, de la falta de base material para determinadas mediciones, los problemas de la propiedad privada capitalista y territorial se pueden poner de presente colocando el problema de que las necesidades sociales están por encima de los derechos de la propiedad de los ricos y privilegiados e insistiendo en el planteo de obras públicas para poner en pie planes de vivienda dignos de tal nombre. Estos tres elementos son bastante estructurantes para nuestro programa y política en el período que viene, expresándose incluso en el caso Vicentin el problema de la propiedad más allá del retroceso en chancletas del gobierno: ante el vaciamiento de las empresas por estafa, crisis o lo que sea, hay que plantear la expropiación, la estatización bajo control y/o la administración obrera (sin excluir la cooperativización donde los trabajadores lo decidan[30]).
En cuarto lugar, están todos los reclamos reivindicativos cotidianos de salario, rechazo a los despidos y suspensiones, la lucha contra la precariedad laboral, la exigencia de pase a planta permanente, el derecho a la sindicalización de trabajadores como los de reparto y call centers, la pelea contra la burocracia sindical en los sindicatos y por la democracia de las bases, etcétera. Es decir, todo el paquete de luchas reivindicativas y cotidianas económicas y sindicales de la clase trabajadora, de la cual también hace parte el reclamo de renta básica o salario básico universal acorde con la canasta familiar que le ponga un piso al salario y paritarias libres y democráticas con salarios indexados mensualmente según la inflación, así como la construcción en todos los gremios de corrientes sindicales clasistas y la puesta en pie de nuestra Corriente Sindical 18 de Diciembre. En quinto lugar, tenemos la pelea por presupuesto para salud y educación además del programa específico para la pandemia de comités de higiene y seguridad en todos los lugares de trabajo. En materia de la salud ha sido una vergüenza las migajas que le han dado –¡y en muchos casos ni eso!- al personal de la salud en general, además de la falta de indemnizaciones justas por el fallecimiento de trabajadores del sector por Covid-19.
En el caso de la educación, el reclamo de presupuesto es crucial para poder volver a clases presenciales en el 2021 (ad-referéndum que no se venga una ola de súper contagios). La presencialidad también debe ser nuestra divisa el año entrante en las universidades con la exigencia de presupuesto para poder volver. En sexto lugar y al rojo vivo en la coyuntura,está el reclamo de aborto legal sin objeción de conciencia, apostar a que la marea verde vuelva a salir a las calles y que se apruebe el Proyecto de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto (no entramos en más detalles acá porque la cuestión está en pleno desarrollo al cierre de este documento). Séptimo está el programa democrático por el castigo a los autores materiales y políticos del asesinato seguido de muerte de Facundo Castro, la lucha contra la impunidad en los casos de gatillo fácil, el rechazo a los desalojos represivos de las ocupaciones de tierras como en Guernica, así como el reclamo del reconocimiento de las tierras ancestrales de la comunidad mapuche en el sur del país. Rechazamos también la capitulación del gobierno frente a los reclamos “salariales” de la Bonaerense y llamamos a la movilización popular contra cualquier intento de poner en pie una “mesa de enlace militar” y cualquier intento reaccionario y fascistoide por el estilo, así como rechazamos categóricamente la formación de “sindicatos” policiales: los policías no son trabajadores; su ocupación es mantener a raya a los trabajadores y demás sectores populares. En octavo lugar, parte fundamental de nuestro programa hoy y de manera creciente es la pelea contra la destrucción capitalista del medio ambiente: la defensa de los humedales en los ríos Paraná y Uruguay, contra el acuerdo porcino con China, contra los agrotóxicos, contra el método del fracking, contra la mega minería contaminante. Todo esto vinculado a un programa que preserve la fuerza de trabajo y que vincule el programa reivindicativo en cada caso con una perspectiva anticapitalista y de centralidad de la clase obrera como aliado fundamental[31].
En total, todo nuestro programa cuestiona el posibilismo ambiente desde una perspectiva anticapitalista y se corona con la perspectiva estratégica de un gobierno de los trabajadores y el socialismo, así como el impulso de la movilización extra parlamentaria, la organización por abajo e independiente de los trabajadores, la juventud y las mujeres, la coordinación de las luchasy todos aquellos puntos de apoyo alternativos al Estado existente que puedan ser una palanca para impulsar la movilización y el desborde a las direcciones tradicionales.
Un partido en ascenso
Para finalizar este documento queremos hacer algunas referencias a la construcción de nuestro partido. Los parámetros más generales de nuestra actuación ya los hemos señalado. Uno, el gobierno siente una presión desde la izquierda de proporciones variables según la coyuntura. Sin embargo, que se produzca una ruptura de una franja de masas hacia la izquierda depende de una agudización de la lucha de clases. Cuando cerramos este texto, el gobierno viene de montar una enorme cortina de humo alrededor del falso “impuesto a la riqueza” para cubrirse por el bochorno represivo en Guernica y también el profundo ajuste que está pactando con el Fondo. Dos, el partido actúa en el marco del resto de la izquierda y hemos señalado ya que en el seno de la misma no existe una hegemonía establecida por ninguna fuerza sino, más bien, una circunstancia de “guerra de todos contra todos”, a partir de la división del PO por la vacancia dejada por esta organización. El FIT-U constituye un cierto polo de atracción del voto de la izquierda, pero a pesar de que estamos fuera de él, hemos logrado abrirnos paso y avanzar, tanto en instalación como en materia constructiva. La izquierda en nuestro país está visibilizada como un sector político independiente del gobierno y la oposición patronal; una oposición por la izquierda expresión de una franja amplia de vanguardia y/o minoritaria de masas en materia política y electoral, aunque en materia orgánica nuestro peso conjunto es de amplia vanguardia.
Una vanguardia amplia que se fortalece cuando la lucha de clases dice presente como en el caso de Guernica, por ejemplo. De alguna manera, estos son los parámetros generales que enmarcan nuestra construcción: los desarrollos generales de la lucha de clases y la experiencia que se vaya realizando por la izquierda con el gobierno, así como el proceso en la izquierda misma. En este sentido, en la izquierda ha habido movimientos en la “tabla de posiciones”, pero es difícil establecer jerarquías claras porque se mezclan criterios opuestos: una cosa son las organizaciones que cuentan con una construcción militante propiamente dicha, y otra aquéllas que suman número con los movimientos sociales pero mezclando principios constructivos opuestos: una cosa es ser integrante de un movimiento social; otra completamente distinta es ser militante de un partido revolucionario.
La cuestión es que aquellas organizaciones que mezclan los criterios constructivos no expresan una construcción militante orgánica, sino epidérmica; tienen poca densidad hacia los trabajadores/as y la juventud[32]. Dentro de este contexto, nuestro partido está construyéndose en todos los frentes de la amplia vanguardia: la juventud estudiantil, la juventud trabajadora, los trabajadores y trabajadoras de varios gremios, el movimiento de mujeres, la conquista de una decena y media de legalidades, la construcción de figuras nacionales y en los distritos, así como el trabajo de medios y redes sociales, el trabajo con izquierda web al tiempo que sostenemos el periódico papel para el trabajo en la vanguardia, la lucha ambiental, una elaboración teórica y estratégica sostenida en el tiempo y con una clara identidad propia, etcétera. En casi todos estos terrenos venimos poniendo en pie agrupaciones propias. Nuestro mayor déficit está en el terreno orgánico de la clase obrera –lo más estratégico- y, subordinado a esto, en materia de una territorialidad todavía limitada, aunque hemos tenido avances en ambos frentes. Por lo demás, la territorialidad sólo se puede acometer realmente cuando la organización tiene correctamente resueltas sus leyes constructivas orgánicas en la vanguardia; caso contrario el partido se desfigura y diluye su carácter de partido de vanguardia.
De ahí que en este Plenario vamos a reafirmar nuestras leyes constructivas, siguiendo apostando a transformarnos en una potencia en la juventud estudiantil en todo el país y dar un salto cualitativo entre la juventud trabajadora y los trabajadores y trabajadoras en general (rubro en los que hemos avanzado en este año pandémico mediante nuestra Corriente Sindical 18 de Diciembre y nuestra agrupación de Jóvenes Trabajadores Precarizados, así como con nuestra agrupación docente Lista Gris Carlos Fuentealba y otras). Por lo demás, hay que dejar asentado que la crisis del PO y las inercias oportunistas del FIT-U, están produciendo cierta “redistribución” de cuadros en el seno de la izquierda; compañeros y compañeras experimentados que buscan nuevas perspectivas, varios de los cuales comienzan a acercarse a nuestro partido.
Y queremos subrayar otro aspecto de importancia: aun estando fuera del FIT-U y teniendo mucho menos aparato y financiamiento, la coherencia a lo largo de años alrededor de nuestra política y la apuesta sistemática por leyes constructivas militantes,están haciendo de nuestro partido –en materia de militancia socialista revolucionaria- una de las corrientes más dinámicas, si bien la acumulación constructiva sigue siendo una dura pelea y es, sobre todo, extremadamente juvenil, lo que tiene sus pros y sus contras: un enorme dinamismo pero también falta de experiencia.Más allá de esto, la coherencia y fortaleza política de nuestro partido, sumado a todo lo anterior,configuran al Nuevo MAS como una organización en ascenso, lo que se expresa en el carácter militante del partido, el entusiasmo en cada actividad, en cómo el partido se la jugó con la solidaridad en la pandemia, el compromiso que mostramos junto a los vecinos de Guernica, el aporte militante en la pelea que se viene ahora por el derecho al aborto sin objeción de conciencia, etcétera. Vamos a un Plenario Nacional en medio de las condiciones pandémicas, lo que inevitablemente le va a dar un carácter especial. Sin embargo, pretendemos que este texto sea discutido en todos los organismos de nuestro partido,así como con todos los nuevos aspirantes y simpatizantes e, incluso, lo ponemos a disposición para el debate con las demás organizaciones de la izquierda. Queremos un debate a fondo que ayude a prepararnos para las enormes peleas que están por delante y para dar un salto en nuestra construcción,transformando al Nuevo MAS en una de las principales organizaciones de la izquierda en nuestro país.
[1]La primera oleada tuvo como sede Latinoamérica a comienzos de los años 2000 y la segunda ya se extendió más universalmente y cuyo centro fue la Primavera Árabe. La tercera oleada se abrió el año pasado en puntos tan disimiles como El Líbano, Chile y otros rincones del plantea, y con la rebelión antirracista en los Estados Unidos se transformó en un fenómeno universal.
[2]En el voto popular Biden aventaja a Trump por unos 5 millones de votos, aunque tanto el primero como el segundo acaban de hacer la primera y segunda elección histórica en números.
[3]Señalemos, de paso, que la rebelión antirracista expresa cierta acumulación de experiencias en los últimos años en los Estados Unidos que vienen desde la histórica movilización de Seattle a finales de 1999, el paro latino de años atrás, los Indignados de Wall Street, el movimiento de mujeres, todos procesos que en la previa al proceso actual alimentaron cierta radicalización izquierdista de la juventud y que se expresa en agrupaciones como el Black LivesMatters, los muy centristas DemocraticSocialist of America, y otras.
[4]En la rebelión en curso en Perú se está confirmando esta misma característica de irrupción de la juventud en general desde abajo. Hecho un sándwich el país andino entre Chile y Ecuador y con una reversión del golpe en Bolivia, además de la dinamización en Colombia; era quizás cuestión de tiempo para que explotara. Habrá que estudiar más en profundidad la dinámica de conjunto de toda esa región.
[5]Con las direcciones tradicionales y el reformismo ocurre lo que ha pasado históricamente: son tan cretinos de la institucionalidad que entregan de píes y manos a los explotados y oprimidos a los gobiernos capitalistas sean de extrema derecha, derecha o centro izquierda: la lucha con estas direcciones adquiere ribetes de vida o muerte cuando la lucha de clases se pone al rojo vivo.
[6]Por dos jornadas consecutivas, el 14 y 18 de Diciembre, fuimos de las últimas organizaciones en retirarnos de la Plaza Congreso.
[7]Aunque existen antecedentes en Gómez Centurión y otros personajes, la novedad y el peligro de este sector es que está disputando una franja juvenil. Se trata de la refracción nacional de los elementos de polarización internacional que venimos señalando y que llegaron para quedarse.
[8]Parte del social liberalismo es mostrarse “progre” en medidas del tipo la autorización del uso medicinal de la marihuana, el cupo trans y otras, que sin dejar de ser progresivas, resultan gratis en relación a la dominación del capital según las condiciones del capitalismo mundial de hoy.
[9]Este ha sido un desarrollo peligroso que se corona con la de momento “fallida” Mesa de Enlace militar, pero que muestra que el sector de las fuerzas represivas está intentando levantar el perfil político sacándose de encima el “karma de 1983”; es decir, el repudio en masa de la sociedad de los militares, lo que ha venido siendo una conquista de todo el período.
[10]Cuando lo que salta al centro de la escena es el problema de la propiedad, se hace evidente el adelgazamiento de los factores mediadores. Esto es evidente en la cuestión de la vivienda porque se podría decir que “toda la tierra ya está repartida” y, por lo demás, no existen planes reales de vivienda hace décadas. En las condiciones, además, de la miseria social de la crisis pandémica y económica y de la estrechez social-liberal del gobierno, el problema de la tierra para vivir sólo se puede resolver por la acción directa arrancándole la propiedad a los grandes desarrolladores inmobiliarios, so pena que el problema no tenga solución.
[11]Si el tratamiento de cualquiera de nuestras figuras debe ser responsable, una cosa distinta es el cálculo oportunista que estuvo por detrás de que ninguna otra figura más allá de nuestra compañera Manuela Castañeira, estuviera haciéndole el aguante a los vecinos cuando cayo Berni y sus 4000 policías.
[12]La desregulación macrista operó en este sentido en varios terrenos y ahora, cuando Alberto en algún caso quiere tocar tímidamente algunos de estos puntos, se atrincheran en la “seguridad jurídica” e incluso en la reaccionaria Constitución Nacional.
[13]Atentos que esto debe votarse en el Congreso Nacional y puede ser un elemento de fuerte crisis e, incluso, de movilización. No olvidarnos, aunque sean otras condiciones, lo que ocurrió tres años atrás… Es para tapar todo esto que ha aparecido este falso “impuesto” a la riqueza que no pasa de ser una vulgar cortina de humo a todos los desaguisados liberales y represivos del gobierno.
[14]La hipocresía kirchnerista es brutal: mientras muchos funcionarios tienen cuentas en dólares en el exterior, se las dan de que sería “extranjerizante” ahorrar en la única moneda en que los trabajadores pueden hacer tal cosa.
[15]Nótese que se trata de un endeudamiento en dólares enorme para un país que no sólo carece de divisas oficiales en el Banco Central sino que, además, le cuesta mucho generarlas… Decimos “oficiales” porque la suma del “ahorro externado”, como se llama a la fuga de divisas de los capitalistas, alcanzaría algo en torno a los 400.000 millones de dólares en el exterior. Otra muestra que el “impuesto a la riqueza” de los K por 1000 o 2000 millones de dólares es un chiste.
[16]Atentos, que nuestro partido fue uno de los primeros en salir -a mediados del 2018- a cuestionar el acuerdo de Macri con el Fondo bajo la consigna de que “el pueblo debía decidir” al respecto.
[17]Señalemos, de paso, que entre los sectores empobrecidos hay dos: uno que puede ser asimilado directamente a la clase trabajadora porque es precario, joven, mantiene vínculos con el mundo laboral, etcétera; y otro más “heteroclítico”, de pobreza estructural, con muchos años desocupado, sin vínculos prácticos con el mundo laboral. Desde ya que entre ambos hay fronteras porosas, pero lo señalamos para evitar cualquier idealización.
[18]Esta simple definición es parte de la Teoría de la Revolución Permanente de Trotsky reafirmada, a trazo grueso, una y mil veces para los países dependientes en el último siglo.
[19]Los “batallones pesados” de la industria, de los sectores energéticos, del transporte en general, de la logística, siguen siendo materialmente los más importantes, los que en definitiva mueven la economía, y si son más difíciles para hacer pie –no sólo por las patronales, sino por la burocracia buchona- siguen siendo los más estratégicos en la perspectiva de la revolución social. De ahí que estructurar compañeros y compañeras en el sector sea la tarea más estratégica de nuestro partido.
[20]Entre el FIT-U y el Nuevo MAS conformamos una base electoral de un millón de votos, grosso modo, además de los primeros tener cristalizados algunos cargos parlamentarios y nuestro partido haber construido una serie de figuras también. La bronca electoral con el gobierno podría expresarse por la izquierda y frente a eso hay que estar atentos y no tener sectarismo alguno para aprovecharlo. Pero en esta parte de la minuta nos referimos más a los procesos orgánicos, consistentes, estructurales, que requieren de un gran ascenso de masas para terminar de decantar, así como de la acción e iniciativa revolucionaria de nuestros partidos, claro está.
[21]Es real que el proceso de la recomposición obrera quedó mediatizado con una serie de derrotas como las señaladas, agregándoles las de AGR, Pilkington y otras, acciones si se quiere preventivas de la patronal y la burocracia para “cortarle las piernas” a la izquierda en el proletariado industrial pero, de todos modos, eso no cambió las relaciones de fuerzas generales ni ha impedido que la acumulación subterránea de la izquierda en fábrica continúe.
[22]Una somera explicación para esto es la siguiente: por un lado, en general son los sectores con mejores condiciones de contratación, lo que los contiene más. Por el otro, son, también, los más controlados sindicalmente y por razones obvias: sobre todo el proletariado industrial es el corazón de la producción capitalista y lo que patrones y burócratas controlan más que no tenga desbordes.
[23]En este documento y en el de partido propiamente dicho, reafirmaremos nuestra ley constructiva que va de la juventud estudiantil, donde hemos avanzado mucho, a la juventud trabajadora y de allí a los trabajadores en general, siempre privilegiando en lo posible el proletariado industrial, así como el territorio vía las legalidades y las campañas electorales.
[24]Altamira misma la caracteriza de “crisis histórica”.
[25]El PO no parece tener claro que, en todo caso, es mejor perder peleando que sin pelear. Tenemos en mente la entrega de la ocupación en AGR o sus vacilaciones recientemente en Guernica. También el error de haberse retirado primero en la jornada del 14 de diciembre del 2017.
[26]El PTS carece del oficio que tenía el PO de armar frentes únicos a su alrededor.
[27]Demás está decir que de momento es demasiado prematuro para adelantar cualquier cuestión táctica respecto de nuestra intervención electoral en el 2021.
[28]El papel del FOL, del MULSC y demás organizaciones de desocupados fue de adaptación al gobierno y al régimen buscando convencer a los vecinos por migajas. Se trata de organizaciones totalmente adaptadas al regateo con el Estado y a la administración de planes sociales sin ninguna perspectiva real transformadora.
[29]A ese pago por 10.000 millones de dólares al contado se le llamó “compra de soberanía” como si dejar descapitalizado el país pudiera ser una base para la misma…
[30]Como ya hemos señalado, las cooperativas no son nuestro programa porque significan todavía la manutención de una forma de propiedad privada. Pero rechazamos el sectarismo de no acompañar este tipo de experiencias, esto mientras mantenemos la perspectiva de continuar el reclamo de la estatización.
[31]En el contexto de nuestro Manifiesto Internacional alrededor de la lucha por la preservación del planeta y contra el capitalismo, hay que ir construyendo -en los frentes de lucha y en cada experiencia- un programa de transición que sea acorde a nuestros criterios más generales en este frente: de unidad con la clase obrera y anticapitalista (un programa socialista para el sector y no ecologista a secas, de “capitalismo verde”, o que idealice la pequeña propiedad).
[32]El PO (y el MST) entran dentro de esta categoría de mezcla de principios constructivos que les permite “mover” mucha gente pero tienen cada vez menos capilaridad orgánica, diluyendo el carácter militante socialista revolucionario de sus organizaciones (ver nuestro texto “Lenin en el siglo XXI. A cien años del ¿Qué Hacer?”, izquierdaweb).