La guerra en Ucrania demostró claramente que las tensiones geopolíticas existentes están lejos de resolverse pacíficamente. Durante los próximos años, no harán más que agudizarse en paralelo con las tensiones económicas. Ahora la OTAN da los primeros pasos preparatorios para lo que se esperan serán años convulsionados.
Por esto se espera también una renovación de las políticas de gastos militares. En 2014, la OTAN estableció un objetivo de presupuesto militar del 2% del PBI para los países miembros, que debía cumplirse hacia el año 2024. Ahora ese objetivo será establecido como nuevo piso de gasto.
La resistencia de Turquía y Hungría (aliada lejana de Putin) venía trabando el ingreso de Suecia, que ahora se ha convertido en el miembro 32.
¿Qué significa el ingreso a la OTAN?
Los ingresos de Finlandia y Suecia a la OTAN son un vuelco diplomático por parte de Estados que hasta el momento habían tomado posición a favor de la «neutralidad».
En términos prácticos inmediatos, el ingreso de Finlandia (concretado el año pasado) y Suecia a la OTAN significa la participación en el Artículo 5 del Tratado, que establece la «defensa mutua» de los países integrantes en caso de conflicto bélico. En otras palabras, si cualquier país de la OTAN entra en guerra, sus aliados estarían obligados a participar del conflicto.
Esto implica la ampliación de la influencia de Estados Unidos y sus aliados en la zona europea fronteriza con Rusia. Es una de las mayores preocupaciones de Putin, y una de las razones centrales de su invasión a Ucrania. Al parecer, a Putin el tiro le ha salido por la culata.
Varios analistas internacionales han hecho hincapié en el abandono de la «neutralidad» por parte de Suecia y Finlandia. Sin embargo, es un hecho conocido que ambos países son ya colaboradores externos de la OTAN desde la década del ’90. Es habitual la colaboración de ambos Estados en ejercicios militares con las tropas de la OTAN.
La invasión rusa a Ucrania parece ser el elemento que faltaba para propiciar una incorporación efectiva de Finlandia y Suecia a la OTAN.
Con la invasión, Putin esperaba «torcer» el equilibrio de fuerzas geopolíticas en Europa y forzar la ampliación (o más bien la no reducción) de su esfera de influencia en la región. Por el momento, parece estar logrando exactamente lo opuesto. La guerra en Ucrania se alarga cada vez más, facilitando la asistencia de la OTAN a las tropas ucranianas. En la región, por otro lado, las adhesiones comienzan a volcarse hacia la OTAN, no hacia el Kremlin.