Este lunes el Ministerio de Economía enfrentaba el último desafío de licitación de deuda de mayo, por alrededor de $470.000 millones.
La mayoría de los títulos que el gobierno vuelca al mercado se ajustan por inflación o por devaluación, o ambas, con el objetivo de atraer inversores privados.
Esta indexación le garantiza ganancias aseguradas a los acreedores, por supuesto a cambio de que el Estado siga acrecentando sideralmente sus niveles de endeudamiento, que se pagará con más ajuste al pueblo trabajador.
El dato significativo es que todos los bonos que salieron hoy a licitación tienen fecha de vencimiento luego de las PASO, una estrategia con la que el gobierno busca que las turbulencias políticas no se trasladen al plano económico.
Se trata en total de nueve instrumentos financieros. Tres son letras del tesoro (Lecer) que ajustan por CER (inflación) con vencimientos en septiembre, octubre y noviembre. Dos bonos del tesoro (Boncer) que ajustan por inflación más un «cupón» de 1,45% y 4,5% por encima del aumento de precios.
A esto se suma una letra del tesoro que ajusta por dólar mayorista (Lelink) y que vence en octubre de este año, así como otros dos bonos dollar linked que vencen en 2024. El menú se completa con una Letra de Liquidez del Tesoro (Lelite) que es el único de lo que se licitaron hoy que tiene una tasa fija, al 142% anual.
Se trata de todo un menú de opciones para el deleite de los capitalistas financieros que hacen negocios con la crítica situación inflacionaria del país y la insoportable presión devaluatoria.
Como resaltamos en anteriores oportunidades, el gobierno le indexa las ganancias a los bancos y el sector financiero, mientras ajusta de manera brutal los salarios a través de la inflación.
Se calcula que el 94% de la deuda pública en moneda local se encuentra indexada, ya sea por inflación, por devaluación o por la que mejor ganancia rinda de ambas.