Sigman defiende sus negocios con la vacuna y la salud

El empresario dueño del laboratorio que produce la vacuna de AstraZeneca en Argentina defendió públicamente sus negocios con la salud de millones. Intentó desligarse de toda responsabilidad por la falta de vacunas que Argentina ya pagó y no llegan.

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Finalmente rompió el silencio. Obligado por la presión de la grave situación sanitaria, y mientras Argentina ya pagó el 60% del contrato firmado con AstraZeneca sin recibir por ahora ni una sola dosis de las 22,4 millones acordadas, Hugo Sigman quiso hacer «algunas aclaraciones» sobre la producción del componente activo de la vacuna de AstraZeneca en Argentina. Como suele pasar en estos casos, a veces aclarar de más termina oscureciendo.

Mientras en el mundo crece entre cada vez más amplios sectores sociales la campaña por la liberación de las patentes, Sigman escribió un largo hilo de Twitter donde hizo una defensa irrestricta de la propiedad privada de la vacuna que su laboratorio produce. De ella, aclaró, él no es propietario sino que «sólo la fabrica» y que por lo tanto no tiene potestad de decidir sobre su comercialización.

Por las dudas, por si alguno todavía tenía dudas de su más bien escaso compromiso con la situación de la Pandemia en Argentina, Sigman aclaró que «ni mAbxience ni yo hemos acordado ni firmado ningún contrato con el Ministerio de Salud de Argentina». Es decir, la producción que realizan es un acuerdo estrictamente entre privados, AstraZeneca y mAbxcience.

Declaraciones muy similares ya hecho en agosto del año pasado, luego de que Alberto Fernández junto al entonces ministro Ginés González García anunciaban con bombos y platillos que la vacuna de AstraZeneca se iba a producir en Argentina. El anuncio se hizo desde la Residencia de Olivos y suponía que Argentina tendría una importante fuente de vacunas asegurada.

Pero ya en noviembre el gobierno recibió las primeras noticias de que la llegada de las dosis venía retrasada. Mientras nos acercamos a mayo, aun no llegó ninguna, pero el gobierno ya las pagó.

Por lo tanto, la «aclaración» de Sigman lo que deja claro es que Argentina, a pesar de proveer del capital humano, científico y tecnológico no obtendría ningún beneficio por estar produciendo acá el principio activo de la vacuna.

En una parte de su «argumentación», sin querer da en el clavo del problema:

La falta de oferta de vacunas es así una catástrofe de la naturaleza, como la lluvia o la erupción de un volcán. Pero precisamente, eliminando el monopolio de las patentes se podría acondicionar laboratorios y plantas masivamente en todo el mundo para generalizar su producción. La traba para eso es la propiedad capitalista que Sigman está defendiendo.

Por otro lado nos cuenta que los únicos países que no tienen problemas con su oferta con Estados Unidos, Reino Unido e Israel. Si su discurso de redes sociales no tuviera el sesgo de una abultada billetera preocupada e inquieta, nos podría contar sobre cómo empresas como AstraZeneca vendieron a algunos países imperialistas más de lo que necesitaban, sus gobiernos compraron esas cantidades para asegurarse una cuota básica del negocio a nivel mundial. De hecho, Joe Biden se vio envuelto en el problema… de no saber qué hacer con las dosis que le sobran.

Al respecto, Sigman dice que mAbxcience fue puesto en pie con una inversión propia del Grupo Insud, sin haber recibido ningún tipo de subsidio o apoyo del Estado Nacional: «Por último, quisiera aclarar que no es cierto que la planta de mAbxience haya sido construida con dinero provisto a través de subsidios o préstamos del Estado Argentino. La planta fue desarrollada enteramente con fondos del Grupo Insud».

Pero el propio Estado nacional informó de que aportó fondos en febrero de 2020.

La situación se hace todavía más escandalosa si se la pone en el contexto internacional, donde hace unos días se confirmó que la vacuna de AstraZeneca se financió en un 97% con fondos públicos, pero su patentamiento pertenece a la firma británico-sueca. Es decir que tanto en Argentina como en el mundo los empresarios sacan provecho privado, cual parásitos, de los esfuerzos de toda la sociedad. Sigman no es la excepción.

Sostuvo, además:

Precisamente, lo que debe ser cuestionado es que tanto la patente como su producción estén en unas pocas manos privadas. Asumiendo como natural la propiedad privada sobre los derechos de producción y distribución que ostenta AstraZeneca, defiende su propia cuota en el negocio.

Salud o propiedad capitalista

Luego, Sigman se expresó sobre quienes piden que se prohíba de inmediato la exportación del principio activo, se fraccione en Argentina y se pueda destinar a realizar una masiva campaña de vacunación, que podría hacerse rápidamente teniendo en cuenta que mAbxcience produce el equivalente a 30 millones de dosis por mes.

Sigman responde con dos argumentos, uno «legal» (en realidad, político) y otro técnico. El argumento legal es que, como mAbxcience no es dueño de la patente, no puede decidir sobre su utilización ni a qué países va destinada la producción ni en qué plazos.

«Pero mAbxience no es la propietaria de la vacuna, ni la encargada de venderla, cobrarla, ni de firmar los contratos con los gobiernos o establecer las fechas de entrega».

Pero lo que no dice Sigman es que justamente ese es el debate que se está abriendo en todo el mundo sobre lo criminal de mantener en manos privadas las patentes, en función de ganancias empresarias mientras miles de personas mueren en todo el mundo. Como informamos desde Izquierda Web en la nota citada más arriba, más de 170 personalidades políticas y culturales del mundo le entregaron una carta a Joe Biden exigiendo la liberación mundial de las patentes.

Mientras en el mundo crece esta exigencia, Sigman defiende las patentes y la apropiación privada de las vacunas porque así está defendiendo su propia parte en el negocio.

El otro argumento para no reconducir su producción hacia Argentina sería por una cuestión técnica: según Sigman, no hay laboratorios en Argentina que cuenten con la tecnología e insumos necesarios para fraccionar y envasar el principio activo de AstraZeneca en Argentina.

Sin embargo, diversos expertos y especialistas argentinos contradicen esto. De hecho, más de 200 científicos, médicos y entidades ligadas a la Salud le entregaron una carta a la Ministra Vizzoti exigiendo que la vacuna sea fraccionada en Argentina, y aseguraron que «Argentina cuenta con dos plantas públicas con capacidad de envasar productos biológicos. Son el Laboratorio de Hemoderivados de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y el Instituto Biológico Tomás Perón de La Plata. También hay establecimientos privados con la misma potencialidad”.

La cuestión está muy lejos de ser un privado defendiéndose de los «embates» del Estado: Sigman tiene una larga trayectoria de negocios con el Estado argentino, y en particular, con los gobiernos peronistas. Tal como lo reveló el periodista Diego Genoud, esas relaciones estrechas perviven hasta hoy, donde la actual Jefa de Gabinete del Ministerio de Salud, Sonia Tarragona, fue empleada en uno de los emprendimientos de Sigman e incluso llegó a ser mano derecha de Silvia Gold, la esposa de Sigman que también es empresaria. Seguramente eso explica por qué, antes que el propio Sigman, Tarragona fue una de las pocas voces que salieron en los medios a hablar contra la propuesta de estatización de mAbxcience, nada más ni nada menos que desde su rol de funcionaria nacional.

Sobre la declaración de Sigman, la referente de la izquierda Manuela Castañeira se expresó en Twitter sobre los dichos de Sigman, asegurando que sólo la estatización de mAbxcience y terminar con el lucro privado de las vacunas es lo que va a garantizar salud para la población en este contexto de Pandemia.

Todo este entramado del que Sigman forma parte, entre empresarios nacionales e internacionales, funcionarios y gobiernos, hacen sus negocios a costa la salud de las amplias mayorías populares. Para poder garantizar que haya vacunas para todos, y que se deje de hacer negocios a costa de las necesidades sociales, es necesario cuestionar la propiedad privada de los grandes capitalistas como Sigman y AstraZeneca.

 

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