
Habiendo transcurrido ya más de un año del inicio de la cuarentena en Argentina, se está cumpliendo un año de que con la agrupación Jóvenes Trabajadores Precarizados iniciáramos el recorrido de las Paradas Solidarias, iniciativa que hoy en día se replica cada vez en más puntos del país, dónde desde JTP y el SiTraRepA nos organizamos, acercando y afiliando a centenares de compañeros y compañeras repartidores. Escribimos el siguiente texto a modo de balance de lo realizado en el último año, donde la política de JTP ha probado ser audaz, dando respuesta a un vacío en múltiples planos. Veamos.
En primer lugar, existe un vacío legal, en tanto que en la Argentina al día de hoy no existe ninguna legislación que regularice la actividad de los repartidores y demás trabajadores por aplicación. Y es este vacío legal el que es aprovechado por las apps para reventar a la juventud que trabaja por aplicación. En segundo lugar, un vacío de organización de un sector que a partir de la revolución de las plataformas digitales y su combinación con la pandemia, es una rama de la economía que está en crecimiento y tiene reclamos y reivindicaciones específicas, precisamente por el hecho de depender de una app: los caprichos del algoritmo, la geolocalización y cronometración permanente, los sistemas de puntos, la impersonalidad del trato con la empresa misma, etc. Este vacío de representación no es ocupado por la burocracia sindical, reacia al trabajo gris y cotidiano de organizar a un sector que no le es “rentable”, en tanto no existe un recibo de sueldo al cual meter mano ni tampoco es copado por los partidos patronales, tímidos, por no decir pusilánimes a la hora de desafiar a las multinacionales de un sector pujante. En tercer lugar, es un vacío también dejado por la enorme mayoría de los partidos de izquierda: en este contexto de precarización pandémica el Nuevo MAS es el único partido que se ha dado una política audaz, a la altura de las circunstancias para organizar a los repartidores por aplicación en la lucha por sus derechos en torno a la puesta en pie de un sindicato propio.
Ya han aparecido noticias del Ministerio de Trabajo de la Provincia de Buenos Aires, así como también declaraciones de la burocracia sindical y polémicas con otros partidos de izquierda. Este vacío está próximo a llenarse, tanto por las presiones de la burocracia sindical como por las próximas elecciones que llevarán a que todos quieran sacar rédito político de este sector al que nunca antes le habían prestado atención, pero del que sin duda se llenarán la boca. Analicemos entonces estos múltiples vacíos, dado que difícilmente permanezcan vacantes mucho tiempo más.
La precarización como política de Estado
Lo primero que hay que señalar es que, si la precarización del trabajo por aplicación existe, es con el aval del Estado. Desde hace décadas, gobierno tras gobierno han dado luz verde a la precarización en prácticamente todas las ramas del trabajo. Recientemente hemos asistido a un ascenso de las luchas de tercerizados de empresas eléctricas, ferroviarios, salud y un largo etcétera. El monotributo, con su falsa autonomía, ha sido la herramienta del Estado para emplear a decenas de miles de personas con contratos basura para escamotear los derechos de la planta permanente. Si esto es así en el sector público, en el sector privado la situación es incluso peor.
Las tercerizadoras son el “patrón fantasma” que deslinda de responsabilidades a multinacionales. Tomemos como ejemplo a EMA que despide trabajadores esenciales en pandemia. Un intermediario que cuando llegan los despidos desaparece sin dejar rastro, permitiendo que la verdadera empresa (Edesur) se lave las manos porque “no eran empleados suyos”. Entre el trabajo en blanco con plenos derechos y el trabajo en negro existe una escala de grises, algo que divide a los trabajadores en categorías artificiales y superexplota a la clase obrera.
El reparto por aplicación va en la misma línea, pero representa un salto en calidad: tal como lo presentan las empresas, el repartidor es un autónomo. Realiza las tareas en el horario que «le conviene», y para ello hace uso de sus propios materiales: bici/moto, artículos de seguridad e higiene, celular y datos, etc. Pero la mentira de la autonomía se derrumba cuando se la mira de cerca: es la app la que comanda, la que decide las tarifas, la que impone bloqueos disciplinadores a los repartidores que no hacen exactamente lo que se les ordena, la que determina horarios y lugares de conexión. Son tan cínicos que uno se tiene que pagar la propia mochila con logo y colores -publicidad- de la empresa.
Sin derechos laborales, sin ART, días de descanso, seguro contra robo o accidente y con tarifas desactualizadas, salimos a repartir desamparados, abandonados por el Estado que es cómplice de las empresas.
Con las elecciones en el horizonte, el Ministerio de Trabajo de Provincia de Bs. As. “impuso” multas a las empresas al encontrar en un relevamiento que el 97% de los repartidores encuestados estaba en una situación irregular. Da la impresión que alguna franja del progresismo K está incómoda con el grado de precarización en el reparto por aplicación, razón por la cual se dan estas espasmódicas intervenciones. Con las elecciones a la vuelta de la esquina el gobierno no puede seguir mirando para otro lado ante la terrible precariedad y falta de perspectiva de las decenas de miles de repartidores por aplicación.
Desde el SiTraRepA advertimos que se trata de una cortina de humo para dejar correr la precarización: las multas no cambian nada en la vida cotidiana de los repartidores y si la justicia las hiciera efectivas, las empresas las pagarían contentos con la plata que se ahorran con nuestros derechos si ello permite mantener la precarización vigente. La única política a favor de los repartidores es reconocer la relación laboral en igualdad con el resto de los trabajadores y reconocer al SiTraRepA como sindicato que representa al gremio. Todo lo demás es cháchara para juntar votos.
El vacío de la burocracia sindical
Luego de la noticia del relevamiento de PBA, ASIMM, sindicato de motomensajeria que en un año y pico de pandemia sólo se hizo presente para pegarle a los repartidores que estábamos afuera de la legislatura movilizados contra el RUTRAMUR de Larreta, ha salido a chuparle las medias a Kicillof. Pero de organizar trabajadores, nada.
Quizás esperan que el gobierno falle a favor del reconocimiento de la relación laboral y “les sirva en bandeja” los aportes de los más de 50mil repartidores de aplicación que hay en Argentina. Es decir, le tiran flores para que el gobierno les restituya con plata.
Hay que decirlo, ASIMM es un sindicato que no organiza a los trabajadores, que si hoy en día levanta cabeza es porque los repartidores de aplicación le hemos inyectado (con sangre, sudor y lágrimas) al rubro del reparto nueva vitalidad en la pandemia. Pero no tienen ninguna política para el sector más que mendigar lo que el gobierno les quiera dar. No los conoce casi ningún repartidor de aplicación y los que los conocen, no confían dado que jamás los vieron hacer nada por ellos. Otro sector más que luego de más de un año de desdén, ninguneo y golpizas, asoma la cabeza para sacar tajada.
Desde el SiTraRepA rechazamos la intervención arribista de un sindicato burócrata y patotero, encuadrado en la traidora CGT que no ha hecho absolutamente nada por los repartidores de aplicación. Los repartidores por aplicación tenemos que fortalecer al SiTraRepA como herramienta de lucha por el reconocimiento de la relación laboral, no depositar confianza en sindicatos traidores ni en gobiernos que miran para otro lado.
PO y PTS, de espaldas a la pelea de los repartidores
Finalmente, el espacio ocupado por la política de JTP y el SiTraRepA existe a pesar de los partidos del FITU. Las corrientes no han sabido darse una política acertada para repartidores, una novedosa rama del trabajo que se pone en pie a nivel mundial contra la superprecarización laboral disfrazada de revolución tecnológica, y hoy rechazan este sindicato de base. Veamos.
El Partido Obrero intervenía, antes de la pandemia, en el sector de repartidores por aplicación con su agrupación ATR. Existía en ese entonces la ANTR (Asamblea Nacional de Trabajadores de Reparto) que reunía repartidores y repartidoras de distintos puntos del país con un abanico de distintas posturas políticas. En 2020, ante la llegada de miles de nuevos repartidores y un alza en el sector producto de ser trabajador esencial no reconocido como trabajador, la ANTR se revolucionó. Ante el ascenso del sector, ATR eligió priorizar sus acuerdos preexistentes con los sectores pro autónomos para conservar su magra acumulación con métodos burocráticos. Le dieron la espalda a los miles de nuevos repartidores que se sumaron al sector y lo revitalizaron; no fueron capaces de ver que se abría un mundo nuevo. Un reflejo defensivo y conservador de un partido en crisis, que acabó marginando a la agrupación y dejándolos de espaldas a los miles de nuevos repartidores que entraron al sector con la pandemia.
Por su parte el PTS ha intentado intervenir con La Red, un agrupamiento “atrapatodo” (informales, precarizados, desocupados, etc.) pero que acaba por no atrapar nada. En una reciente polémica en la que salieron a atacar al SiTraRepA, se les escapó la verdad del asunto: no están de acuerdo con pelear por el reconocimiento de la relación laboral. Se adaptan al discurso de autonomía. En los hechos han abandonado la intervención en repartidores y no tienen programa para el sector.
Con el SiTraRepA fortalezcamos la organización
La política es concreta, más aún la política sindical. La tarea de los partidos revolucionarios es intervenir en esa pelea, pero siempre aspirando a llevar la discusión más allá de lo puramente reivindicativo, algo imposible de realizar si uno cede y se adapta a las ideologías posibilistas o derrotistas, por extendidas que estén. Es indispensable hacer propias las inquietudes y dificultades del sector, pero mantener una política firme de independencia de clase y de no conciliación con la patronal. Eso es incompatible por ejemplo con un régimen mixto de coexistencia pacífica de monotributistas con personas en blanco: lo que la tercerización nos enseña es que donde existe un doble régimen, la patronal usa al precarizado como ariete para destruir al que conserva condiciones laborales “dignas” y para dividir a los laburantes. Uno se gana la confianza discutiendo en términos francos y concretos con los repartidores y JTP con sus Paradas Solidarias y el SiTraRepA ha demostrado que eso es posible e indispensable. Por supuesto no es fácil, estamos en la pelea contra la super precarización que se abre paso en todo el mundo y redobla la explotación con excusa de la pandemia, no hay atajos, pero por eso es fundamental la organización y es un paso enorme la puesta en pie del SiTraRepA
Entonces, frente a la explotación de las empresas, el abandono del gobierno, el desdén de la burocracia sindical, existe una alternativa, el SiTraRepA, que organiza realmente a los trabajadores. Es con esa perspectiva que en todas partes ponemos en pie las paradas solidarias, por eso peleamos por construir desde abajo un sindicato propio, democrático y de lucha que sea una herramienta en la pelea por nuestros derechos.
Quedan por delante numerosas y duras batallas, en primer lugar, seguir conquistando miles de afiliaciones para fortalecer al SiTraRepA, pero la experiencia hasta el momento ha sido fenomenal. En el año recorrido hemos crecido inmensamente, con una política audaz que supo ver el fenómeno internacional del plataformización del trabajo y su impacto concreto en Argentina. Apoyándonos en lo dinámico de la juventud, así como también en algunas de las más importantes tradiciones de la lucha obrera pusimos en pie una agrupación y un sindicato con un programa ambicioso pero también concreto y sumamente necesario, porque este sistema capitalista solo tiene precarización y miseria para ofrecerle a la juventud. Llamamos a todos los compañeros a organizarse con JTP y el SiTraRepA y a sumar miles de afiliados para dar esta pelea por conquistar nuestro sindicato y ser reconocidos como trabajadores. ¡Sumate!