Argentina: un país entre la reacción y el desborde revolucionario

Seis meses de gobierno mileísta

A seis meses de gobierno de Milei[1], se pueden sacar algunas conclusiones, siempre provisorias, sobre la situación política. La primera es que por ahora no se vislumbra un “día del juicio final” para Milei, es decir, un estallido colosal al estilo Argentinazo que lo haga caer.

Dialécticamente, la otra definición es que, también por ahora, el gobierno fracasó en imponer un proyecto bonapartista.

1- Un gobierno que continúa pero, de momento, “adelgazado”

Ambas definiciones[2] se complementan y “totalizan” las circunstancias. La realidad se encuentra en algún punto intermedio entre ambas definiciones, y constatamos que hay elementos de cierto dinamismo –y con el correr de los meses pueden aparecer otros– que pueden obligarnos a corregir las apreciaciones sobre la situación. Pero por ahora la dinámica es ésta. Milei tiene un factor a su favor: su gobierno sobrevivió (y el chanta de Albistur come pochoclo viendo cómo se aleja la imagen del helicóptero gracias a la traición del peronismo).[3]

Al mismo tiempo, el gobierno no pudo llevarse puesto el régimen político, aunque logre imponer el ajuste económico (lo está logrando en materia macro y espera la Ley Bases para avanzar en materia estructural). Milei mantiene la iniciativa, pero hay otro elemento de peso: la calle no es de Milei, y eso es una contradicción tremenda, la principal contradicción de su gestión.[4] El fracaso –de momento– del proyecto bonapartista consiste en que el gobierno no puede evitar el proceso de movilizaciones crecientes (y tampoco puede evitar la vía institucional, ya lo veremos). El último paro general, del 9 de mayo, fue muy pasivo y eso le quitó pólvora,; tuvo más pólvora la movilización educativa del 23 de abril.[5] Pero como fue un parazo, tampoco tuvo consecuencias negativas, que sí habrían estado si el paro hubiera sido dividido. Esto habla de que no ha habido derrota colectiva. Tampoco desmoralización colectiva: la desmoralización de algunos sectores convive con la bronca creciente de otros.

Es decir: las relaciones de fuerzas, de momento, permanecen intactas. De ahí los ataques a los movimientos sociales, en particular a los independientes como el Polo y el Fol,[6] y el ataque confirmado que se viene en Fate y en todo el SUTNA. Estas batallas, sobre todo esta última, serán “casos testigo”: la primera lucha directa con un sector obrero, no casualmente con una dirección independiente (aunque no del todo clasista) a su frente.

La definición está abierta, aunque la suma de todos estos factores, por ahora, da como resultado que Milei continúa gobernando. Continúa en condiciones que no son las que quería, “adelgazado” y surcado por fragilidades, pero estas condiciones pueden cambiar a su favor si logra consolidarse, lo que traería nuevos intentos de imponer un régimen bonapartista.

Es decir, el experimento argentino de la extrema derecha, el gobierno de Milei, tiene de específico que convive con una enorme capacidad de movilización de las y los trabajadores, las y los estudiantes, el movimiento de mujeres, etc., que no le tienen miedo.[7]

2- A Milei lo sostiene el régimen

La otra aparente contradicción es que el régimen que Milei quiere avasallar, es el que lo sostiene. El verso del 56% ya no corre, pasaron meses con un montón de manifestaciones de descontento, no controla la calle, no es Bolsonaro: no ha habido una sola movilización reaccionaria. Tiene los focus group, las redes, pero todo eso es muy etéreo. Tampoco es Trump, que con un montón de causas abiertas en su contra recorre el país y reúne multitudes. Milei viaja, pero para reunirse con la jefa del comando sur de EEUU, o con los sionistas, o con Abascal de Vox. Por ejemplo, el sionismo podría haberle organizado una marcha de cien mil sionistas en la Argentina, y no lo ha hecho.

En este momento, lo que sostiene a Milei es el régimen: la oposición, el peronismo y la burocracia, cada uno jugando un juego un poco distinto que también es importante delimitar. El PRO es furgón de cola del gobierno; la oposición colaboracionista, con contradicciones, quiere “terminar con el populismo”; el peronismo es oposición a su majestad, porque no mueve un dedo –veremos si Katopodis trae a las “masas” que dice que va a traer al Congreso cuando en el Senado se traten la ómnibus bis y la ley fiscal–; la burocracia da gobernabilidad esperando que la política resuelva y negociando la reforma laboral supuestamente “light”. Son lacayos de la burguesía.

A la burocracia sindical argentina nunca se la va a ocurrir encabezar nada en el terreno político. En la época de la Revolución Alemana (1918/23), luego de derrotar un golpe de Estado (el golpe de Kapp, marzo de 1920), un burócrata sindical –que según Lenin era el más horrendo del mundo, Karl Liegen– se propuso por unos meses formar un gobierno obrero, y el Partido Comunista Alemán Unificado se dio la política, a nuestro juicio sectaria, de no apoyarlo. Es como si la CGT planteara un gobierno del triunvirato Daer-Acuña-Moyano: no entraríamos a ese gobierno, mantendríamos nuestra independencia política, pero diríamos “bueno, gobiernen a ver qué hacen”. Pero aunque utilicemos este ejemplo, sabemos que la burocracia sindical argentina huiría como de la peste de la hipótesis de un “gobierno obrero”; quizás ni siquiera sepan de qué se trata, porque son peronistas y no de tradición socialdemócrata histórica. La burocracia argentina siempre se ha caracterizado por lo opuesto, se subordina a la política del régimen. Es siempre la columna vertebral de una cabeza que son los políticos burgueses, aunque no hoy no sea oficialista (en estos momentos la CGT es “opositora” a su traidora manera; bajo Menem, el grueso de “los gordos” era oficialista).[8]

O sea, todo ese cuento de que Milei es un “genio” porque logra sostenerse, es un invento del periodismo, es inmaterial.[9] Lo que sostiene a Milei es el régimen político, el mismo régimen que también le pone límites y le plantea discusiones institucionales, como desde la Corte con el juez Lijo, o desde la propia CGT con el discurso de Daer. Les preocupa el RIGI porque es convertir al país en zona franca. Con ese régimen, las multinacionales saquean y no les cobran impuestos ni nada, se llevan todos los recursos naturales gratis. Es un régimen de maquila, extractivista y financiero, que destruye todo el entramado industrial: de ahí las quejas crecientes de las pequeñas y medianas empresas y también de la UIA en relación al RIGI.

3- Los factores dinámicos

Digamos que hay un frágil status quo que no es un verdadero status quo, porque en realidad todos los factores dinámicos están con vida. Uno es ver qué pasa en Senadores. Todo el mundo dice que la ley va a salir, pero con modificaciones desde Senadores, volvería a Diputados y allí necesitaría mayorías especiales para reafirmarse y que sea ley. Si Milei saca la ley, obtiene un triunfo político, los capitalistas le reclaman seguridad jurídica para venir a saquear el país. Le daría cierta estabilidad y credibilidad sin duda alguna, y ayudaría a consolidar en cierta medida su gobierno, al menos en lo inmediato.

No sabemos si sale o no, pero sí que el escenario no es el de febrero, cuando era completamente imprevisible y era muy factible que la ley se cayera, y se cayó. Ahora, la propia burocracia dice que su lobby no es para que la ley no salga, sino para que los peronistas no la voten: es pura campaña electoral. En cuanto a Cristina y compañía, está clarísimo: hay 2025. Ya se están peleando a ver quién va a ser el candidato, y Kicilloff ya largó su campaña presidencial 2027… en mayo de 2024. Eso organiza el peronismo, no la pelea para derrotar a Milei sino quién va a ser el próximo presidente.

De cualquier manera, si afuera de Senadores hubiera una movilización multitudinaria y un desborde, se podría frenar. Ese escenario está abierto y debemos apostar a eso, pero tampoco es fácil desbordar si el peronismo moviliza de manera organizada. Se verá. También es verdad que hay una cosa corporativa de los senadores, que no quieren sacarle la ley tan rápido después de que estuvo cinco meses en Diputados. Si es así, no le darían los tiempos para el acting del 25 de mayo, aunque parece que lo haría igual aunque la ley no esté votada aún (al momento de cerrar este texto hay distintas versiones sobre qué hará Milei el 25 de mayo).[10]

Los demás factores dinámicos pueden aparecer en el momento menos sospechado, aunque son estructurales y entonces tardan más en manifestarse, como la economía y el factor social. Todavía esto no está tallando, al menos no de manera visible, más allá de la bronca creciente en la población por los precios, la miseria salarial y los tarifazos. Milei se juega a bajar la inflación en una apuesta “a lo Menem”, aunque todos dicen que igual va a quedar alta, en un 6 o 7% mensual, pero con eso quiere anotarse un poroto. Igualmente, Menem tuvo éxito con las privatizaciones y Milei tiene poco para privatizar. Además de que la burguesía no está especialmente entusiasmada con privatizar mucho; ni privatizar Aerolíneas va a ser fácil: parece que estaría trabándose en senadores su privatización.

Además, Menem derrotó a telefónicos y ferroviarios, dos huelgas importantísimas, y ya había ocurrido otra derrota muy importante que fue la de la marcha blanca docente bajo Alfonsín (un verdadero no inicio de clases que dio lugar a un paro educativo de unos dos meses y una movilización multitudinaria, “la marcha blanca”, en marzo/abril de 1988). Hasta ahora no ha habido huelgas ni derrotas de esa magnitud. Es otra la mecánica, más política, “plaza y palacio”, aunque se viene una prueba de fuerzas “clásica” en el SUTNA.

El problema de Milei es que el diferencial de costos en la Argentina es ser baratos en dólares. La renta agraria extraordinaria argentina también es importante y grande porque se construye por la diferencia entre el precio internacional y los costos nacionales. Si revientan la renta diferencial y la diferencia de productividad por la apreciación del peso que estamos viviendo, el país pierde toda competitividad (los economistas dicen que antes de apreciar tanto el peso tendrían que realizarse las reformas estructurales pendientes, para ganar productividad por otro lado, precisamente, más estructural).

El ahorro fiscal está dibujado, porque es sobre la espalda de los jubilados: más de la mitad del gasto fiscal son las jubilaciones.

La dificultad es el movimiento obrero: la vanguardia y las instituciones alcanzan para frenar el proyecto bonapartista de Milei, pero no alcanzan para derrotarlo. El paro fue político en lo superestructural, desde el discurso de la CGT, e incluso parece que sectores de la patronal lo dejaron correr, no insistieron en presionar para que la gente no parara. Daer dice que fue un paro político porque “estamos discutiendo todas las acciones que vienen dañando el entramado de nuestro país”, y eso atañe a la burguesía, a las pymes, etc.

Pero por la base no parece haber sido un paro político. El reflejo en las fábricas fue más bien de tomarse un día de descanso. Obvio que un sector de votantes de Milei paró, si no el paro no hubiera sido tan masivo. El paro fue un éxito, pero pasivo.[11]

Esto es un lío. Si la clase obrera no entra en escena, o si entra solamente dirigida por Daer, no se puede derrotar al gobierno. En Córdoba hubo movilización el día del paro, pero el estofado se cocina en Buenos Aires. La burocracia cordobesa puede darse el lujo de movilizar porque igual no mueve el avispero; movilizan allá para no movilizar acá.

4- Elementos subjetivos

El partido pasó a la ofensiva, soportamos con mucha presión, con mucha maña y sangre el momento de la segunda mitad del año pasado, puramente electoral. Es paradójico, porque en gran medida, la coyuntura híper reaccionaria del año pasado no está presente ahora. Hay una coyuntura reaccionaria con elementos de crisis permanente y hay un montón de espacio político, aunque todavía no se giró a una situación pre revolucionaria: para eso el gobierno debería ser desbordado.

Nos mantenemos sólidos políticamente; el gran desafío es cómo traducir la solidez política en una contraofensiva constructiva que nos haga recuperar los números, para lo cual hay un gran espacio, además de conquistar más y más representaciones sobre todo en la juventud estudiantil. Obviamente que arranca por la juventud, pero también crece el espacio entre trabajadores/as: residentes de la salud, la experiencia de la UEPC en Córdoba, ahora la prueba de fuerzas que se viene en el SUTNA, docentes de Neuquén, etc.

Salvo alguna secta (el PTS), todo el mundo admitió al Sitrarepa como sindicato. Obvio que organizar a los sectores de trabajadores más precarizados es más difícil, pero esta experiencia es histórica para el partido y la izquierda; ya estamos preparando el Segundo Congreso Mundial de Repartidores en Los Ángeles para abril o mayo del 2025, y establecimos una extraordinaria relación el SEIU de California.

El elemento constructivo central del momento es la juventud, que está viviendo un revival internacional de movilización. O sea que ya no es sólo la clásica ley constructiva interna –pasar por la juventud para llegar al movimiento obrero–, sino que está viviéndose realmente un incipiente ascenso mundial de la juventud estudiantil (clásicamente la juventud estudiantil ha prendido la mecha para el ingreso de la clase obrera en la liza; así fue con la experiencia de la última radicalización, la del 68). No tanto en Argentina, donde recién hay un esbozo de estudiantazo, pero en EEUU y Europa hay un proceso inicial, objetivo, de radicalización de la juventud universitaria: ser pro palestina en esos países es muy radical, los atacan de antisemitas todo el tiempo, hay que plantarse frente a eso. Y no va a parar porque Netanyahu no va a parar: Biden teme que se decanten por ocupar Gaza llenando todo de colonos, provocando un nuevo desplazamiento, una nueva Nakba, como alertaron analistas marxistas como Gilbert Achcar desde el inicio de la ofensiva y masacre sionista sobre la población gazatí.[12]

En la juventud tenemos una apuesta estratégica. Hay tres estrategias constructivas en este momento en la izquierda. El PO está con los piqueteros, un movimiento que no está bien y es muy externo en relación al resto de los explotados y oprimidos. El PTS está con las asambleas populares, que van y vienen y que ridículamente pintaron como “soviets”, una hipótesis insostenible más allá de que las asambleas sean progresivas y participemos en ellas. El Nuevo MAS, con el movimiento estudiantil como chispa para “encender la pradera” de la clase obrera, una estrategia constructiva que nos está dando muchos frutos.

Por lo demás, también estamos lanzando una ofensiva en el terreno de la elaboración teórica y la lucha “ideológica” alrededor del balance del estalinismo y de la formación de las nuevas generaciones. Esta ofensiva la vamos a llevar adelante con varias herramientas, pero acá queremos destacar el lanzamiento de nuestra obra El marxismo y la transición socialista, que saldrá en dos tomos, uno próximamente en electrónico y en unos meses en papel en varios idiomas (castellano, inglés, portugués y francés), y el segundo tomo en el primer semestre de 2025.

Con esta iniciativa queremos hacer valer nuestras elaboraciones de manera más ofensiva y comenzar a tallar en el debate estratégico entre sectores de la intelectualidad y la docencia universitaria en varios países a la vez: Argentina, Brasil, Francia y los Estados Unidos. Parte de esto es participar del Encuentro León Trotsky en nuestro país, organizado por Frank, una iniciativa importantísima, y a continuación, viajar al encuentro en Londres de Historical Materialism a comienzos de noviembre, así como el viaje a Francia a finales de agosto al Campamento de Verano del NPA.

5- Nuestra política

La política es la que venimos teniendo: frente único donde se pueda, para abrir paso al desborde; seguir ganando representaciones en el movimiento estudiantil y construir el Sitrarepa; organización desde abajo y coordinación en todos lados donde esté planteado; pensar el Encuentro que se viene como espacio de frente único de tendencias e ir construyéndolo como alternativa de dirección a la burocracia; la consigna de abajo la ómnibus bis, el DNU, el protocolo, y, muy importante, “basta de Milei”, que introduce de manera indirecta nuestra estrategia de echar al gobierno con la movilización y en contra de la adaptación al régimen que se ve en las filas del PTS, por ejemplo, que subordina toda su agenda a lo que pase en el parlamento.

Por otra parte, hay que tener una política específica con el FITU: unidad, unidad. Les propusimos que nos inviten con voz y sin voto a la mesa de coordinación del FITU. Tenemos la intención de abrir una discusión sana para colaborar en su “refundación” y que nos dejen ser parte del frente en momentos en que la crisis del kirchnerismo es profundísima y eso abre posibilidades históricas para la izquierda si se gira a una situación prerrevolucionaria (posibilidades que deben ser resueltas con la unidad de la izquierda en todos los planos que se pueda).[13] Una crisis recorre al FITU por diferencias de estrategia, y queremos contribuir a dicho debate integrándonos a él; al menos defender espacios sumamente importantes como la Coordinación que está funcionando ahora, y que esperamos no deje de funcionar por razones electoralistas: el electoralismo bajo Milei sería mortal. Además, se vienen elecciones de centros de estudiantes fundamentales y de impacto nacional, como Filosofía y Letras de la UBA, donde hasta el momento no hemos logrado que las fuerzas del FITU entiendan la necesidad de la unidad para recuperar el centro de estudiantes de manos de los K.[14]

6- El futuro inmediato del trotskismo se juega en la Argentina

Para terminar este informe, veamos algunas consideraciones finales.

La burguesía y la burocracia están ordenadas para que la ley ómnibus salga. Ocurre que si no sale puede peligrar la estabilidad del gobierno… En esta combinación de un gobierno al que no le sale bien el plan bonapartista, que no puede sacar una sola ley, y que al mismo tiempo es muy duro, sumado a que ha habido grandes movilizaciones populares aunque la sociedad siga dividida, si no le sale la ómnibus tiembla el gobierno y se aceleran todos los plazos.

Entonces, la manera de dar estabilidad al plan de ajuste es complementarlo con un plan estructural donde revienten a la clase obrera. El contenido de la ómnibus es reventar a la clase obrera. Para que el plan tenga sustentabilidad y traiga inversiones, tienen que arrasar con las conquistas de la clase obrera, incluyendo las jubilatorias. O hacen eso, o el plan queda en el aire y no se puede aplicar.

En esto consiste la coyuntura actual, que no es la esperada porque el proceso de movilización contra Milei es muy importante aunque no alcance para desbordar al régimen y a los partidos políticos. Pero si cae la ley, tiembla el gobierno, y no quieren que el gobierno tiemble porque ahí empiezan a pisar un terreno sinuoso. Hasta Villarruel se llamó a silencio: “callate y apoyá a Milei”. Estas semanas se juega eso; si saca la ley, es obvio que es un triunfo político (aunque el resto de sus consecuencias habrá que medirlas en los hechos).

Y le puede estallar el país si no la saca, porque tiene todos los frentes abiertos: el frente político que es el más dinámico; la situación social, donde por ahora no hay grandes luchas pero la situación es dramática (hemos tenido luchas sindicales rutinarias, pero no desbordes); el frente económico, donde nadie le va a venir a invertir si no hay “seguridad jurídica”.

Pero tiene un aliado descomunal, que es la dirección del movimiento de masas, la burguesía y los partidos políticos: esos “astros” están alineados para que la ley salga, volviendo a diputados; siempre con un mecanismo que es el del régimen, porque ahí sí le dijeron que no: avasallar al régimen, no; avanzar con el plan, sí. Todo esto en un escenario donde nadie se esperaba el nivel de movilización que hay en la Argentina.

Obtendría un triunfo político con la ley; que eso sea una derrota estructural, no sabemos, hay que tener paciencia. Pero tampoco se puede ser objetivista y creer que no significa nada. Si no se desestabilizan las cosas por la vía económica o social, se va de cabeza a las elecciones; después de seis meses donde el factor político fue el más dinámico, si ese factor es el que ahora le da estabilidad y los factores social y económico no llegan a desestabilizar, se va a la campaña electoral lamentablemente.

La vanguardia puede movilizar hasta cierto nivel, pero la campaña de la burocracia de que la reforma laboral es “light” no alimenta la movilización. Por ahora, es más probable que la ley pase que un nuevo “14 y 18”, pero nos vamos a jugar y vamos a ver qué pasa.

Es una combinación de elementos contradictorios, porque, aunque abrieran la campaña electoral prematuramente, por ahora las relaciones de fuerzas le impiden ser a Milei lo que Milei quiere ser.

Hay una cosa que está mal y se repite mucho, que es comparar a Milei con Menem. Milei no es Menem, hay que sacarse eso de la cabeza si se quiere pensar de manera concreta y específica como hace el marxismo (además de internacionalista, como exige el marxismo revolucionario). Milei es un peligro, y los que están ayudando a que se estabilice le dan atributos a un tipo que es un monstruo. Menem no tenía un plan global, tenía un plan económico; Milei es parte de la ultraderecha mundial, que se juega en la Argentina una parada importante; si no, hablamos de Argentina afuera del mundo. La Argentina de Menem no estaba en una época de crisis, guerras y revoluciones como estamos ahora, estaba en la caída del Muro y la pax americana. Milei por ahora está limitado a nivel del régimen y las relaciones de fuerzas, pero se puede poner “rabioso”, y si hoy no puede movilizar a nadie, mañana quizás sí (de ahí que el peronismo sea tan criminal; porque la tarea estratégica es derrotarlo ahora abriendo una salida obrera y socialista a partir de la lucha de clases directa).

¿Por qué se hace el encuentro León Trotsky en la Argentina? Porque la Argentina está de nuevo en el candelero, todo el mundo quiere ver qué pasa con el experimento Milei. Argentina es la capital del trotskismo hoy, y esa es la otra cara, porque se puede ir todo al tacho y que brote una revolución. Es lo que dijimos en el acto del 1º de Mayo: Lenin en 1915, en pleno baño de sangre y derrota, con la clase obrera ganada para el nacionalismo, diciendo “hay una situación revolucionaria”, y la gente diciéndole que estaba loco, que había que amucharse con la burguesía porque había derrota de la clase obrera…[15] La astucia de la historia es que quizás Milei y el peronismo logren que se vaya de cabeza a una crisis histórica y que en las facultades, las fábricas y los barrios populares se empiece a pudrir todo y se incendie el país, desbordando al régimen.

Y la otra cara de esto es construirnos como un gran partido revolucionario de vanguardia en la Argentina; un partido que con las tácticas unitarias que sean necesarias, haga la diferencia. Perspectiva apasionante que sin lugar a dudas está abierta en nuestro país. La dialéctica es fundamental acá: apreciar cómo se puede pasar de la extrema derecha a la extrema izquierda por las oscilaciones lejos del centro político del movimiento pendular de la lucha de clases.

Lo otro es que el espacio para construirnos no está sólo en la juventud; es la juventud y también el 44% que no lo votó, el espacio del kirchnerismo. A pesar de las diferencias en la izquierda y con los K, la gente se da cuenta de que estamos en una situación anormal, y la hipótesis de echar a patadas a Milei va a seguir abierta; hay que adecuar la formulación, pero nuestro concepto es que la estrategia es echarlo y abrir una salida revolucionaria.

El futuro del trotskismo se juega centralmente en la Argentina. Por esto es el momento de redoblar los esfuerzos para construir nuestro partido como un gran partido de vanguardia combativo, aguerrido, preparado para los desafíos que se vienen con la reapertura de la etapa de crisis, guerras, revoluciones y también reacción y barbarie, una etapa con más “sangre” pero, también, con más revolución.


[1] Agradecemos a Patricia López por la desgrabación y edición de este texto, basado en el informe y cierre del último Comité Central de nuestro partido (10/05/24).

[2] Esta es una definición que desafía a tantos marxistas derrotistas que andan por el mundo. No se puede mirar el mundo y los países desde afuera y por los diarios y andar por ahí impresionándose. Si bien sería un error completo subestimar el fenómeno de la extrema derecha, es una capitulación igualmente completa exagerar sus fuerzas cediéndoles terreno en vez de probar prácticamente las verdaderas relaciones de fuerzas en cada caso.

[3] Está clarísimo que la línea del peronismo es un copia fiel de lulismo: dejar que gobierne Milei (como hicieron en Brasil con Bolsonaro) y tratar de recuperar el gobierno en 2027 cuando el país ya sea “tierra arrasada”. Demás está decir, por otra parte, que este tercer gobierno de Lula es el peor de todos sus mandatos y que no revirtió ni una sola contrarreforma bolsonarista, sino que, más bien, les dio mayor sustento legislativo. Además, al dejar instalarse a la extrema derecha, ésta se fortaleció estratégicamente y gobierna estados cruciales como San Pablo. No es de la mano del peronismo que se podrá echar a Milei.

[4] En esto hay una diferencia sustancial –al menos hasta ahora– entre Milei y Bolsonaro, en dos sentidos: a) además de ser traidores, en Brasil los sindicatos vienen muy debilitados, y b) Bolsonaro tiene enorme capacidad de movilización de sectores “heteróclitos”, mientras que Milei, aún no ha realizado ninguna demostración de fuerzas callejera.

[5] Fue un error político grave que el PO participara de la movilización del 1º de mayo, cuando la CGT ya había transado con el gobierno la reforma laboral, haciéndoles creer a porciones enteras de las y los trabajadores que no pasa nada porque es una reforma “light”…

[6] Nuestra posición es la defensa incondicional de los movimientos sociales como el Polo Obrero, lo que no quiere decir que nuestro apoyo incondicional no tenga elementos críticos a discutir en el seno de la izquierda y el movimiento obrero, como las prácticas “clientelares” y anti socialistas que vienen surcando dicha experiencia y que hemos criticado en reiteradas oportunidades (“El PO y el movimiento de desocupados: una estrategia equivocada”, Maxi Tasan, izquierdaweb).

[7] De momento el protocolo anti protesta funciona de manera bastante relativa, sobre todo contra las marchas de la izquierda o minoritarias. Otra cosa es que las distintas burocracias (sobre todo la más cobarde, ATE y la CTA) lo internalicen para ir por la vereda cuando no hay ni un policía en los alrededores. Lo propio hacen las direcciones K de los centros de estudiantes: ¡una verdadera vergüenza!

[8] El jefe de la CGT era Triaca padre; Moyano se construyó ahí la imagen de “combativo y opositor”, y el tándem opositor eran el MTA, la CTA y la CCC01.

[9] La ridiculez anti materialista de un gobierno sostenido por las redes sociales y las encuestas.

[10] Lo más probable es que sea precisamente esa semana cuando se trate la ley en el recinto del Senado y cuando esté planteado realizar una movilización multitudinaria. En la izquierda haremos el Encuentro, que se viene postergando, el mismo sábado 25, de cara a organizar la movilización para la semana siguiente o cuando se trate la ley en Senadores.

[11] El 1º de mayo tuvo, grosso modo, características similares que podían adelantarse. No sólo el PO sino también el PTS estuvieron indefinidos hasta último momento, lo que debilitó las posibilidades del acto de la izquierda del mismo día, aunque más allá de eso consideramos que el acto unitario de la izquierda fue un éxito por el solo hecho de haberse realizado.

[12] Netanyahu está ahora comenzando a entrar –todavía lentamente– en Rafah.

[13] El FITU suele autoproclamarse –sobre todo el PTS– como la “unidad”, pero esto es una mentira. Cada vez que el partido y Manuela Castañeira aparecen en los medios, o cuando hablamos con la gente en las movilizaciones, nos preguntan “¿por qué no hay unidad de la izquierda?”… Y si nos preguntan eso es justamente porque no la hay. No puede haber unidad dejando al Nuevo MAS fuera de la “ecuación”.

[14] Sobre todo, nuevamente, el PTS es el que más se opone a la unidad con nuestro partido, como ocurrió con su fracasado intento en la UNG’S o en sus contubernios permanentes con la Mella y otras fuerzas kirchneristas, que bajan directamente de sus enjuagues bastante turbios con esta corrientes en el parlamento…

[15] A ejemplo de lo que hacen el PSOL y Resistencia en Brasil, o lo que quiere hacer la ex mayoría del NPA junto a Melenchon en Francia, o el DSA que sigue dentro del Partido Demócrata en los Estados Unidos.

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1 COMENTARIO

  1. Estoy totalmente de acuerdo con el documento la cuestión es, … que quieren hacer ustedes en Barcelona, yo vivo en Vilanova i la Geltru al sur de Barcelona a 45 minutos de tren en Vilanova hay Universidad de Ingeniería y hay escuelas industriales de artes y oficios para integrar a la juventud no universitaria al proceso productivo también hay Colegios Secundarios, particularmente los prefiero sobre todo los públicos, … pero se necesita un periódico digital especial para el Estado Español, para luego trabajar boletines especializados por frentes estructurales Vilanova no es una Zona industrial es un pueblo dormitorio, formador juvenil, y de servicios, si hay un centro ferroviario aquí hay talleres, hay que hacer un releva miento, aquí el espacio político es la juventud obrera y estudiantil obrera e hijos de trabajadores pero se necesita un centro editorial respaldado desde Buenos Aires, que nos permita construir una narrativa coherente y constante, formar jóvenes redactores, y presencia local desde la agitación, pintadas murales, … que integre a una juventud variopinta e inmigrante, aquí la intendencia es de la CUP, en si no es mucho pero no gobierna VOX, …tampoco Partido Obrero una organización Stalinista de derecha anti feminista…hace dos años aquí planificaron un plenario de unos 100 miembros en el Centro cívico con pintadas anti nacionalistas todos vestidos de negro de 20 años de promedio, extrañamente no anti monarquicos con un león como escudo, que si es un símbolo monarquico y que por esas cuestiones de la vida me invitaron ,… je je mala idea, yo trabajaba en el Centro Civico dándole de comer a indigentes , era el cocinero y con otro voluntario de 65 años anti fascista nos sentamos en esa asamblea, dentro del Centro Cívico, …donde nadie debate y todos obedecen… les rompí la asamblea y forcé un cuarto intermedio y me fui. Poca cosa son. No tienen huevos.

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