Diputados rechaza el presupuesto 2022: «pan y circo» en el Congreso Nacional

La discusión del presupuesto entre los bloques mayoritarios se volvió una verdadera "comedia de enredos". Con o sin presupuesto votado en el congreso, el ajuste va a continuar igual.

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Con la votación en contra de Juntos al presupuesto 2022, la votación se volcó mayoritariamente en contra, impidiendo su aprobación.

La votación reviste su importancia política, dado que se trató de la primera «prueba» que deberá pasar el oficialismo a partir de la nueva composición de ambas cámaras, resultantes de las últimas elecciones.

Sin embargo, este «voto en contra» tiene una trampa, pues la oposición de derecha lo realiza a sabiendas de que el gobierno podría prorrogar el presupuesto actual para el año que viene. Es decir, podría seguir gobernando con el presupuesto pasado, mediante decretos y DNU, y avanzar con el ajuste de forma empírica.

El gobierno ha propuesto un proyecto de presupuesto marcado por una fuerte política de ajuste, tarifazos y devaluación. La estrategia central de Martín Guzmán parece ser la de apostar a aplicar un ajuste por la vía de la inflación. Es por eso que no es ninguna ingenuidad que el presupuesto proyecte una inflación de «sólo» el 33%, cuando este año rozará los 50 puntos y las estimaciones para el año próximo dan todas más arriba todavía.

Es decir, el gobierno buscará que las partidas presupuestarias del año próximo queden por detrás de los aumentos de precios, y de esa manera licuar el gasto público para lograr los objetivos de déficit fiscal que impondrá el Fondo Monetario.

La oposición mayoritaria ha rechazado el proyecto, pero esto no significa que cuestionen la política de ajuste diseñada por Guzmán. Más bien al contrario, sus críticas apuntan hacia un mayor «sinceramiento» del ajuste, para profundizarlo.

Es por eso que en todos los principales ítems de política macroeconómica contemplados en el presupuesto, la oposición mayoritaria denuncia un «dibujo», proponiendo encarar el ajuste de manera más frontal.

Por ejemplo, uno de los principales cuestionamientos de JxC al proyecto es que no contempla el acuerdo con el Fondo, lo que podría dar lugar a «inconsistencias» entre un programa y otro. Es decir, pretenden que la subordinación a los condicionamientos del organismo sea total y alcance incluso a la letra del presupuesto para el año que viene, no sea cosa que el Fondo se enoje.

En ese mismo sentido, las denuncias acerca de la proyección fantasiosa del 33% de inflación remiten simplemente a la apuesta de que el ajuste sea no principalmente por la vía inflacionaria (una manera relativamente «indirecta» de hacerlo), como quiere el gobierno, sino fiscalista, es decir, más agresivo y directo.

En otros aspectos, las críticas de JxC van en el mismo sentido. Por ejemplo, el torno a la política cambiaria, denuncian que la proyección de devaluación mantiene el atraso cambiario, es decir, se queda demasiado corta. Pretenden una mayor devaluación.

Todos los demás cuestionamientos defienden los intereses de los poderosos, como la denuncia acerca de la permanencia de los artículos 80 y 81, mediante el cual el gobierno mantiene la potestad de modificar las alícuotas a los derechos de exportación (o sea, eventualmente podría subir las retenciones).

Si estas son las críticas de JxC, qué queda para los «libertarios». Espert y Villaruel denunciaron que el presupuesto «no baja el gasto público». Entiéndase bien: no lo baja tanto como ellos quisieran, exigiendo un ajuste en regla de manera brutal.

Más allá de las negociaciones entre los de arriba y las circunstanciales maniobras parlamentarias, el debate por el presupuesto expresa una cuestión más de fondo. Se trata de la reconfiguración de los bloques políticos de la burguesía frente a la crisis cuando el país está siendo conducido a cruzar el umbral del acuerdo con el FMI, que determinará el futuro de la economía del país en los próximos años.

La capacidad del gobierno para administrar la economía, aplicar el ajuste y contener la crisis social al tiempo que los representantes de la gran burguesía presionan por una ofensiva más frontal contra la clase trabajadora, comienza a ponerse a prueba.

Por parte del Frente De Todos, la búsqueda de consenso atrás del proyecto es buscada para mostrar unidad frente al FMI, que exige la unidad de los bloques mayoritarios en función de pactar un acuerdo (de ajuste) estratégico a varios años.

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