Se cerró la grieta: por qué el gobierno y la oposición están en contra de los trabajadores del neumático

¿Qué pase de magia se operó en la Argentina para que todo el arco político tradicional, desde los más "progresistas" hasta la derecha más conservadora, se pongan de acuerdo en algo?

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«No estoy a favor de que este conflicto se conciba en términos de lucha de clases» (Madanes Quintanilla, Radio La Red, 23/9).

«A los 29 años el sindicalista [Alejandro Crespo] comenzó a trabajar en Fate y desde entonces invierte sus horas laborales en asambleas, plenarios y congresos partidarios en donde se utilizan textos como el Manifiesto Comunista de Karl Marx y La Revolución Permanente de León Trotsky» (Infobae, 26/9).

Sergio Massa amenaza con la apertura de la importación de neumáticos para intentar quebrar el conflicto. El ministro de Trabajo Claudio Moroni denunció penalmenteAlejandro Crespo, el Secretario General del neumático. José Luis Espert pidió «bala» para los trabajadores que hacen paro y los sindicatos que luchan por el salario. Patricia Bullrich se pasea por la planta de Bridgestone en Llavallol y culpa a los trabajadores por la crisis económica que atraviesa el país. Los medios de comunicación hablan de un «paro salvaje» y montan una campaña macartista contra la izquierda.

¿Qué pase de magia se operó en la Argentina para que todo el arco político tradicional, desde los más «progresistas» hasta la derecha más conservadora, se pongan de acuerdo en algo? Sólo hizo falta que un sindicato recuperado (del que se barrió a la burocracia sindical peronista) salga a pelear por paritarias dignas y cuestione el mandato sagrado de la burguesía argentina: el ajuste.

La pulseada de los trabajadores del SUTNA contra las patronales y el gobierno es lo que suele denominarse «un conflicto testigo«. Las razones son varias.

La ligazón del gremio con la industria automotriz le da un lugar de centralidad productiva difícil de ignorar. La escasez de neumáticos ya está forzando el parate en varias plantas en autopartistas del AMBA. Toyota congeló sus operaciones en Zárate, Ford suspendió dos turnos de producción en su planta de Pacheco y Fiat anunció que tiene stock para seguir produciendo por apenas diez días.

Pero, más allá de las razones productivas y meramente económicas, el conflicto del neumático es político. Y no se trata, como quieren instalar el gobierno, la oposición, las patronales y los medios, de una «lucha de poder» entre sectores que instrumentalizan el reclamo salarial. Se trata de un conflicto que desnuda la verdadera crisis, el verdadero quiebre de la sociedad argentina: de un lado están los trabajadores que resisten el ajuste, del otro las patronales, el gobierno, la oposición y los medios de comunicación que aplican y legitiman ese ajuste. Justamente por eso es que la alianza patronales – establishment – medios está desarrollando una verdadera campaña ideológica contra los trabajadores del neumático.

El relato de los poderosos

Estamos hablando de multinacionales de gran peso como Bridgestone (japonesa) o Pirelli (italiana con capitales chinos) y de algunas de las firmas nacionales más poderosas del país como Fate. Su dueño, el empresario Javier Madanes Quintanilla, factura anualmente USD1.420 millones y emplea a 5.700 personas en el país.

«Las empresas nos negamos [a lo que pide el SUTNA] por la falta de competitividad que generaría, la debilidad frente a la importación de productos y la exportación a precios que el mercado internacional no soportaría» decía Madanes Quintanilla en una entrevista radial.

Estos argumentos, que apelan a una supuesta «racionalidad» económica, son en realidad una mistificación. Cuando Madanes (y cualquier empresario) habla de «competitividad» en realidad está hablando de ganancias: que Fate, Pirelli o Firestone sean «poco competitivas» en términos capitalistas solo significa que los empresarios de Fate, Pirelli y Firestone ganarán menos que otros empresarios del sector en el mercado internacional.

Es sencillamente mentira que sea imposible para los empresarios pagar salarios dignos que estén por encima de la inflación. Al día de hoy, las patronales del neumático tienen un costo de producción general (materias primas + mano de obra) de aproximadamente el 3% del producto, como señalan justamente los trabajadores del gremio en cada una de sus apariciones públicas. Aumentar los sueldos no implicaría necesariamente vender mercancías «caras», sino achicar el margen de ganancia de Madanes y compañía.

En resumen: cuando Madanes dice que una industria con paritarias por encima del 38% es «poco competitiva», en realidad está diciendo que no está dispuesto a facturar menos de USD 1.420.000.000 anuales.

El neumático es un sector sumamente concentrado de la industria argentina (3 plantas del AMBA concentran la mayoría de la producción de neumáticos del país) que está disputando su derecho a explotar y super – explotar a gusto a sus empleados. Para los capitalistas argentinos, esta es una potestad sagrada que los trabajadores del SUTNA están cuestionando.

Los principales medios de comunicación del país pusieron manos a la obra para multiplicar el discurso de las patronales. Infobae, el mayor portal de noticias de la Argentina, decía en una nota sin firma que «los continuos paros y bloqueos sindicales ya ocasionaron una amplia secuela de perjuicios: pérdida de producción de al menos 1,3 millones de neumáticos, escasez, encarecimiento y contrabando de neumáticos desde países vecinos, aumento de las importaciones […], problemas de provisión de autopartistas y automotrices, que evalúan suspensiones por problemas para terminar sus productos, y pérdida de ingresos para los cerca de 5.000 trabajadores del sector que, debido a la reducción de turnos y horas de trabajo, dejaron de percibir sus salarios normales».

Tal parece que el periodismo independiente ha dejado atrás cualquier atisbo de «imparcialidad» u «objetividad» para dar paso a la línea editorial que piden las patronales. El intento de cargar todos los males de la sociedad sobre la espalda de los trabajadores es evidente. Los trabajadores del neumático no serían solo culpables de «pérdidas» millonarias, sino también de las operaciones de contrabando que hacen las empresas del gremio, de la sobrefacturación de importaciones, de la eventual decisión de las patronales de suspender trabajadores para abaratar costos salariales y maximizar ganancias y, por último, de que sus empleadores hayan decidido descontarles una enorme porción de su salario por los días de paro.

Este tipo de difamaciones (afirmaciones que son lisa y llanamente mentiras, manipulación de la información destinada a deslegitimar las acciones de los trabajadores del SUTNA) se repitieron en este medio y otros. En muchas ocasiones se limitaron a copiar y pegar el mismo párrafo difamatorio en distintas notas.

Las empresas del neumático son algunas de las más importantes del país y pagan salarios por debajo de la inflación (38% de aumento frente a una inflación de casi el 100%). Pero los medios y las patronales intentan instalar la idea de que las víctimas son los empresarios y los trabajadores un grupo de «extremistas» que atentan contra la producción.

El ajuste de los «progres»

El gobierno nacional interviene en el conflicto a través de la cartera de Trabajo, dirigida por Claudio Moroni. Para la coalición «panperonista» gobernante, el reclamo de los trabajadores del neumático es un desafío frontal a su proyecto de gobierno: aplicar el ajuste fiscal que reclama el FMI y pulverizar los salarios en el camino.

El martes, Sergio Massa utilizó sus superpoderes para inclinar la balanza en favor de las patronales del neumático. Según el «superministro», el conflicto del SUTNA es obra de «unos poquitos» que «toman de rehenes» al resto de la industria.

Las palabras son por lo menos llamativas. No eran «poquitos» los trabajadores del neumático convocados a las puertas del Ministerio de Trabajo que coreaban «Sergio Massa botón» ese mismo día. Tampoco fueron «poquitos» los trabajadores que participaron del acampe del SUTNA en Callao la semana pasada, ni los que permanecen movilizados en las puertas de las plantas de Pirelli, Fate y Firestone.

Tampoco son «poquitos» los trabajadores de otros gremios que pasan por la misma situación. Hoy la pobreza está por encima del 40% en la Argentina y los salarios cayeron un 86% en dólares durante los últimos años. Habría que preguntarse quién es esa minoría que «toma rehenes» en la Argentina: ¿los trabajadores que luchan por su salario o los empresarios y gobiernos que ajustan?

La derecha: macartismo y reacción

Por el extremo derecho de la discusión se cuelan Bullrich y Espert, que intentan empujar los consensos hacia paradigmas más represivos y anti – obreros. La idea que impulsan la presidenta del PRO y el derechista new age que abreva en las filas libertarias es que la razón detrás de la crisis argentina es la existencia de los sindicatos como tales. Una concepción profundamente reaccionaria, que supone que cuanto peor están los trabajadores, mejor está el país.

Ya está largamente demostrado que la eliminación de los sindicatos redunda necesariamente en una caída de las condiciones de vida de los trabajadores. El año pasado la Academia Nobel premió a un economista por demostrarlo estadísticamente. Pero no debería sorprender a nadie que Bullrich y Espert impulsen estas ideas.

El libertario se pronunció en contra de los sindicatos y los derechos laborales explícitamente en la campaña electoral del 2021. Ahora, cuando los trabajadores reclaman lo que les correponde, Espert cruzó la línea y demostró la realidad detrás de sus «ideas». Pidiendo «bala» para los trabajadores del SUTNA dejó en claro que su programa es uno autoritario, de represión fascista para eliminar todo derecho de los trabajadores.

Bullrich, por su parte, quiere proponer una alternativa de «derecha dura» para la Argentina. «¿Qué quieren, planes sociales? ¿Más pobreza? Tanto yo como todo mi equipo esto lo vamos a cambiar. Estamos para tener un sistema en el que sindicatos y empresas se pongan de acuerdo en cosas razonables. No podemos estar en esta situación en la que cierran empresas por un grupo intransigente«, dijo desde su twitter.

Al parecer, «cosas razonables» serían, por ejemplo, que un colectivo de trabajadores industriales cobren por debajo de la inflación e incluso debajo de la línea de pobreza mientras los empresarios se llenan los bolsillos con dólares.

Los derechistas como Bullrich y Espert quieren instalar la idea de que en la Argentina los trabajadores viven mal por culpa de los sindicatos. Es cierto que muchos sindicatos dirigidos por el peronismo, que dejan pasar el ajuste en sus gremios mientras permanecen atornillados a sus sillones, les dejan la tarea fácil. Pero el problema no son los sindicatos como tales ni las medidas de lucha de los trabajadores. Los que están llevando las condiciones de vida populares a condiciones de pobreza son los Madanes Quintanilla que pagan salarios de hambre, los gobiernos «progres» patronales como el de Todos y la oposición fascistoide, los Espert y los Milei, que preparan el terreno para medidas todavía más antipopulares.

Hace rato que en la Argentina el empresariado pide a gritos una reforma laboral: eliminar jubilaciones, obras sociales, vacaciones, indeminzaciones, convenios colectivos y recortar salarios. Pedir «bala» para los trabajadores e instalar la idea de que «las empresas cierran por los sindicatos intransigentes» sólo son intentos para legitimar ese tipo de medidas.

Todos Juntos

La burguesía (los empresarios, los que viven del fruto del trabajo ajeno) es una clase social con muchas diferencias internas. Pocas son las veces en que todos sus representantes (las cámaras empresariales, los partidos burgueses) se ponen de acuerdo. Y, siempre que lo hacen, es porque los une una causa de «fuerza mayor». En esta ocasión, patronales, gobierno, oposición y medios masivos están forjando una alianza de unidad nacional (burguesa) contra la lucha de los trabajadores del neumático.

A todos ellos se les ponen los pelos de punta al ver un colectivo de trabajadores reclamando por el derecho básico a un salario que no pierda ante la inflación. Parece que una vida digna para los trabajadores es más de lo que los empresarios son capaces de tolerar. En realidad, lo que les preocupa no es tanto el valor concreto de la paritaria, sino que los trabajadores pongan en cuestión el derecho de los capitalistas a hacer lo que les plazca con la vida de sus empleados.

Bajo el capitalismo no existe derecho más sagrado que la propiedad privada de los medios de producción. Los capitalistas son expertos en defender ese derecho ideológicamente: todos los días oímos discursos en los medios que ensalzan los prodigios la libertad empresarial, del derecho de cada propietario a hacer lo que le plazca con lo que es suyo.

Pero la verdad queda expuesta cuando llegan los momentos de crisis, cuando se desatan luchas entre capitalista y obrero, empleador y empleado: la propiedad privada es propiedad para el capitalista y salario de miseria para el trabajador, libertad de explotación para el empresario y, para el trabajador, la libertad de elegir entre el hambre o la pobreza.

 

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