Luego de pasar algunas horas en el cruce de Balbín y Perón (centro de San Miguel), los repartidores se trasladaron hasta la puerta del municipio en lo que fue una espectacular movilización a bordo de sus motocicletas. Una vez instalados frente al municipio continuaron su manifestación con un ruidazo que incluía bombos, bocinazos, aceleradas y demás formas de demostrar su bronca.
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La policía los persigue y multa constantemente pero jamás los cuida de los robos que sufren todos los días.
Estudiantes, trabajadores y vecinos se asomaban a registrar con sus cámaras el conflicto. Todo esto ocurría apenas a unos 100 metros de Sanatorios San Miguel, donde los trabajadores también se encuentran lucha en defensa de sus puestos de trabajo.