Este miércoles el gobierno ruso acusó a Ucrania de llevar adelante un ataque con drones contra el edificio del Kremlin, con el objetivo de asesinar al presidente Vladimir Putin.
La acusación fue acompañada de imágenes que muestra los dos aparatos descendiendo sobre unos de los techos del edificio de gobierno, para luego ser destruidos por el sistema antiaéreo, causando una explosión.
Según Moscú, el incidente no produjo heridos ni daños materiales. «Vemos esta acción como un acto terrorista y un atentado contra la vida del presidente ruso», indicaron los voceros oficiales del Kremlin, quienes también advirtieron que se reservaban «su derecho a represalias» contra Ucrania.
Este jueves el gobierno ruso redobló la apuesta y apuntó directamente hacia Estados Unidos como el responsable detrás del presunto atentado: “Las decisiones de este tipo de ataques no se toman en Kiev, sino en Washington”, afirmó Dimitri Peskov, vocero del Kremlin.
Rusia no ha dado más información sobre lo ocurrido, no publicó detalles sobre los restos de los drones destruidos ni explicó cómo pudieron llegar a sobrevolar los edificios de gobierno, en una zona de máxima seguridad.
De estas suspicacias se vale Ucrania para negar cualquier tipo de implicación en los hechos. El gobierno de Zelensky acusó a su vez a Rusia de realizar una operación de falsa bandera para justificar una nueva escalada en la guerra. Obviamente, la Casa Blanca también hizo lo propio y se despegó de las acusaciones.
Another clip of the drone pic.twitter.com/2JgpIp6kKg
— Pjotr Sauer (@PjotrSauer) May 3, 2023
La escasez de información, sumado a las mentiras diseminadas de uno y otro lado a lo largo de la guerra, hace imposible poder dar una sentencia definitiva sobre qué bando dice la verdad. Desde que Rusia lanzó su invasión, en febrero del año pasado, se ha reconfirmado una y otra vez aquella frase que afirma que en la guerra lo primero que muere es la verdad. La guerra se libra también en el terreno comunicacional diariamente.
Pero tanto si el supuesto atentado contra Putin haya sido verdadero o no, lo que sí es cierto es que el hecho sirvió como excusa para Rusia para lanzar una nueva escalada en el conflicto de manera inmediata, tal como advirtió Moscú. De hecho, un ministro de Putin opinó que la respuesta rusa al atentado debería ser «la eliminación física del presidente ucraniano Volodimir Zelensky».
En las últimas horas las fuerzas rusas lanzaron un ataque de por lo menos 24 drones de combate en distintos puntos del territorio ucraniano. Según Kiev, 18 de ellos fueron derribados por las fuerzas aéreas ucranianas.
Sin embargo, también es cierto que en las últimas semanas han surgido informaciones de eventos tipo sabotaje sobre territorio ruso, como la explosión que este lunes hizo descarrilar un tren en la región rusa de Bryansk, fronteriza con Ucrania. También estallo un artefacto explosivo en Leningrado que dañó parte de las líneas de electricidad de la región.
Las sospechas de que estos actos de sabotaje fueron realizados por Ucrania o ciudadanos ucranianos en Rusia fueron en aumento hasta que ocurrió el episodio del Kremlin del miércoles. Pero tanto en aquellos casos como en éste, la información es muy escasa.
Si se confirma que esta sucesión de hechos redunda en una nueva escalada generalizada en el conflicto estaríamos ante un hecho de enorme gravedad.
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