
Por Sofía Ginestá
Roger Waters dio la nota nuevamente en la noche de ayer al innaugurar su gira por Brasil en el Arena Palmeiras de San Pablo. El ex Pink Floyd abrió el recital con una pantalla gigante derás de sí, que rezaba «resistir al neo-fascismo» y se sumó al #EleNao. Luego, una seguidilla de nombres de mandatarios y candidatos, autores de políticas ultra-reaccionarias, y su país de origen aparecieron bajo el título «el neo – fascismo está en ascenso»: En Estados Unidos, Donald Trump; en Hungría, Orbán; en Francia, Le Pen; en Austria, Kurz; en Gran Bretaña, Farage; en Polonia, Kaczinsky; en Rusia, Putin; en Brasil, Bolsonaro».
«Ustedes tienen una elección importante en tres semanas. Van a tener que decidir quién quieren como próximo presidente. Sé que no es de mi incumbencia, pero estoy en contra del resurgimiento del fascismo por todo el mundo», dijo por el micrófono y continuó, «Como defensor de los Derechos Humanos, incluí el derecho de protestar pacíficamente. Preferiría no vivir bajo las reglas de alguien que cree que la dictadura militar es algo bueno. Recuerdo los días ruines en América del Sur, las dictaduras, y fue feo».
Acto seguido, la multitud estalló en aplausos y cantos contra Bolsonaro, exponiendo el racismo, la misoginia y la violencia que pretende propagar contra el conjunto del pueblo brasilero. Solo un pequeño grupo respondió a la mayoría que aclamaba la intervención con cantos contra el PT.
Waters, además de haber liderado una de las bandas emblema de la segunda mitad del siglo XX, es famoso por denunciar en sus shows las políticas reaccionarias llevadas adelante por los gobiernos de turno en cualquier país al que vaya a tocar. Es reconocido su boicot al Estado sionista de Israel, no solo negándose a tocar en esas tierras manchadas de sangre palestina, sino redactando cartas públicas a todo artista de talla mundial que se entere que pisará Tel Aviv o Jerusalem.
El apoyo de Waters a las causas democráticas de todos los que no quieren ser «otro ladrillo en la pared» es un reflejo claro de una sociedad cada vez más polarizada en el planeta entero. Por un lado, se yerguen figuras asociadas a los totalitarismos, a las guerras imperialistas, a la barbarie y al nacionalismo, como expresión reaccionaria de la crisis del capitalismo. Por otro lado, las manifestaciones populares de millones en diversos puntos del globo en rechazo a estas políticas, en defensa de los derechos de las mujeres y contra monstruos como Trump o directamente neo – fascistas como Bolsonaro.