La ola de violencia xenófoba se desató el pasado martes, luego de que influencers de extrema derecha como el rancio Tommy Robinson difundieran fake news en las que se adjudicaba a un supuesto «migrante ilegal» un ataque perpetrado en el que murieron 3 menores de edad y 10 más resultaron heridos.
Las fake news fueron sólo la excusa utilizada por la extrema derecha para movilizar a su base social, lo más rancio y putrefacto de la sociedad británica. Incluso el multimillonario reaccionario Elon Musk, que se ha convertido en poco más que un propagandista del neofascismo, abonó el auge de los discursos de odio. «La guerra civil es inevitable» dijo el desagradable burgués yanqui en la red X/Twitter.
El premier británico, Keir Starmer, repudió el comentario sin pasar a los hechos y tomar medidas reales contra Musk. Por fuera de sus declaraciones, Musk ya había sentado posición cuando decidió permitir la persistencia de las cuentas de Tommy Robinson en su plataforma X.
Las concentraciones xenófobas atacaron hoteles e iglesias que funcionaban como centros de acogida para migrantes, además de mezquitas. En la localidad de Tamworth, cerca de Birmingham, los fascistas atacaron un hotel con piedras, fuego e incluso «misiles». Escenas similares se vieron en al menos 25 ciudades en los cuatro puntos cardinales de Inglaterra, así como en Belfast, la capital de Irlanda del Norte.
La ola de violencia fascista generó un repudio masivo por parte de la sociedad británica. Las contra – marchas anti fascistas, que comenzaron la semana pasada, culminaron de forma masiva este miércoles. Esto hizo que las concentraciones derechistas se vieron superadas en número y terminaran desbandándose rápidamente. Incluso en muchos puntos de convocatoria xenófoba la presencia anti fascista fue tal que los simpatizantes derechistas nunca aparecieron.
Watch as counter-protests take place in Birmingham.
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— Sky News (@SkyNews) August 7, 2024
La respuesta democrática tuvo un gran protagonismo juvenil, pero fueron ampliamente transversales. En varios puntos del país, como Liverpool, los anti – fascistas protegieron centros de acogida migrante para evitar nuevas demostraciones de violencia xenófoba. En varias ciudades, la propia policía (que había sufrido ataques por parte de los fascistas en días anteriores) se interpuso entre las dos concentraciones para evitar que los manifestantes derechistas reciban una cuchara de su propia medicina.
La violencia fascista se frena en las calles
Las movilizaciones democráticas parecen haber logrado ponerle un freno a una ola de violencia xenófoba que el gobierno británico vaciló demasiado en suprimir. El gobierno de Keir Starmer lleva tan sólo 15 días en el poder, devolviendo la silla de premier al laborismo luego de largos años de gestión torie. Starmer quedó evidentemente desdibujado en la escena durante lo que fueron 7 interminables días de incremento en la violencia fascista.
Lo que parecía un foco aislado en el interior del país se transformó rápidamente en una oleada de manifestaciones no masivas pero sí altamente violentas y radicalizadas. El fenómeno da cuenta de la extensión nacional de las redes y grupos reaccionarios existentes en el Reino Unido. Así como del apoyo fundamental que significa la propaganda internacional de la nueva derecha ultra capitalista como la que promueve el propio Elon Musk.

La semana de violencia dejó casi 400 detenidos detrás y un germen de crisis para el novel gobierno de Starmer. El premier (que tiene una larga historia de tibieza y traiciones a las expectativas populares) hizo anuncios este lunes en los que prometía «rápidas condenas» y «todo el peso de la Ley» para los perpetradores de los ataques y para quienes azuzaron la violencia a través de las redes.
La imagen que queda es la de un Reino Unido surcado por una fuerte polarización política y social, arrastrado por largos años de crisis y contradicciones irresueltas. La hiperactividad repentina de grupos derechistas es un alarma sobre el desarrollo de las nuevas derechas en Europa pero, al mismo tiempo, la enorme respuesta democrática (que superó ampliamente a los fascistas) da muestra de que existen enormes reservas de resistencia en la sociedad británica. De hecho, los últimos años estuvieron surcados por procesos progresivos como la oleada de huelgas obreras que sacudió al país (y al continente) dos años atrás.