Recordamos a Palo Pandolfo

El pasado 22 de julio, todos los amantes de la escena rockeraunderground argentina recibimos un durísimo golpe: Palo Pandolfo murió súbitamente a sus 56, días antes de una serie de shows que tenía programados. El músico y poeta que dio vida a “Don Cornelio y la Zona” y a “Los visitantes” nos deja un larguísimo legado artístico que revisitar.

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Los últimos tiempos venían siendo duros para los rockeros argentinos. La partida de Gabo Ferro, Rosario Blefari, Willy Crook, Rodolfo García, RinoRafannelli y otros; venía llevándose una parte importante de la historia viva de los escenarios del país. Este jueves, nos tocó un sacudón más: Mientras caminaba por la calle, se desvaneció Palo Pandolfo y no se levantó nunca más. Personalmente cuando leí la noticia no le di crédito, por lo cual volé hacia las redes sociales del artista y el dolor aumentó al comprobar que su muerte era cierta, y que su Twitter estaba lleno de anuncios de sus recitales de agosto y su ansiedad por volver a tocar con público después de tanto tiempo. Con Palo perdemos a un verdadero exponente del under que no es under por no poder llegar sino porque sabe que su lugar de acción es fuera de los grandes circuitos, es en los bajomundos y los pequeños bares culturales.

“Sé que estoy contento de no haber sido terriblemente masivo durante el menemismo porque lo masivo era cómplice de la entrega.”, dice en su texto “Lo que sé” que al final de la nota reproducimos íntegro. Y dice también “Sé que no me gustan las elites ni ser un artista de culto. Sé que soy contradictorio. Sé que lo popular es un equilibrio”. Ese equilibrio es el que mantuvo hasta sus últimos trabajos, como el single “Tu amor” que publicó tan solo una semana antes de morir, junto a Santiago Motorizado.

Palo comenzó a hacerse conocido en los 80s con Don Cornelio y la Zona. Una banda con un sonido oscuro que lograba ser sofisticado pero simple y descarnado a la vez, que dejó himnos como «Ella vendrá», «El rosario en el muro», «Cenizas y diamantes», «Tazas de té chino» y «La primera línea». Aquella banda en que lo acompañaban el guitarrista Alejandro Varela, el bajista Federico Ghazarossian, el tecladista Daniel Gorostegui, el baterista Claudio Fernández y el saxofonista Fernando Colombo tuvo una vida corta pero marcó para siempre la escena del rock nacional.

El sonido postpunk no abandonó a Palo tras la separación de Don Cornelio, sino que lo acompañó en la mutación que representaron Los Visitantes, banda con la que grabó cuatro discos de estudio y que duró toda la década de los 90s, durante la cual estallaba en el país una generación de rock con una identidad propia. Mientras una generación anterior de rock era claramente hija de Nebbia, Spinetta, Charly, etc, los 90 vieron emerger bandas como los Massacre, Catupecu Machu, Pez, Suarez, Porco, Los Brujos, Babasónicos, Peligrosos Gorriones, que tenían su propia identidad en una movida en la cual Palo era uno de los referentes inevitables, sin tener jamás la fama que luego alcanzaron algunos de los nombres de su generación.

En los 90s Palo impulsó también un grupó de poetas, un “comando poético” llamado Verbonautas, donde leían sus palabras personajes como Vicente Luy, Gabo Ferro, Horacio Nocera y Osvaldo Vigna entre otros.

Con fuerte sensibilidad social, Palo decía de sí mismo “Yo no soy rock, soy raíces con actitud proletaria. A esta altura del partido y montado en mi carrera rescato el bajo perfil, me gusta mucho. No creo en el éxito personal en el Tercer Mundo. Acá, si vos laburás, morfás. Yo vivo de la música, soy un afortunado total. Fluyo con el país, voy acompañando la evolución de la clase trabajadora.”[1] Con un pasado militante, no era indiferente a las luchas de los de abajo y prestó su voz a trabajos como el disco Cuerpo en homenaje a Mariano Ferreyra.

En las últimas horas, las redes se llenaron de música y poesía recordando al trovador que perdimos de golpe. Desde este portal elevo el saludo también a la memoria de Palo Pandolfo, deseando que la mecha encienda y por cada agitador cultural que se pierda surjan cientos que pueblen los escenarios, las librerías y los auriculares del mundo con voces desde abajo, voces rebeldes, voces que cuestionan lo establecido y nos hablan de libertad.

 

Lo que se”, por Palo Pandolfo

Sé que me interesa la letra A porque es una flecha que apunta al cielo.

Sé que un visitante es un espíritu encarnado que visita la tierra.

Sé que hay felicidad, pero que también hay dolor y que el dolor limpia el espíritu del visitante.

Sé que la canción es un arma para luchar para que el pasaje por la tierra no sea tan doloroso.

Sé que vivo en Paso del Rey por los colores de los amaneceres y atardeceres, y por el aire, que es aromático y puro. Que hay árboles frutales, calles de tierra y muchas aves.

Sé que ser padre es una entrega corporal completa, un ida y vuelta terrible, celestial, una relación no perecedera. Y que elaboro plegarias por el equilibrio entre los deseos y potencias de mi hija.

Sé que Don Juan dice que en el camino del guerrero los hijos son un agujero en la energía y que, por eso, los brujos no tienen hijos. Pero también sé que hay que ser brujos y padres al mismo tiempo.

Sé que todos somos el enviado.

Sé que el hoy tiene que ver con el ayer.

Sé que estoy contento de no haber sido terriblemente masivo durante el menemismo porque lo masivo era cómplice de la entrega.

Sé que no estoy acá para salvarme, que no puedo estar bien cuando la mitad de la gente está mal, que no puedo tener un Honda Civic si cuando salgo a la calle no sé de dónde va a venir el piedrazo.

Sé que no me gustan las elites ni ser un artista de culto.

Sé que soy contradictorio.

Sé que lo popular es un equilibrio.

Sé que las bandas de culto son las bandas que se drogan mucho y su público también.

Sé que el artista de culto por excelencia es Nick Cave.

Sé lo que es subir a un escenario después de estar seis horas tomando merca.

Sé que el objetivo de Don Cornelio era morirse.

Sé que Los Visitantes fue una banda de culto hasta el ‘94 y que si hubiéramos seguido drogándonos hubiéramos sido masivos.

Sé que el rock es muerte joven: Morrison, Hendrix, JanisJoplin, Keith Moon, Tanguito, Miguel Abuelo, Luca.

Sé que los que se matan están buscando algo.

Sé que la vida también tiene otras cosas.

Sé que quiero llegar a los 80 para escribir una novela. O a los 70.

Sé que escuché compulsiva, obsesiva y fanáticamente a los Beatles.

Sé que mi mamá me mandó a estudiar guitarra porque me escuchaba todo el día tocar el bombo.

Sé que desde el ‘81 milité en el PC, que en el ‘83 terminé la secundaria sin recibirme de técnico químico y ya entonces supe que me llevaba cuatro materias para siempre.

Sé que conozco todos los edificios y oficinas del micro y del macro centro porque trabajé de encuestador durante un año.

Sé que vendí comida casera con un amigo por Cabildo, y que mirábamos a las viejas de guita con ínfulas de pibes chorros y pensábamos: “Si agarramos a una, no laburamos por un año”.

Sé que cuando murió mi viejo, en 1990, trabajaba de lunes a sábados de 6 a 18 en una fábrica de Pompeya y que ganaba 250 pesos. Y que en el ‘92, cuando nos contrató Trípoli para grabar Salud Universal, trabajaba en una empresa de lentes franceses y mi jefe me dijo: “Pandolfo: lentes o música”.

Sé que con Andrés Calamaro conocí el submundo del reviente. Que tiene un corazón inmenso y una sensibilidad superior. Que por Espiritango compartí su época más sana en Madrid y que fue glorioso.

Sé que ahora tenemos 30 temas nuevos y que necesitamos discográfica.

Sé que hacer música rioplatense es asumir que estamos en guerra.

Sé que la política puede ser el arte de organizar el afecto y que lo más parecido son los piqueteros.

Sé que tuve un abuelo italiano anarquista al que no conocí.

Sé que las hortalizas se plantan con luna en cuarto menguante para que crezcan para atrás y con pocas hojas.

Sé que mientras tenga una guitarra criolla le voy a dar de comer a mi hija.


 

[1] Cita tomada de https://www.lacolumnavertebral.com.ar/2021/07/22/una-lagrimita-por-palo-pandolfo-por-americo-schvartzman/

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