Este martes nuevamente el valor del dólar se llevó los principales titulares de los medios. Es que el dólar «blue» o «paralelo» llegó a tocar los $421, se mantuvo gran parte de la jornada en los $420 y cerró con un leve retroceso hasta los $418. Así, avanzó veinte pesos en sólo dos días.
La escalada se produce poco tiempo después de que se confirmara una altísima inflación mensual de 7,7% para marzo. El número, también récord, vino a terminar de demoler las expectativas inflacionarias del gobierno en general y de Sergio Massa en particular, que esperaban que por lo menos -con una vara muy pero muy baja- la variación de precios de este año sea menor a la de 2022.
Los números del IPC de marzo reavivaron las expectativas devaluatorias, ante un dólar que aparece cada vez más atrasado respecto a la inflación.
Pero no son sólo las expectativas: la desbandada inflacionaria hace que corra cada vez más de atrás la tasa de interés, haciendo para los bancos, empresas e inversores cada vez menos convenientes los instrumentos en pesos (sea plazo fijos, bonos, etc.), refugiándose en el dólar. Esto es lo que explica que la cotización más alta de todas sea la del Contado con Liquidación ($423), utilizada por las empresas y fondos de inversión.
En el caso del dólar blue, también el mercado minorista juega su papel, ya que es el dólar al que recurre la gente «de a pie». En muchos casos se trata de trabajadores que buscan comprar dólares para proteger sus salarios de una inflación cada vez más devoradora, o como forma de ahorro.
Al problema ya crónico de la inflación se suman los efectos coyunturales del «dólar agro» lanzado por Massa la semana pasada. Como explicábamos, la medida no sólo es un beneficio para los agroexportadores en forma de una devaluación «sectorizada», sino que su costo iba a ser pagado por los trabajadores bajo la forma de más inflación: la masa de pesos que los patrones del campo recibirán por liquidar su cosecha a precio especial ($300 por dólar) deberá ser emitida por el BCRA, que se lo dará a los campestres para, a su vez, utilizar sus mil y un maniobras para refugiarse otra vez en el dólar, haciendo que el circulo vicioso de inflación/dólar siga girando.
El otro factor de importancia que explica esta nueva escalada del dólar es político: las disputas e internas de las principales coaliciones capitalistas de cara a la campaña electoral que se avecina están al rojo vivo, marcadas por una enorme incertidumbre política respecto a quienes serán los candidatos.
El Frente de Todos navega en el naufragio brutal del gobierno de Fernández. El sólo hecho de que el actual mandatario ni siquiera parezca tener un mínimo de capital político para presentarse a la reelección habla por sí solo. El kirchnerismo, aunque clama por Cristina candidata, no puede evitar la crisis de ser incapaz de ofrecer un programa político y económico realmente alternativo al de estos cuatro años signados por el ajuste. Massa, que soñaba con ser catapultado como candidato al llegar al Ministerio de Economía, acaba de sepultar sus chances luego de que la inflación vuelva a desbocarse.
En Juntos por el Cambio, a su vez, se matan entre sí al ver que la debacle del peronismo les abre una enorme oportunidad. Larreta, Macri, Bullrich, Carrió y los radicales, todos en una guerra abierta para saber quién será el sucesor de Fernández. Más allá de las ambiciones personales, también debaten una estrategia: Larreta quiere un «gran acuerdo que reúna al 70% del electorado» que le dé la legitimidad política para hacer «las reformas necesarias», es decir, ell ajuste estructural: reforma laboral, previsional, etc.
El sector de Macri y Bullrich, a su vez, se envalentonan y proponen un plan mucho más incendiario, entusiasmados por el crecimiento de Milei en las encuestas, que es en sí mismo otro factor de incertidumbre.
La poquísima claridad que deja este escenario caótico y de crisis también hace que se vaya para arriba el dólar, como forma de «cubrirse» frente a una situación de extrema fragilidad económica y social.
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