“Sólo 25 metros separaban al Chalet, el centro clandestino de detención que funcionó durante la dictadura argentina en el hospital Posadas, del lugar donde fue enterrado el médico desaparecido Jorge Mario Roitman. Tras ser torturado y asesinado, lo sepultaron a 60 centímetros de profundidad dentro del terreno hospitalario, situado en el extrarradio de Buenos Aires. Su cuerpo permaneció en paradero desconocido durante casi 41 años, hasta que el pasado 8 de noviembre, unos obreros encontraron huesos mientras cavaban una zanja para realizar un desagüe. El Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) exhumó los restos y un análisis genético acaba de determinar que pertenecieron a Roitman.”(Télam, 26/12/17)
«Hoy no se atiende Etchecolatz. No es justicia, es escrache popular», se cantó hoy en el Hospital Posadas luego de que la Justicia habilitara al genocida sentenciado por crímenes de lesa humanidad a atenderse en el nosocomio. Así como exigieron, en un comunicado, la Aparición con vida de Jorge Julio López.
De esta forma, los/as trabajadores/as del Hospital Posadas, “recibieron” al genocida que osó intentar pisar el interior del centro de atención de la salud. Intentar porque los ánimos no estaban para recibirlo. Desde que se tuvo conocimiento de que el genocida había obtenido un turno para recibir atención médica, las organizaciones de derechos humanos de las localidades cercanas como Hijos de Morón, Ituzaingó, Hurlingham, los/as trabajadores/as, vecinos/as, con el apoyo de organizaciones de izquierda como el Nuevo MAS, llevaron adelante una intensa campaña llamando a concentrarse a las 7 de la mañana en las escalinatas del Hospital para repudiar la llegada del genocida.
Genocida cuya historia criminal está ligada a la de muchas víctimas del lugar, ya que en el predio del mismo Hospital funcionó un campo de concentración (El Chalecito) donde fueron torturados, asesinados, trabajadores/as del lugar, como el doctor Roitman (mencionado al inicio de esta nota) y también nacieron bebés que fueron apropiados.
Su asistencia médica en este Hospital, denuncian también, sería parte de un thriller montado para certificar un estado de salud que fuera fundamento para pedir la prisión domiciliaria una vez más. Sí, una vez más, porque las anteriores domiciliarias fueron al cajón de los recuerdos por la movilización de los vecinos y familiares, por los repudios de organismos y víctimas.
Esta sería una intención más. Una intención más que fue derrotada porque la memoria paga y no hay genocida o cómplice de su accionar que esté a cubierto de ella.
¡Viva el repudio de los organismos de derechos humanos y de los/as trabajadores del Hospital Posadas a Etchecolatz!
¡No a las domiciliarias a los genocidas, su lugar es la cárcel común y efectiva!