Rebelión estudiantil | Los K y el FIT, “muros de contención” de la lucha estudiantil

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En todo el país la lucha de los estudiantes contra el gobierno de Macri no para de crecer. Hace ya varias semanas que los estudiantes universitarios a lo largo y ancho del país nos pusimos de pie en defensa de la educación pública y contra el ajuste del gobierno en un proceso de lucha masivo y desde abajo, con asambleas masivas y sobre todo con decenas de tomas de facultades, lo que nos convierte actualmente en uno de los principales actores de lucha a nivel nacional contra el plan de ajuste del gobierno y el FMI.

Sin embargo, y como consecuencia de este panorama de creciente ascenso del movimiento, salen a la luz con más claridad que nunca las estrategias de aquellas corrientes que actúan en el movimiento estudiantil, pero que no buscan transformarlo en un sujeto político que se ponga a la vanguardia de la lucha mediante el desborde de sus conducciones y la radicalización de los métodos, sino más bien lo contrario.

Estas corrientes, aun con sus diferencias, vienen jugando un papel de “contención” que busca de distintas maneras hacer que los estudiantes no cuestionemos el elemento que en la actual coyuntura es la clave para determinar el futuro de Macri y su ajuste: la gobernabilidad. Nos referimos en primer lugar a todas las corrientes kirchneristas y sus variantes afines, pero también lamentablemente a compañeros del Frente de Izquierda, en particular del PTS. Detengámonos un poco en cada caso a partir de su rol en las luchas que los estudiantes estamos dando en las principales universidades del país.

 

Con los K, hay 2019 (para Macri)

 

El papel del kirchnerismo en la actual coyuntura de crisis es desastroso. Ya no se trata simplemente de que “no enfrentan” el ajuste: se trata directamente de intentar frenar cualquier tipo de lucha que pueda transformarse en un elemento de desestabilización política del gobierno. Este compromiso con la gobernabilidad de Macri aumenta en razón directa con la gravedad de la crisis del país y del ajuste. Cuanto peor es la situación social, cuanto más se hacen insoportables para la población trabajadora las medidas de ajuste del macrismo, mayores esfuerzos hace el kirchnerismo allí donde interviene para evitar que la cosa no estalle, jugando así directamente en favor de Macri.

Las razones de fondo de esta política son profundas, ya que se trata en última instancia de razones de clase: en tanto corriente política burguesa, deben ganarse nuevamente la confianza de la clase capitalista de que ellos son la alternativa “segura” ante una eventual salida de Macri del gobierno. Esta orientación ha sido sintetizada en la famosa consigna de “Hay 2019”, que de por sí le dice a los millones de trabajadores que hoy padecen a Macri y el FMI que no hay nada que hacer hasta dentro de un año. La estrategia de los K supone así una defensa cerrada de la gobernabilidad del macrismo, lo cual no significa otra cosa que ser garantes de que Macri pueda aplicar el ajuste.

En el ámbito universitario esta política de garantizar la gobernabilidad de Macri los ha ubicado como una corriente que prácticamente está lisa y llanamente oponiéndose a la rebelión estudiantil. Empezando por el acuerdo de CONADU justo en el peor momento del gobierno y el más álgido de la lucha educativa, los Centros y agrupaciones K se han opuesto sistemáticamente a las tomas, cuando no disfrazan esta posición mediante maniobras como la propuesta de tomas simbólicas “con clases en las aulas y con las autoridades” (es decir, no-tomas).

Esa política de tomas “simbólicas” es la que están llevando adelante, por ejemplo, en Psicología y en Filosofía y Letras de la UBA, buscando vaciar y dejar reducidas a nada la toma de esas facultades, jugando un rol muy por detrás del que está llevando adelante el activismo estudiantil de esas facultades. En el caso de la UNLP, por ejemplo en Bellas Artes, donde luego de que una asamblea definiera la toma de la facultad bajo control estudiantil, al día siguiente la gestión K de la facultad secundada por el Centro(La Cámpora – Miles) literalmente inventó una “asamblea interclaustro” en donde junto a docentes y no docentes de la gestión impusieron levantar la toma (mocionado por el decano en persona) intentando reventar la organización estudiantil que surgió desde abajo. En Humanidades, los aprendices de kirchneristascomo La Mella-Patria Grande intentan hacer lo propio, aunque sin éxito. La facultad está cumpliendo más de una semana de toma con cortes de calle y asambleas masivas. Allí, el Centro (La Mella) “apoyó” la toma durante sólo tres días, hasta que mocionaron directamente levantar la medida, a lo que los estudiantes respondieron masivamente refrendando la toma por tiempo indefinido, lo que se mantiene hasta hoy.

En Córdoba, uno de los lugares donde primero estalló la rebelión estudiantil, en facultades que están siendo tomadas como Artes, Psicología y Filo, jugaron desde un principio un rol anti-toma, aunque intentando no oponerse abiertamente para no quedar explícitamente del lado de la Franja Morada. Pero a partir del cierre de la paritaria por parte de CONADU y con la excusa de que el conflicto entró “en una nueva etapa” ahora directamente se están retirando y abandonandolas tomas de esas facultades.

 

El FIT, el aliado inesperado de la gobernabilidad

 

Pero sin dudas el papel más llamativo en la coyuntura en general y en la lucha educativa en particular lo está ocupando el FIT y más precisamente el PTS. En la actual situación política está abierta la posibilidad de que caiga el gobierno de Macri. Curiosamente, los compañeros ven en ese hecho más un riesgo que una oportunidad. Lejos de creer que una posible acción radicalizada de las masas que se lleve puesto al gobierno signifique una experiencia política de valor histórico para la clase trabajadora, además de ser la única forma de derrotar el ajuste en marcha, el PTS advierte que el problema está en lo que vendría después de que caiga Macri, es decir, el “retorno del populismo”. Curiosamente el fantasma que más temen los inversores de Wall Street y los mercados, a los que se les suma ahora el PTS.

Este conservadurismo político está explicado por la negativa del PTS a cuestionar al gobierno, a decir que Macri se tiene que ir, a que la única forma de frenar el ajuste es echándolo. De ese modo, la única salida a la crisis es su propuesta de una Asamblea Constituyente, consigna que si no va acompañada de un cuestionamiento claro a quien detenta el poder y lleva adelante el ajuste, no es más que una mera campaña propagandística, pero no es propiamente una salida política.

En última instancia, lo que plantean de fondo es exclusivamente una alternativa electoral: la lógica sería que, en la medida en que la izquierda todavía no es alternativa, la tarea no puede ser cuestionar quién está en el poder, puesto que quien asuma en estas condiciones debe ser más de lo mismo o algo peor. Por lo tanto, la tarea política del momento, al margen de la lucha real,sería fortalecer a la izquierda como alternativa.Desde ya que el fortalecimiento dela Izquierda es una condición imprescindible para el progreso de la lucha, pero el plantearse este fortalecimiento (electoral) al margen de la experiencia real de las masas contra el gobierno y su ajuste es puro electoralismo que nada tiene de revolucionario. Así las cosas,un avance en el plano electoral dela izquierda no representaría un avance proporcional en la conciencia ni en la lucha de los trabajadores.

Como consecuencia de esta adaptación política, lo que sucede irremediablemente es que su intervención en los escenarios de lucha significa más una mediación que un elemento de apoyo para desarrollar las luchas contra el gobierno hasta el final.

De hecho, esto es lo que viene sucediendo en las luchas que estamos dando en el movimiento estudiantil universitario. El FIT está teniendo una política que en muchos casos es similar o con muchos puntos de contacto al rol que decíamos están jugando los K en ese mismo proceso. Incluso en facultades donde la izquierda conduce el centro como en Filo y Letras de la UBA, la política del FIT ha sido levantar la toma o transformarlas en cuestiones simbólicas abriendo las aulas, medida que fue rechazada en la última asamblea de esa facultad en favor de continuar la toma con clases públicas como propusimos desde el Nuevo MAS. En la UNC, el lugar donde más facultades tomadas hay y hace más tiempo, no fueron impulsores de la toma en ninguna de ellas, cuando hay un proceso masivo de miles y miles de estudiantes tomando las facultades, ubicándose por detrás de los acontecimientos.En la UNLP, el PTS ha llegado a dar incluso un paso más. En Bellas Artes, en la misma asamblea en la que el Decano bajó a mocionar él mismo levantar la toma, no tuvieron mejor idea que votar junto con él y toda la gestión K de la facultad contra la toma, quedando el ¡Ya Basta! junto al activismo de esa facultad defendiendo la posición de mantener la toma. Del mismo modo en Humanidades se opusieron firmemente a que participemos como facultad del corte de ruta que realizaron nada menos que los trabajadores del Astillero Río Santiago en el marco de la Jornada Nacional de Lucha de este miércoles, posicionándose así en contra de una posible acción obrera-estudiantil inédita en la historia reciente de la región.

Cada uno a su nivel, tanto el FITcomo los K están siendo un obstáculo paraque estas peleas se desarrollen. Oponerse a la política de cuestionar con la lucha la gobernabilidad de Macri los ubica, les guste o no, como un aliado inesperado de la estabilidad del gobierno.

Por el contrario, desde el Nuevo MAS, la agrupación ¡Ya Basta! y todas nuestras agrupaciones estudiantiles somos bien claros: no se puede esperar a 2019. La única forma de derrotar el ajuste en educación y en su totalidad es radicalizando nuestros métodos de lucha impulsando las tomas en todos los lugares de estudio por tiempo indefinido y uniéndonos junto a los trabajadores en lucha con la perspectiva de un nuevo Argentinazo.

Renzo Fabrizio

 

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