Posporno en la Facultad de Sociales – Los bufones del Rey

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La semana pasada, la Facultad de Ciencias Sociales fue el escenario de una puesta en escena del autodenominado “posporno”. La “performance”, organizada por el área de Comunicación, Géneros y Sexualidades de la Carrera de Ciencias de la Comunicación, se desarrolló en los pasillos de la Facultad causando el revuelo en los medios de comunicación que pusieron el grito en el cielo (aunque no se rasgan las vestiduras cuando escenas similares se desarrollan en los programas que miden mucho rating). A continuación, nos proponemos realizar un análisis político del mismo.

 

 

A la izquierda de la Gestión… está Madonna

En 1986, Madonna realizó el provocador video Papa don´t preach, donde combina el erotismo del baile con el debate acerca del aborto, hablándole directamente al jefe de la Iglesia Católica. En el videoclip de Like a Prayer, Madonna baila sensualmente rodeada de cruces en llamas mientras besa un santo negro. En 2006, directamente se crucifica en el escenario de su tour Confessions.

Los años 80 estuvieron marcados por varios eventos de este tipo, donde la provocación para abrir la discusión acerca de la libertad sexual iba desde eventos locales de vanguardia hasta los videos y mega recitales de Madonna.

Pero la provocación de la reina pop, tiene varias virtudes en relación a la muestra mediocre organizada por los amigos de Pornstolski.

Porque es una performance orientada a provocar al Papa y la Iglesia Católica, organización enemiga de los derechos de las mujeres y de la comunidad LGTBI, así como de la libertad sexual y el disfrute. Y no puesta al servicio de desatar la confusión y mucho menos de provocar a las organizaciones que peleamos cotidianamente por los derechos de las mujeres.

Y en segundo lugar, y no menos importante, porque lo hizo hace 30 años. Así que le pedimos a Postolski que no se haga el progre con estas supuestas novedades, que nada nuevo traen bajo el sol. Madonna ya lo hizo, y lo hizo mejor.

 

Una provocación de la Gestión de Postolski

Lo primero que hay que decir, es que la gestión utilizó este evento como una provocación contra la izquierda que conduce el Centro de Estudiantes. Es que la Gestión de Postolski es especialista en revestir de “libertad” las acciones represivas hacia el movimiento estudiantil.

En una maniobra similar, cuando fuera presentada en la facultad la película Hecha la Ley (una investigación crítica acerca de la ley de medios y sobre los multimedios en nuestro país) del grupo de cine Silbando Bembas, la proyección fue interrumpida por un grupo que también realizaba una “performance” “provocadora” que sospechosamente se desenvolvió interrumpiendo la actividad.

La inauguración del “Conversódromo Nicolás Casullo”, disfrazada de evento cultural, y que contó con la presencia de algunos pseudointelectuales de Carta Abierta, no consistió en otra cosa que en instalar mesas aisladas (y que no pueden moverse), donde no pueden reunirse más de 4 estudiantes, en el lugar donde el movimiento estudiantil realiza sus asambleas para organizarse.

Ahora también, utilizan este evento en nombre de la “libertad sexual”, para montar una provocación contra las organizaciones que enfrentan la política de la gestión, intentando aparecer como los progres liberales frente a la izquierda que “no se banca ver una escena de sexo”, mientras rompían afiches y materiales de las organizaciones y repartían volantes de ataque al centro de estudiantes y sus organismos.

Desde Las Rojas y el Nuevo MAS Sociales repudiamos esta provocación, así como el accionar burocrático y antidemocrático de la gestión de la Facultad de los espacios de la misma, mientras no dicen una palabra de los reiterados cortes de luz, inundaciones y todo tipo de problemas de un edificio nuevo que no responde a las necesidades de la comunidad académica. La gestión impone este tipo de iniciativas sin discutir con el conjunto de los estudiantes acerca del contenido de las actividades que propone.

 

El posporno como expresión del posfeminismo

“La teoría feminista, con sus debates y sus diferentes corrientes internas, se fue nutriendo de la lucha viva de las mujeres. Con cada nuevo impulso y nueva conquista, el movimiento fue de la lucha política a la teoría. Las teóricas académicas eran a su vez activistas destacadas por los derechos de las mujeres, socialistas, anarquistas, antiguerra, sindicalistas y un largo etcétera. Las mujeres que luchaban en las calles a su vez hacían teoría, en una tradición que sólo se rompe en los años 80”.

 (Zadu, Ines, La deconstrucción reaccionaria del movimiento de mujeres).

 

El “posporno” es una expresión de una corriente ideológica, el posfeminismo, surgida alrededor de los años 80 en los Estados Unidos.

Los años 60/70 estuvieron marcados por un ascenso generalizado de la lucha de clases, caracterizado por el Mayo Francés, la Revolución Cubana, el Cordobazo, el movimiento anti-guerra de Vietnam en los Estados Unidos, y junto con éstos, del conjunto de los movimientos de lucha. Es el caso del movimiento de mujeres, que por estos años consigue la legalización del aborto en varios países de Europa y algunos estados de los Estados Unidos. El movimiento LGTBI en ese entonces también tenía protagonismo, en jornadas como la de Stonewall.

Sin embargo, la década siguiente estuvo signada por el retroceso de estos movimientos de lucha, y la derrota que consiguió darle el neoliberalismo a los mismos y las consecuencias sociales de esto: las redobladas condiciones de explotación y opresión sobre los trabajadores, las mujeres, los jóvenes, las personas gays, lesbianas, travestis, etc.

En este contexto, el feminismo queda recluido al ámbito de las universidades y a un círculo reducido de feministas académicas que, por primera vez, teorizan no desde los movimientos de lucha sino al calor de la creación de departamentos multiculturales y de estudios de mujeres y de géneros totalmente cooptados, en general ligados a ONGs financiadas por organismos internacionales de crédito. Surge así un feminismo protagonizado por funcionarias y académicas, desligado de los procesos de lucha y sectario respecto de otros movimientos, como el de lesbianas, gays y travestis que reclaman sus derechos.

Pero también surge, principalmente en las universidades norteamericanas, la teoría queer. Al igual que el feminismo académico surge de la universidad, alejado de los procesos de lucha, y su mayor exponente es la autora de Gender Trouble, Judith Butler.

Este posfeminismo, parte de entender a los sujetos, no como sujetos colectivos “las mujeres”, “la clase obrera”, etc., sino como individuos atravesados por identidades diversas. “De la mano de las teorías del fin de la historia, de los grandes relatos y de los sujetos, el posfeminismo se postula como la teoría destinada a iluminar sobre la multiplicidad de diferencias sexuales que cuestionan lo hegemónico”.

Butler afirma que los géneros, femenino y masculino, impuestos por la norma heterosexual obligatoria, tienen un poder performativo, en el sentido de que los sujetos “actúan” de manera de encajar con la heternormatividad. Para Butler la única acción subversiva posible frente al patriarcado, es la elección de una identidad queer, rompiendo con la clasificación genérica heteronormativizante de femenino/masculino.

Este posfeminismo queer tiene (por lo menos) dos consecuencias políticas reaccionarias. En primer lugar, la supuesta superación del patriarcado aparece como una salida absolutamente individual: terminar con la opresión heteronormativa tiene que ver con una acción individual del sujeto que elige salirse de la norma heterosexual, cuestionando el binomio de géneros opresivos. Esto lleva a que el “responsable” de la permanencia en la situación de opresión sea el propio individuo oprimido, responsable de mantenerse en una relación de opresión si no elige la sexualidad disidente.

Esto, en una sociedad en la cual existen los crímenes de odio contra personas no heterosexuales, ya de por sí muestra que no resuelve este problema.

Pero además, el posfeminismo diluye la opresión de las mujeres. Considerar a las mujeres como parte de un binomio opresor, es negar la situación de opresión de las mujeres. El operativo implica reducir el patriarcado a la heteronormatividad, negando lo que origina la opresión de las mujeres (y también de las personas LGTBI) que es la relación social predominante para la reproducción de la sociedad en el capitalismo: la familia burguesa, y la obligación de las mujeres a realizar de forma gratuita el trabajo doméstico.

 

Contra Putin o con el Rey

El posporno, es hijo de esta corriente ideológica. No es hijo de Stonewall ni de lo más progresivo de las manifestaciones contra la opresión. Dice que busca “provocar” algún tipo de reacción en la sociedad con un supuesto objetivo liberador, pero en realidad desvincula la lucha por la libre sexualidad del contenido real de la lucha contra el patriarcado, desvincula la supuesta “denuncia” o “provocación” de los responsables de garantizar las condiciones de opresión de las mujeres y las personas no heterosexuales y banaliza la opresión sexual, que consiste en la reducción de la mujer a un aparato de reproducción de la sociedad. De modo que, al contrario de “ir sexualizando su recorrido”, lo que hace este posporno es diluir, disolver, la opresión específica de las mujeres.

Este evento supuestamente contestatario estuvo financiado por la Embajada de España y organizado por las autoridades de la Facultad. ¿Qué tiene de disruptivo hacer una performance auspiciada por el gobierno de Rajoy (que cada tanto intenta prohibir el aborto y que es rechazado por millones que se movilizan en todo el país)? Verdaderamente revulsivas fueron las Pussy Riot, que se metieron a hacer música en la iglesia, en las tierras del facho Putin, para reclamar por la libertad sexual. Con la remera de la guerra civil española y el puño en alto, Nadezhda Tolokonnikova enfrentó con orgullo de luchadora la cárcel putiniana.

Toda vanguardia artística se caracterizó por romper con la academia. Los conservadores del “posporno” del decano y la corona española habrán ido a tomar fernet, mientras dejaban toda su mugre en las mesas de las corrientes de izquierda, para que lo limpiaran los militantes del centro y los trabajadores no docentes.

Luego de la coyuntura abierta por la concentración niunamenos, que llevó la discusión acerca de la violencia hacia las mujeres a cada rincón del país, está planteado el debate acerca de cómo fortalecer el movimiento de mujeres. Un movimiento que se expresó en las calles y que confluyó con la masividad de la convocatoria donde la sociedad dijo basta a la barbarie cotidiana que viven millones de mujeres. Que puso en cuestión al Estado, que es quien garantiza la impunidad para los violentos.

En las antípodas, la performance posporno en Sociales fue un evento auspiciado por el poder, contra los estudiantes y las mujeres. La reducción de la sexualidad a una escena de sexo en un pasillo de la Facultad, la banalización de la opresión sexual y de género a través de una supuesta provocación que atrasa 30 años, es el pobre intento de esta gestión posmoderna y kirchnerista de posar de progre; que no puede hacer otra cosa porque defiende al gobierno que ampara violentos y femicidas, nos niega la educación sexual y el aborto legal, y le da la espalda a las personas LGTBI y a las mujeres que sufren acoso y violencia cotidianamente.

Las Rojas, como muchas otras, reivindicamos la lucha por la libertad sexual y por terminar con la opresión y nos organizamos para ser miles las que nos levantemos contra todas las injusticias y la violencia hacia los oprimidos. Y fuimos, con muchas y muchos otros, a la movilización del #niunamenos, a la casa de Tucumán por justicia para Marita Verón, a Casación para acompañar a Iara Carmona, a todas partes a escrachar a curas, jueces y funcionarios, a la Embajada de Rusia cuando vino Putin invitado por Cristina. No las vimos a las del posporno haciendo ninguna performance en alguna de estas oportunidades.  Parte de la lucha contra la opresión es manifestarse siempre y en todos los terrenos contra el poder, contra los gobiernos, reyes y decanos… y también para que quede claro quiénes son sus bufones.