Uno de los fenómenos más notables este año es el avance de las fuerzas conservadoras, nacionalistas o abiertamente ultraderechistas en el mundo. En países como Polonia, Portugal o Alemania, los discursos autoritarios, antiinmigración y militaristas ganaron terreno. Este giro a la derecha se da incluso donde gobiernan fuerzas “liberales”, como en Australia o Canadá, cuyas políticas migratorias o de seguridad son funcionales a esta lógica.
Analizamos los principales procesos electorales desarrollados en el mundo a lo largo del año. En cada caso, se esbozan las líneas generales de las tendencias políticas impuestas en cada país y los principales debates en las campañas políticas.
Croacia: entre el populismo nacionalista y la crítica a Occidente
Croacia tuvo la segunda vuelta de las elecciones presidenciales el 12 de enero, donde resultó reelegido Zoran Milanović con el 74% de los votos, frente al 26% obtenido por el conservador Dragan Primorac, respaldado por el oficialista HDZ (Unión Democrática Croata). La participación fue alta y el triunfo de Milanović se considera la victoria presidencial más contundente desde la independencia del país en 1991. Aunque la presidencia croata es un cargo principalmente ceremonial, el apoyo electoral le otorga una legitimidad considerable.
Milanović, postulado por el Partido Socialdemócrata (SDP) y apoyado por una coalición de partidos de centroizquierda, es un fenómeno político complejo por su cambio de posiciones con el tiempo. Aunque su origen político está en la socialdemocracia, en los últimos años adoptó un discurso nacionalista y conservador. Ha sido calificado incluso como una figura que practica “una especie de trumpismo”, en alusión a su estilo confrontativo, populista y personalista.
No cuestiona formalmente la pertenencia de Croacia a la OTAN, pero se desmarca de su papel en Ucrania, teniendo incluso más tintes prorrusos. Además, ha defendido los derechos de los croatas en Bosnia y manifestó posturas nacionalistas en relación con Serbia y Kosovo, lo que evidencia también un componente conservador en su política balcánica.
Bielorrusia: perpetuación de la dictadura con respaldo de Moscú y represión total
El 26 de enero, se llevaron a cabo las “elecciones” presidenciales en Bielorrusia, donde Alexandr Lukashenko fue reelegido para un séptimo mandato con el 86,82% de los votos, según datos oficiales. La oposición en el exilio y diversos gobiernos occidentales denunciaron el proceso como fraudulento, incluso antes de que tuviera lugar.
Este resultado (completamente esperado) es una mera continuidad de un régimen autoritario, con retórica soberanista y antidemocrática, sostenida mediante la represión y el aparato de seguridad (el KGB bielorruso). Desde su llegada al poder en 1994, Lukashenko consolidó un gobierno basado en el control personalista y la represión sistemática. Actualmente, no existe ninguna oposición legal real en el país; los disidentes están encarcelados o en el exilio, los medios de comunicación independientes fueron cerrados, y más de 1.300 personas están presas por motivos políticos.
Aunque mantiene símbolos del pasado soviético (estalinista) y una retórica nacionalista, el modelo político-económico de Lukashenko no tiene nada de socialista: es un capitalismo de Estado al servicio de una oligarquía estatal estrechamente conectada con Moscú. Su discurso incluye críticas a Occidente, pero desde una lógica conservadora, como se evidencia, por ejemplo, en su rechazo explícito a que una mujer pueda gobernar el país o en sus comentarios despectivos hacia los exiliados.
Alemania: victoria conservadora con discurso soberanista frente a Estados Unidos
Las elecciones federales en Alemania tuvieron lugar el 23 de febrero y el partido más votado fue la Unión Demócrata Cristiana (CDU), liderada por Friedrich Merz. Fue confirmado semanas después como nuevo canciller alemán, tras superar una votación ajustada en el Bundestag: logró 325 votos, apenas nueve más que el mínimo necesario, luego de intensas negociaciones parlamentarias.
Estas elecciones representaron un giro a la derecha en el escenario político alemán. Alternativa para Alemania (AfD) —fuerza de extrema derecha— obtuvo su mejor resultado histórico, colocándose como primera fuerza en varios estados del este. El Partido Socialdemócrata (SPD) y Los Verdes sufrieron un retroceso considerable.
Merz encarna un perfil conservador liberal tanto en lo económico como en lo social. Ha promovido políticas de desregulación, recorte de impuestos, y endurecimiento de la legislación migratoria, incluso intentando avanzar en leyes con votos de la ultraderechista AfD, lo que generó fuertes protestas y críticas incluso dentro de su partido. En materia social, adoptó posiciones contrarias al aborto, escépticas frente a los derechos LGBTI+ y defensoras de una «cultura alemana» nacionalista.
En términos políticos, Merz se presenta como el restaurador de una CDU más claramente derechista, diferenciándose del “centrismo” de Angela Merkel. Ha expresado su intención de frenar cualquier proyecto de mutualización de deuda en la Unión Europea y de imponer condiciones más duras al acceso a ayudas sociales. La mayor novedad en política exterior es su postura crítica frente a la dependencia europea de Estados Unidos, ante lo cual propone que Europa logre su «independencia estratégica», plantea la autonomía militar europea, y llegó a comparar la presión de Washington con la de Moscú.
Grecia: continuidad institucional sin ruptura en un escenario conservador
En Grecia, el proceso electoral que culminó el 13 de marzo fue de carácter parlamentario indirecto para la elección del presidente de la República. Luego de cuatro rondas de votación en el Parlamento, fue elegido Konstantinos Tasoulas, ex presidente del Parlamento y candidato del partido conservador Nueva Democracia, quien asume como jefe de Estado en reemplazo de Katerina Sakellaropoulou. Tasoulas obtuvo 160 votos de los 276 legisladores participantes, superando así el umbral de 151 necesarios para ser electo. Sus principales contendientes fueron Tasos Giannitsis (PASOK), Louka Katseli (SYRIZA) y Kostas Kyriakou (Partido de la Victoria), quienes obtuvieron 34, 29 y 14 votos, respectivamente.
Tasoulas es un político de trayectoria dentro de Nueva Democracia, formación de derecha neoliberal que dominó clásicamente la política griega junto con el PASOK. Su designación refleja la continuidad del orden institucional conservador. SYRIZA, el partido traidor del progresismo, ahora más institucional que nunca, es hoy solo sombra limitada al rol de oposición simbólica en un sistema parlamentario dominado por el bipartidismo burgués tradicional.
De esta forma, Grecia continúa siendo un miembro obediente de la Unión Europea, de la OTAN y de los dictados del capital financiero internacional. El gobierno de Nueva Democracia ha sostenido una política alineada con Bruselas y con Washington, cumpliendo un papel como plataforma de operaciones militares y logísticas de la OTAN y zona de aplicación de las peores recetas neoliberales.
Canadá: nacionalismo liberal frente a la ofensiva imperial de Trump
El 28 de abril, se llevaron a cabo elecciones parlamentarias en Canadá. El resultado dio como vencedor al Partido Liberal, liderado por Mark Carney, quien asumió el cargo de primer ministro. Su campaña estuvo marcada por el conflicto con Trump, quien volvió a amenazar con medidas agresivas contra Canadá, incluyendo aranceles y propuestas como la anexión del país como «el estado 51».
Representa un liberalismo tecnocrático con fuerte énfasis en la gestión de crisis y la estabilidad macroeconómica. Como exgobernador del Banco de Canadá y del Banco de Inglaterra, es un representante claro del capital financiero. Sin embargo, su campaña se centró en un nacionalismo moderado como forma de defensa de la soberanía canadiense frente a la agresividad de Trump, lo que le permitió ganar terreno entre sectores más conservadores
A pesar de su retórica de firmeza frente a Washington, su postura lo que busca es reacomodar los intereses del capital canadiense dentro de los marcos existentes, con una imagen de «modernidad» y «responsabilidad fiscal» que oculta la continuidad de políticas excluyentes y antipopulares, como la limitación migratoria y la promoción del sector energético “convencional”.
Australia: victoria laborista y rechazo al trumpismo local
Las elecciones legislativas en Australia fueron el 3 de mayo y, el Partido Laborista, encabezado por el primer ministro Anthony Albanese, obtuvo una victoria considerable, superando holgadamente la mayoría absoluta de 76 escaños. Por su parte, la coalición conservadora Liberal-Nacional obtenía apenas 40.
Esta elección supuso una fuerte derrota para el líder opositor Peter Dutton, quien incluso perdió su propio escaño en Queensland tras más de dos décadas en el parlamento.
El Partido Laborista de Albanese representa el ala “centroizquierdista” del espectro político australiano. Su programa combina políticas sociales moderadas —como mejoras en salud, acceso a la vivienda y energías renovables— con un compromiso firme con los sectores empresariales.
El país sigue siendo un pilar del imperialismo occidental en el Pacífico, miembro de la OTAN, del pacto AUKUS junto a Estados Unidos y el Reino Unido, y uno de los principales aliados estratégicos de Washington en la contención de China. El gobierno de Albanese mantiene estas alineaciones sin cambios significativos, reafirmando su pertenencia al eje anglosajón. Incluso destina enormes recursos al gasto militar y participa activamente en maniobras navales conjuntas con Estados Unidos, en una región cada vez más militarizada.
Singapur: autoritarismo tecnocrático y continuidad del dominio unipartidista
En mayo, se celebraron elecciones generales en Singapur, donde el Partido de Acción Popular (PAP), en el poder desde 1959, obtuvo otra victoria aplastante, asegurando 87 escaños, incluidos 5 ganados sin oposición. El opositor Partido de los Trabajadores retuvo sus 10 escaños. La jornada electoral confirmó la continuación del dominio hegemónico del PAP, que convirtió al parlamento en una cámara que hace eco del Ejecutivo.
El PAP impulsa un modelo de desarrollo centrado en la eficiencia, la disciplina estatal y el control férreo de la sociedad civil. A pesar de su fachada de estabilidad y prosperidad, Singapur es un régimen muy limitado en cuanto a libertades democráticas: la represión política, la censura, la persecución de disidencias y el control del espacio mediático y digital son la norma.
Ecuador: consolidación del bloque empresarial pro-estadounidense frente al debilitamiento del correísmo
El 10 de mayo, el Consejo Nacional Electoral (CNE) proclamó oficialmente los resultados de la segunda vuelta presidencial en Ecuador. Daniel Noboa, del Movimiento Acción Democrática Nacional (ADN), fue confirmado como presidente con el 55,63% de los votos, frente al 44% de Luisa González, del partido izquierdista Revolución Ciudadana. La campaña electoral estuvo marcada por tensiones, denuncias de fraude por parte del correísmo y la posterior desestimación de todas las impugnaciones por los organismos oficiales.
Noboa asumirá un nuevo mandato presidencial, apenas un año y medio después de haber sido electo en las elecciones extraordinarias de 2023 para concluir el período de Guillermo Lasso. Hijo del magnate Álvaro Noboa, es parte de la élite empresarial del país conectada con el capital financiero.
Su proyecto se presenta como tecnocrático y “joven”, pero en realidad expresa los intereses del gran empresariado local e internacional. En el campo económico defiende la «inversión extranjera», el impulso al sector petrolero, medidas de austeridad y reformas fiscales regresivas. Su discurso sobre seguridad y narcotráfico le ha permitido encubrir la falta de propuestas más allá de la continuidad neoliberal, apelando a un lenguaje de “mano dura” funcional al autoritarismo.
Durante su gobierno ha buscado activamente una alineación con Donald Trump, con quien se reunió en Mar-a-Lago en marzo. Esta relación fue presentada como garantía de “estabilidad comercial” para Ecuador, en un contexto en el que Trump impulsa una política agresiva hacia América Latina basada en presiones arancelarias y subordinación económica.
El gobierno de Noboa también mantiene vínculos estrechos con las fuerzas armadas, el aparato judicial y la oligarquía mediática, consolidando un régimen pro-imperialista.
Albania: continuidad del pro-europeísmo bajo un régimen de intimidación electoral
Las elecciones parlamentarias de Albania se celebraron en mayo y, el Partido Socialista (PS), liderado por el primer ministro Edi Rama, logró imponerse por cuarta legislatura consecutiva, alcanzando 83 de los 140 escaños, según informó la Comisión Electoral Central (KQZ). El Partido Democrático (PD), principal fuerza opositora encabezada por el ex primer ministro Sali Berisha, obtuvo 50 escaños.
La misión de observación de la OSCE denunció casos de intimidación política y desigualdad de condiciones para los candidatos, señalando que, si bien la elección fue competitiva, tuvo lugar en un clima altamente polarizado, con campañas centradas en ataques personales.
El PS se presenta como una fuerza de centroizquierda europeísta, pero en la práctica opera como una estructura clientelar de gestión del Estado, con fuertes acusaciones de corrupción, autoritarismo y uso del aparato estatal para neutralizar a la oposición. Su hegemonía, desde 2013, se consolidó a través de reformas superficiales, control de los medios y alianzas con sectores empresariales.
Por su parte, el Partido Democrático no representa una alternativa de ruptura. Su líder, Berisha, está sancionado por Estados Unidos desde 2021 por corrupción y pasó un año en arresto domiciliario.
Albania es un firme miembro de la OTAN desde 2009 y se presenta como candidato prioritario para la adhesión plena a la Unión Europea, objetivo que dominó la campaña electoral. Rama busca ganarse el favor de Bruselas con políticas alineadas al modelo de seguridad europeo, llegando incluso a firmar un polémico acuerdo con Italia para albergar centros de deportación de migrantes, lo que ha generado duras críticas por parte de organizaciones de derechos humanos.
Filipinas: pugna de élites autoritarias en un régimen descompuesto
El 13 de mayo se llevaron a cabo elecciones de medio mandato en Filipinas. En disputa estaban la totalidad de la Cámara de Representantes, 12 de los 24 senadores y más de 18.000 cargos locales, incluyendo alcaldías, gobernadores y concejos municipales.
Con una participación de más de 68 millones, la elección se percibió como un referéndum sobre la gestión del presidente Ferdinand Marcos Jr., quien respaldó una lista de candidatos del bloque oficialista Alianza para una Nueva Filipinas.
El contexto estuvo marcado por una crisis institucional severa con la vicepresidenta Sara Duterte enfrentando un juicio político, mientras su padre, el ex presidente Rodrigo Duterte, está detenido en La Haya por crímenes de lesa humanidad.
Las elecciones expresaron la guerra abierta entre dos grandes dinastías políticas autoritarias: la de los Marcos y la de los Duterte. El presidente Marcos Jr., heredero del dictador homónimo, promueve una política de control centralizado del poder, discurso de modernización y colaboración con Estados Unidos, mientras la familia Duterte, hasta hace poco aliada del oficialismo, fue desplazada del aparato estatal y ahora intenta recuperar espacios desde sus bastiones locales.
Ambos bloques, aunque enfrentados, representan formas autoritarias. Marcos Jr. gobierna con un discurso de “nueva república” y tecnocracia, pero continúa con políticas represivas, militaristas y extractivistas. Los Duterte, por su parte, buscan recuperar poder desde una lógica aún más violenta, populista y reaccionaria, como lo demuestra la propia campaña de Rodrigo Duterte para regresar como alcalde de Davao, pese a estar detenido por crímenes de Estado.
Rumania: una victoria de centro frente al ascenso de la extrema derecha
El 18 de mayo se celebró la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Rumanía, con una participación del 64% (11 millones), en una votación polarizada y marcada por el temor al autoritarismo. El independiente Nicusor Dan se impuso con el 54% de los votos, frente al 46% del candidato de extrema derecha George Simion, quien inicialmente se negó a reconocer los resultados. Esta elección fue una repetición del proceso anulado por el Tribunal Constitucional a finales de 2024, tras denuncias de fraude.
La victoria de Dan fue considerada una sorpresa, ya que en la primera vuelta había obtenido apenas el 20%, muy por debajo del 40% de Simion. El giro en la segunda vuelta refleja una movilización de sectores democráticos, urbanos y pro-europeos en contra del avance neofascista.
Dan es un tecnócrata de centro, de perfil moderado y cuyo discurso se centró en la lucha contra la corrupción, la defensa de los derechos democráticos y la necesidad de una “política decente”, alejada de los extremos. Aunque es considerado ideológicamente más conservador que progresista, ganó apoyo entre la juventud urbana, la clase media y sectores de la diáspora.
La elección de Dan fue celebrada como un freno al avance del populismo ultraderechista en Europa del Este y promete la continuidad del alineamiento europeísta de Rumania, así como el respaldo a Kiev. En contraste, Simion fue acusado de actuar en coordinación con campañas de desinformación de origen ruso.
Portugal: ascenso de la ultraderecha y fragmentación del sistema político
Las elecciones legislativas anticipadas en Portugal fueron el 18 de mayo. La coalición conservadora Alianza Democrática (AD), liderada por el primer ministro en funciones Luís Montenegro, obtuvo la mayoría de los votos, con un 35,71%. Sin embargo, no alcanzó la mayoría absoluta en la Asamblea de la República, que requiere 116 escaños de los 230 totales.
El partido ultraderechista Chega, encabezado por André Ventura, logró un avance significativo al convertirse en la segunda fuerza política, superando al histórico Partido Socialista (PS). Chega obtuvo 60 escaños, mientras que el PS consiguió 58, marcando un cambio notable en el panorama político portugués.
La victoria de la AD es frágil ya que no tiene la capacidad de gobernar en solitario. El ascenso de Chega indica un giro hacia la derecha más reaccionaria, con un discurso centrado en el nacionalismo, la seguridad y la crítica a las élites políticas tradicionales. El PS, por su parte, sufrió una derrota histórica, lo que llevó a la dimisión de su líder, Pedro Nuno Santos.
Venezuela: consolidación autoritaria tras elecciones cuestionadas
Venezuela celebró elecciones parlamentarias y regionales el 25 de mayo, en un contexto de crisis política y social. El Consejo Nacional Electoral (CNE), controlado por el oficialismo, declaró al Gran Polo Patriótico (GPP), encabezado por el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), como ganador con el 82,6% de los votos y la victoria en 23 de las 24 gobernaciones. Sin embargo, estos comicios estuvieron marcados por una alta abstención, estimada por sectores opositores en más del 85%.
Esta elección no modificó en nada el panorama político del país y el hecho más relevante fue la elección de Neil Villamizar (PSUV) como gobernador del Esquivo, una zona en disputa con Guyana. Este reclamo, sacado del olvido por Maduro, es señalado como una distracción en el ámbito nacional ante el desastre económico del régimen.
Polonia: victoria ultranacionalista y crisis del proyecto europeísta
El 1 de junio se celebró la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Polonia. El nacionalista Karol Nawrocki, respaldado por el partido ultraconservador Ley y Justicia (PiS), se impuso con un 50,89% de los votos frente al 49,11% del liberal proeuropeo Rafał Trzaskowski, alcalde de Varsovia y candidato de la Coalición Cívica (KO). En la primera vuelta, Trzaskowski había liderado con un 31,4% de los votos, seguido de Nawrocki con un 29,5%. La ultraderecha obtuvo resultados significativos, con Sławomir Mentzen y Grzegorz Braun alcanzando el 14,8% y 6,3%, respectivamente.
Nawrocki es un historiador y ex director del Instituto de la Memoria Nacional, conocido por su nacionalismo cristiano, revisionismo histórico y escepticismo hacia la Unión Europea. Aunque se presentó como independiente, su campaña fue respaldada por el PiS y por figuras como Donald Trump. Su discurso se centró en la defensa de la soberanía polaca, la limitación de la influencia extranjera y la promoción de políticas sociales favorables únicamente a los “ciudadanos”.
Su elección supuso un revés para el primer ministro Donald Tusk y su gobierno pro-europeo, que ahora enfrenta la posibilidad de que el nuevo presidente vete reformas clave. Tusk anunció una moción de confianza para el 11 de junio, buscando consolidar su autoridad en medio de las crecientes tensiones políticas.
Corea del Sur: victoria liberal en un contexto de crisis institucional
El pasado 3 de junio se celebraron elecciones presidenciales extraordinarias en Corea del Sur tras la destitución del presidente Yoon Suk-yeol, quien fue removido por el Tribunal Constitucional en diciembre de 2024 tras haber impuesto la ley marcial. Con el 49,2% de los votos, resultó electo Lee Jae-myung, del Partido Democrático (PD), derrotando al conservador Kim Moon-soo, quien obtuvo un 41,5% .
Estas elecciones fueron convocadas en un contexto de grave crisis política, marcada por movilizaciones masivas contra el autoritarismo y la represión militar. Lee Jae-myung impulsa un discurso pragmático. Su pasado como abogado de derechos humanos y ex gobernador de Gyeonggi le dio una base popular, especialmente entre jóvenes y sectores urbanos. Durante su mandato regional impulsó políticas de bienestar y eficiencia fiscal, incluyendo programas de ingreso básico para jóvenes.
Sin embargo, su presidencia comenzó bajo la sombra de un juicio reabierto por presunta falsedad vinculada a un escándalo urbanístico, lo que podría poner en entredicho su legitimidad si se emite un fallo adverso. La Constitución surcoreana impide juzgar penalmente a un presidente en funciones salvo en casos extremos, pero existen debates jurídicos sobre su aplicabilidad a procesos previos al cargo.
No hay que quedarse con los resultados electorales
Los resultados electorales son un reflejo distorsionado de las dinámicas de la sociedad, máxime en democracias burguesas, donde las disputas entre sectores de la burguesía luchan por imponerse, pero siempre conservando el interés estratégico de mantener la dominación de clase. Como tal, las elecciones deben leerse con cuidado y no enfrentar sus resultados como categóricos o en forma impresionista o ultimatista.
Es así como, aunque las elecciones de este año evidencian una reconfiguración del mapa político mundial hacia la derecha, con el avance de gobiernos nacionalistas y conservadores, un análisis dialéctico tiene que observar las tendencias y contratendencias, lo que sucede por arriba y por abajo. Es justamente ahí, donde puede (y lo hace) desarrollar resistencia a la avanzada neoliberal e imperialista que arrolla al mundo.
Desde abajo, la clase trabajadora y los sectores populares no se han rendido. A pesar de la ofensiva autoritaria, los pueblos resisten en las huelgas que desafían los recortes, en las protestas juveniles contra el autoritarismo, en las luchas feministas, indígenas y antirracistas que enfrentan los sistemas de opresión. Aunque fragmentadas y aún sin dirección política revolucionaria, estas resistencias le plantan cara a un capitalismo que cada día demuestra más que no merece existir.