“Parasite”: comedia negra sobre el (negrero) capitalismo surcoreano

Se estrenó aquí la ya famosa Parásitos, el film del director y guinista surcoreano Boon Joon-Ho. La película ganó en el Festival de Cannes 2019 y obtuvo más de un Golden Globe 2020, teniendo además seis candidaturas a los Oscar.

0
419

Por  Argentina pasaron en sala pocos títulos Boon (realizó siete), uno es The Host y por streaming Netflix: Okja. Hay casi unanimidad de los críticos de cine en catalogarla como “obra maestra”. La categoría de “obra maestra” para la última realización de Boon se basa en la valoración de una comedia negra que va in crescendo, hasta convertirse en un thriller que bordea el mejor cine de terror y que de principio a fin (y esto sería lo más importante para dicha crítica) “resulta una muestra de la lucha de clases en un país capitalista desarrollado en la época de la globalización”. Flor de alegoría, si las hay.

Pensamos que la película tiene méritos innegables cuando se remite a mostrar la polaridad social extrema, denigrante, que ocasiona el capitalismo “made in Corea” (con el riesgo no siempre evitado de subrayar demasiado: por ejemplo la escena del sofá en la casa de los millonarios) en un más que logrado planteo rayano en la picaresca. Y el grotesco. Los pares familia pobre y desclasada vs familia nueva rica; la primera con viveza “callejera” y la segunda metida en su torre de marfil incapaz de distinguir lo obvio, las viviendas de unos y otros con sus exacerbados contrastes 1:  unos entre comidas exóticas que no preparan y baños que son casi un mono ambiente y otros  encorsetados subterráneamente, comiendo cuando pueden y hasta nadando en su propia mierda y las violentas escenas finales (quizás lo más flojo del film) que no contamos para no caer en el hoy llamado spoiler. Esa picaresca bien lograda como señalábamos, nos recordó a clásicos de la comedia italiana como Feos, sucios y malos y nos pareció un poco más forzada (porque remite a otro género y a otra posibilidad de expresión artística) la correspondencia con Casa tomada, que más de una crítica creó encontrar 2.

Pero sin dudas, su mérito mayor, “global”, es ofrecernos una pintura de dos horas sobre el funcionamiento y las consecuencias del capitalismo (negrero) sur coreano: modelo ejemplar de la segunda mitad del siglo XX para todo liberal bien pensante y lo hace consiguiendo que no podamos despegarnos de lo que allí ocurre a la vez que pasamos por diversas y cambiantes sensaciones: incredulidad, indignación, regocijo, repulsión, humor… todo eso siendo concientes (y Parásitos, en donde la tecnología aparece más que recurrentemente, se encarga de recordárnoslo) de que dicha situación no pertenece a una aldea medieval francesa durante alguna peste o epidemia, sino a uno de los llamados “tigres asiáticos”, boom y ejemplo del cacareado y vitoreado capitalismo tardío.

La película se nos va como un suspiro y seguramente nos preguntábamos cómo terminaría, cómo acabaría la situación. Y allí creemos se halla su punto más débil: en su resolución. La habilidad del padre de la familia pobre en planear (aunque él abjure de todo plan) emprendimientos que terminen mutando en un ascenso social y que seguramente los expondrá a engaños como los que ellos perpetraron, repitiendo de esa manera el círculo ad eternum y el propio sistema social, es “su” gran alegoría, la “salida” que por decirlo de alguna manera, ésta nos propone. 3

Pero no es esto en resumidas cuentas, lo esencial. La obra de Boon Joon Ho resulta un enorme fresco social en gran medida virtuoso aunque imperfecto a veces, pero siempre revulsivo y por la forma en qué lo muestra (su puesta en escena), logra sacudirnos mientras nos  hace reflexionar y provoca que nunca estemos ajenos o indiferentes a lo que allí sucede. La prueba de ello y lo más importante es lo que “sentimos” todos cuando se encendieron las luces de la sala: esta comedia negra, sardónica, dura hasta el patetismo, nos devela la mugre que es el capitalismo sur coreano y lo que puede llegar a hacer y hace de los individuos y ciertos sectores sociales del país asiático. Dicha especificidad, denigrante, extrema, alienada en su más vasta acepción que allí vemos, conforma uno de los rasgos más groseros del capitalismo como sistema económico mundial de esta segunda década del siglo XXI. Parásitos exhibe en clave de comedia negra parte de ese ácido calidoscopio, con humor y sordidez. Allí está su iluminación y en ese develamiento radica el motivo de su éxito.

 

Notas:

1: Por ejemplo, esta idea de los que viven “arriba y abajo” era un lugar común de caricaturas alemanas en la época de Marx, algo que lo influyó para su metáfora de “estructura y superestructura”. Agradecemos el dato a Roberto Sáenz.

2: Fundamentalmente por el contexto económico social: el capitalismo extremo de Corea del Sur el cual no conocemos a fondo y la emergencia del bonapartismo reformista peronista de sus primeros años que es donde (supuestamente) está ambientado el cuento de Cortázar, principalmente porque los hermanos propietarios sienten terror por el avance del “otro”, mientras que en el film, los propietarios se sienten seguros y felices con la irrupción de esos “otros” en su casa, siendo víctimas de sus engaños, algo que el espectador sí reconoce. Si bien, como en un rizo, hay otro ocupante subterráneo de la casa que sí provocará pánico en aquellos que lo descubran.

3: Dentro de una crítica que en líneas generales consideramos injusta hacia la película, hay una reflexión aguda sobre este aspecto de un crítico argentino: “(el film), se refugia en la burla sentimental a los ricos y la exaltación demagógica de los pobres; lo que se llama ‘pobrismo’. Desde luego a esta maratón maniquea en relación a los ricos estúpidos y vacuos, debe corresponder un opuesto ‘pobre’ dotado de la elemental panoplia del pobrismo y la mendicidad. Es curioso cómo se tiene aquí a la burguesía por un lado y al subproletariado por otro, sin imaginar a la clase obrera.”( Ángel Faretta, Parásitos, un film parásito en “A sala llena” 24 enero 2020).

No le pedimos a las películas “salidas” a lo que “muestran”, pero aquí  la omisión de dicho sujeto social es total, lo que nos lleva a desestimar aquella afirmación: “film que expresa la lucha de clases, etc, etc”. Como decíamos en otra nota, preferimos los finales en donde, como en los personajes de Fellini y más atrás los de El Gordo y el Flaco, éstos luchaban solitos y…perdían. Ésa era su (gran)   enseñanza: nadie de abajo triunfa sólo.

Sumate a la discusión dejando un comentario:

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí