Junto con la alegría por la noticia de la satisfactoria recuperación de Pablo Grillo y los agradecimientos a la población y fundamentalmente al hospital público y sus trabajadores, que “dieron todo” en la atención médica y humana de su hijo, el padre del compañero había contado al público que el fotoperiodista había tenido que someterse a dos operaciones, y espera una tercera para colocarle una prótesis “porque le falta casi todo el cráneo”. Palabras que nos vuelven a poner en sintonía con la gravedad de la herida cometida por las fuerzas represivas. Ante la pregunta de si la familia había recibido alguna comunicación de parte del gobierno nacional, la respuesta fue: «Absolutamente nadie, en ningún momento».
No con la misma celeridad con que actuaron desde la atención médica, llegaron las noticias del lado de la denuncia judicial. Después de algunas idas y vueltas, se designó el Juzgado en que se tramita el expediente en base a la denuncia de su familia. Quedó en manos del Juzgado Federal Nro 1, a cargo María Servini. La familia está representada por el CELS y la Liga Argentina por los Derechos Humanos. Exigen no solamente el juzgamiento al ejecutor material del ataque con gas lacrimógeno al fotógrafo herido, ya identificado, sino también a los responsables del operativo represivo que también tuvo otros heridos y arrestados.
Desde el Juzgado actuante se solicitó al gobierno el listado de personal de seguridad que intervino, las armas utilizadas, así como los audios con las directivas transmitidas desde la superioridad al personal que actuaba en la represión de la movilización de los/as jubilados/as de ese 12 de marzo.
Felizmente, salió bien de esta nueva pelea contra la herida terrible que le prodigaron los “guardianes del orden”. La batalla que se avecina también es muy brava: los estrados judiciales. Allí se debatirán las instancias de la agresión que sufrió que casi le arrebata la vida. La exigencia en las calles para que no haya impunidad será clave.
Hay evidencias, hay testigos que vieron al integrante de las fuerzas represivas que le dispararon el gas lacrimógeno en la cabeza y se encuentra identificado el gendarme que lo llevó adelante. Pero a veces, las cosas claras se complican cuando un gobierno quiere minimizarlo, eludir la responsabilidad penal y política del brutal ataque.
Porque Pablo fue víctima de un operativo represivo ordenado desde las altas cumbres del poder represivo, en contra de los jubilados manifestantes y quienes se acercaron a apoyarlos, incluido el personal de prensa que cumplía funciones insustituibles. Ellos reflejan el testimonio fiel de los hechos, que posteriormente pueden ser alterados, deformados, silenciados, cajoneados. De eso ya sabemos mucho. Y hubo decenas de manifestantes heridos y más de 100 detenidos en esa nutrida manifestación del 12 de marzo.
Además, su padre estuvo presente en cuanto acto fue convocado, como el del 24 de Marzo. Se han hecho movilizaciones y un Festival en su apoyo, donde estuvieron “todos”: amigos/as, como Jorge, quien lo acompañaba ese día y el primero que lo auxilió, artistas como Ricardo Mollo, referentes de la lucha por Justicia como Sergio Maldonado, estudiantes, trabajadores de la zona. Además de «justicia por Pablo», las calles exigen: «Fuera Bullrich».