Las «razones» no son más que mero negacionismo de la pandemia y la reproducción del discursos irracionales de la agenda de la nueva ultraderecha mundial. Entre las consecuencia estará la falta de acceso a vacunas, insumos y programas de apoyo para enfermedades específicas, así como el aislamiento de toda la coordinación mundial en cuanto a política sanitaria.
Independientemente de la fracasada gestión de la pandemia por parte del gobierno de Alberto Fernández, la política de Milei es negacionismo y oscurantismo. Sus «razones» para la salida de la Organización Mundial de la Salud son los del rechazo a las medidas sanitarias de contención de la pandemia. Se quieren apoyar en las víctimas de la pandemia… como si no hubiera habido proporcionalmente mucho más muertos en los países de política negacionista. Trump y Bolsonaro fueron responsables de decenas de muertes innecesarias por sus políticas nefastas de dejar circular libremente al coronavirus.
El gobierno reaccionario y oscurantista de Milei anuncia la salida de Argentina de la OMS.
Con esta acción Milei busca mostrarse como el perrito faldero de Trump y profundizar sus políticas de destrucción de la salud pública.
La salida de la OMS tiene consecuencias nefastas…
— Manuela Castañeira (@ManuelaC22) February 5, 2025
Los «argumentos» y la OMS como organismo
Una de las principales funciones de la OMS es y ha sido la de la vigilancia sobre las epidemias, la elaboración de informes y consecuentes recomendaciones. En síntesis, y pese a las falencias burocráticas propias de todos los organismos de la ONU, se trata de un esfuerzo en mayor medida progresivo para la coordinación de políticas sanitarias a nivel mundial. De ninguna manera se puede decir que se trata de un organismo que busca someter a los países miembros, ni siquiera tiene la entidad para dictar políticas concretas. El argumento que dio Adorni de una supuesta mayor independencia en política sanitaria es una lisa y llana mentira. Su narrativa es la de la conspiranoia estúpida de la extrema derecha, que quiere presentar a la impotente ONU como un intento de dominación «globalista». Detrás de las estupideces de redes sociales hay teorías de la conspiración compartidas por terraplanistas, neonazis y trumpistas.
Las críticas de Milei de la gestión de la pandemia son negacionismo de toda medida sanitaria. Para ellos, se debería haber hecho circular libremente al COVID-19. Con semejante política, que hasta pretendía negar la necesidad de vacunas y barbijos, seguiría habiendo decenas de miles de nuevos muertos en todo el mundo. Lo que sorprende es lo acelerado del ritmo oscurantista que va tomando su gobierno, claramente envalentonado por el ascenso de Trump en Estado Unidos. El mismo Trump que recomendaba a la gente tratar el Covid con una «inyección de desinfectante», desautorizando a los médicos y causando muertes entre los que lo tomaron en serio. Por supuesto, mientras algunos de sus seguidores morían, Trump sobrevivió hasta recibir la vacuna.
El presidente ultraderechista hablo de la cuarentena como un delito de «lesa humanidad», palabra a la cual se resiste para caracterizar a los crímenes de la última dictadura cívico-eclesiástica-militar. No extraña que dentro de la agenda de la ultraderecha haya también una ofensiva desde el lenguaje, de hacer perder significado a ciertas palabras, prohibir otras y/o a otras usarlas en contextos absurdos.
Las consecuencias
Se perdería el acceso al fondo rotatorio y estratégico, lo que implicaría el encarecimiento en la compra de tecnologías e insumos sanitarios. También desaparecería el apoyo a programas clave como enfermedades transmisibles y no transmisibles, salud mental, materno infantil y vacunas.
La medida afectaría el estatus de Centros Colaboradores en laboratorios como el INCUCAI, el Instituto Malbrán y la ANLIS, poniendo en riesgo su reconocimiento internacional. Además, Argentina perdería su lugar en redes internacionales que fortalecen sus capacidades y garantizan altos estándares de calidad.
En una nueva pandemia, se eliminaría la cooperación en compra de insumos, equipos y contratación de personal. También se debilitaría el abordaje de enfermedades raras, limitando la recepción de colaboración técnica y donación de medicamentos huérfanos.
Ante desastres naturales o provocados por el hombre, no habría apoyo de las unidades especializadas de emergencia de la OPS, dificultando la respuesta rápida y la logística sanitaria. Las provincias verían reducida su capacidad técnica, afectando su respuesta ante crisis de salud.