«Ayer lunes 31 de marzo, Marine Le Pen, la figura de extrema derecha más popular en Francia hoy en día, fue condenada por corrupción y, a priori, inhabilitada para participar en las próximas elecciones presidenciales.
Está claro que, internacionalmente, la Justicia del régimen burgués maniobra a izquierda y derecha según las circunstancias y que, en última instancia, para frenar a la extrema derecha, el único camino es la movilización popular. Sin embargo, en medio de la apertura de juicios como a Jair Bolsonaro por intento de golpe de Estado en Brasil, o causas fallidas contra Trump en Estados Unidos por las mismas razones, sorprende que desde sectores de “izquierda” se “condene” el fallo contra la candidata de la extrema derecha.
Ayer lunes 31 de marzo, Marine Le Pen, figura de extrema derecha más popular en Francia hoy en día, fue condenada por corrupción y, a priori, inhabilitada para participar en las próximas elecciones presidenciales. Está claro que internacionalmente la “Justicia” del régimen…
— Roberto Saenz (@RobertoSaenzSoB) April 1, 2025
Desde ya que su fuerza, Agrupamiento Nacional (RN), lo usará para victimizarse, y que también pueden haber fallos cesaristas contra la izquierda, que rechazamos. Sin embargo, esto debe ser analizado caso por caso: el fallo de inhabilitación contra Marine Le Pen, como podría ser el caso de Bolsonaro u otros de extrema derecha, son progresivos y así los vive una mayoría de la población trabajadora. Son un punto de apoyo auxiliar-legal para tomar las calles contra esta formación de extrema derecha que intentará mover cielo y tierra para defender a su dirigente.
Los criterios con la extrema derecha que cuestiona las más elementales libertades democráticas no pueden ser los mismos que respecto de las demás formaciones políticas. ¡Hay que tomar las calles para que Marine Le Pen quede inhabilitada! Quien defiende el legado de la República de Vichy, República empleada de los nazis durante la IIGM, no puede tener derecho al pataleo. Se le deben aplicar los criterios de la guerra civil, que es lo opuesto a normalizarlos como si fueran un partido democrático más.»