Niña Mamá: la vulnerabilidad frente a la urgencia

Este documental de 2019, dirigido por Andrea Testa, retrata la situación de diversas mujeres jóvenes y niñas del conurbano bonaerense que se enfrentan a la decisión de continuar o no con un embarazo.

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Filmado enteramente en secciones de dos hospitales de La Matanza y San Martín, Niña Mamá nos muestra un amplio abanico de testimonios de adolescentes embarazadas, desde los 13 hasta los 21 años, primerizas o inclusive ya con 4 hijes. La cámara estática y en calidad de observadora de la directora refleja los distintos niveles de abandono del Estado y las malas condiciones en las que se encuentran los hospitales públicos. Esto evidencia el bajo presupuesto que se le destina a la salud pública desde las autoridades gubernamentales a lo largo de los años, el cual se traduce en la escasez o falta de insumos y personal de salud, lo que lleva a desbordes que dificultan el acceso a consultas y turnos médicos.

De esta manera, se nos presenta el desamparo en el que se ven arrojadas miles de mujeres y niñas, no solo atravesadas por la dificultad de realizarse una ILE -las protagonistas cuentan la violencia a la que se ven sometidas incluso, por los profesionales en los hospitales, donde las “retan”, maltratan psicológicamente y las culpabilizan-, sino también la vulnerabilidad social que sufren por vivir en condiciones de marginalidad, sin poder acceder a la Educación Sexual Integral y el desconocimiento de los Derechos de Salud Sexual y Reproductiva – una de las adolescentes relata que tardó los 6 meses en ir a hacerse los controles pertinentes por miedo-. A ello se agrega la violencia patriarcal presente en sus familias y los distintos tipos de violencia que ejercen sus parejas, sumado el consumo problemático de drogas frente a una sociedad en general que las prejuzga. En este escenario resulta llamativa la naturalidad con la que se expresan, acostumbradas a la desidia del Estado durante toda una vida.

A través de los relatos más crudos se logra reflejar profundos debates, actualmente presentes en las distintas esferas de la vida social, y las múltiples problemáticas que sufren mujeres y niñas. Entre ellas, la responsabilidad del Estado en materia social que, lejos de ausentarse, se hace presente desfinanciado los sectores públicos y las políticas sociales destinadas a esta población, dejando de este modo necesidades descubiertas y un espacio que la iglesia, cómplice de los hechos más aberrantes de la historia y la clandestinidad, logra ocupar ante la falta de respuestas por parte del Estado. Así, la iglesia hace valer su conservadurismo recalcitrante e intereses a través de la persuasión a jóvenes con embarazos no deseados avasallando todo derecho posible.

Sin dudas, el debate de mayor relevancia es el derecho a decidir. Hoy la ilegalidad del derecho al aborto en el país, arroja a cientos de niñas, jóvenes y mujeres a llevar adelante embarazos no deseados y, como consecuencia, abandonar sus estudios y continuar sujetas a vínculos violentos, cargando a cuestas con una maternidad obligada.

El pasado 8A se cumplieron dos años de la pelea en el senado por la aprobación del derecho al aborto, donde la marea verde hizo historia. Sin embargo, los antiderechos y la iglesia lo impidieron. Luego, el gobierno de Alberto Fernández asumió con esta presión y se lleno la boca afirmando que el 2020 sería el año del aborto legal. Sin embargo, no pararon las maniobras para engañar al movimiento de mujeres: primero proponiendo “su” proyecto que nadie sabe aún que dice y dándole la espalda al proyecto de la campaña verde, e intentando contraponer el hambre al aborto. Hoy el presidente afirma que no está en los planes legalizar el aborto este año por la pandemia, imponiendo la falsa contraposición con otros problemas sociales. Nos dicen que las muertes por abortos clandestinos no son “tan importantes” como para tratarlas ahora. Para el gobierno no es “tan importante” que se sigan practicando miles y miles de abortos clandestinos, que se sigan muriendo centenas de mujeres y jóvenes gestantes por la clandestinidad, que se siga obligando a las niñas a ser madres. Aunque el problema de la pandemia es uno bien grande, lo que se deja entrever es que, efectivamente para el gobierno, el aborto legal no es una prioridad1.

Si Niña Mamá es un documental fuerte, no lo es por sus formas, siendo admirable el respeto, la sensibilidad y el tacto con el que Andrea Testa plasma estos hechos a blanco y negro, sino por su humanidad y anclaje a la realidad. Vemos a las chicas quebrarse y llorar relatando situaciones de abuso y violencia, y temerosas de los prejuicios de los demás por haber decidido dar a luz o no. Este es el segundo documental y tercer largometraje de la directora, después de Pibe Chorro (2015) y la co-dirigida con Francisco Márquez La Larga Noche de Francisco Sanctis (2016), que fue presentada en el Festival de Cannes y en el Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente.

El contexto de pandemia no suspende los abusos ni los abortos clandestinos, sino que agrava más la situación frente al desborde del sistema de salud y la falta de insumos. Según la OMS, la cantidad de embarazos no deseados va a triplicarse durante la pandemia, por la falta de acceso a la anticoncepción. Es por esto que no podemos esperar a que pase la pandemia, necesitamos el aborto legal ahora para que no sigan muriendo más mujeres y personas gestantes, para que las niñas no sean obligadas a ser madres, para que las y los médicos no sean perseguidos por la justicia. No podemos seguir esperando, ya no tenemos tiempo.

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