Filosofía e historia

Nietzsche, Marx y la Commune de París VI

“Todas las revoluciones de la Historia se originan en que el Espíritu humano, para la comprensión y aprehensión de sí mismo, ha alterado sus categorías, uniéndose en una relación más verdadera, más profunda y más intrínseca consigo mismo.»

Hegel

Forma Estado y Grilletes de Hierro: la utopía nietzscheana enfrentada a la Commune:

“Es condición cruel fundamental de toda formación, que la esclavitud (Sklaventhum) pertenece a la esencia de una Cultura […] la miseria de la masa que vive fatigosamente (as Elend der mühsam lebenden Masse) debe aumentar aún más, para que se haga posible a un número restringido de hombres olímpicos la producción del mundo del arte. Aquí está la fuente de aquella rabia mal disimulada, que han alimentado […]los comunistas y socialistas, y también sus más pálidos descendientes, la raza blanca de los liberales (den die Kommunisten und Socialisten, und auch ihre blässeren Abkömmlinge, die weiße Raçe der Liberalen). La época moderna con sus ‘fracturas’ (Bruche) se ha de comprender como la época que rehuye todas las consecuencias […] De la molicie del Hombre moderno han nacido las tremendas crisis sociales del Presente (ungeheuren socialen Nothstände der Gegenwart), contra las cuales me atrevo a recomendar un remedio que se encuentra en la esencia de la naturaleza: la Esclavitud (Sklaverei)”.[1]

Un verdadero “Manifiesto” político, una profession de foi clara para los que quieran entender. El ataque a la igualdad abstracta inserta en la Déclaration des Droits de l’Homme et du Citoyen es un combate muy normal entre los reaccionarios de la época, de Burke a Maestre, de Haller a Gentz. Nietzsche los acompaña con un salto de calidad, profundizando sobre el concepto “Hombre” en cuanto titular del derecho a la felicidad y que su posesión es independiente de raza o nacionalidad. El Antropocentrismo humanista, que delimita un espacio natural sacro e inviolable, es la precondición para el mantenimiento del discurso relativo a los derechos humanos. Aquí no hay posibilidad de jerarquías naturales. Por eso Nietzsche se ve obligado, ante el ejemplo de la Commune en 1871, a estimular la crítica reaccionaria al Antropocentrismo vía un razonamiento perverso: si la teorización revolucionaria de los Derechos del Hombre instituye un signo evidente y fuerte de igualdad dentro del género humano y un signo absoluto de diferencia con el circundante mundo animal y natural, Nietzsche invierte la ecuación. Es el auténtico anti Rousseau: radicaliza la diferencia entre Hombre y Hombre (Genio-Esclavo) y reafirma la eterna continuidad entre Hombre y Naturaleza (y la supremacía de ésta bajo la forma de Uno Primordial, luego Voluntad).

La Esclavitud como institución es imposible de pensar, es imposible de volver a reconstruir en el Mundo sin atacar los supuestos antropocéntricos de la Ilustración (y más atrás de Sócrates y el judeo-cristianismo). Nietzsche continúa sobre su concepto de forma Estado, analiza lo que él llama “Konfiguration der Gesellschaft” (configuración de la sociedad) y se pregunta, ante el espectáculo de la muchedumbre en armas de París, “si el impulso a la sociabilidad (Trieb zur Geselligkeit) puede ser tan fuerte entre los hombres individuales, sólo los grilletes del Estado (Klammer des Staates) pueden empalmar a las grandes masas (die größeren Massen) unas con otras, de forma tal que tenga que realizarse aquella estratificación química de la sociedad (chemische Scheidung der Gesellschaft), con su nueva estructura piramidal (neuen pyramidalen Aufbau)”.[2] Si la esclavitud de las masas es una necesidad (en realidad la esclavitud como institución daß zum Wesen einer Kultur das Sklaventhum gehöre, “pertenece a la Esencia de una Cultura”), queda claro el rol y la forma del Estado ideal nietzscheano, contraposición directa al desplegado en la Commune. La forma Estado, sea o no bueguesa, para Nietzsche debe ser una “objetivación de los instintos”, Objektivationen der bezeichneten Instinkte, y la única vía para reconstruir post-modernamente la Aufbau formada por Señores y Siervos es utilizar, sin falsos paliativos, los crueles instrumentos del propio Estado basados en la eterna entsetzlichen Existenzkampfe. ¿Cuáles son? Nietzsche utiliza la palabra “grilletes” para que cualquiera entienda que el pacto civil entre gobernantes y gobernados no es ningún tipo de Contrat social (Spinoza, Locke, Kant o Rousseau), ni siquiera el pactum unionis autoritario al estilo de Hobbes: si esclavo-trabajador es el “topo ciego de la Cultura” (blinde Maulwurf der Kultur) el eterno retorno al orden natural y el fin del ciclo de décadence y barbarie presupone la restauración de un Estado mínimo militarizado y un instintivo Derecho de gentes (völkerrechtlichen Instinkte) basado en el natural bellum omnium contra omnes, la fiera lucha por la existencia. La frase que utiliza aquí, la conocida bellum omnium contra omnes hobbesiana. La idea base la extrae Nietzsche no del Leviatán de Hobbes, sino de su maestro Schopenhauer, quién la utiliza en el primer libro de Die Welt als Wille und Vorstellung.[3] Pero entonces… ¿qué es en suma el Estado? Nietzsche lo define con claridad: “Entendemos por Estado, únicamente como ‘grilletes de hierro’, que aprietan el Proceso social (wie gesagt, unter Staat nur die eiserne Klammer, die den Gesellschaftsprozeß erzwingt)”.[4] Nuevamente repetimos que contra las interpretaciones demasiado libres y caprichosas que ven a Nietzsche como un pensador “libertario y laico” (Vattimo), la letra nietzscheana es bien clara: la Naturaleza y su despiadada rigidez basada en la injusticia y lo desigual, tiene una ungeheure Nothwendigkeit des Staates, una enorme necesidad de la forma Estado.[5] Nietzsche repite que las ideas de fábula sobre la extinción del Estado (tanto de los utópicos como de Bakunin o Marx), “son consecuencia de la idea moderna de Democracia (der Tod des Staates, die Entfesselung… ist die Konsequenz des demokratischen Staatsbegriffs).”[6] La forma-Estado debe ser metafóricamente un arco de hierro semicircular que sirve para asegurar una cadena a la garganta del esclavo. El Estado, contra el ejemplo y símbolo de la Commune, debe “apretar” el entero proceso de la sociedad para buscar un exclusivo fin: la generación y el mantenimiento de los genios. Nietzsche le llama al Estado, institución necesaria para que la Naturaleza se convierta en Sociedad, específicamente Mittel o Werkzeuge. O incluso “hábil organización para la perfección” (Der Staat ist eine kluge Veranstaltung zum Schutz). Y con ello simplemente, para Nietzsche, se cumple el diktat de la Naturaleza, ya que ella posee una pulsión metapolítica, un curioso instinto de Estado, un Staatsinstinkte.[7]

El enemigo del neue Ordnung jerárquico aristocrático es “la difusión más general de la Concepción del Mundo liberal-optimista (liberal-optimistischen Weltanschauung), que tiene sus raíces en las teorías de la Ilustración francesa y de la Revolución (französischen Aufklärung und Revolution), es decir: en una Filosofía superficial (flachen Philosophie), completamente anti germánica (ungermanischen) y considerada romana”. O dicho lapidariamente: “La Democracia moderna es la forma histórica de la decadencia del Estado (die moderne Demokratie ist die historische Form vom Verfall des Staates).” Como ha quedado demostrado en el paradigma apocalíptico de la Commune. A las situaciones revolucionarias de la época burguesa, como la parisina, Nietzsche las llama indistintamente como Bruche 0 ungeheuren sozialen Nothstände, o sea: fracturas o crisis sociales catastrróficas y tremendas. Aparece aquí la concepción negativa de Optimismus, ya utilizada como cuerpo de la crítica en El Nacimiento de la Tragedia, que para Nietzsche significa el inicio de esta superstición progresista y morbo revolucionario que culmina con la tragedia civilizatoria representada en la Commune.

Mucho antes del Iluminismo francés, de la cosmovisión alejandrina y romana, Nietzsche encuentra la hybris de la razón liberal-iluminista-socialista en tierra griegas, en especial en la democrática Atenas. Sócrates es el “hombre teórico” y además el “hombre optimista”. A la Grecidad clásica y trágica, como al Germanismo auténtico, le es extraña el Optimismus y la representación de felicidad, que alimentan la idea de la Revolución. La idea de felicidad terrenal juega un rol central en el Iluminismo, en la Filosofía que prepara el combate y el derrocamiento del Ancien Régime. Más adelante, Nietzsche confiesa sus esperanzas a la luz de los sucesos del triunfo de Bismarck en la guerra contra Francia y la derrota de la Commune: “El único Poder político productivo (produktive politische Macht) en Alemania ha triunfado hoy del modo más extraordinario y dominará la Esencia alemana (deutsche Wesen) hasta en sus átomos. En ese poder sucumbirá lo que odiamos como el verdadero enemigo (eigentlichen Gegner) de aquella profundidad filosófica y estética, un estado enfermizo que la Esencia alemana ha padecido especialmente desde la gran Revolución Francesa y que contagia siempre, con sus periódicos ataques de gota, también a las mejores naturalezas alemanas, sin hablar de la gran masa (großen Masse) en la que a esa morbosidad se la llama ‘Liberalismo’ (Liberalismus), con una profanación de una palabra creada con buenas intenciones. Todo ese ‘Liberalismo’, edificado sobre la quimérica ‘Dignidad del Hombre’, del concepto genérico de ‘Hombre’ (Würde des Menschen, des Gattungsbegriffs Mensch), morirá desangrado junto a sus hermanos más robustos, a causa de aquel Poder inflexible […] y nosotros renunciaremos con gusto a los pequeños atractivos y bondades que comporta, con tal de que esa Doctrina (Doktrin) verdaderamente contraria a la Cultura, sea apartada de en medio del camino del Genio (Genius). ¿Y para que debía servir aquel inflexible Poder surgido incesantemente a través de los siglos a partir de la violencia, las conquistas y los baños de sangre, si no para preparar el camino del Genio (Genius)?”.[8] Forma-estado autoritaria, estructura social piramidal y segmentada en castas, selección ontológica entre hombres olímpicos y la masa, institución de la esclavitud: tales los parámetros filosóficos-políticos del Nietzsche político, posiciones estratégicas y seminales que no modificará en el futuro, esbozadas en negativo contra la tendencia horizontal y democrática de base de la Commune.[9] Es parte de su política de la Umkehrung (inversión) antiburguesa, cuyo problema esencial es el eterno problema de la jerarquía.[10] Los grilletes de hierro como forma Estado son la precondición necesaria para mantener a las castas (clases) separadas químicamente (en su fisiologia de Typus). La clase dirigente es imaginada como una Oligarquía del Espíritu (Oligarchen des Geistes), una Aristokratie der Rasse, aristocracia que se ha vuelto inviable en la Modernidad. Los trabajadores ya no son hombres en la utopía nietzscheana, son Nicht-Menschen, No-Hombres,“Superanimales” (Über-Tier), “Cosas” (Sache).[11] El Über-Tier es la necesaria figura social que se opone al Typus freier Geist, futuro anticipo del Superhombre, el Übermensch. Y así se configura la verdadera moralidad basada en el alma de las Razas y Castas dirigentes (der Seele der herrschenden Stämme und Kasten). Nietzsche dirá que “los buenos son una Casta; los malos una Masa semejante al polvo (Die Guten sind eine Kaste, die Schlechten eine Masse wie Staub).”[12] La servidumbre forzada junto con la esclavitud es para Nietzsche, como para su maestro Schopenhauer, parte original y primigenia (Ur-Faktum) de toda sociedad humana, un dato que jamás se puede suprimir. La explotación del hombre por el hombre (Nietzsche utiliza la palabra técnica “Ausbeutung”) es un Faktum original de la Historia y una función orgánica básica (organische Grundfunktion) de todas las sociedades humanas, pasadas y futuras.[13]

¿Puede llamarse a ésta reflexión filología clásica o estética wagneriana? Nuevamente podemos ver el uso técnico y semántico en Nietzsche de un sorprendente vocabulario económico-político: la Ausbeutung (además entre otras categorías marxistes Nietzsche utilizará el término Arbeitskraft, Fuerza de Trabajo, entrecomillada)[14] como concepto recién se desarrolló en Alemania gracias a la agitación y propaganda ética del llamado Frühsozialismus, el Socialismo utópico a inicios del siglo XIX. Tendrá una teorización profunda y definitiva a nivel teórico con Marx hacia los años 1861-1863, en los Grundrisse, aunque los elementos básicos de su teoría de la explotación y la plusvalía estarán ya elaborados en su texto Zur Kritik der politichen Öekonomie de 1859.[15] Nietzsche conocía indirectamente a Marx de varias fuentes secundarias y directamente a Bakunin y Lassalle (que en lo básico repetía la teoría de la explotación marxista). Sabemos también que Nietzsche conocía las teorías de Marx indirectamente a través de su lectura del economista norteamericano Henry C. Carey.[16] Además Marx aparece varias veces citado en el manual de Historia de la Filosofía de Lange, como ya vimos, tan estudiado y releído por Nietzsche hasta el fin de su vida activa.[17] Pero mientras para Marx la explotación se basa en determinadas condiciones históricas y evolutivas de las fuerzas productivas materiales, condiciones que pueden superarse, en Nietzsche la explotación es un factor primigenio inamovible, necesario, no una relación social de producción de “una sociedad corrompida o imperfecta y primitiva”: la explotación del hombre por el hombre “es”, pertenece a la Wesen des Lebendigen, a la esencia de la Vida y por ello es una Folge des eigentlichen Willens zur Macht, una consecuencia real de la Voluntad de Poder. Aunque lo que sí puede modificarse para Nietzsche por la grosse Politik es la correlación perniciosa y décadent entre explotación como Ur-Faktum y la configuración total de la sociedad. Nietzsche cree que el principio de correspondencia burgués entre explotación y clase, la lógica del Capital, debe ser reemplazado, por el de explotación y casta, que asegura una reproducción ampliada segura y eficaz del propósito cruel y rígido de la Naturaleza: generación/producción de individuos olímpicos. El Nietzsche maduro volverá a describir su utopía política, enfrentada al modelo de la Commune, como una organización social basada en la división en castas (Kasten) entre el trabajo forzado de la mayoría (Zwangs-Arbeit) y el trabajo libro o el ocio de la minoría (Frei-Arbeit). A modo de ejemplo, en su libro de 1878, Humano, demasiado humano, Nietzsche continúa sosteniendo su postura de reintroducir formas postmodernas de esclavitud y servidumbre, incluso contemplando “la masiva importación de pueblos bárbaros de Asia y África” ya que, dice Nietzsche, “el Mundo no-civilizado continuará sirviendo al Mundo civilizado.”[18] En su libro Morgenröte, Aurora (1881), Nietzsche propone a Europa para solucionar la soziale Frage (un dilema mortal “consistente en ser o esclavos del Estado o esclavos de un partido revolucionario”)[19] recurrir como solución extrema a reemplazar la parte más explotada intensivamente de la “Fuerza de Trabajo” (Nietzsche utiliza la palabra “Arbeitskräften”) por mano de obra china. China como país productor de “industriosas hormigas”, le daría a Europa trabajadores que pueden ser explotados sin conflictos sociales ni cuestiones morales debido a que son una raza que tiene gran resistencia al dolor físico (asiatische Dauerhaftigkeit).[20] Los ejemplos podrían multiplicarse ad eternum. A pesar de la hermeneútica de la inocencia del Nietzschéisme, los textos políticos reaccionarios de Nietzsche no son un relato alegórico, ni siquiera un caso de épater le bourgeois como algunos sofisticados hagiógrafos pretenden.[21] Nietzsche mantendrá esta visión utópica contra la decadencia de la Modernidad y la amenaza del Comunismo hasta sus últimos escritos, donde todavía resuena el acontecimiento de la Commune.

Estos fragmentos reaccionarios e inactuales, en general ignorados o excluidos del canon del Postmodernismo, que formaban parte original de El Nacimiento de la Tragedia, bajo el título Der griechische Staat, serán ofrecidos a su admirada Cósima Wagner como presente de Navidad en diciembre de 1872, encuadernados lujosamente en piel y dedicados, como tercer manuscrito de la compilación Fünf Vorreden zu fünf ungeschriebenen Büchern.[22]


[1] En: Nachlass, 10, MP, XII, I, C, Anfang 1871, vii. El fragmento tiene un subtítulo: “Fragmentos de una versión ampliada de El Nacimiento de la Tragedia. Escritas en las primeras semanas de 1871.” Parte de fragmentos sobre política y teoría del estado que por sugerencia de los Wagner fueron excluidos del libro que se envió a la imprenta.

[2] En: Nachlass, 10, MP, XII, I, C, Anfang 1871, viii.

[3] En: Schopenhauer, Arthur; Die Welt als Wille und Vorstellung, Buch IV, # 62. (en español: op. cit., Libro IV,  p.159). Schopenhauer afirma sucintamente que el Estado tiene su origen y su fin en la lucha, no contra el egoísmo en sí, sino contra los efectos perversos y dañinos del egoísmo y reenvía al lector a Hobbes: “Auch Hobbes hat diese Ursprung und Zweck des Staates ganz richtig um vortrefflich auseinandergesetz”. Para sintetizar su escueta Filosofía política, Schopenhauer la reduce a “aquel principio de todo sistema político: salus publica prima lex esto.”; es la tabula XII que regía al Senado romano. En Schopenhauer, como en Nietzsche, el Estado es un cruel medio instrumental ad eternum e inustituible.

[4] En: Nachlass, 10, MP, XII, I, C, Anfang 1871, xii.

[5] En: Nachlass, 10, MP, XII, I, C, Anfang 1871, x.

[6] En: Jenseits von Gut und Böse. Vorspiel einer Philosphie der Zukunft (1886), aphorism #472.

[7] En: Nachlass, 10, MP, XII, I, C, Anfang 1871, xiii.

[8] La teoría de la Política y el Estado nietzscheana entre los años 1869-1874 puede rastrearse en sus intuiciones y evolución en su Nachlass. Los fragmentos político-filosóficos más importantes son en especial, aunque las reflexiones políticas salpican las reflexiones de Nietzsche casi en su totalidad, los que se incluyen en el Hefte 7, U,I, 2B, “Finales de 1870-abril de 1871”, que incluyen los fragmentos 17, 23, 25 y 121; y en el Hefte 10, MP, XII, I, C, “Comienzos de 1871” fragmento 1.

[9] El mismo Nietzsche en su “Vorrede” a Humano, demasiado humano (1878), reconoce que en su evolución intelectual no hay rupturas sino radicalización y profundas continuidades: “hay algo común y característico en todos mis trabajos, desde El nacimiento de la Tragedia hasta el último publicado […] todos ellos contienen […]  lazos y redes para pájaros imprudentes, y casi una continua y latente incitación a la inversión de todos los valores habituales y de todas las costumbres aceptadas.”

[10] En: Menschliches, Allzumenschliches. Vorrede, # 7; Nietzsche define el enigma de la liberación de los “espíritus libres” como das Problem der Rangordnung.

[11] En: Menschliches, Allzumenschliches. Zweites Hauptstück. Zur Geschichte der moralischen Empfindungen, # 40.

[12] En: Menschliches, Allzumenschliches. Zweites Hauptstück. Zur Geschichte der moralischen Empfindungen, # 45.

[13] En: Jenseits von Gut und Böse. Vorspiel einer Philosphie der Zukunft (1886), aphorism #259; en: KSA, V, p. 208. Nietzsche afirma enfáticamente la función esencial de la explotación aller geschichte, en toda Sociedad: “Die ‘Ausbeutung’ gehört nicht einer verderbten oder unvollkommnen und primitiven Gesellschaft an: sie gehört ins Wesen des Lebendigen, als organische Grundfunktion, sie ist eine Folge des eigentlichen Willens zur Macht, der eben der Wille des Lebens ist. – Gesetzt, dies ist als Theorie eine Neuerung – als Realität ist es das Ur-Faktum aller Geschichte: man sei doch so weit gegen sich ehrlich!”.

[14] La distinción entre “Trabajo” y “Fuerza de Trabajo” es uno de los grandes descubrimientos de Marx, que Nietzsche parece comprender y utilizar en sus textos.  También utiliza el concepto de Plustrabajo (Mehrarbeit).

[15] Podemos especular, como señalamos, que los instrumentos de análisis y crítica de la Economía política se hayan derivado fundamentalmente de la influencia de Schönberg, el economista que compartió amistad y afinidades intelectuales con Nietzsche en Basilea, como hemos visto. Básicamente Marx demuestra cómo en el intercambio entre trabajos humanos diversos, y teniendo como medio de intercambio el dinero, hay apropiación de trabajo ajeno, al finalizar la circulación simple.

[16] La traducción al alemán del libro de economía política de Henry C. Carey, Lehrbuch des Volkswirtschaft, Wien, 1870, era muy conocida por Nietzsche y además Lange lo nombra en su Historia del Materialismo, así como el propio Schönberg.

[17] En la segunda edición de su Historia del Materialismo, que Nietzsche compró y estudió con detenimiento, Lange nombra a Karl Marx en varios lugares, citando Das Kapital, la edición de 1867 en dos citas (GDM, I, p. 298 y GDM, II, p. 1006). En otro lugar Lange cita incluso la Zur Kritik… de 1859 (la misma que usa von Schönberg). Karl Marx es descripto por Lange como “bekanntlich wohl der gründlichste jetzt lebende Kenner der Geschichte der Nationalökonomie” (GDM, I, 304-305).

[18] En: KSA, VIII, p. 481-482.

[19] Textualmente: “…entweder Sklave des Staates oder Sklave einer Umsturz-Partei werden zu müssen”; es el aformismo #206.

[20]  En: KSA, III, p.185. Las argumentaciones de Nietzsche además rebosan de Colonialismo y Etnocentrismo.

[21] El caso más curioso y patético a la vez, ante la evidencia irrefutable de los textos exigiendo la re-introducción del sistema esclavista en Europa, es el de Christians, Ingo, “Die Notwendigkeit der Sklaverei. Eine Provokation in Nietzsches Philosophie”, en: Nietzscheforschung, Jahrbuch der Nietzsche-Gesellschaft, Band 4, Akademie, Berlin, 1998, p. 51-83. Con esta retorcida interpretación antipolítica, Nietzsche es mutilado, reducido a una caricatura de un decadente avant-la-lettre, un ingenioso provocador de la clase media, al mejor estilo Baudelaire, Gautier  o Wilde.

[22] En total sincronía con su ideología reaccionaria, la primera presentación al gran público alemán del texto la hará Maximilian Harden en su revista de política y economía Die Zukunft, Nº 3 (1895) 599-608; un panfleto realpolitisch, pro-bismarckiano como es natural. Finalmente el texto, en formato libro, lo editará en una lujosa edición facsimilar, el IIIº Reich en 1943 durante la IIº Guerra Mundial, haciendo homenaje a su filósofo oficial. En coherencia con su nietzscheanismo, Harden publicará tres años más tarde las notas sobre esclavitud y cultura del historiador y protector de Nietzsche en Basilea, Jakob Burckhardt: “Sklaverei in Griechland”; Die Zukunft, 25, 1898, p. 17-31. Para Harden (en realidad su nombre verdadero era Felix Ernst Witkowski y era judío) Bismarck era la encarnación histórica alemana de la profecía de Nietzsche sobre la Will zur Macht. Sobre Harden y su política nietzscheana: Thomas, Richard Hinton; Nietzsche in German politics and society, 1890-1918, Manchester University Press, Manchester, Manchester, 1983, p. 125. De manera similar a Nietzsche, Harden criticaba al Volkstaat guillermino desde la extrema derecha y en 1914 saludó con júbilo la invasión del IIº Reich a a Bélgica, un país neutral.

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1 COMENTARIO

  1. […] “Es condición cruel fundamental de toda formación, que la esclavitud (Sklaventhum) pertenece a la esencia de una Cultura […] la miseria de la masa que vive fatigosamente (as Elend der mühsam lebenden Masse) debe aumentar aún más, para que se haga posible a un número restringido de hombres olímpicos la producción del mundo del arte. Aquí está la fuente de aquella rabia mal disimulada, que han alimentado […]los comunistas y socialistas, y también sus más pálidos descendientes, la raza blanca de los liberales (den die Kommunisten und Socialisten, und auch ihre blässeren Abkömmlinge, die weiße Raçe der Liberalen). La época moderna con sus ‘fracturas’ (Bruche) se ha de comprender como la época que rehuye todas las consecuencias […] De la molicie del Hombre moderno han nacido las tremendas crisis sociales del Presente (ungeheuren socialen Nothstände der Gegenwart), contra las cuales me atrevo a recomendar un remedio que se encuentra en la esencia de la naturaleza: la Esclavitud (Sklaverei)”.[1] […]

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