“La Commune fue como la Convención. A sus miembros no les faltó más que el genio.”
(E. Lockcroy)
La Basilea de Nietzsche y la lucha de clases:
La ciudad en la que Nietzsche es nombrado profesor de filología clásica cuenta en 1869 con 30.000 habitantes, se trata de una pequeña urbe con características medievales, muro y un perimido foso. Nietzsche describe tempranamente a la elite aristocrática de Basilea como Basler Patrizier, un anacrónico patriciado-burgués mercantil e industrial, al estilo de las ciudades renacentistas italianas, donde todavía se superponían de forma premoderna roles políticos con los intereses artísticos y económicos. Una cerrada oligarquía de hecho y derecho dominaba la pequeña república cantonal. Muchos llamaban a la ciudad-cantón die stolze Basilea.[1] Un ejemplo será su padrino académico Vischer-Bilfinger, al mismo tiempo miembro de la aristocracia patricia, profesor universitario y senador del Consejo cantonal, el Ratsheer. La Universidad es modesta y pequeña, con un currículum conservador: se trata de una institución que es un aparato de reproducción de la elite dominante, tradicionalista y con una administración de tono premedieval. Los estudiantes inscriptos no llegaban a cien y los profesores eran designados por cooptación desde los círculos nacional-liberales y conservadores de Prusia. Cualquier ciudad mediana de Alemania o Francia contaba con universidades más multitudinarias.
Dentro de Suiza, Basilea, con un trasfondo de urbe conservadora y aristocrática, se enfrentaba casi como antítesis a Zürich, ciudad liberal y más avanzada social y económicamente, vanguardia del desarrollo industrial, tecnológico y de la legendaria banca suiza. Los cambios que se producían en toda Europa (formación de estados-naciones, nacionalización de las masas, democracia burguesa, estado de partidos, movimientos sociales, cuestión obrera) eran vistos con desagrado y desconfianza por el patriciado local. La Modernidad in toto era el monstruo bárbaro a combatir. La mayoría de los biógrafos, comentaristas y hagiógrafos del Nietzschéisme infravaloran esta etapa, la reducen a la influencia de Wagner (mal explicada), el mítico ‘Tribschen idyll’ (1869-1872), minimizando su trabajo como docente y educador, y el impacto de la patricia Basilea (y en especial de Burckhardt) sobre sus ideas.[2] Cuando Nietzsche llega a la pequeña y conservadora ciudad hacía ya un año (invierno de 1868) que se había desatado lo que los historiadores locales consideran el primer conflicto de clases “moderno”. Se trata de una lucha que comenzó por cuestiones anodinas y folklóricas en el sector textil, y que derivó, en una escalada provocada por los “patricios”, en una feroz huelga indefinida, enfrentamientos callejeros, estado de sitio y, como final de acto, violencia policial. Tan memorable fue esta lucha obrera que recibió la atención de una nueva organización obrera, la A.I.T., la Iº Internacional, e incluso ¡un informe del mismo Karl Marx! En el llamado Basel-Bericht, en español el Informe del Consejo General de la Asociación Internacional de los Trabajadores al IV Congreso General celebrado en Basilea, Marx escribe: “estalló entre los tejedores de cintas y los tintoreros de la seda de Basilea una memorable huelga. Basilea es un lugar en el que hasta nuestros días se han conservado muchos rasgos propios de ciudad medieval, con sus tradiciones locales, sus estrechos prejuicios, sus patriciosorgullosos de sus talegas y sus relaciones patriarcales entre patronos y obreros. Es una revuelta económica (ökonomische Revolte) que hace época en la Historia social de Suiza”.[3] Marx habla de un anacrónico patriarchalische Regime que domina el cantón, donde era normal las jornadas de catorce horas diarias. En noviembre de 1868, en la fábrica M.M. Dubarry, los obreros reclamaron un asueto tradicional luego de la feria de otoño, los patrones se negaron y amenazaron con despedir “para siempre” a quién se opusiera. La mayoría abandonó la fábrica y al día siguiente se les impidió entrar por medio de esquiroles y gendarmes. El sistema medieval-corporativo de maestros-aprendices, y su lógica de segmentación, entró en una crisis final. Bajo la consigna general de “¡Todos o ninguno!” los trabajadores, sin distinción corporativa, se negaron a entrar en solidaridad con los despedidos. Los tejedores y sus familias no solo habían perdido su trabajo; Marx continúa el informe: “los huelguistas despedidos fueron lanzados de sus viviendas, en las que eran inquilinos de los dueños de la fábrica… Se abrió así una lucha que duró desde el 9 de noviembre de 1868 hasta la primavera de 1869… El movimiento obrero surgió de un frívolo y odioso acto de lock-out, convertido luego en una serie de huelgas, interrumpidas de vez en cuando por convenios y transacciones constantemente burladas por los patronos, hasta culminar con el vano intento del prepotente Gross-Rath, Gran Consejo de Basilea, de intimidar a los trabajadores recurriendo a medidas militares y a una especie de estado de sitio. Durante la insurrección, los obreros fueron apoyados por la Asociación Internacional de los Trabajadores, la A.I.T.. En opinión de los patronos, fue esta organización la que ‘infiltró’ el moderno espíritu de rebeldía en la tranquila y conservadora ciudad de Basilea. Y su mira se enderezó ahora a expulsar de la ciudad al insolente intruso… Estos peculiares ‘republicanos’, poseedores de grandes fábricas, trataron de imponer a sus súbditos, como condición para llegar a la paz, el que dejaran la proterva organización. Su proceder fue torpe y bárbaro.” Un historiador suizo local, Haeberli, llamó a esta huelga salvaje como der erste Klassenkampf in Basel (la primera lucha de clases en Basilea).[4] La huelga termina centrándose en un petitorio, elaborado por la sección basilense de la A.I.T., ¡la Hidra Internacional de Nietzsche que organizaría la Commune!, para que la Asamblea apruebe una legislación fabril moderna, la fabrik Gesetz y medidas sociales suplementarias. Los trabajadores de los fauborgs exigían escuela gratuita para sus hijos menores de 14 años, jornadas de trabajo de diez horas (¡eran de 14 horas!), aumento de la tarifa por hora trabajada y una comisión arbitral en caso de conflicto entre Werkgeber y Werknehmer.[5] Se abrió un período de negociaciones entre el movimiento huelguístico y el patriciado burgués con sus representantes en el “prepotente Gross-Rath”, como le llamaba Marx. Las tensas negociaciones entre lo representantes obreros y el Grossrath son seguidas con detalle por la prensa local a lo largo del mes de mayo y junio de 1869.
¿El Nietzsche atento a los sucesos históricos de su tiempo podía abstraerse de este terremoto socio-político, que implicaba a la Iº Internacional, que conmovió a la pequeña Basilea? Es difícil de sostener: el historiador conservador Burckhardt, su admirado nuevo maestro, con quién llevaba una vida académica pero además social por ejemplo, era hermano de un patricio-burgués dueño de una fábrica textil y cuñado de otro gran industrial. Su padrino en la universidad y en la alta sociedad, el senador-profesor aristocratizante Wilhelm Vischer-Bilfinger que ya nombramos, estaba en el llamado Klein-Rath, el pequeño consejo, el cerebro político ejecutivo de Basilea, como presidente de instrucción pública y presidente de la Curaduría. Vischer era un cuadro político de primer nivel del patriciado de Basilea. Es el Klein-Rath quién negocia directamente con la sección de la Iº Internacional el tema de la fabrikGesetz y el fin de la huelga salvaje. Es el Klein-Rath quién aprobó la “extraña” contratación directa de Nietzsche como profesor ordinario sin experiencia alguna. Es el Klein-Rath el que prepara la documentación y antecedentes para que se apruebe la negociación con los trabajadores en el “prepotente Gross-Rath” del que habla Marx.
En su Antrittsrede, la lección inaugural Homer und die klassische Philologie, el 28 de mayo de 1869[6] frente un auditorio de aristócratas, patricios, burgueses y altos funcionarios, el fantasma del Comunismo y la rebelión de los bárbaros se introduce en su teoría. Dirá Nietzsche: “Frente a estos enemigos, nosotros los filólogos debemos contar con la ayuda de los artistas y de las naturalezas artísticas, únicas que pueden comprender que la espada del bárbaro (Schwert des Barbarentums) se cierne siempre sobre aquellas cabezas que tienen todavía ante sus ojos la inefable sencillez y la noble dignidad del Helenismo, y que ningún progreso, por brillante que sea, de la técnica y de la industria, ningún reglamento de escuela, por muy acompasado que esté a los tiempos, ninguna Educación política de la masa (politische Durchbildung der Masse), por extendida que esté, nos puede proteger contra los ridículos y bárbaros extravíos del gusto ni de la destrucción del clasicismo por la terrible cabeza de la Gorgona.”[7] La destrucción del clasicismo por la figura horrenda de la Gorgona es una buena imagen reaccionaria para describir a los bárbaros socialistas y los venideros actos iconoclastas proletarios de la Commune. Nietzsche no se contenta con inaugurar “académicamente” su profesorado: frente a sus empleadores y los poderes establecidos diagnostica que sólo se puede evitar la rebelión de las clases serviles y bárbaras con el ejemplo griego renovado. Ni con la “forma republicana” de explotación del trabajo ni con el viejo idilio patricio medieval de las corporaciones, ni con el intento de revivir la polis ateniense (una utopía de Burckhardt) es posible reprimir la tendencia revolucionaria moderna. Le avisa a a los buenos suizos que, tal cómo sucedió con la tragedia griega o con el Ancien Régime, Suiza con su tolerancia y democratismo liberal se está suicidando.
Al hecho de estar Nietzsche en el centro mismo de una revuelta social sin parangón en la Historia suiza, de que sus contactos más estrechos estuvieran implicados en el conflicto como actores principales, se le suma el que la situación revolucionaria no era sólo a nivel local o regional. Trascendía el pequeño cantón suizo, desbordaba las fronteras. A inicios de 1869 se desata una ola de revueltas y huelgas por toda la Europa moderna: es un cambio cualitativo y cuantitativo en la morfología de las lucha de clases. El número de huelguistas se elevó de una media de 23.000 entre 1864 y 1868 a 88.000 en 1871.[8] Por primera vez surgían huelgas coordinadas entre los trabajadores cualificados de las grandes empresas, principalmente, como en Basilea, textiles, fundiciones, metales, ferrocarriles e industrias de extracción. En toda Europa además los trabajadores experimentaban un renovado interés “clasista” por la política: el gobierno populista de Luis Napoleón sufrió una grave derrota en las elecciones de 1869, en especial en las zonas urbanas proletarias. El fantasma del Comunismo parecía recorrer efectivamente por toda Europa. La más grave, la huelga de mineros de Loira, Francia, con la reivindicación de una jornada de ocho horas y una tarifa regional de salarios que empieza en una compañía en Firminy. La patronal acepta las ocho horas y rechaza la tarifa y estalla una huelga que se extiende por toda la cuenca minera del Loira en 48 horas. La coordinación (con un fondo solidario llamado Caisse Fraternelle) y extensión de la protesta no sólo se ve acompañada por otros mineros sino por carpinteros, tejedores textiles, hiladores y de ser local pasa a ser un problema regional y luego nacional. El gobierno hace intervenir al ejército y se produce una matanza de huelguistas en Montrambert, la famosa “masacre de la Ricamarie”, en la cual se inspiró Émile Zola al escribir Germinal; la lucha acaba finalmente con la derrota de los obreros.[9] Francia se conmociona: la huelga del Loira se transforma en un hito, por primera vez se observa la influencia hegemónica del proletariado sobre clases subalternas, de una organización de clase autónoma (“La Fraternal”), un discurso que supera el sindicalismo apolítico y el surgimiento de militantes combativos bien formados. Por supuesto: también se acusó a la A.I.T. de haber organizado este movimiento continental desde Londres. La huelga también demostraba al poder de turno, que el mero “derecho de huelga” constitucional no resolvía la candente “Cuestión social” y que en torno a la Dignidad del Trabajo podían gestarse peligrosos movimientos subversivos. La Arbeitsfrage irrumpía sin aviso en la agenda del patriciado comercial e industrial. En Basilea la lucha de clases en Francia fue reflejada por el principal diario conservador, el Basler Nachrichten, quién siguió todos los acontecimientos durante los noventas días que duró el conflicto a través de artículos, análisis y editoriales. Sabemos que Nietzsche leía regularmente este diario disponible en la Lesegesellschaft, a la que asistía al igual que el profesorado y los notables de la ciudad. Así, justo en el momento en que Nietzsche está concluyendo su manuscrito definitivo para su primer libro de combate a la Modernidad, El Nacimiento de la Tragedia, la agitación obrera suiza y europea parece cobrar un impulso imparable y se presenta a los ojos del filólogo-filósofo como una serie ininterrumpida de “amenazadoras tempestades” (drohenden Stürmen), inéditas en la Historia occidental hasta ese momento, generadas por “la agitación socialista en el Presente” y que en sus formas prefigura las luchas venideras (Zukunftskämpfe). Si a nivel de las altas esferas, Nietzsche se encuentra en el riñón mismo del poder político del patriciado de Basilea, compartiendo relaciones, recursos, problemas, temores y utopías, en el nivel inferior, terrestre y cotidiano, hay más coincidencias vitales. Nietzsche será testigo involuntario de otro acontecimiento obrero y socialista histórico: el cuarto congreso de la Asociación Internacional de los Trabajadores, la Iº Internacional, que se celebrará en la misma Basilea en septiembre de 1869. No es de extrañar que su obsesión por la “Cuestión Obrera” no lo abandonará hasta su locura y muerte.[10]
La Hidra Internacional desembarca en Basilea:
No era la primera vez que en Europa se perseguían a las organizaciones de la Internacional: muchos militantes de la A.I.T. habían sido sometidos a numerosos procesos penales y encarcelamientos preventivos, especialmente en Alemania, Francia, Rusia y el imperio austro-húngaro. Esta fue, a su vez, la razón por la cual la mayor parte de los congresos de la Internacional (tres de los cuatro celebrados hasta la Commune) se reunieran en Suiza, país que representaba entonces en Occidente las debidas garantías en cuanto a la seguridad de los delegados así como la libertad de asociación y reunión. En el Congreso de Basilea Suiza estuvo representada por veinticinco delegados y se contaron un total de ochenta y cuatro participantes: los franceses eran el grupo más numeroso con veinticinco (entre ellos el trágico Louis Eugène Varlin, obrero encuadernador y futuro líder de la Commune que dieciocho meses después moriría fusilado por la reacción), luego los suizos con veinticuatro, siendo, las delegaciones restantes de cinco delegados alemanes (con Wilhelm Liebknecht, futuro fundador de la Socialdemocracia alemana), cinco belgas, dos austríacos, dos españoles (Farga i Pellicer y Sentiñon), dos italianos y un norteamericano (EEUU se veía representado en la A. I. T. por primera vez) y seis ingleses, incluidos los miembros del Consejo General. Marx por motivos no muy claros estuvo ausente. Entre los delegados estaba el mismísimo Bakunin como representante… italiano.[11]
La tendencia del congreso fue la existencia de una mayoría sindicalista colectivista contra dos minorías, proudhoniana y marxista; los debates se centraron sobre la cuestión agraria, la propiedad de la tierra y en especial un debate extenso y duro sobre el derecho de herencia. Los proudhonianos insistieron en que en la conclusión final figurara que el objetivo prioritario es la conquista por el proletariado del Poder político. Una de las resoluciones decía que: “la sociedad tiene el deber de suprimir la propiedad privada de la tierra que devendrá así propiedad pública”. Otras declararon el principio del colectivismo, la abolición del derecho a la herencia (moción de Bakunin y además, recordemos, una de las diez medidas básicas propuestas en el Manifiesto Comunista),[12] Las cuestiones del cooperativismo y la educación quedaron pendientes de discusión para el próximo congreso. El periodista del diario local, Basler Nachrichten, que cubrió el congreso le atribuirá a Bakunin el rol de jefe oculto de todos los comunistas mundiales y el haber derrotado a los reformistas inspirados por Proudhon y Saint Simon, que defendían la pequeña propiedad de la tierra. Destacaba el enorme crecimiento de la organización internacional, aunque hay que señalar que la Iª Internacional estaba en plena expansión antes de la Commune, a pesar de las persecuciones y represiones policíacas que les hicieron sufrir a sus integrantes la mayoría de los países europeos. Por ejemplo: la sección basilense de la A.I.T. (fundada en 1866) estaba en el origen de la petición de una Fabrikgesetz; los efectivos militantes habían pasado de apenas una docena a más de 2500 afiliados.[13] La batalla contra el patriciado de Basilea colocaba a la sección en la vanguardia del movimiento obrero europeo, por lo que es natural que se elija a Basilea como sede honorífica del IVº Congreso en septiembre de 1869. El congreso se anuncia en la prensa suiza como un acontecimiento social; se inaugura el encuentro, el 5 de septiembre, con una gran manifestación que recorre las principales calles de la ciudad con banderas y pancartas; la llegada de los ochenta delegados internacionales es recibida por una multitud de tres mil obreros llegados de las faubourgs. Se hace un acto central en la plaza principal, la Aeschenplatz en el corazón de la Kleinbasel, el casco histórico, mitin fervoroso con banderas rojas, discursos y música festiva al tono. El congreso, cuyo motto era el mítico “Proletarios del Mundo entero, ¡uníos!”, delibera durante toda una semana, con sesiones públicas a puertas abiertas, en el Café National, a una decena de metros de la entrada principal de la Universidad de Basilea, por el portal por el cual ingresan diariamente los profesores, incluido el joven filólogo Nietzsche. Y es más: un colega universitario, el Doktor Jannasch, ¡es delegado alemán por Margburg al congreso de la Internacional![14] El mismo Jannasch, interviene públicamente en un debate en el diario local, Basler Nachrichten (a lo largo de septiembre) tratando de desmontar las mentiras e invenciones sobre el congreso y las imprecisiones de la cobertura de la prensa suiza. En octubre interviene en el debate en el periódico otro colega de la universidad y buen amigo de Nietzsche, el economista von Schönberg,[15] para analizar la candente “Cuestión obrera” y la idea de crear cámaras corporativas del capital y trabajo (Gewerbeverein) y la participación en los beneficios empresariales de los trabajadores.
¿Nietzsche permanece indiferente al suceso cuando escribe en El Nacimiento de la Tragedia sobre la amenaza de “los movimientos socialistas del presente” (sozialistischen Bewegungen der Gegenwart)? ¿Sus pequeñas orejas no escuchan las quejas y miedos del patriciado con el que convive ni el rugido y las consignas de las masas en las calles en la Cité-Jardin? ¿Las revueltas obreras no pueden ser entendidas como una analogía con el temible Dionisismo sensual? ¿La muerte por suicidio de la Tragedia griega no se asimila sin más al suicidio conservador y liberal que se despliega ante sus ojos en la misma Basilea? Nos resulta imposible que un gran pensador como Nietzsche pueda haber sido indiferente a esta explosión de la cuestión social en el centro mismo de su existencia y de su círculo social más íntimo. Hasta qué punto Nietzsche recordará este congreso que, en su etapa llamada “iluminista”, en el libro Menschliches, Allzumenschliches (Humano, demasiado humano, 1878) irónicamente recordará en el aforismo 436: “Da risa ver una sociedad de gentes sin un céntimo decretar la supresión de la herencia (die Abschaffung des Erbrechts).” Y hasta se acordará del revolucionario ruso en su Nachlass: “Bakunin, quien por odio contra el Presente (gegen die Gegenwart), quiere suprimir la Historia y el Pasado (die Geschichte und die Vergangenheit). Aunque para extinguir completamente el Pasado sería necesario eliminar a los hombres; pero Bakunin quiere destruir solamente la Formación (Bildung) que ha existido hasta ahora, la continuidad de la Vida Espiritual.”[16] Las pruebas son directas, no tanto en los testimonios de su correspondencia (misteriosamente las cartas de Nietzsche a Wagner de esa época han sido destruidas, además durante el Congreso de Basilea Nietzsche no escribe ninguna carta), sino en sus propios textos, esotéricos y exotéricos.
[1] La orgullosa Basilea. Nos hemos basado en los datos de su todavía biógrafo más profundo y serio, Curt P. Janz, op. cit., Tomo II, “Los diez años de Basilea. 1869-1879”. Sobre Basilea en la década en que vivió Nietzsche, véase: Gossman, Lionel; Basel in the Age of Burckhardt. A Study in Unseasonable Ideas, Chicago University Press, Illinois, 2000.
[2] Ha destacado la influencia del historiador suizo Jacob Burckhardt en el desarrollo de la Filosofía política de Nietzsche y la ruptura con Wagner, Ruehl, Martín, A., “Politeia 1871: Young Nietzsche on the Greek State”, en: Bishop, Paul; op. cit., p. 79. Los dos mejores trabajos sobre Nietzsche y su relación de amistad intelectual con Burckhardt son: Salin, E.; Jacob Burkhardt und Nietzsche, Verlag der Universitätsbibliothek, Basel, 1938 y Martin, Alfred Wilhelm Otto von; Nietzsche und Burckhardt; zwei geistige Welten im Dialog, Erasmus-Verlag, Manchen, 1947.
[3] Marx, Karl; “Bericht des Generalrats der Internationalen Arbeiter-Assoziation an den IV. allgemeinen Kongreß in Basel”, en: Marx, Karl / Engels, Friedrich; Werke, (Karl) Dietz Verlag, Berlin. Band 16, 6. Auflage 1975, p. 370-382. (traducción al español: “Informe del Consejo General de la Asociación Internacional de Trabajadores al IV Congreso General, celebrado en Basilea (6-11 de septiembre de 1869)”, en: Marx, Carlos / Engels, Federico; Obras Fundamentales, La Internacional, Tomo 17, FCE, México, 1988, p. 50). Aunque Marx no participó personalmente en el Congreso, tomo una parte muy activa en su preparación y en el temario, en especial en los temas de la propiedad privada, el problema de la herencia y la cuestión de la educación.
[4] Haeberli, Wilfried; “Der erste Klassenkampf in Basel. Winter 1868-1869”, en: Basler Zeitschrift für Geschichte und Altertumskunde, Bsel, 1964, p. 151. Además: Sautet, Marc; op. cit.; p. 119.
[5] Burckhardt, Paul; Geschichte der Stadt Basel. Von der Zeit der Reformation bis zur Gegenwart, Helbing & Lichtenhahn, Basel, 1942, p. 302.
[6] En: KGA, II, I. Se cita como HKP.
[7] En: HKP, 159.
[8] La cobertura casi diaria del principal diario de Basilea, el Basler Nachrichten, a lo largo de 1871, sobre la expansión del conflicto social y la lucha de clases europea, en Sautet, Marc; op. cit., p. 105. Sabemos que Nietzsche leía habitualmente el periódico. Sobre el cambio morfológico y de contenido de las huelgas en Francia, sigue siendo insuperable el libro de Shorter, Edgard/ Tilly, Charles; Las huelgas en Francia: 1830-1968, Ministerio de Trabajo y Seguridad Social; Madrid, 1985, en especial el capítulo “Oleadas de huelgas”, apartado dedicado a los años 1869-70, p. 172.
[9] Las luchas obreras y campesinas en Francia bajo el Segundo Imperio en el libro de L’Huiller, Fernand; La Lutte ouvrière à la fin du Second Empire, Armand Colin, Paris, 1957. Sobre la obra de Zola: Sandy Petrey, D.; “The Revolutionary Setting of ‘Germinal’”; en: The French Review, Vol. 43, No. 1 (Oct., 1969), pp. 54-63. Karl Marx menciona la excepcional ola de conflictos sociales en Francia en su Basel-Bericht, op. cit., p. 55 y sig.
[10] De hecho le dedicará un aforismo completo en uno de sus últimos libros, Götzen-Dämmerung, de 1889.
[11] Véase: Stekloff, G. M.; History of The First International, Martin Lawrence Limited, London, 1928, capítulo X, “The Basle Congress”.
[12] Sobre Bakunin y anécdotas del IV Congreso, Vuilleumier, Marc; “Bakounine, l’aids et la Première Internationale à Genève (1868-1869)”, en: Cahiers Vilfredo Pareto, n°4, 1964 y “A propos d’un centenaire: la Première Internationale en Suisse”, en: Revue Syndicale Suisse, sept. 1964. Además: Gruner, Erich; “Die Erste Internationale und die Schweiz”, en: Archiv für Sozialgeschichte, Hannover, 1966-1967.
[13] Las cifras son de Vuilleumier, quien demuestra que más de la mitad de las secciones de Basilea de la Iº Internacional se constituyen orgánicamente en el otoño de 1868; véase: Vuilleumier, Marc; “La Première Internationale en Suisse”, en: La Première Internationale. Colloque du CNRS de 1964, CNRS, Paris, 1968, p. 238.
[14] Los datos de los sucesivos delegados de Basilea y Zürich en la Iº Internacional desde 1864 en Gruner, Erich; op. cit., p. 200-1.
[15] Sobre Nietzsche y su relación con Marx y la Economía Política moderna, remitimos a nuestro ensayo: “Nietzsche, ¿lector oblicuo de Marx?”; online: http://revistaperronegro.com/nicolas-varela-nietzsche-lector-de-marx/
[16] En: Nachlass, Hefte 26, “Frühjahr 1873”, 14: “Bakunin, der im Haß gegen die Gegenwart, die Geschichte und die Vergangenheit vernichten will. Nun wäre um alle Vergangenheit zu tilgen freilich nöthig, die Menschen zu vertilgen: aber er will nur die bisherige Bildung, das ganze geistige Weiterleben, vernichten.” Subrayado del propio Nietzsche.
Alto estalinismo !!!! Con un texto parrafo solo exaltado en el comentario que fricciona a marxistas de hoy , sin leer lo que anticipa ya de N ,no funciona . En aquella época escribir y decir , (si así fue , dandole pequeño credito)» que ningún progreso, por brillante que sea, de la técnica y de la industria, ningún reglamento de escuela, por muy acompasado que esté a los tiempos, ninguna Educación política de la masa (politische Durchbildung der Masse), por extendida que esté, nos puede proteger »
de la actual debacle siniestra en que vive el conjunto de la poblacion humana planetaria, interpreto.la indigencia,la miseria intelectual, la fabricacion subjetiva liberal de los miles de millones, la superexplotacion de las mujeres , el reinado en el poder social de los hombres aún explotados , la fabricacion del deseo consumista banal, la inaccesible educacion universitaria para los de abajo en todo occidente, el ecocidio siniestro , demuestran que esta ya civilizacion hipercapitalista basado desde su inicio en el progreso de la teknica y la industria se comio la cola, hundiendonos en la barbarie. Aplicar un periodismo vulgar , maniqueo , hegelianista de izquierda
deprecia la lucha por la emancipacion humana de todas sus cadenas , panopticas y de control digital !
[…] la pequeña república cantonal. Muchos llamaban a la ciudad-cantón die stolze Basilea.[1] Un ejemplo será su padrino académico Vischer-Bilfinger, al mismo tiempo miembro de la […]
[…] y educador, y el impacto de la patricia Basilea (y en especial de Burckhardt) sobre sus ideas.[2] Cuando Nietzsche llega a la pequeña y conservadora ciudad hacía ya un año (invierno de […]