Ni una palabra de abrir las universidades

Miles de estudiantes de las clases populares acuden a la universidad pública en nuestro país. La falta de conectividad y resistencia del gobierno de volver a la presencialidad fomenta la deserción y el avance del desfinanciamiento y elitización en las universidades.

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El día de hoy, la Ministra de salud, Carla Vizzotti, en una conferencia de prensa junto al nuevo Jefe de Gabinete, Juan Manzur, anunció las nuevas flexibilizaciones a las restricciones sanitarias.

Entre las medidas más comentadas, estuvieron la supensión de la obligatoriedad para el uso de tapabocas al aire libre, la posibilidad de reuniones sociales sin límite de asistencia (manteniendo medidas de prevención), el aforo de boliches al 50%, rehabilitación de los eventos masivos a partir del 1 de octubre y la apertura escalonada de las fronteras.

Lo que llama la atención es que no hubo anuncios con respecto a las universidades, lo que despertó un amplio repudio en las redes sociales.

Es que la juventud, si bien no es el sector que más riesgo vital corra por el Covid-19, sí ha sufrido fuertemente las consecuencias psicológicas, sociales y educativas de la pandemia mundial del Coronavirus, del aislamiento y falta de espacios de educación y socialización.

El abandono por parte del gobierno a los estudiantes universitarios a su suerte, sin garantizar conectividad en momentos de la cuarentena estricta, y luego dejándolos sin la posibilidad de retomar una presencialidad segura, demuestra el poco compromiso de la gestión del Frente de Todos para con la educación pública.

Miles de estudiantes de las clases populares acuden a la universidad pública en nuestro país. Sus familias hacen grandes esfuerzos para, muchas veces, pagar alquileres, fotocopias, y gastos, con la expectativa de que puedan formarse, lo que representa en múltiples oportunidades la única esperanza para conseguir un trabajo digno y mejorar su calidad de vida.

La falta de conectividad fomenta la deserción universitaria, al ritmo que en Argentina crece el trabajo súper explotado en empresas precarizadoras como las de reparto por aplicaciones, donde ni siquiera son considerados trabajadores. Parece que al gobierno no le interesa darle otra perspectiva a los jóvenes que ser carne de explotación de esas multinacionales que se enriquecen a costa de negar todo derecho laboral a las nuevas generaciones de trabajadores.

Además, hay que señalar que la universidad es un espacio de socialización y politización de la juventud. Incluso podemos atribuír parte del crecimiento electoral de sectores reaccionarios y negacionistas, como los libertarios Espert y Milei, a la falta de estos vitales espacios de politización para la juventud. Que son el corazón de las peleas democráticas y de Derechos Humanos.

Mientras la vida social se normaliza, que las universidades y terciaros continúen cerradas representa un avance en el ajuste a la educación por medio de la desfinanciación y la elitización del acceso a la educación, producto de la exclusión de quienes no disponen de recursos para conectarse.

Es necesario tomar cartas en el asunto. Que el movimiento estudiantil comience a movilizarse por la vuelta a la presencialidad segura, para recuperar este importante espacio de formación, politización y socialización de la juventud.

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