Mario Draghi había llegado al poder como «hombre técnico» para salvar a Italia de la crisis. Su gobierno se vino abajo en medio de la crisis de Covid y la crisis de la guerra en Ucrania. Las elecciones adelantadas se realizarán el próximo 25 de septiembre.
Mientras casi los todos los partidos del sistema apoyaban a Draghi, hubo uno que se mantuvo en la oposición “suave”: Fratelli D’Italia (Hermanos de Italia), conducido por Giorgia Meloni. Hoy aparece como la principal opción de reemplazo del gobierno saliente.
¿Quiénes son Meloni y Hermanos de Italia? Es un partido de la derecha clásica, que reivindica al fascismo, ataca los derechos de las minorías e intenta criminalizar a los inmigrantes, aunque defiende la permanencia en la Unión Europea y cierta intervención económica. Meloni ha tenido que pedir que no se haga el saludo fascista en sus actos, se opone al derecho al aborto y ha dejado claro que los inmigrantes no son bienvenidos en medio de una crisis inmigratoria que tiene a Italia en su centro por su ubicación geográfica.
La trayectoria política de Giorgia Meloni habla por sí misma. Comenzó su carrera política en la juventud del Movimiento Social Italiano, ni más ni menos que la continuidad directa del Partido Nacional Fascista de Mussolini. Luego, continuaría en las filas de la organización que le siguió, Alianza Nacional. Esta fuerza se fusionó con el partido de Silvio Berlusconi y Meloni la rompería para darle forma a su propio partido de extrema derecha, con miembros nuevos y viejos militantes de los sucesores del fascismo. Rachele Mussolini, nieta del dictador fascista que reivindica a su abuelo y el régimen fascista, es concejal en Roma por el partido de Meloni.
Para llegar al gobierno cuentan con el apoyo de la centroderecha, de la Liga del Norte (dirigida por Salvini) y Forza Italia de Berlusconi. Estos agrupamientos coinciden en muchas cosas, en especial la cuestión de género y la de los inmigrantes, pero su posición en la guerra de Ucrania-Rusia hace algunos ruidos.
La centroderecha italiana tiene muchos vínculos con Putin, con quien comparten una visión nacionalista reaccionaria. Incluso se ha hablado de que en la caída de Draghi estuvo metida la relación de Putin con Salvini (que era parte del gobierno).
En toda la crisis, la izquierda italiana no ha podido prácticamente tener voz ni perspectiva propia. Ni la izquierda propiamente dicha ni la centroizquierda institucional capitalista del PD. La movilización obrera y popular poco ha podido hacer para torcer las cosas, en gran medida marcadas por las protestas reaccionarias negacionistas de la pandemia.