Murió el genocida Miguel Etchecolatz

Con 93 años, cumplía su condena a cadena perpetua en una cárcel común. Hasta su último día reivindicó el genocidio. Nunca dijo dónde está Jorge Julio López.

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“Volvería a hacerlo” decía de manera provocadora cuando estaba en libertad, y afirmaba haber cumplido un «mandato divino» torturando, asesinado y desapareciendo activistas y militantes obreros y populares durante la última dictadura militar. Se encontraba cumpliendo condena en la unidad 34 de Campo de Mayo.

Entre 1976 y 1979 estuvo al frente de la Dirección General de Investigaciones de la Policía Bonaerense al mando de Ramón Camps. A través de ese cargo, participó en la gestión de no menos de 20 centros clandestinos de detención.

En 1986 fue detenido y condenado a 23 años de prisión en la causa 44, Circuito Camps. Fue un entusiasta impulsor, desde la cárcel, del alzamiento carapintada de semana por la impunidad de los genocidas. La Corte Suprema lo benefició y, una vez libre, trabajó en seguridad privada, algo a lo que ya se había dedicado tras su baja de la policía en 1979.

En 1997 escribió el libro “La otra campana del Nunca más”, en el que afirmaba que el informe de la CONADEP era mentira y lo calificaba de fábula “fabricada por los perpetradores de la guerra subersiva”.

En varias ocasiones fue objetivo de escraches por organizaciones de derechos humanos a los que respondía amenazando con una pistola en mano. La familia del juez Juan Ramos Padilla, quien lo condenó en los ´80, conocía de memoria su voz por las reiteradas veces que llamaba a la casa para amenazar.

Cuando el juez se hizo presente para su detención, Etchecolatz lo apuntó con un revólver: «tengo blanco», bravuconeó. Uno de los hijos del juez se abalanzó sobre él y logró arrebatarle la pistola.

¿Dónde está Jorge Julio López?

Jorge Julio López fue secuestrado el 27 de octubre de 1976 en el barrio Los Hornos en un operativo del que participó Etchecolatz personalmente.

Durante el juicio por dichos hechos, en un brutal y crudo testimonio, López dijo haberlo visto pateando a quienes estaban secuestrados en el campo de Arana y ordenado su matanza. Lo describió como un sádico que no sólo daba órdenes, también se ensuciaba las manos. Lo calificó como «un asesino serial sin compasión».

La condena a cadena perpetua llegó el 19 de septiembre del 2006. Un día antes, Jorge Julio López no se presentó a declarar. Fue secuestrado y desaparecido por segunda vez. Un crimen ordenado por el mismo genocida. En los registros fílmicos y fotográficos del juicio, se puede apreciar que mientras López da su testimonio, Etchecolatz manipula de manera amenazante un papel con el nombre del testigo.

La desaparición de Jorge Julio López durante el gobierno de Néstor Kirchner fue la primera ocurrida en democracia. El Estado nunca investigó a fondo a los genocidas y miembros de grupos de tareas que seguían activos en las fuerzas represivas. De manera categórica encubrieron y protegieron a los genocidas omitiendo realizar una investigación seria que diera con el paradero de Jorge Julio López.

Al momento de su fallecimiento estaba siendo juzgado por crímenes en tres centros clandestinos a su mando. Los “pozos” de Banfield y de Quilmes y el “Infierno” de avellaneda. Por ellos pasaron los secuestrados del hecho conocido como la Noche de los Lápices. Además estaba atravesando el juicio de los hermanitos Ramírez, tres chicos secuestrados en 1977 tras presenciar el asesinato de su madre.

Hasta el último de sus días, Etchecolatz guardó silencio sobre el paradero de Jorge Julio López. En su fuero íntimo siempre reivindicó su accionar y el de los genocidas, tal como lo hacía a viva voz cuando gozaba de impunidad. Que se haya ido sin que sepamos el paradero de Jorge Julio López es una muestra de que, a pesar de las condenas logradas por la lucha popular, el Estado sigue amparando y encubriendo los crímenes de los genocidas.

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