Todas las encuestas indican una elección pareja entre la demócrata Kamala Harris y el republicano Donald Trump, algo que sólo pudo tener lugar una vez que el actual presidente Biden se bajara de la carrera, abrumado por los malos pronósticos y, sobre todo, por una pésima performance en un debate televisado que lo mostró anciano, débil, lento y con poca respuesta.
No porque la victoria de Harris esté garantizada, pero sí al menos porque volvió a hacer que la elección fuera nuevamente competitiva. Sucede que, aunque no por mucha distancia, todas las encuestas daban ventaja a Trump en los estados decisivos.
La elección presidencial no es directa. Son unos pocos Estados los que definirán los resultados: Pensilvania, Carolina del Norte, Georgia, Arizona, Wisconsin, Michigan y Nevada.