Milei viajará para la asunción de Trump y planea reunirse con él en Mar-a-Lago, su mansión en Florida. «Planear» lo planean él y los suyos, porque nadie en el entorno de Trump le aseguró que lo vayan a recibir pronto. Mucho menos le confirmaron una reunión en una residencia privada de Trump. Milei se esfuerza en chupar medias para sentir a toda costa que le dan algo de importancia.
La visita está siendo gestionada por su camarilla (Santiago Caputo, Karina Milei, etc). Como mínimo, parece imprudente que ya hayan hecho público hasta el lugar en el que desean ser recibidos, sin que nadie del otro lado les haya confirmado nada.
Los ultraderechistas ya tuvieron la oportunidad de verse en febrero en la Conferencia de Acción Republicana, un foro conservador estadounidense devenido en reunión anual de pseudo ciencia, negacionismo, conspiranoia y neo fascismo. Fue entonces que Milei pudo difundir un video de cuarenta segundos casi llorando mientras conocía a Trump, que cedió en darle esos segundos de felicidad. A Trump también le agrada que se arrastren frente a él.
Es evidente que Milei tomó como modelo a Trump en su ascenso político. En las formas y en el fondo. Se siente abanderado de la misma «batalla cultural». Lo que más le importa a Milei es lo que pueda lograr en cuanto a imagen política de «unidad» de la extrema derecha «occidental». Lo que más le importa a Milei es la tilinguería «cultural» y política. Si eso no fuera cierto no habría cometido la estupidez de dinamitar una y otra vez las relaciones con importantes socios comerciales de Argentina.
Pero la política es más que lo que personalmente más busque Milei. Sólo en 2024 el gobierno enfrenta vencimientos en moneda extranjera por 17 mil millones de dólares, 2,17 mil millones de estos corresponde a vencimientos con el FMI, esto según los informes trimestrales de deuda. Esperan que el triunfo de Trump impacte directamente en un alivio directo a la economía argentina. Rara manera de ver el mundo la de los «libertarios» que, al mismo tiempo y sin sentir contradicción, esperan que todos los milagros económicos vengan de una alianza política y a la vez niegan todo rol a la política y el Estado en la economía.
Si algo es seguro es que Milei tiene expectativas positivas respecto de lo que vaya a conseguir en materia económica de una nueva presidencia de Trump. Para empezar, espera que la gestión trumpista ejerza su influencia en conseguir algún alivio para las exhaustas arcas argentinas. En criollo, que Trump logre que Milei no tenga que pagar tantos dólares el año que viene. Incluso fantasean con que el FMI le gire algunos dólares frescos sin tener que devaluar.
Pero la realidad puede llegar a ser muy diferente. Las consecuencias de la guerra en Ucrania, el giro económico trumpista y sus políticas proteccionistas pueden resultar poco compatibles con las necesidades de Milei. Los aumentos aduaneros en Estados Unidos pueden golpear las poquísimas exportaciones argentinas a ese país, y que así entren aún menos dólares. Las subas de las tasas de interés harían mucho más caro para Argentina todo ingreso de dólares. No importa cuanto le guste fantasear a Milei, el panorama económico nacional no parece que vaya a mejorar con Trump. Aunque tal vez le tiren alguna soga para un alivio temporal.
El inepto Milei cree que los problemas de la Argentina productiva, de la economía, se resolverán solos con una «buena» política monetaria, la entrega de los recursos naturales a sujetos como Elon Musk y el favor del imperialismo yanqui respecto de la deuda externa. Tanto la baja de la inflación como el déficit cercano a cero, son cosas imposibles de sostener en el tiempo sin crecimiento de la producción. Arrastrarse como vasallo frente a los que no tienen otro plan para Argentina que el saqueo de recursos naturales y la especulación financiera no es un plan muy inteligente. Pero qué más se le puede pedir a Milei, aparte de que deje de hacer todo lo que hace, sin excepción.