De las declaraciones de Milei en Davos y la estafa de las criptomonedas a la fecha, la imagen del gobierno ha entrado en un declive acelerado. Se terminó la “luna de Miel” en la que, aun cuando el 2024 estuvo acompañado de eventos de rechazo en las calles a su política de guerra contra los de abajo, lograba tener o recuperar la iniciativa con la ayuda pasivizadora del peronismo y la CGT, además del conjunto de los partidos políticos capitalistas.
El inicio del 2025 muestra, por el contrario, a un gobierno de extrema derecha cuya fragilidad, compensada por el sostenimiento del FMI, el régimen y sus partidos tradicionales además de la burguesía, remiten a tres aspectos. El primero es el del desborde en el control de la calle. Las bravuconadas son respondidas con cachetazos políticos asestados desde la movilización e, incluso, con la pérdida de control de la calle, como ocurrió el pasado 12/3 con la acción por los jubilados. En segundo lugar, la economía cuya debilidad ha quedado de relieve con el anuncio del “regreso al FMI”, que fue rápidamente procesado por vastos sectores de la sociedad como la confesión del rápido fracaso del “plan económico”. Y en tercer lugar, el hecho que las elecciones legislativas de CABA han adquirido el peso de unas PASO donde, más allá de cómo resulte la composición de la Legislatura local, puede abrir una crisis nacional al gobierno en el caso de un mal desempeño; por ejemplo, salir terceros.
En suma, los problemas acumulados por el gobierno adquieren un relieve mayor que la suma de las partes. El regreso del temor de la burguesía al fracaso de otro gobierno y cierta pérdida de confianza en Milei, en este caso el “último” de los ensayos del repertorio capitalista: el de la extrema derecha. ¿Y si Milei fracasa? ¿Si él, que no frena en las curvas, se queda sin nafta? ¿Y si finalmente no es capaz de domar al caballo salvaje del país? O dicho de otra forma: si la apuesta a un gobierno que le declaró la guerra a las y los trabajadores no logra revertir las relaciones de fuerzas y la tendencia al desborde y la rebelión del 2001, ni logró mucho menos llevarse puesto el consenso del 83 (para lo que no cuenta con apoyo mayoritario en la burguesía) y, por lo tanto, es incapaz de sacar al país de su crisis crónica, entonces, ¿adónde vamos a parar?
En el borde de lo conocido, el abismo y la incertidumbre. Más allá de la incertidumbre, la certeza para los revolucionarios es que, de dar un salto el nivel de crisis acumulada, podría, sobre la base de esta relación de fuerzas que debe profundizarse y radicalizarse en favor de los explotados y oprimidos, abrirse una oportunidad histórica para que tengan su turno quienes nunca gobernaron: las y los trabajadores.
Desde esta perspectiva se explica el carácter nacional que han adquirido las elecciones en CABA. Unas elecciones que dejan a la vista varios síntomas de crisis, no sólo en el plano de la representación política, sino incluso en la fragmentación respecto de las listas y formulaciones políticas para resolver los problemas estratégicos que enfrenta el país capitalista. A tal nivel han adquirido relevancia las próximas elecciones en la Capital del país, que un traspié de La Libertad Avanza, podría cristalizar en un fracaso electoral y condensar una crisis de gobierno demasiado alejada de las nacionales en octubre. Serían 5 infinitos meses de preguntas y más preguntas, en un año en que la apuesta del régimen era que fuera estrictamente electoral y sin mayores sobresaltos en el terreno de la lucha de clases.
Así las cosas, el FITU ha demostrado una vez más su completa inconsistencia en el terreno privilegiado de las corrientes revolucionarias: el de la movilización y la batalla política. El 24 de Marzo pasado, un sector de este frente movilizó junto al peronismo a la Plaza de Mayo sin delimitación política, mientras que otro sector compuesto por el PTS y el PO movilizaron junto al Nuevo MAS y el Encuentro Memoria Verdad y Justicia, que defendió a brazo partido la independencia del espacio y su derecho irrenunciable a leer su documento en Plaza de Mayo.
La apuesta del partido de Bregman de acaudillar a un sector filo K para negociar condiciones en el Frente Único de no-lucha con el kirchnerismo y el peronismo se demostró un desastre. Como lo advertimos en estas páginas, el peronismo es mil veces más vivo, más maniobrero, y más orgánico que cualquier fuerza de izquierda, y sobre todo cuando la política se ensaya por fuera del impulso de la lucha. Finalmente, el sector filo K se fue con los K y el MST. Y el PTS tuvo que retroceder en todas sus posiciones y marchar con el sector independiente, cuya política fue elaborada por nuestro partido junto a organismos que defendieron la tradición del Encuentro.
¿Cómo actuará el FITUde cara a la convocatoria de la CGT a movilizar el miércoles 9 por jubilados? El peronismo continúa su operativo de Frente Popular y tira el abrazo del oso para romper toda referencia independiente. ¿Qué rumbo tomaran las fuerzas díscolas de la cooperativa electoral?
Párrafo aparte merece la oposición irresponsable del FITU a unificar a la izquierda en la Ciudad bajo una alternativa común. El mismo FITU que, una vez que cierra la repartija de cargos, desata una guerra interna del frente con acusaciones de racistas y todo tipo de descalificaciones entre sus propios componentes. Una lógica adaptada al extremo a la de los partidos tradicionales que se dividen por cargos, justo cuando el gobierno atraviesa su peor momento y se pone en primer plano la necesidad de unir a la izquierda de Bregman y Castañeira.
El Nuevo MAS ha lanzado su propia Lista para proponer una alternativa anticapitalista en CABA, encabezada por Federico Winokur, trabajador docente y referente del Campamento Anticapitalista que irrita a los neandertal de extrema derecha como Adorni. Una Lista que, con su programa “Ciudad Anticapitalista”, propone una salida por izquierda a los problemas nacionales y locales, con candidatos y candidatas que reflejan a la juventud, a distintos ámbitos del mundo laboral e, incluso, intelectual y militante.
“Venía rápido y se le soltó un patín”
Milei había logrado cerrar un año con un recorte en la inversión pública brutal, sin descontrol en la calle, y con expectativas (más allá de muchos interrogantes irresueltos) respecto del rumbo de la economía. A tal punto, que un sector del establishment mediático festejaba, y otro se apuraba a anunciar una derrota social para apurar una salida frente populista que pusiera límites por la vía electoral a un gobierno de extrema derecha supuestamente imparable.
Rápidamente el 2025 volvió a poner las cosas en su lugar, luego de un 2024 que, en realidad, había sido de por sí mucho más contradictorio y con varias demostraciones de fuerza que obligaron al peronismo a jugar un rol de contención activa para evitar una crisis en la gobernabilidad. A la inmediata respuesta a las declaraciones homo-lesbo-transodiantes en Davos que impulsó a la calle a miles de personas, con un 8M más controlado por el peronismo más allá de los amplios sectores independientes que movilizaron a Plaza de Mayo, siguió la movilización el 12 de marzo en acompañamiento al reclamo de jubilados. Esta jornada en particular fue de vértigo total para el gobierno de Milei. La tendencia al desborde y a la rebelión popular, que no alcanzó el volumen del 14 y 18 de Diciembre, pero cuyas imágenes y desborde a las fuerzas policiales y de Gendarmería remitían a esas jornadas bajo el gobierno de Macri, nos hablan de un hecho testarudo. La tendencia a la rebelión y al desborde en las calles como mecánica política inaugurada bajo el 2001, sigue abierta, no logró ser derrotada. El gobierno de Milei y Bullrich decidieron ir a la ofensiva con un operativo represivo brutal, y terminaron a la defensiva por el desborde callejero.
Incluso el tiro de la posta de gas sobre Pablo Grillo, fotógrafo gravemente herido por la represión de la Gendarmería, generó un amplio repudio en sectores sociales “amables” con Milei. Desde ese momento a la fecha, la composición del sector social electoral que banca a Milei ha vuelto al debate. Está el 20% que banca lo que sea de este gobierno, incluidos los ataques oscurantistas y reaccionarios verbales, y el resto de los que lo votaron, cuyo apoyo se acota a la baja de la inflación y las expectativas de “mejora económica”, pero que rechaza el paquete reaccionario de la batalla cultural.
A la persistencia de las relaciones de fuerzas conquistadas desde el 2001 y vueltas a la escena el 12 de marzo, se suma la continuidad de las conquistas que remiten a la postdictadura del 83, demostradas por la contundencia de la movilización del 24 de Marzo. Una jornada unitaria que estuvo a la izquierda de las pretensiones del kirchnerismo y del peronismo, en la que se cantó “Fuera Bullrich” y “Basta de Milei” o “Milei basura vos sos la dictadura”. Una jornada en la que el gobierno buscó, en primer lugar, la provocación con un video institucional por genocidio que generó repudio masivo incluso entre sectores del “periodismo amigo”.
En suma, dos hitos de la conformación de las relaciones de fuerzas actuales que remiten al desprestigio de las Fuerzas Armadas y del discurso negacionista y pro dictadura, además de las conquistas del derecho a hacer política y a organizarse en el caso del consenso del 83 (consenso del que es parte el régimen y la burguesía en su mayoría), y al derecho a rebelarse y hacer política por fuera de los marcos institucionales, surgido con la rebelión popular del 2001. Este último caso sí es cuestionado, no sólo por Milei y un sector mayoritario de la burguesía, sino incluso por el kirchnerismo y el peronismo, que rechazan la vía callejera para derrotar a Milei para cuidar la continuidad institucional. Este rechazo a la tendencia al desborde institucional no es nuevo para el kirchnerismo. Ya por el 2014 en una Asamblea Legislativa, la entonces presidenta Cristina Kirchner impulsaba un proyecto de ley bajo el argumento que “Todo el mundo tiene derecho a protestar, pero no cortando las calles, impidiendo que la gente vaya a trabajar, y complicándole la vida al otro. Creo que vamos a tener que legislar sobre una norma de respeto y convivencia urbana”.
El hecho es que ni su gobierno, ni el de Macri -que fue herido de muerte por la movilización del 14 y 18 de Diciembre del 2017-, ni el de Milei -cuya agresividad verbal y represiva es cualitativamente mayor-, han logrado esa tarea tan preciada por los capitalistas del país e incluso el imperialismo, que no logran hacer de Argentina un país burgués normal.
Todos los caminos conducen al FMI
El anuncio de la vuelta al Fondo generó un tembladeral político y en los mercados, por la obvia razón que ninguna economía que funciona bien tiene necesidad de recurrir a un prestamista que, como ocurre con el FMI, es siempre de última instancia; es decir, cuando “las papas queman”. Sobre todo, en el caso de Argentina, cuya última deuda aún impaga con el organismo de crédito es de 44 mil millones de dólares, adquirida por Macri y, recordemos, convalidada por el gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner en el Congreso.
El plan de guerra de Milei contra los trabajadores tiene entre sus premisas, que Argentina es un país que debiera dedicarse a una economía basada en ventajas comparativas. Es decir, un país agropecuario y extractivista, en donde la industria sobra. Si el proyecto de fondo genera mucho ruido en sectores de la burguesía industrial, la agresividad con la que ataca las conquistas de los trabajadores le genera, por el contrario, más que simpatía. Pero a lo largo de un año y algunos meses de gobierno se han acumulado una serie de problemas que generan impaciencia en todo un sector capitalista. Los altos costos de bienes y servicios del país, que lo coloca como el más caro de Latinoamérica y uno de los más caros del mundo, en rubros como tecnología y textil (35% superior a EEUU y España, por ejemplo) dificultan enormemente la producción local y favorecen la importación. Junto con esto, las inversiones extranjeras no llegan porque nadie quiere invertir en un país que, además de ser incierto en su estabilidad, restringe la libre disponibilidad de divisas mediante el cepo, impidiendo llevarse las ganancias a las casas matrices.
Por eso crece la presión para la devaluación; es decir, para romper la virtual paridad del dólar y el peso (1 dólar, 1100 pesos), de manera que al menos los salarios tengan una nueva caída drástica. Pero, sumando problemas a los problemas, la otra preocupación que es casi un hecho, refiere a que en caso de una devaluación los capitalistas trasladen esa diferencia a los precios de los productos, generando más inflación. Es decir, reventando el caballito de batalla del gobierno que tiene aceptación en algunos sectores sociales.
Pero la devaluación no sólo es una presión de los empresarios para ampliar su margen de ganancias. También el FMI exige una devaluación en caso de desembolsar los 20 mil millones de dólares anunciados por Caputo, como forma de asegurarse que los mismos irán a parar al pago de vencimientos de deuda (de los 44 mil millones anteriores) con el propio Fondo, y que no se destinarán a mantener un precio de dólar ficticio. Una duda más que justificada, en tanto en las últimas 11 jornadas el BCRA se vio obligado a vender 1780 millones de dólares para evitar que el precio del dólar (hoy en casi 1100 al precio oficial, y a 1300 en el mercado blue) se dispare.
Cada problema deja a la vista las “costuras” de la formación económica social del país. Un país capitalista con industrialización relativa, con una clase obrera concentrada y con relativo alto nivel de profesionalización, con conquistas sociales y políticas de peso, con unas relaciones de fuerzas indomables a la fecha para la burguesía, y en el que es prácticamente imposible acumular divisas en forma de reservas. Aún con el violento ajuste de Milei, el gobierno ha sido incapaz de acumular dólares, y ahora cruje tanto el esquema cambiario como el pago de la deuda al FMI. Otra vez la vuelta al Fondo, otra vez la vieja canción, pero que pone los problemas estratégicos irresueltos por la burguesía y su personal político en una nueva escala de crisis latente, aún no desatada plenamente.
CABA: elecciones nacionalizadas
En este marco general del país y del gobierno de Milei, las elecciones legislativas adquieren una importancia nacional. Un mal resultado para LLA; por ejemplo, ocupando el tercer lugar, abriría una crisis política con un aditivo: entre estas elecciones que ocurrirán el 18 de mayo y las nacionales en octubre, restarán 5 largos meses. Demasiado tiempo para un gobierno cuyo declive preocupa, en primer lugar, a la burguesía.
La composición misma de la elección refleja los elementos de crisis que sobrevuelan. La dispersión en 17 listas abarca a todos los espacios. De derecha, centro y centro derecha (PRO encabezada por Lospenato, Larreta con espacio propio, Oliveto por la Coalición Civica, y Lucille Levy por la UCR), la extrema derecha (con Adorni por LLA, y Marra que compite por la UCeDe), el kirchnerismo/peronismo (con Santoro por Es ahora Buenos Aires, Abal Medina por Seamos Libres, y Kim por Principios y Valores). Es la demostración de la fragmentación de la burguesía a la salida a la crisis en la que vuelve a caer el país.
La división en la izquierda, por el contrario, demuestra una ficción. Mientras que el 24 de Marzo en lo que se refería a una discusión sobre la participación independiente en esa jornada unitaria, el Nuevo MAS, el PTS, el PO e IS movilizamos de conjunto, mientras el MST se diluyó tras el peronismo. Por el contrario, en el terreno electoral, el rechazo a la unificación de la izquierda por parte del FITU vuelve a ser el punto de partida para su política adaptada a los cargos y separada de las necesidades políticas reales de los de abajo: tener una referencia única que muestre una alternativa al cambalache de los partidos tradicionales.
La ubicación rutinaria del FITU respecto de los acontecimientos del país se ve reflejada en las palabras de su principal candidata en la Ciudad, que denunció las elecciones legislativas como una farsa. Desde luego que, desde el punto de vista de la posibilidad de solucionar los problemas de los explotados y oprimidos, toda elección es una farsa. Pero esa generalidad impide hacer política y distinguir una coyuntura de otra y conduce al rutinarismo: todo es siempre lo mismo. Por el contrario, en estas elecciones el gobierno se pone a prueba, y el resultado le hace “temblar la pera” a la burguesía. ¡Es falso que sea una elección farsa, a tal punto que refunfuñan contra la decisión de Jorge Macri de haber despegado tanto las elecciones de las nacionales, abriendo un tramo de incertidumbre! Es la misma lógica que aplican a la hora de evaluar a un gobierno: “son todos capitalistas”, lógica que los llevó a igualar al gobierno de Milei al del kirchnerismo o el macrismo hasta que les fue insostenible.
Por el contrario, nuestra Lista anticapitalista en la Ciudad, encabezada por Federico Winokur, apuesta a desarrollar un debate de fondo sobre el fracaso tanto del modelo anarco-capitalista de la extrema derecha como del fracaso de la economía regulada por el Estado capitalista, cuyo máximo exponente fue el kirchnerismo/peronismo que gobernó en 4 oportunidades en los últimos 25 años. El Nuevo MAS en la Ciudad desarrollará la propuesta de una economía planificada y dirigida democráticamente por las y los trabajadores como modelo alternativo anticapitalista, y desplegará un programa de medidas cuya primera reivindicación será la de llevar los salarios a 2 millones de pesos afectando las ganancias capitalistas.
La Izquierda en la Ciudad largará su campaña con la presencia de Federico Winokur y Manuela Castañeira en el festival de rock “Buenos Aires en llamas” el próximo 11 de abril en la Facultad de Filosofía y Letras. Será una parada clave para la cual hay que trabajar la invitación y todo tipo de iniciativas, en el marco que desplegamos la campaña por estructuras y en la calle.
Ante la convocatoria de la CGT
La CGT convocó a un paro hace varias semanas atrás despegándolo de la jornada del 12/3 por jubilados. En una versión típica de paro dominguero, convoca a paro sin movilización para el jueves 10, y movilización sin paro para el miércoles 9 en apoyo a los jubilados.
Desde el Nuevo MAS hacemos un llamado al conjunto de la vanguardia, a los centros de estudiantes, organizaciones de derechos humanos, sindicatos, representaciones gremiales y al FITU a confluir en una columna independiente para el miércoles 9, y a llevar adelante un paro activo para el jueves 10, con cortes de accesos y puentes que garanticen la efectividad de la medida.
En esta coyuntura de crisis para el gobierno, la apuesta al desborde de los aparatos sindicales y del peronismo se pone a la orden del día. El Nuevo MAS invita a todas las organizaciones políticas, sociales, de derechos humanos y sindicales, a construir una salida anticapitalista al gobierno de Milei y sus cómplices.