«Voy a hacer el ajuste fiscal de shock para pagar la deuda» dijo el ultraderechista en una de sus primeras declaraciones como presidente electo de la Argentina. Y agregó que «la política monetaria va a seguir impactando en la inflación» y que «hay que explicarle a la población el estado en que está la economía, y las cosas que queremos hacer».
Una nueva pirueta discursiva de quien ya cambió más de una vez sus «propuestas» de gobierno en el transcurso de pocos meses. De la prédica de «destruir la inflación» ahora Milei pasó a decir que «habrá inflación otros 24 meses» o incluso que «habrá una hiperinflación» si la sociedad no «acepta» la política de shock fiscal que significa un ajuste brutal sobre las condiciones de vida de la mayoría de la sociedad.
Javier Milei decidió agitar el fantasma de la hiperinflación con dos objetivos. En primer lugar, convencer a la sociedad de que la protesta social traerá peores consecuencias, tanto económicas como represivas. «Dentro de la ley todo, fuera de la ley nada» dijo el ultraderechista, haciendo referencia a la eventual represión de todo piquete o protesta social contra sus medidas de shock.
En segundo lugar, Milei ya está abriendo el paraguas ante el fracaso social que significarán sus medidas. De implementarse el plan económico que propone Milei (fuerte devaluación o incluso dolarización, acompañado por un recorte monstruoso del presupuesto social del Estado) la pobreza aumentará enormemente. Por eso Milei avisa que «si la sociedad no acepta el shock, la pobreza subirá al 90%».
A pesar de la prédica demagoga contra «la casta política» y las palabras de «ajustar a los políticos», el objetivo de Milei es claro: destruir las condiciones de vida de la población trabajadora del país y convertir a la Argentina en territorio arrasado para los negocios de los grandes empresarios.